6. Capítulo
La alegre voz de Andrea la despertó. La chica entró en la habitación con un montón de ropa en los brazos.
-Hola-saludó-espero que hayas descansado. Te he preparado la bañera. El agua caliente te sentará bien. Drew me ha dicho que habéis caminado mucho.
-Creo que nunca había andado tanto ni tan rápido-confirmó la chica.
Se puso en pie con precaución, pero el masaje parecía haber obrado un milagro sobre sus piernas y estas la sostenían perfectamente. De todas formas, habría dormido ocho horas seguidas sin problemas.
-Te esperaré aquí si quieres un poco de intimidad-ofreció la loba.
Zuria le sonrió y entró en el baño. Una gran bañera llena de una humeante agua estaba preparada. Zuria se quitó la camiseta y se metió dentro con un suspiro de placer. Después llamó a Andrea.
-Gracias-dijo cuándo la loba apareció en el baño.
-De nada. Espero que la ropa que te he traído te quede bien.
-Kai me ha dicho que tengo que presentarme a la aldea esta noche. ¿Qué significa eso?
Andrea se acercó y cogió el bote del champú. Luego, empezó a lavarla el pelo.
-No estés preocupada. Sólo tienes que aparecer al lado de nuestro alfa. Él dejará claro que eres su mujer y que ningún hombre puede tocarte sin su permiso. Luego cenaremos y vendréis juntos a su casa.
-Es ¿una especie de ceremonia?
-No-negó la chica empezando a aclararla el pelo-la ceremonia sólo tiene lugar cuando hay un emparejamiento oficial. Es algo muy serio. Un lobo sólo tiene una compañera. No hay separaciones y sólo ella puede ser la madre de sus hijos. Ninguna otra. Lo de hoy es sólo...
-Una forma de marcarme como suya-terminó la chica-de forma temporal.
Andrea asintió.
-Kai no había tenido nunca una mujer. Esto ha sorprendido mucho. No sé si piensa hacerte su compañera, pero hay varias mujeres en la aldea que desearían estar en tu puesto, créeme.
El hada se encogió de hombros.
-Pueden hacerlo cuando quieran. Sólo le he aceptado para que me protegiera de los otros.
-Ven, vamos a secarte y vestirte. Tienes que estar preparada enseguida.
Pronto, el hada estuvo vestida con las ropas que Andrea le había llevado. Los lobos vestían ropas cómodas y de colores llamativos. Una camisa azul y un pantalón elástico negro fue lo que eligió Zuria. Además la loba le había llevado ropa interior, y el hada se alegró de que fuesen de su talla. Se peinó el pelo hasta desenredarlo del todo y se lo recogió en una trenza.
-Ven, vayamos fuera. Tenemos que ayudar a preparar la mesa-explicó la loba.
Zuria salió con Andrea al amplio patio interior. Allí se había preparado una gran mesa. La chica la condujo hasta otra sala en la que había varias mujeres.
-Chicas, ella es Zuria-presentó la loba.
Todas dejaron lo que estaban haciendo para mirarla. Algunas la sonrieron con hospitalidad, otras la miraron con desconfianza y un par de ellas con verdadero odio.
-Bienvenida, Zuria-deseó una loba mayor-espero que puedas adaptarte a todo esto.
-Es un hada-recordó con desprecio una de las lobas que la miraban con odio-por supuesto que no va a ser capaz.
-Vamos, Tania, la chica no tiene la culpa de estar aquí. Pónselo fácil ¿de acuerdo?-pidió Andrea.
-¿Fácil? Voy a ponérselo muy fácil. Toma, bicho raro. Lleva esta bandeja a la mesa.
La puso una enorme bandeja en los brazos sin darla tiempo a prepararse. Pesaba muchísimo y apenas tuvo tiempo de apoyarla sobre una mesa.
-¿Qué ocurre?¿No tienes fuerza en los brazos? Lleva la bandeja, te he dicho. Puedes usar un poco de magia, seguro. O quizás la has agotado toda hechizando a Kai.
