FUERZAS JUNTAS
tus deseos son mis ordenes
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Nada más despertarse el príncipe heredero se desprendió del brazo de la mujer desnuda que dormía a su lado. Sólo para descubrir que tambien tenía las piernas enredadas con ella.
Con una risa ronca de sueño, volvió a tumbarse en la cama, su oscura cabellera desacomodada le recordaba lo bien que la había pasado la noche anterior: La mujer que se encontraba en ese momento a su lado era absolutamente sensual. Una Flor simplemente cautivadora, que le había regalado una caliente noche. En la que siquisiera recordó a Mei.

Debía admitirlo quizás no era el hombre mas atractivo debido a su despreciable cicatriz, pero si era el mejor de los conquistadores...

La mujer que descansaba a su lado era una jóvene dama de la alta sociedad en el reino tierra.
Los espiritus debían de haberle sonreído, pues con solo unas cuantas palabras la bella chica había terminado en su cama.
Sonrió lentamente mientras paseaba la mirada por el desnudo cuerpo de la saciada belleza que dormía plácidamente a su lado: Alta, de figura curvilínea, piel clara y ojos verdes.

Sonrió.

Sencillamente, amaba a las mujeres. amaba el poder que ejercía sobre ellas y no se avergonzaba de nada, ni siquiera de engañar a su novia de toda la vida...

Zuko se habia transformado en un hombre que no se arrepentia de nada.
Al contrario. Lo disfrutaba.
A sus 21 años vivia la vida a sus anchas, viajando constantemente junto a Jet: su amigo y segundo al mando. Un tipo de caracter parecido al suyo que había conocido durante el exilio. Jet era un prodigioso y rebelde guerrero que rápidamente se volvió uno de sus mas cercanos amigos y con quien compartia cientas de cosas en común.
Lo consideraba el hermano que siempre quizo y aunque al principió su padre sospechaba sobre el origen de este, su tío se las había arreglado para hacerlo pasar como un hijo ilegítimo y de ese modo Jet, se había hecho del titulo de general.  De esa forma  siempre acompañaba a Zuko y gozaba de ciertos privilegios...

Segun su tío, de ese modo ambos se acompañarian y se llenarian de sabiduría mientras viajaban.
Sin embargo  al joven príncipe no le importaba en absoluto la sabiduría.
El, mas bien estaba interesado en enamorar a todas las  mujeres que pudiera; Hijas de nobles, mujeres vírgenes dispuestas a entregarse solo a su esposo, incluso en una ocasión tubo en su cama a la esposa del rey tierra.
Al joven príncipe ninguna se le escapaba y apesar de que ninguna había constituido para él nada más que un pasajero capricho, las adoraba: Su dulce suavidad, sus amorosos gemidos. A Zuko le encantaban las mujeres, en especial las mujeres puras...

Mientras yacía en la cama, la luz se filtraba lentamente a través de la ventana, acariciando todo cuanto tocaba, bañando a su compañera en un resplandor dorado.
El deseo perfumaba el aire, embriagadoramente. La esencia del Sexo impreganaba exquisitamente su nariz.

Sí, el pequeño príncipe llevaba una vida absolutamente deliciosa.

Las mujeres se enamoraban de el y solo bastaba con embriagalas con sus palabras para que se rindieran a sus pies. De repente, la dama de castaña melena se despertó, apoyando su pequeña y delicada mano sobre su pecho. ¿Cómo se llamaba? No se acordaba de su nombre. Sólo era un cuerpo, uno más en una larga lista de cuerpos en  los que encontraba placer.

—¡Zuko!— Susurró la castaña. Tenía la expresión adormilada, cuando su mano comenzó a acariciárlo.
Sin dignarse a mirarla siquiera, entrelazó los dedos con los suyos e interrumpió la caricia para llevarse su mano a los labios y darle un casto beso. La sintió estremecerse. Y sintió también cómo se endurecía sus pezones, en contacto con su costado.

—Esta mañana no. Debo volver antes de que zarpen sin mi— le dijo, hablándole cerca del oido.
Apenas hacía dos semanas, que había llegado al reino tierra, pero segun su tío ese día debian marcharse para llegar a la Nacion del fuego. Debían estar presentes para la boda de su hermana, con un importante general. Asi que
por mucho que le habría encantado solazarse, con aquella deliciosa mujere, debía regresar o su tío lo reprendería.

—¡Zuko, maldito idiota— escuchó un fuerte toque en la puerta. —¿Piensas quedarte todo el día? ¡Mueve el tracero majestad!— gritó Jet, perdiendo los estribos.

En cuestión de minutos el joven príncipe se levantó de la cama, se tomó unos cuantos minutos para vestirse y luego como si nada se dirigió al puerto a toda velocidad.
—¡Odio montar este maldito,
caballo-aveztruz— se quejó el príncipe.

—¡El viejo nos matara, Zhao esta aborodo y seguro le contará a el señor del fuego sobre tu pequela aventura— fastidiado Jet, le seguia el paso.

—Zhao es una mascota
reemplazable— se burló sinicamente. — ¿ademas no eres tu el que siempre dice que lo hecho, hecho esta? relajate de una vez. No pueden irse sin nosotros.

