
Capítulo 1 V1 (La humillación de Kokujin parte 1)
Como algunas de Disney/Pixar/Dreamworks hay menores de edad, el Uchiha irá primero a esos y me refiero a que algunas princesas tienen 14 y 16 y ya se están casando con mayores de edad
¿Porque un tipo como Prince Phillip en sus 20 besa a Aurora, de 16?
Blanca nieves tiene 14 y Florian 18 y Florian sigue siendo un Ayuwoki, porque Snow tiene 14
Narrador Omnisciente
Dark lentamente abre los ojos, sintiendo la suave brisa del parque acariciar su piel. Al enfocar su vista, se da cuenta de que está acostado en un banco de madera, y su cabeza reposa sobre los muslos de su mejor amiga y rival, Dina. El contraste entre su habitual seriedad y la tranquilidad del momento le provoca una extraña mezcla de confusión y calidez.
Observa a Dina, una figura inconfundible bajo la luz tenue del atardecer, con su cabello oscuro brillando como el ébano. Sus ojos, llenos de vida y determinación, lo miran con una mezcla de preocupación y diversión. "Este no parece ser el mundo puro," dice, su voz aún somnolienta, mientras se incorpora lentamente, sintiendo la rigidez de su cuerpo después de días de inconsciencia.
Dina le devuelve la mirada con una sonrisa amplia y juguetona. "Darukku, estuviste inconsciente unos días," informa con un tono que resuena entre la diversión y la gravedad. Su expresión cambia, y su voz se vuelve más seria. "Por alguna razón, estamos vivos." Las palabras flotan en el aire como una sombra, llenando el espacio con una inquietante realidad.
Dark se incorpora completamente, su mirada se fija en el cielo, cuya oscuridad parece envolverlos. Nubes grises y pesadas se ciernen sobre ellos, y la atmósfera está cargada de una energía que no puede ignorar. "¿Y no has averiguado nada?" pregunta, la curiosidad surgiendo con fuerza en su pecho, como una chispa en medio de la penumbra.
Dina sacude la cabeza, su rostro iluminado por un destello de travesura. "Nop," responde con un tono infantil que contrasta con la seriedad del momento. "Es que verte dormir es raro y me quedé contigo... Eres tan peligroso y el más poderoso que conozco... pero eres tan pacífico cuando duermes," añade, la ironía en su voz es palpable y le arranca una leve sonrisa a Dark.
Suspira, sintiéndose atrapado en el ciclo interminable de sus interacciones. "No vas a cambiar, ¿Verdad?" pregunta con ironía, sabiendo que su amiga siempre tendrá ese espíritu indomable que a la vez lo irrita y lo fascina.
Dina hace un puchero adorable que casi lo hace reír. "Malo... eres el que intentó destruir la aldea que habíamos construido solo porque cuando regresaste, ya me había casado y tenido hijos," dice, su voz llena de decepción, pero también de un toque de juguetona reproche.
Dark gira la cabeza hacia ella, su expresión se torna seria, recordando las tensiones del pasado. "Tu maldito tío, el bastardo de Tobirama me acosaba, maldita sea," responde con irritación, la frustración brotando de él como un volcán a punto de estallar, pero al mismo tiempo, un destello de nostalgia se apodera de sus pensamientos.
Dina sonríe, su rostro iluminándose con un brillo travieso. "Tranquilo, Darukku-Kun, no te pongas celoso, que mis mellizos son tuyos," dice con calma, sus ojos brillando con complicidad, como si compartieran un secreto que solo ellos dos entienden.
Dark se acercó a Dina con una intensidad palpable en el aire, sus ojos oscuros reflejando la incredulidad que lo embargaba. "¿Cómo que esos hijos tuyos también son míos?" Preguntó incrédulo, su voz resonando en la penumbra del parque, donde las sombras danzaban bajo la luz de la luna.
Dina, sintiendo el peso de la revelación, se levantó lentamente del banco, su expresión seria. "Bueno... te fuiste y cuando volviste atacaste Konoha, y luego te tuve que matar," explicó, tratando de mantener la calma en medio de la tormenta emocional que se desataba entre ellos. "Jamás pude decirte que me embarazaste," añadió con suavidad, sus palabras como un susurro que buscaba encontrar su camino a su corazón.