-Basta, Tania-ordenó Andrea.
Zuria calculó la distancia hasta la sala central y cogió la bandeja. Con los labios apretados por el dolor en los brazos avanzó con rapidez hasta allí y dejó la bandeja en el centro de la mesa. Luego volvió a la sala donde estaban las mujeres.
-No he hechizado a nadie-aseguró-y trabajaré igual que los demás en la aldea. Soy un hada, no una loba, pero me adaptaré.
Tania la miró y gruñó con odio. Zuria juraría que por debajo de sus bellos ojos verdes vio un destello de un lobuno amarillo. Salió de la sala dándole un empujón con el hombro que la tiró al suelo.
-Nos veremos las caras en la arena, bicho raro-le dijo antes de irse.
Zuria avergonzada se levantó. Algunas mujeres la miraban con algo parecido al desprecio, el resto con lástima.
-Tranquila, se le pasará-la mujer mayor que le había hablado antes le sonrió-Tania confiaba en llegar a ser la compañera de nuestro alfa. Está enfadada.
-¿Dónde está Andrea?-preguntó la chica.
-Seguramente teniendo más que palabras con Tania-respondió otra mujer-después de todo, es la compañera del beta. Si tú no respondes a una agresión ella tiene que hacerlo por ti.
-¿Se está peleando con Tania? Pero...está embarazada.
-Sí. Así que tendrá problemas con su compañero también. Será mejor que aprendas a defenderte por ti misma, hada. O no sobrevivirás aquí mucho tiempo.
Zuria pasó la siguiente hora haciendo todo lo que la dijeron en la cocina. Preparó salsas, peló patatas y amasó hojaldre. La explicaron que sólo se hacían reuniones así cuando había algún suceso importante. El resto de los días, cada familia comía en su hogar. Hoy el suceso era ella, claro. Andrea llegó cuando estaban casi terminando. La loba tenía una ceja partida y un golpe en el pómulo. Aparte de eso, parecía estar bien.
-Andrea, ¿estás bien?-preguntó el hada preocupada-ven, deja que te cure esas heridas.
-Estoy bien, Zuria-aseguró la loba-desde luego, mucho mejor que Tania. Y no hace falta. Se curarán solas enseguida.
-No lo suficientemente pronto, Andrea-aseguró la mujer mayor, que le había dicho a Zuria que se llamaba Yona-tenemos que empezar ya. Tu compañero se dará cuenta.
Andrea suspiró y sonrió a Zuria.
-Vamos, el momento ha llegado. Siéntate a la izquierda de Kai. La derecha es el lugar para su beta. Al menos hasta que tenga compañera. Sé respetuosa al hablarle. Es el alfa, recuérdalo. Y no discutas con él en público, eso cuestionaría su autoridad. ¿Lo recordarás todo?
Zuria asintió.
-Bien. Y Zuria...
-¿Qué?
-Tienes que aprender a pelear. No me importa darle una buena paliza a Tania de vez en cuando, pero...Drew no me permitirá que pelee más. Tienes que defenderte por ti misma. Y pronto. Tania te obligará a salir a la arena en cuanto tenga oportunidad.
-¿Qué...?
-Ya se lo explicaremos. Ahora vamos. Nos esperan-inquirió Yona.
Las mujeres entraron en la sala contigua llevando las bandejas que quedaban en la cocina. Todas parecían tener un lugar asignado y Zuria se dirigió al centro de la mesa donde vio a Kai y Drew. El alfa la señaló el espacio vacío a su izquierda y ella se sentó allí. Cuando Andrea apareció, el sonriente rostro de Drew se transformó en un gesto de preocupación.
-¿Te has peleado?-preguntó incrédulo.
-No te agobies, lobo-respondió la mujer-estoy perfectamente. Y tenía un buen motivo.
-Hablaremos luego-aseguró el chico.
-¿Tienes algo que ver con esto?-la preguntó Kai en un susurro.
