23. Capítulo
Llegaron a la aldea esa misma noche. Kai no había dejado de correr más que lo necesario para que Zuria alimentara a la niña. En cada ocasión, ella trató de hablar con él. Había llorado, suplicado, gritado... sin que él se dignara ni siquiera a responderla. Hasta que pareció perder la paciencia. Se acercó a ella, que estaba sentada en un tronco comiendo un poco y puso los brazos a ambos lados de su cuerpo.
-Si vuelves a abrir la boca antes de que lleguemos a la aldea, te ataré, te amordazaré e irás así hasta allí, Zuria. Y créeme que lo haré.
El hada se mantuvo igual de silenciosa que él desde entonces. Kai se detuvo poco antes de entrar en la aldea y recuperó su forma humana.
-Tu mano-ordenó secamente.
Zuria le tendió la mano dudosa y el lobo la ató una cuerda fina en la muñeca. Él se ató el otro extremo. Luego cogió a la niña en brazos.
- ¿Qué es esto? -preguntó la chica indignada- ¿por qué me atas?
-Ahora eres mía, Zuria. Con esto, todos sabrán que yo soy el que te cuidará, vigilará y cazará para ti. El que se acostará en tu cama cada noche y el único con el que tendrás hijos. Ahora vamos. Y si sabes lo que te conviene, mantente calladita.
Kai avanzó y Zuria no tuvo más remedio que seguirle.
Su entrada en la aldea causó toda la expectación previsible. Hombres, mujeres y niños salieron para verles entrar. Pero nadie se interpuso en su camino, ni siquiera cuando pasaron por la vivienda de Drew y Andrea éstos les dirigieron la palabra. Kai avanzó sin pararse hasta su casa y abrió la puerta, dando un tirón de la cuerda cuando ella dudó antes de entrar. Cerró la puerta y le tendió a la niña.
-No voy a quedarme en tu casa, Kai-aseguró la chica cogiendo a su hija.
-Cállate, Zuria-ordenó él caminando hacia la cocina.
-Suéltame, tengo que alimentar a la niña.
-Primero comeremos algo. La pequeña está tranquila ahora.
Ella no tuvo más remedio que seguirle, en ese momento, Andrea y Drew entraron en la casa.
El beta llevaba una pequeña cuna que dejó en el suelo. Andrea, con su hijo en brazos abrazó a Zuria con fuerza.
-Te he echado de menos-aseguró- ¿estás bien?
La chica asintió. Luego abrazó con más brevedad a Drew.
-Mi sobrino, deduzco-dijo mirando al bebé emocionado.
-Sobrina-intervino con sequedad el alfa.
Andrea pasó a su propio hijo a su compañero y cogió a la niña.
-Es preciosa-aseguró- ¿cómo se llama?
-Gabrielle-respondió Zuria.
-Mi hija no va a llamarse Gabrielle-aseguró el lobo.
Zuria le miró enfadada.
-Lleva una semana llamándose así, lobo.
-Me da igual. Recibirá su nombre cuando sea presentada a la manada. Como cualquier lobo.
-Pero...
-Es un nombre bonito, Kai-intervino Drew.
El alfa le miró con enfado.
-La presentación será mañana mismo-ordenó-ahora dejadnos solos, tenemos muchas cosas que hablar. Y dile a Erik que quiero verle aquí mañana por la mañana.
-Kai-intentó protestar Andrea.
El leve gruñido que salió del alfa, hizo valer su orden y los dos salieron de la casa mirando a Zuria con una disculpa.
El hada dejó a la niña en la cuna que Drew había llevado y miró al lobo.
-No tienes derecho a tratarles así.
-Te he dicho que te calles, Zuria.
-No quiero callarme. Tendrás que escucharme tarde o temprano.
-No Zuria. Vas a callarte y hacer lo que te diga porque es lo que te conviene-aseguró él acercándose tanto que ella retrocedió un par de pasos-vas a callarte porque estoy a punto de perder el control. Lo he estado desde que he descubierto que me estabas ocultando a mi hija. Y, ahora mismo, en todo lo que puedo pensar es en ponerte azul ese precioso culo tuyo. Y luego atarte a la cama y follarte hasta que me canse.
La sujetó de la melena y la acercó a él.
-Y te aseguro que es lo que estaría haciendo si no fuera porque has parido hace ¿cuánto has dicho? ¿Una semana?
Ella asintió con la cabeza.
- ¿Lo sabías cuando te fuiste?
-No-respondió ella-lo descubrí unas semanas después.
-Ya. Y decidiste que yo no tenía derecho a saberlo.
-No querías tener hijos conmigo, Kai. ¿Tengo que recordártelo?
-Pero te dije lo que ocurriría si te quedabas embarazada, Zuria. Nunca dije que prefiriera perderme el embarazo, el nacimiento y los primeros días de mi hija. Nunca dije que no quisiera decidir su nombre ni presentarla como una más en mi manada.
-Pero...
-Es mi hija, Zuria. Y es la hija del alfa. ¿Sabes lo que eso significa para nosotros?
-Yo...
-Ya. No tienes ni idea. Así que déjalo, Zuria. Mejor mantente callada. Porque ni siquiera estoy seguro de si quiero mantener el control.
Cenaron en silencio y luego Zuria amamantó a la pequeña. Kai llevó la cuna a su habitación.
- ¿Dónde dormirás tú? -preguntó la chica.
Él la miró burlón.
-Aquí, por supuesto. Ve al baño si necesitas. La cuerda es lo bastante larga.
Ella obedeció. A la vuelta vio que él estaba ya acostado. Zuria se tumbó en su lado de la cama tras quitarse el calzado.
- ¿Piensas dormir con ropa?
La chica se incorporó y se quitó el pantalón.
-No puedo quitarme la camiseta con la cuerda-dijo.
Él se incorporó y la hizo volverse para tenerla de frente. Luego, sin dejar de mirarla, rasgó la camiseta de arriba abajo. Ella protestó y trató de cubrirse. Kai, con frialdad, le sujetó las manos y rompió también el sujetador. Luego la soltó y volvió a tumbarse.
-Solucionado-sentenció.
Zuria, temblando, se acostó y le dio la espalda. Tardó muchísimo en dormirse y fue consciente durante toda la noche del cuerpo rígido de Kai a su lado, tratando de no tocarla.
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