Dark se dio la vuelta, la revelación golpeándolo con una fuerza abrumadora. "Eso significa que casi maté a mi hija," pensó, sintiendo un suspiro mental escapar de sus labios. La noche se espesaba a su alrededor, pero su mente comenzaba a despejarse. "Bueno... es de noche y necesitamos información," dijo finalmente, su tono más calmado, como si la realidad estuviera comenzando a asentarse en su interior.
Dina asintió, un destello de esperanza cruzando su rostro. "Solo esperaba que despertaras," dijo con una pequeña sonrisa, un rayo de luz en medio de la oscuridad.
Ambos se alejaron del parque, sus pasos resonando en el silencio.
[Salto de Tiempo]
Ya había amanecido, y la luz del sol se filtraba entre los árboles, iluminando el camino por el que Dark y Dina caminaban. El aire fresco de la mañana traía consigo el murmullo de los pájaros y el bullicio distante de una academia cercana. Las paredes de la escuela estaban cubiertas de graffitis vibrantes, reflejando la energía juvenil de los estudiantes que pululaban por el lugar.
Dark, con su habitual expresión seria, observaba a los jóvenes que iban y venían, sus rostros llenos de sueños y preocupaciones triviales. "Senju... este mundo es aburrido," dijo con calma, sus ojos oscuros recorriendo a los estudiantes como si fueran insectos en un frasco. "Solo son personas normales," añadió con indignación, casi con desdén, como si el simple hecho de su existencia le resultara insufrible.
Dina, a su lado, sonrió con calidez, su entusiasmo contrastando con la frialdad de Dark. "Darukku-Kun... podremos tener la vida que siempre hemos querido," exclamó con emoción, dejando que su voz vibrara con la esperanza de un futuro mejor. La luz del sol iluminaba su cabello, creando un halo dorado a su alrededor, y por un momento, Dark sintió un pequeño destello de anhelo en su interior.
Dark suspiró, sus pensamientos oscilando entre el deseo de una vida tranquila y su naturaleza rebelde. "Ya sabes que jamás me gustó esto de tener una vida normal," dijo con un leve tono de aburrimiento, aunque, en el fondo, había un ligero alivio al darse cuenta de que estaban en un mundo sin tantas guerras y conflictos. Era un respiro, una pausa en la eterna lucha.
De repente, Dina se detuvo en seco, su mirada fija en algo que capturó su atención. "Darukku, mira," dijo, señalando con un dedo delicado hacia un par de estudiantes en una esquina. Uno de ellos, de piel sin derechos, estaba golpeando a un chico de piel con derechos, mientras una chica observaba desde la distancia, su expresión mezcla de miedo y fascinación.
Dark sonrió, una chispa de emoción brillando en sus ojos. "Genial... podré romperle la cara a alguien," anunció, ya moviéndose hacia los tres, su porte arrogante y decidido. Cada paso que daba resonaba con la anticipación de la pelea, su instinto de protector y agresor despertando a la vez.
Sin perder un segundo, Dark se lanzó hacia el agresor, golpeándolo con fuerza en el rostro. El impacto fue brutal y preciso, derribando al chico con facilidad. "¿Por qué no te metes con alguien de tu talla?" preguntó con ironía, disfrutando del poder que sentía al dominar la situación. Para él, el agresor era solo una hormiga, insignificante y débil.
Kokujin, el agresor, se levantó tambaleándose, su rostro enrojecido de rabia y dolor, y lanzó un golpe desesperado hacia Dark. Sin embargo, el tercer Rikudō Sennin lo esquivó con la facilidad de un Ninja, moviéndose con gracia. En un abrir y cerrar de ojos, Dark contraatacó, asestándole un golpe en el estómago que hizo que Kokujin escupiera una bocanada de sangre, dejándolo de rodillas, jadeando y derrotado.