Ella le miró con rabia.
-Quizás deberías haberme dicho que no iba a ser precisamente bien recibida.
-Viendo la cara de Tania me imagino que es con ella con quién has tenido problemas. No te preocupes, hablaré con ella.
-No gracias. Seguramente sería peor. Me apañaré.
Kai se puso en pie y la hizo levantarse. Todos guardaron silencio al verle.
-Todos sabéis que hemos encontrado un hada durante nuestra expedición. Y he decidido que se quedará con nosotros como mi mujer. Confío en que le ayudéis a adaptarse. Me decepcionaría mucho que no fuera así-añadió mirando directamente a Tania- ella seguirá nuestras costumbres y, si no es así, será castigada. Dadle la bienvenida a Zuria.
Los murmullos se mantuvieron un rato después de que los dos se sentaran. Zuria no pudo apenas comer nada. Toda la tensión del día se había apoderado de ella y se encontraba exhausta. Si esto duraba un poco más acabaría durmiéndose encima del plato de comida.
-Ven hada. Nos retiraremos antes de que te desmayes encima de la mesa-Kai se había puesto en pie y la tendía una mano.
Zuria dudó antes de cogerla. Cuando lo hizo, el lobo tiró de ella para ponerla en pie y se dirigió hacia la entrada a su casa. Se oyeron varias voces detrás de ellos con comentarios que hicieron enrojecer al hada.
Kai entró en la casa y cerró la puerta. Luego la llevó a la habitación y la soltó para quitarse la camiseta por encima de la cabeza. La chica le miró sin saber qué hacer.
-¿Te desnudas tú o lo hago yo?-la preguntó el chico desabrochando su pantalón.
Zuria temblando, desabrochó los botones de su camisa. Sólo había conseguido hacerlo con dos cuando sintió las manos de Kai dándole la vuelta hacia él. El chico terminó de abrir la camiseta y luego se la retiró por los hombros. Él estaba totalmente desnudo ya y, cuando llevó las manos a la cinturilla de goma del pantalón de la chica para deslizarlo hacia abajo, el hada no pudo evitar sujetarle las manos.
-Cálmate-le susurró Kai mientras la apartaba el pelo para besarla en el cuello-no será como anoche. Quizás un poco molesto todavía, pero no te dolerá tanto, te lo prometo. Iré con cuidado.
-No quiero...
El chico la hizo callar con un beso posesivo. Su lengua invadió la boca del hada, explorando cada rincón. Mientras, sus manos deslizaron el pantalón y la braguita hasta sus rodillas. Luego, la cogió en brazos y la llevó a la cama. Zuria, aunque estaba tensa como una cuerda, no se resistió. Cuando Kai le quitó los zapatos y la desnudó por completo, estaba temblando. El lobo subió hasta tumbarse encima de ella. La chica notaba la erección apretada contra su vientre y empujó sus manos contra el pecho del chico tratando de mantenerlo lejos. Él la miró burlón.
-¿Estás tratando de detenerme, Zuria?-preguntó.
-Kai, por favor...
El lobo volvió a besarla, esta vez con suavidad. Luego bajó los labios hasta atrapar entre ellos un pezón y lamerlo. Zuria, prácticamente saltó en la cama y Kai rio con suavidad. Hizo lo mismo con el otro y lo repitió una y otra vez hasta que el hada no pudo evitar gemir de placer.
-Algún día haré lo mismo entre tus piernas, cariño-prometió él mientras deslizaba su mano hacia su hendidura.
Zuria se volvió a tensar ante el primer roce, pero cuando él acarició con suavidad un punto sensible, suspiró con placer de nuevo. Kai no parecía tener prisa mientras frotaba y estimulaba esa zona hasta que ella estuvo totalmente relajada y deseosa. Entonces puso un dedo en su interior. Cuando Zuria, inconscientemente, elevó la cadera buscándole, unió otro y los movió hacia dentro y hacia fuera varias veces. El hada cerró los ojos cuando él volvió a mordisquear un pezón y, de repente, algo mucho más grande sustituyó a los dedos del lobo en su interior. La tensión de la noche anterior la volvió a distender. Abrió los ojos asustada y trató de empujarle. Kai la sujetó las manos a los lados.