Jet lo miró con un rostro no tan convencido, pero luego se relajo por completo. —¡¿Cuanto a que llego primero?!— gritó aumentando el paso, dejando atrás a Zuko...

(...)

El viaje a la Nación del fuego, no había sido nada satisfactorio y todo empeoró tras su llegada.
El palacio era todo un caos debido a la boda de la princesa Azula. El trabajo no paraba y todo el mundo era un mar de nervios...

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El sudor le corría por el pecho desnudo, mientras alzaba la espada para descargarla una y otra vez contra la de su oponente. Jet se tambaleó hacía atrás y aterrizó sobre su trasero.

—¡Levántate imbecil!—le ordenó con voz retadora el principe.

—No puedo— jadeó su amigo.

El principe frunció el ceño. Aquélla era la cuarta vez que Jet mordia el polvo durante la sesión de entrenamiento, y eso que solamente llevaban practicando una hora. Normalmente cuando entrenaban era resistente como el propio Zuko y en ese momento su debilidad resultaba desconcertante.

—¡Llorón!— se burló el peli-negro aún apuntandolo con la espada.

—¡Callate bastardo, aun estoy cansado!—se tocó la cabeza con dolor. —La noche de ayer fue demasiado, bebimos como locos y ahora siento nauseas— el castaño dejó escapar un suspiro de cansancio.

—¡Jet, Jet, Jet, mi iluso amigo. En lugar de lamentarte deberias estar contento. No todos pueden divertirse como nosotros. Que esto no interfiera con tus deberes y entrenamiento— sonrió ladino el príncipe.

—¡Que diablos!— suspiró con pesadez el muchacho que aun permanecia en el suelo.

—¡Pues por ahora no me importa nada, bebere me llena de mas
fuerza— fanfarroneo de nuevo Zuko, tras golpear la cabeza de Jet con su espada.
Sin embargo esta vez el castaño no emitió sonido alguno, no se quejó, ni dijo ninguna groseria y solo se dedicó a mirar a la molesta dama que permanecia parada detras
de su "primo".

—¡Buenos días, señores!— Zuko miró a su madre con una expresión de horror en sus ojos y de inmediato
La punzada de culpabilidad que había intentado reprimir volvió a torturarlo.
El día anterior le había jurado no volver a probar una gota de alcohol.
Tenía que haberse resistido con mayor firmeza y ahora como resultado, mientras que él se sentía más fuerte que nunca, su madre lucía mas que molesta.

—Maldita sea…—masculló, mientras Jet seguía en el suelo, con la cabeza gacha y la cara de enfermo: La melena castaña le ocultaba los ojos, el Alcohol de la noche anterior comenzaba a hacer estragos en su cuerpo y no sabía cuánto tiempo más iba a soportarlo. —¡No es para tanto Jet!—  Zuko dejó su larga espada en el suelo y le ayudo a su amigo a ponerse de pie

—¿Hablas enserio? tu primo se ve terrible y me parece que te pedí abstinencia al menos durante la boda de tu hermana y como siempre me as ignorado y as hecho tu voluntad— se acercó a Jet y acuno su rostro con cariño. —Ambos son generales, dejen de una vez este comportamiento vulgar. Zuko tu eres el príncipe heredero— Ursa de verdad estaba enojada, sin embargo como era costumbre, Zuko ignoro a su madre.
Solo Jet, parecía dispuesto a algo más que a echarse una siesta. Y sólo él le estaba prestando un mínimo de atención.

—Tomare un largo baño— habló Zuko a la lijera.

—Tu padre solicito verte— lo detuvo, mientras ayudaba a Jet a ponerse de pie. —Será mejor que te apresures— dijo antes de irse en compañia de su enfermo "sobrino".

Maldicinedo por todo lo alto el joven obedeció. De mala gana tomó un baño muy corto y se arreglo para verse digno de la preseni de su padre.
Con ímpetu caminó hasta llegar al despacho de su padre.
—Adelante príncipe— la imponente voz, lo hizo cambiar su relajado rostro y con suma elegancia entró hasta quedar en la vista del señor del fuego.

—¡Buenas tardes mi señor!— saludó con una adecuada reverencia. Mientras su padre le indicaba con la cabeza que tomara asiento.
El joven se sentó en la silla que siempre usaba. Cruzó los brazos sobre el pecho y miró fijamente la puerta, con ganas de salir corriendo para escucha cualquier cosa que su padre pediría...

Como en otras ocasiones el mayor le ofrecio un trago y ambos se sentaron frente a la bella pintura de su madre a beberlo...

Con indiferencia Ozai bostezo y le dedicó una corta y pertubadora sonrisa a su primogénito. Al instante Zuko se estremeció, sin embargo muy en sus adentros agradecia experimentar esa extraña pero agradable sensación que probaba la aceptación de su padre por el.
Pues en el pasado jamas habría tenido un acercamiento tan gentil.

—La boda de la princesa Azula con el general Lung es en unos días— comentó Ozai rompiendo el hielo.