Con un leve desdén, Dark se alejó del agresor para atender al chico que había sido golpeado. Se acercó a él, evaluando su estado con ojos críticos. "Chico, ¿estás bien?" preguntó con casi indiferencia, como si la preocupación fuera un gesto nuevo para él. "¿Por qué te estaban golpeando?" inquirió, curioso, mientras observaba el rostro del agredido, que aún mostraba signos de confusión y dolor.
El sol brillaba intensamente sobre el patio de la academia, un lugar que normalmente rebosaba de risas y conversaciones despreocupadas entre los estudiantes. Sin embargo, hoy el ambiente estaba cargado de tensión.
Hiroki, se encontraba viendo la escena, su corazón latiendo con fuerza al ver a Dark, una figura imponente y temida por solo por su presencia, acercándose a él. La sorpresa lo invadió; no era común que Dark interfiriera en los asuntos de otros. "Soy Hiroki y ese bastardo está manoseando a mi novia", pronunció con desdén, señalando a Kokujin, quien estaba demasiado cerca de Nao, la chica que había capturado su corazón. La rabia burbujeaba en su interior, y sus manos se cerraron en puños, mientras sus ojos lanzaban dagas hacia Kokujin.
Hiroki
Dark, con su aire de desprecio y arrogancia, dirigió su mirada hacia Kokujin, quien permanecía impasible ante el desafío. "¿La chica es tu novia?" cuestionó, sus ojos fríos como el acero se posaron en Nao, quien se encontraba entre la confusión y el miedo, consciente de la situación tensa que se desarrollaba a su alrededor.
Hiroki asintió lentamente, sintiendo el peso de la mirada de Dark sobre su figura, una mirada que parecía atravesarlo. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, y el mundo exterior dejara de existir.
Dina, amiga de Hiroki, se acercó a Dark, su curiosidad evidente. "¿Ya todo está mejor?" preguntó, pero su expresión cambió al ver que Kokujin había logrado levantarse una vez más, sacudiéndose la tierra de los pantalones. "Dark... él tipo se volvió a levantar", dijo, mirando con incredulidad al chico que se atrevían a desafiar a Dark... en sus tiempos eso significaba la muerte.
Sin perder tiempo, Dark comenzó a caminar hacia Kokujin, su presencia imponente llenando el espacio con una energía amenazante. "Eres débil", pronunció con desprecio, como si el simple hecho de estar frente a Kokujin lo nauseara.
Kokujin, incapaz de contener su ira, se abalanzó hacia Dark, su cuerpo lleno de furia. Pero Dark, con una rapidez impresionante, lo agarró del cuello y lo estrelló contra el suelo con una fuerza que resonó en el aire. Golpes brutales cayeron sobre el rostro de Kokujin, y el crujir de huesos y el sonido de una nariz quebrándose resonaron como un eco en el patio.
Con un movimiento ágil, Dark tomó el cabello de Kokujin, levantándolo del suelo como si fuera un muñeco de trapo. "Tú, Nao", dijo, fijando su mirada en la chica. "Este ojo Divine Rinne-Sharingan me permite ver tu conciencia", añadió con un tono de diversión que helaba la sangre.
Nao, consciente de que Dark conocía la verdad, sintió cómo el terror se apoderaba de ella. Sus ojos se encontraron con los de Dark, y en ese instante, comprendió que no había escapatoria.
Con un gesto de su mano, Dark generó la parte derecha de la caja torácica del Susanoo, junto al brazo y la mano derecha, una manifestación de poder que hacía temblar el aire a su alrededor. Levantando a Kokujin con facilidad, Dark lo sostenía en el aire, como un depredador con su presa.
Moviendo su pulgar al cuello de Kokujin, Dark sonrió con desprecio. "Podría matarlo cuando se me dé la gana, pero eso sería muy fácil", dijo, disfrutando del poder que tenía en ese momento. Con un fuerte apretón de la mano del Susanoo, varios huesos de Kokujin crujieron bajo la presión, un sonido que resonó en la atmósfera opresiva del patio. Luego, sin más, lo soltó, dejando a Kokujin caer al suelo, derrotado y humillado.
Dark se acerca a Hiroki con una determinación palpable, su voz baja resonando en la atmósfera tensa del lugar. "Chico, necesito que vengas conmigo... te diré la verdad sobre todo," dice con calma, sus ojos profundos reflejando una sabiduría oscura que provoca un escalofrío en la espalda de Hiroki.