-Schsss. Lo estás haciendo bien. No te muevas-ordenó.
No habría podido hacerlo aunque hubiese querido. Con él sujetando sus manos, y el peso de su cuerpo encima del de ella, no había mucho que pudiera hacer. Trató de relajarse, la sensación de plenitud era enorme, estaba convencida de que si entraba un poco más la rompería en dos, pero él no se estaba moviendo por ahora.
-Buena chica-aseguró el lobo-rodéame con tus piernas, Zuria. Déjame entrar del todo.
Ella negó con la cabeza. Era imposible, era demasiado...gritó cuando el chico la elevó las rodillas y se hundió en ella por completo.
-Pensaba que las hadas eráis más obedientes, pequeña.
El chico se apoyó a loa lados de su cuerpo y se elevó sobre ella.
-Voy a moverme, Zuria. No puedo mantener el control mucho más. Te gustará si te mantienes relajada, te lo prometo.
Retrocedió y la tensión se alivió. Justo cuando ella empezaba a respirar mejor, él volvió a llenarla y ella gimió. Kai la besó para silenciarla y repitió el movimiento. Zuria no sabía ya lo que sentía, el dolor y el placer se mezclaban y era incapaz de diferenciarlos. Cuando se retiraba, deseaba que volviera, y cuando él estaba hundido en su interior, necesitaba el alivio de que saliera. Algo empezó a crecer dentro de ella, pero cuando Kai aceleró el ritmo, la molestia creció. El chico entró y salió con más fuerza y Zuria gritó. Él se detuvo y suspiró. Luego volvió a embestir con más suavidad y la sensación desconocida regresó al bajo vientre de la chica. Sin casi darse cuenta, el hada cerró los ojos y gimió de placer. Elevó la cadera para salirle al encuentro y Kai la besó jadeando contra su boca.
-Dios, esto es muy bueno, cariño-murmuró-no puedo más. Quería esperar a que te corrieras, pero tendrá que ser la próxima vez.
Con dos embestidas más profundas, él gimió y salió de ella para terminar fuera.
-Tengo que recordar el puto condón la próxima vez. Odio esto-murmuró.
Se deslizó a un lado y se levantó de la cama. Como la noche anterior, volvió con un paño mojado y la limpió. Después le acarició una mejilla.
-¿Estás bien? -preguntó -¿te he hecho daño?
Ella negó.
-No. Aunque... estoy dolorida.
Él sonrió.
-Lo estarás durante unos días. Pero será mejor cada vez.
Se tumbó a su lado y la volvió para que apoyara la espalda contra su pecho. Luego apagó la luz de la mesilla y la abrazó.
-Vamos a probar una cosa-le susurró en el oído mientras con una mano buscaba el hueco entre sus piernas.
-No-negó ella-otra vez no.
Kai rio.
-Aunque estoy empalmado otra vez, no voy a volver a follarte esta noche, Zuria. No soy un monstruo. Abre las piernas, cariño. Déjame tocarte.
Ella dudó, pero cuando la mano de él la separó para acceder a su zona más íntima, no se atrevió a negarse. El dedo más largo del lobo se deslizó entre sus pliegues y encontró su clítoris con facilidad. Pronto, ella se estremecía con esa sensación desconocida hasta entonces. Quiso moverse para escapar, pero Kai la sujetó para impedirlo. Aumentó la velocidad y la mordisqueó el lóbulo de la oreja. Cuando la otra mano se concentró en pellizcar sus pezones, Zuria estalló en mil pedazos. Gritó hasta que él la hizo callar con un beso exigente y convulsionó entre sus brazos hasta que no pudo más.
-Ahora dormirás mejor-murmuró él divertido-descansa pequeña. Tienes que estar agotada
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