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24. Capítulo

Feliz año para todas, lectoras! Os dejo un capítulo extra para celebrarlo. Un gran abrazo para todas.

Se despertó sintiéndose totalmente agotada. Lo poco que había conseguido dormir, su hija lo había interrumpido pidiendo comer. Abrió los ojos con dificultad y se incorporó, cubriéndose con la sábana para mirar cómo Kai se vestía tras ducharse.


-Hola-murmuró ella.


El chico la miró. Luego cogió un pequeño cuchillo y cortó la cuerda que les unía.


-Descansa-ordenó-esta tarde será la ceremonia. Estoy seguro de que Andrea vendrá a verte en cuanto yo me haya ido. Ella te ayudará con la niña.


-No necesito ayuda con la niña-aseguró la chica.


-Eso ya los has dejado claro.


El lobo salió y Zuria suspiró aliviada. No podía más con la tensión de tenerle continuamente a su lado con esa frialdad.


-La has hecho buena-la voz de Andrea interrumpió sus pensamientos.


-Eso parece-el intento de sonrisa de Zuria se transformó en llanto en cuanto Andrea la abrazó.


Pasaron la mañana tranquilas. Zuria le contó a Andrea todo lo ocurrido y ésta le puso al día de los sucesos en la manada. Al parecer, Kai la había buscado sin descanso durante meses. Hasta que, por fin, una manada cercana les había hablado de que un hada estaba viviendo en la casa de los vamps. Su alfa había ido a pactar con el rey Jared y había captado el olor en casa de estos con toda claridad.


-Así es como me ha encontrado.


-Se le pasará, Zuria. Ahora está herido, pero se le pasará.


El hada sonrió sin mucha convicción. Kai entró en ese momento en la casa.


-Hola Andrea-murmuró cogiendo en brazos a su hija que dormía en la cuna.


-Hola Kai. Todo está preparado.


-Bien. Hablaré primero con Erik. Y di a Yona que venga también.


Erik llegó acompañado de Drew. El lobo miró a Zuria y esta se acercó a él avergonzada.


-Lo siento, Erik-murmuró.


El lobo abrazó a la chica.


-Estaré bien si tú lo estás, Zuria-aseguró.


-Suéltala, lobo.


El chico obedeció de inmediato.


-Zuria no es una loba y no conoce las normas, Erik. Así que, si volvéis a tocaros o simplemente, os veis a solas, será tu responsabilidad. Y pagarás por ello-advirtió Kai-mi beta es testigo de la advertencia.


-He visto el lazo ayer, alfa. Soy consciente de lo que supone. No la tocaré.


Kai asintió y el chico salió.


- ¿El lazo? -preguntó Zuria sin entender- ¿a qué se refiere? ¿Qué lazo?


Drew miró a Kai sin saber qué decir.


-La cuerda que llevabais ayer-explicó-es el símbolo del lazo de unión entre compañeros. Normalmente se pone en la ceremonia de unión, cuando se pronuncia el compromiso y se mantiene hasta la mañana siguiente.


Zuria pensó en la frase que el alfa había pronunciado el día anterior, cuando la ató la cuerda.


- ¿Eso es lo que hiciste ayer? ¿Nos uniste sin preguntarme siquiera?


El lobo la miró con frialdad.


-No es necesario que tú digas nada. El compromiso le pronuncia el lobo macho.


Zuria se acercó a él furiosa. En ese momento, Yona llegó y pidió permiso para entrar. Kai le ordenó pasar y despidió a Drew.


-Quiero que revises a Zuria, Yona. Y que confirmes que todo está bien. Necesito saber cuándo podrá ser consumada nuestra unión.


-No es necesario, alfa-aseguró la mujer-si los rumores son ciertos y ha estado con los vamps, estoy segura de que esa vampira ha atendido su parto mejor que cualquiera de nosotros. Aun así, es prudente esperar un par de semanas más.


-Gracias Yona. Puedes irte.


El llanto de la niña interrumpió el silencio incómodo que se hizo entre ellos cuando la mujer salió. Zuria fue a la habitación y cerró de un portazo antes de sentarse para calmar a su pequeña. Si ese lobo odioso creía que podía controlarla así de fácil iba listo. No iba a admitir la unión de ninguna de las maneras. No así. Jamás.