Hiroki siente el peso de las miradas de los Divine Rinne-Sharingan, su poder casi tangible. "S-si, señor," responde, su voz temblorosa traicionando su nerviosismo. La incertidumbre lo envuelve, pero hay algo en Dark, una mezcla de peligro y sinceridad, que lo empuja a seguirlo.
Mientras tanto, Dark observa a Nao arrodillada junto a Kokujin, que permanece inmóvil pero vivo. "Que perra tan descarada," piensa con disgusto, sintiendo una mezcla de desdén y desprecio hacia la valentía de Nao. Su mente es un campo de batalla, y la lealtad de Nao hacia Kokujin lo confunde... El vivió en guerras, no había tiempo para el NTR.
Dina, con su andar tranquilo, se acerca a Dark y, con una voz serena, dice: "No tenemos casa, somos de otro mundo." Para ellos, esta revelación es casi trivial, un recordatorio de su naturaleza errante y de la lucha que los ha llevado hasta aquí.
Hiroki, sintiendo la urgencia en el aire, toma la palabra, su voz titubeante pero decidida. "Podemos ir a mi casa," dice, consciente de lo extraño que suena ofrecer refugio a dos desconocidos. Sin embargo, algo en su interior le dice que Dark y Dina no son malas personas. Sabe que Dark tiene la fuerza suficiente para hacer lo que quiera, incluso obligarlo a ceder.
Hiroki ha visto de lo que Dark es capaz. Su poder es un fenómeno, una realidad que no puede ser ignorada. Con un suspiro, finalmente toma la iniciativa, guiando a Dark y Dina hacia su hogar, donde espera que el calor de su acogida pueda ofrecerles un pequeño respiro en su tumultuosa existencia.
[Salto de Tiempo]
[Hospital]
Dark empujó la puerta de la habitación de Kokujin con un movimiento decidido, dejando que el chirrido de las bisagras resonara en el silencio opresivo. La penumbra de la habitación apenas iluminaba el rostro inconsciente del joven tendido en la cama, su respiración era débil y rítmica. Dark frunció el ceño, su voz impregnada de desdén cuando murmuró: "Bastardo afortunado", antes de cerrar la puerta con un golpe suave pero firme, asegurándose de que nadie entrara en ese momento.
Con pasos tranquilos pero firmes, Dark se acercó al lado de la cama. Su mirada se posó en Kokujin, sintiendo una mezcla de desprecio y enojo. "Sería tan fácil matarte, maldito bastardo", dijo en voz baja, sus palabras llenas de una ira contenida. La habitación estaba impregnada de un aire de tensión, como si el mismo espacio supiera del conflicto inminente.
De repente, el sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus pensamientos. Haruka, la madre de Kokujin, entró en la habitación con una expresión de sorpresa que rápidamente se transformó en inquietud al ver a Dark. "¿Quién eres tú?" preguntó, su voz temblorosa mientras sus ojos se desplazaban entre su hijo y el extraño que parecía estar a punto de desatar un tormento.
Dark, sin inmutarse, se ajustó los lentes oscuros que ocultaban sus ojos, dándole un aire enigmático. "Soy Ōtsutsuki Dark, y digamos que tu hijo ha estado molestando a mi protegido", explicó con una calma fría que contrastaba con la tensión en el aire. "Lo mandó al hospital dos veces", continuó, su tono natural como si hablara del clima, como si las vidas que estaban en juego no significaran nada para él. "Por eso lo mandé al hospital y vine para terminar el trabajo", añadió con un desdén palpable en su voz. "Su hijo es un manoseador y un calenturiento", sentenció, dirigiendo su desprecio hacia Kokujin, como si el simple hecho de su existencia lo ofendiera.
Haruka se quedó atónita, sus ojos se abrieron de par en par, incapaz de procesar las palabras que había escuchado. "N-no sé qué decir", murmuró, su voz apenas un susurro, llena de confusión y miedo.