—Si, seguramente Azula esta feliz y orgullosa, por la digna pareja que le diste padre— comento el joven mirando su trago como si no le importara nada la felicidad de su hermana.

—Asi es querido hijo, deseo tener mucha descendencia, nietos fuertes y dignos nuestro linaje— con fuerza el señor del fuego apretó un pergamino que tenía en su mano. —Es por eso que decidí emparejar a tu hermana con un hombre digno de la corona— sonrió de nuevo, esta vez mirando a su hijo a los ojos. —En el pasado no tenía ningún tipo de interes en ti, nisiquiera me interesaba saber cual seria tu suerte, pero ahora estoy seguro que no existe nadie mas digno que tu hijo mio para continuar mi legado...

Se notaba la sinceridad reflejada en cada una de las palabras que salian de la boca de Ozai.
Zuko abrió los ojos con fuerza intentando controlar su sorpresa.
Recordando como en su niñez, había sido casi invisible para su padre, como este le gritaba que jamas iba poder acceder al trono.
La mandíbula cayó abierta, pero la cerró con un chasquido. De todas las cosas que había esperado escuchar, esta no estaba ni de lejos en su lista.

—Sin embargo, ser señor del fuego requiere ciertos sacricios—  sin enteder muy bien las palabras de su padre el muchacho permaneció en silencio. —por mucho tiempo, pensé que la señorita Mei era la mujer adecuada para ser tu esposa, ella es una dama educada, inteligente y de buena familia. La digna mujer para mi hijo. Sin embargo an ocurrido un par de cosas de que no tenía contempladoa. Por ejemplo la La tribu agua del polo Sur.

—¿La tribu agua del sur?.

—Asi es, un lugar que todos conocen por ser hermoso y pacífico, aunque yo creo que las palabras correctas para describir a este lugar son lujubre y salvaje— se notaba el resentimiento en cada una de sus palabras, cosa que intrigaba cada vez mas al príncipe.
—Durante años hemos estado en paz, esta Tribu, no eran ninguna amenaza para nuestra nación o al menos no lo eran, hasta que descubrimos su miserable y poderosa ventaja, algo que podría derrocar a un ejercito completo...

—¿Como es posible? Nadie a podido jamas con el ejercito de la Nación del fuego. Estamos un paso adelante.

—Ellos tienen un ejercitó de maestros de sangre control...

Hasta ahora Zuko jamas habia escuchado tal control, Ozai hizo cenizas el pergamino que contenia movientos de agua control. —La sangre control es una maldita técnica especializada en el arte de Agua control y le permite a un Maestro Agua apoderarse hidro-quinéticamente de los diversos fluidos contenidos en el cuerpo de un organismo vivo, tienen el poder de manipularlos para controlar su movimiento. Y aunque sólo permite su uso durante la luna llena, sigue siendo un arte oscuro y poderoso, capaz de acabar con cualquiera en una sola noche. Es por eso que e decidido que a nuestra nación le conviene tener de su lado a estos campesinos, el Avatar no tarda en morir y ese será el momento en el que la nación del fuego acabará con los demas controles y se apoderara del mundo entero...

El príncipe no podía creer lo que escuchaba. Siempre pensó que su padre era un hombre ambicioso, pero esto sobre pasasa cualquier cosa. ¿Dominar el mundo? —¿Que planeas padre?.

—El jefe de la Tribu Hakoda, tiene dos hijos, uno de ellos es varón, no habría dudado en ofrecer a tu hermana, pero por desgracia ambos ya estan comprometidos. También pensé en Jet, pero Hadoka se negó ya que ella es su única hija legitima y Jet es un bastardo hijo de Iroh, es por eso querido hijo que te pido un sacrificio a cambio de brindarle poder absoluto a tu nación. Desposa a la hija menor del Jefe, ellos también desean unirse a nosotros y debido a eso hemos pactado su compromiso, solo queda afinar los detalles.

—¿Que pasará con Mei?...

—¿Que importa Mei? Puedes volverla tu concubina si asi lo deseas. De igual manera pretendientes le sobraran, se que te pido mucho pero esa andragosa  es la llave que necesitamos para tener el control total de todo.

Lo que menos quería el príncipe era casarse, mucho menos con una desconocida.
Ansioso se pasó la lengua por los labios, realmente no estaba seguro de nada dejó caer la cabeza sobre el respaldo de la silla y gruño con molestia, debido al nudo que se le había formado en el estomago. ¿De verdad estaba tan desesperado por el poder, como para buscarle un matrimonio arreglado?.
No lo sabía pero en ese momento sólo pudo decir una cosa tras ponerse de pié.

—No hay nada mas importante que mi lealtad a la Nación del fuego y sobre todo a ti padre— serio intesifico su fría mirada. —Me casare si tu asi me lo pides...

CONTINUARÁ...

HASTA AQUI EL CAPITULO.

APENAS INICIÓ ESTA NUEVA HSITORIA DESECANDO ACEPTACION... COMO SIEMPRE DARE LO MEJOR DE MI.

bueno

sin mas me despido.

Gracias por leer y perdón por las faltas de ortografía, si les gusto no olviden votar o comentar...como siempre su opinión es MUY IMPORTANTE.❤❤.