Esa tarde, su pequeña fue presentada ante la manada. El alfa ordenó transformarse a su hija y sujetándola del cuello la alzó en alto para que todo el mundo la viera. Zuria, sentada al lado de Andrea, no pudo evitar sentirse culpable al ver el orgullo de él. Kai estaba radiante, sonriente y feliz. No le había visto así desde hacía mucho tiempo.


- ¿Habéis hablado del nombre? -le susurró Andrea.


-No. No hemos hablado nada. Sólo nos hemos gritado-dijo el hada con amargura-supongo que le pondrá el nombre que quiera y yo la llamaré como me dé la gana.


-Su nombre es Gabrielle-dijo en ese momento el alfa sorprendiendo a Zuria y haciendo sonreir a Andrea-mi compañera y yo la criaremos para que merezca ser vuestra alfa. Celebradlo con nosotros.


Kai se la entregó y ella pronunció un gracias con los labios. Luego se sentaron para comer con todos.


Esa noche, ella se fue a casa con la niña sin Kai. Él había desaparecido y volvió de madrugada.


- ¿Dónde has estado? -preguntó incorporándose en la cama para mirarle.


-Celebrando que soy padre. Duérmete. Gabi no tardará en despertarse.


Se acostó a su lado y se durmió sin decirle ni una palabra más.


La tercera noche que ocurrió lo mismo, Zuria no se conformó con la respuesta.


-¿No vas a venir nunca a una hora normal? -preguntó.


Él la miró con tal intensidad que Zuria se arrepintió de inmediato de haber hablado.


-Vaya. ¿Me echas de menos? No te preocupes. Sólo quedan unas cuantas noches. Te aseguro que luego me acostaré contigo todas las noches.


-Si crees que vamos a...después de todo lo que ha pasado, estás muy equivocado, lobo.


- ¿En qué quedamos, hada? ¿Me quieres en tu cama o no?


-Por supuesto que no.


-Entonces ¿por qué te quejas?


El lobo se desnudó y se acostó sin que ella supiera cómo responderle.


Los días pasaban con rapidez en la aldea. Ella se había incorporado con rapidez a la rutina anterior a irse. Andrea le solía decir en broma que si estaba segura de que en el fondo no era una loba. Su hija crecía de día en día y confirmaba que los genes de lobos y hadas eran perfectamente compatibles.


Una noche, a la hora de cenar, Kai apareció por la casa y Zuria supo que el día había llegado. Pálida, retrocedió cuando le vio.


-No voy a saltar sobre ti, Zuria. Vamos a cenar. Y a bañar a Gabi. Luego la alimentarás y nos iremos a la cama.


La tensión siguió acumulándose en su vientre mientras pasaban las horas. Cuando acostó a la niña tras amamantarla, deseó salir corriendo, pero la voz de Kai la hizo ver que no sería tan fácil.


-Acuéstate, Zuria. Y deja de temblar, por Dios.


Ella se acostó antes que él. Como ahora siempre lo hacía sola, se había acostumbrado a dormir con una camisola amplia y decidió dejársela puesta. Kai, como siempre, se acostó desnudo a su lado y, para sorpresa del hada, apagó la luz por completo. Zuria le sintió arrodillarse entre sus piernas y tirar de sus bragas para deslizarlas por sus piernas. Ella se lo permitió casi ansiosa por sentirle después de tanto tiempo. Pero Kai no la tocó, se tumbó sobre ella sin ni siquiera quitarle la camisa y se acomodó entre sus piernas abiertas para penetrarla. Zuria soltó un quejido cuando él aumentó la presión y Kai se retiró de inmediato. Ella oyó cómo escupía y usaba la saliva para lubricarla. Al momento siguiente entraba en ella con suavidad.


-Relájate-ordenó él con sequedad -estás tan tensa como una virgen.


Él empezó a moverse dentro de ella con embestidas suaves pero continuas. Zuria lo soportó en silencio. Fue totalmente diferente de las veces que él la había hecho el amor antes. Esta vez, sólo parecía interesado en terminar lo antes posible. Y, de hecho, fue muy rápido. Enseguida, el hada le oyó gemir y tensarse encima de ella. No hubo ni una caricia por parte de él. Salió de su interior para eyacular fuera y se acostó a su lado sin ni siquiera abrazarla.


-Buenas noches-murmuró antes de darle la espalda.


Zuria no se había sentido tan humillada nunca. Se volvió de espaldas también y dejó que las lágrimas salieran de sus ojos en silencio.


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