Dark se giró lentamente hacia ella, su rostro iluminado por una sonrisa divertida, como si disfrutara del caos que había creado. "Y como dije... voy a matarlo", afirmó, su tono ligero y burlón, como si la vida de Kokujin no fuera más que un juego para él.
La madre de Kokujin, en un acto desesperado, se acercó a Dark, sus ojos llenos de súplica. "Por favor, no lo hagas", dijo con suavidad, su voz temblando mientras intentaba buscar una salida a la situación. "Haré lo que sea para que lo dejes vivo", prometió, su tono ahora impregnado de un deseo profundo y casi palpable.
Dark la miró con interés, comprendiendo la insinuación detrás de sus palabras. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. "¿Y eso sería?", preguntó con diversión, sintiendo que el juego apenas comenzaba. En ese instante, su atención se desvió hacia Kokujin, que comenzaba a despertar, su rostro descompuesto por el dolor y la confusión.
Haruka, sintiendo la urgencia del momento, pegó su cuerpo al de Dark, su mirada intensa y decidida. "Te daré mi cuerpo", dijo con un tono pervertido, sus palabras cargadas de una audacia inesperada. "Soy toda tuya", añadió con picardía, como si estuviera dispuesta a sacrificar todo para proteger a su hijo, sin importar el costo, aunque si ella era sincera, es algo que iba a hacer con o sin amenaza.
Dark la observó con una mirada depredadora, sus ojos brillando con un destello de lujuria detrás de sus lentes oscuros. Una sonrisa perversa se extendió por su rostro mientras la acercaba aún más a su cuerpo. "Mmm, vaya oferta tan tentadora", ronroneó, su voz grave y seductora. "Pero me pregunto... ¿serás capaz de cumplir tus promesas?", desafió, sus dedos trazando delicadamente la curva de su cuello, amenazando con apretar en cualquier momento. Se inclinó hacia ella, sus labios rozando su oreja mientras susurraba, "Si quieres que perdone a tu querido hijo, tendrás que demostrarme cuánto lo deseas". Sus manos se deslizaron por su espalda, apretando posesivamente su trasero.
Haruka se estremeció ante el contacto, su cuerpo traicionándola con una oleada de excitación. Ella se presionó contra él, sus curvas suaves moldeándose a su duro contorno. "Oh, te mostraré exactamente cuánto lo deseo", susurró con voz ronca, sus ojos oscurecidos por la lujuria. "Haré todo lo que me pidas, sin límites". Sus manos recorrieron su pecho, sintiendo los músculos definidos debajo de su ropa. Se mordió el labio inferior, mirándolo con una expresión de puro deseo. "Llévame a donde quieras, haz conmigo lo que desees. Mi cuerpo es tuyo", ofreció, su voz goteando de necesidad.
Dark sonrió con satisfacción ante la sumisión de Haruka, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y poder. Con movimientos rápidos y precisos, comenzó a desvestirla, dejando expuesta su piel suave y cálida. Sus manos exploraron cada centímetro de su cuerpo, apretando y masajeando sus curvas con avidez.
"Mmm, tienes un cuerpo delicioso", gruñó Dark, su voz cargada de deseo mientras se quitaba su propia ropa, revelando su imponente figura. La empujó sobre la cama, posicionándose encima de ella. Con una embestida profunda, enterró su miembro endurecido dentro de su húmeda cavidad, gimiendo de placer.
Mientras se movía dentro de ella, sus manos se dirigieron a sus pechos, amasándolos con fuerza.
Haruka jadeó cuando Dark la penetró, su cuerpo arqueándose de placer. Sus piernas se envolcieron alrededor de su cintura, atrayéndolo más cerca mientras él se hundía profundamente en ella. "Ahh, sí... así", gimió, sus uñas clavándose en su espalda. No se inmutó cuando Kokujin se despertó, demasiado perdida en el éxtasis como para preocuparse por su hijo.
Kokujin, con los ojos muy abiertos por la shock y la furia, se incorporó lentamente. "¡¿Qué demonios están haciendo?!" gritó, su voz ronca por el sueño y la indignación. Pero Haruka simplemente lo ignoró, centrada en el placer que Dark le estaba dando.
Dark se rio oscuramente ante la interrupción de Kokujin, sin disminuir su ritmo ni por un segundo. Siguió embistiendo a Haruka con fuerza, sus caderas chocando contra las de ella en un ritmo frenético. "Tu madre y yo tenemos negocios importantes que atender", se burló, sus ojos fijos en Haruka mientras ella gemía de placer. "No te preocupes por nosotros, chico. Ve a ocuparte de tus asuntos." Su voz era fría y despectiva, como si Kokujin no fuera nada más que una molestia insignificante. Apretó los pechos de Haruka con más fuerza, pellizcando sus pezones entre sus dedos mientras se hundía aún más profundo dentro de ella.
Haruka gimió más fuerte, su cuerpo temblando de placer bajo las embestidas de Dark. El sonido obsceno de carne contra carne llenó la habitación, junto con sus gemidos y jadeos. "No te detengas, Dark... Ahhh... Sigue así..." suplicó, perdida en el éxtasis. Ni siquiera miró a Kokujin, concentrada únicamente en el intenso placer que sentía.
Kokujin, paralizado por la rabia y la impotencia, apretó los puños a sus costados. "¡Detente! ¡Déjala en paz!" gritó, su voz quebrándose. Pero sus heridas lo mantenían inmovilizado, imposibilitado de interferir.
Dark se carcajeó con malicia ante las palabras de Kokujin, sin mostrar ningún signo de detenerse. Si acaso, sus embestidas se volvieron más intensas y profundas, como si quisiera provocarlo aún más. "¿Escuchaste eso, Haruka? Tu hijo quiere que me detenga", se burló, su voz entrecortada por el esfuerzo y el placer. "Pero tú no quieres eso, ¿verdad? Quieres que siga, que te dé más..." Se inclinó para morder y chupar el cuello de Haruka, dejando marcas visibles de su posesión. Sus manos se deslizaron por su cuerpo, apretando y masajeando cada curva mientras la penetraba sin piedad.
Haruka gritó de placer, su cuerpo retorciéndose bajo el asalto sensual de Dark. Sus paredes internas se apretaron alrededor de su miembro, ordeñándolo con avidez. "No... no quiero que pares... Ahhh... Sigue follándome, Dark... Hazme tuya..." suplicó, sus ojos vidriosos de lujuria. Las marcas en su cuello eran un testamento visible de su rendición a los deseos de Dark.
Kokujin, rojo de ira e incredulidad, apenas podía creer lo que estaba viendo. Su propia madre, tan entregada al placer, sin importarle su presencia. "¡Eres una puta! ¡Una zorra desvergonzada!" escupió, su voz llena de veneno.
Con un gruñido animal, Dark se enterró profundamente dentro de Haruka, su miembro palpitando mientras se corría dentro de ella. Sus caderas se sacudieron con cada espasmo de placer, vertiendo su semilla caliente en su interior. "Joder, sí... Tómala toda, Haruka", rugió, sus ojos fijos en los de ella mientras la llenaba con su esencia.
Haruka gritó de éxtasis cuando sintió a Dark correrse dentro de ella, su propio orgasmo alcanzándola en ese momento. Su cuerpo se estremeció violentamente, las olas de placer recorriendo cada fibra de su ser. "Ahhh, Dark... Sí... Lléname..." gimió, sus paredes internas apretándose para ordeñar hasta la última gota de su semilla.
Kokujin, horrorizado y asqueado por la escena, apartó la mirada. "Dios mío... Esto es repugnante. No puedo creer lo que estoy viendo..." murmuró para sí mismo, su rostro contorsionado por el disgusto y la rabia.
Después de un rato, Dark se retiró de Haruka con un suave gruñido de satisfacción. Se levantó de la cama y comenzó a vestirse con movimientos lentos y deliberados, disfrutando del espectáculo de Haruka tendida allí, su cuerpo aún temblando por los efectos del orgasmo. Una vez vestido, se acercó a ella y la ayudó a ponerse su ropa, sus manos acariciando posesivamente su piel desnuda mientras lo hacía. Luego, se inclinó y capturó sus labios en un beso apasionado y dominante, marcándola como suya una vez más antes de separarse.
"Hasta la próxima, Haruka", murmuró Dark con una sonrisa pervertida, sus ojos brillando con promesa y amenaza en igual medida.
Haruka devolvió el beso con fervor, saboreando el sabor de ambos en sus labios. Cuando Dark se separó, ella se quedó sin aliento, su cuerpo aún zumbando de placer. "Sí, Dark... Hasta la próxima", susurró, sus ojos llenos de anticipación y deseo. Sabía que esto no había terminado, que Dark volvería por más, y ella lo estaría esperando ansiosamente.
Kokujin observó todo con repulsión, su estómago revuelto por lo que acababa de presenciar. Cuando Dark finalmente salió de la habitación, dejó escapar un suspiro tembloroso, su mente girando con confusión y asco. "Madre... ¿cómo pudiste?" murmuró, su voz cargada de juicio y traición.
Dark se detuvo en el umbral de la habitación, su figura imponente proyectando una sombra que parecía engullir el espacio. Se ajustó las lentes oscuros con un movimiento casi ceremonial, ocultando el fulgor de su Divine Rinne-Sharingan, un símbolo de su poder y su destino. Desde su posición, miraba a Kokujin, quien yacía en la cama, su cuerpo malherido y vulnerable, como un guerrero derrotado en el campo de batalla.
"Si ser hipócrita fuera delito menor, ya tú tendrías 90 penas de muerte", dijo Dark con un desdén palpable en su voz, dejando caer las palabras como dagas afiladas. La ironía de su declaración se perdió en el aire tenso de la habitación, mientras la mirada de Kokujin se oscurecía con la rabia contenida.
"Haruka, nos veremos luego", continuó Dark, su tono insinuante dejando un eco de picardía en el aire. Con un último vistazo a Kokujin, se retiró de la habitación, dejando a madre e hijo solos, envueltos en una atmósfera cargada de tensión y secretos.
Haruka, madre de Kokujin, sonrió con un brillo de excitación en sus ojos. "Nos vemos, Darukku~Kun", dijo, su voz impregnada de un deseo vehemente que parecía casi tangible. Se acarició el vientre, un gesto cargado de anhelos ocultos, esperando con fervor que su cuerpo pudiera acoger la esencia de Dark, una idea que la llenaba de lujuria y anhelos prohibidos. Su mirada se iluminó con la posibilidad de un futuro que solo podía existir en sus fantasías más atrevidas.
Mientras tanto, Kokujin se debatía en el mar de sus propios pensamientos. La impotencia lo consumía; su estado lo mantenía postrado en la cama, incapaz de actuar, de vengarse de aquel que lo había despojado de su orgullo. Se sentía un hipócrita, y aunque lo sabía, no podía evitar la ira que burbujeaba en su interior. Había hecho lo mismo con Hiroki, despojándole de su dignidad, y ahora se encontraba en la misma posición, incapaz de reconocer su propia hipocresía. Juró mentalmente que se vengaría de Dark, su mente oscura trazando planes que lo llevaban a pensar en Dina, a quien consideraba la novia de Dark. Ignoraba que la lealtad de Dina era tal que preferiría la muerte antes que traicionar a Dark.
Mientras las sombras danzaban en la habitación, Haruka se levantó con esfuerzo, sintiendo la emoción palpitante en su interior. Se sentó en un asiento cercano, sus pensamientos girando en torno a la próxima sesión íntima con Dark, un encuentro que la llenaba de una anticipación lujuriosa y desbordante.
Por otro lado, el Tercer Rikudō Sennin abandonó el hospital con una determinación renovada. Su mente estaba enfocada en la justicia que debía impartir a su nuevo protegido, Hiroki. La oscuridad que lo rodeaba no era más que un reflejo de las decisiones que había tomado, y estaba decidido a que su camino fuera uno de redención, incluso si eso significaba enfrentarse a aquellos que se interpusieran en su camino. La noche se cernía sobre él, y con cada paso que daba, el destino de todos los involucrados se entrelazaba más y más, como hilos de un tapiz que apenas comenzaba a revelarse.
[...]
Dato curioso: Kokujin significa gente negra
Dark: Kokujin, tu madre me pertenece ahora
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