12. Capítulo
Pasó un mes antes de que Erik le dijera que podía desafiar a Tania. En ese tiempo, ella se había convertido en una más de las mujeres. Trabajaba tanto como cualquier loba, se llevaba bien con todos y los únicos que la miraban con odio eran Tania y Saúl.
-Mañana hay luna llena-recordó Erik-será el gran día.
Los dos se acercaban hasta el habitual punto de la aldea en que se separaban para no llamar la atención.
-¿Crees que puedo hacerlo?-preguntó la chica dudosa.
-Sí. Puedes ganarla. Sin ninguna duda. Con lo que has aprendido y un poco de magia de hada, le darás una paliza.
-Gracias Erik. No sé qué habría hecho sin ti.
La chica le abrazó y se separaron con una sonrisa. Ella fue a ver a Andrea, hacía días que la loba se encontraba mal. El final del embarazo se acercaba, pero Zuria no había visto a ningún hada llevarlo tan mal.
-Hola-saludó entrando en la casa.
-Estoy aquí, Zuria.
El hada entró en la habitación. Andrea estaba en la cama, como casi siempre últimamente.
-¿Cómo estás?-preguntó preocupada al verla.
La chica trató de sonreír.
-Hinchada como un globo y con ese maldito dolor de cabeza.
-¿Te ha visto el sanador?
-Supongo que te refieres al chamán. Sí, me ha visto. Dice que no podemos hacer más que esperar al parto.
Zuria fingió una sonrisa.
-Bueno, entonces enseguida te pondrás bien. Tu niño no puede tardar mucho más.
Estuvo un rato con ella hasta que llegó Drew. Este saludó a Zuria y luego miró preocupado a su mujer.
-¿Cómo estás hoy?
-Mucho mejor-mintió la loba-me he tumbado un ratito a descansar, pero hoy estoy como nueva.
-Drew ¿puedes acompañarme a casa?
-Sí, claro. Vamos-el lobo besó con ternura a su esposa-volveré enseguida, mi amor.
Los dos salieron y caminaron en silencio hasta la casa del alfa.
-Drew...Andrea no está bien. Algo ocurre. Y no es bueno.
-Lo sé. Pero el chamán dice que no podemos hacer nada.
-Sí, me lo ha dicho. ¿No hay algún otro sanador en otra aldea? Necesita ayuda, Drew.
El lobo la miró con desesperación en la mirada.
-Los chamanes escasean entre los lobos, Zuria. Somos de las pocas aldeas que tienen la suerte de tener uno.
-Tendríamos que pedir ayuda. Quizás a las hadas, aunque no sé si nuestro sanador podría manejar algo así.
De repente, la chica abrió mucho los ojos.
-Ya sé quién podría ayudarnos. Hay una vampira, Elise, en realidad ahora es la reina de los vamps por matrimonio. Breena me habló de ella en el palacio.
-¿Palacio? ¿Breena? ¿Te refieres a la princesa?
-Sí, pero olvídalo. Eso no tiene importancia. Lo importante es que me dijo que Elise era la mejor sanadora que había conocido. De hecho, ayudó en su parto. Podríamos ponernos en contacto con ella.
-Kai no lo permitiría, Zuria. No dejará que un vampiro entre en la aldea.
-Intentaré hablar con él. No nos llevaría mucho llegar a territorio vamp.
Los dos se despidieron y la chica entró en la casa. Esa noche Kai, con otros lobos, había salido a cazar. Ella se había sorprendido al saber que esa era una de las raras ocasiones en que se transformaban. Siempre había pensado que pasaban más tiempo como lobos que como humanos. Pero Kai le explicó que, normalmente, vivían sin transformarse. Cuanto más tiempo eran lobos, más salvajes se volvían. Al final, corrían el riesgo de que el lobo se apoderara del hombre y destruyera su humanidad. Así que, sólo para la caza y las grandes peleas se convertían.
La chica se acostó echando de menos el cuerpo fuerte de Kai envolviéndola. No volvería hasta el día siguiente, para la celebración mensual de la luna. Y por varios motivos, ella estaba deseando que llegara la noche.
Kai llegó por la tarde. La caza que trajeron los lobos fue bien recibida y se empezó a preparar para la fiesta de la noche.
-Hola-Kai la sorprendió entrando en la cocina común en la que trabajaban varias mujeres.
-Hola-ella le sonrió.
El chico la besó con suavidad en los labios.
-¿Me has echado de menos?-preguntó.
-Eso es algo que no necesitas saber, lobo.
El chico la atrajo hacia él sujetándola por las caderas. Zuria se ruborizó mirando a las otras chicas, que hacían verdaderos esfuerzos por mirar hacia otro lado.
-Ven conmigo a casa-susurró el alfa en su oreja.
Ella estuvo tentada de ceder pero debía mostrar un poco de dignidad. Haciendo un esfuerzo le apartó con suavidad pero con firmeza.
-Tengo muchas cosas que hacer, Kai. Déjanos trabajar-le ordenó.
Cuando el lobo trató de atraerla de nuevo hacia él, Zuria retrocedió.
-He dicho que no, lobo. No me avergüences-pidió.
El chico la miró fastidiado.
-Está bien. Aunque te advierto que, de todas maneras, mañana estarás avergonzada.
La llevó hacia él en un solo movimiento.
-Esta noche gritarás tanto que mañana no te atreverás a salir de casa, cariño.
Luego el lobo dio media vuelta y se fue. Yona miró a Zuria y le guiñó un ojo y el hada se echó a reír. ¿Es que los lobos no sabían controlarse?
La cena fue agradable, el ambiente era festivo y alegre. Incluso Andrea parecía encontrarse mejor. Cuando las peleas empezaron la loba la miró con suspicacia.
-Creía que ibas a participar esta noche, Zuria-dijo.
Kai la miró sorprendido.
-¿Qué?
Ella se levantó antes de que Kai pudiera impedirlo y se acercó a Tania.
-Somos las siguientes, Tania-dijo en voz lo bastante alta para que todos lo oyeran.
Kai estuvo a su lado de inmediato y la loba se puso en pie mirándola despectiva.
-Venga hada, sabes que no puedo pelear contigo.
-No puedes desafiarme, Tania. Pero puedes aceptar mi desafío. ¿O tienes miedo?
-Basta Zuria-advirtió Kai-no vas a pelear con ella.
La chica se volvió para mirarle.
-No puedes impedir un desafío, Kai. Ni siquiera tú puedes.
-Zuria, si entras en la arena te vas a meter en un lío muy serio, te lo advierto.
El hada avanzó hasta la arena y se colocó en el centro. Desde allí miró a los lobos.
-He desafiado a una loba. Pero parece que tiene miedo de una simple hada-dijo.
Los lobos abuchearon a Tania y ésta entró en la arena mirando al hada con odio.
-Prepárate hada. Voy a darte la mayor paliza de tu vida.
La atacó sin previa advertencia. Zuria no pudo esquivarla a tiempo y cayó al suelo al recibir un golpe en la mandíbula. Cuando levantó la cabeza vio a Erik mirándola. El lobo hizo un gesto con la cabeza. Ella sabía lo que quería decir. A por ella. Y Zuria se incorporó y atacó a la loba. Dirigió el puño al estómago de Tania y, cuando ésta se dobló sobre sí misma, la golpeó entre los hombros. La mujer cayó al suelo y Zuria se apartó para dejar que se recuperara. Miró de reojo a Kai que la observaba con cara de sorpresa. Enseguida volvió toda su atención a la loba, que se abalanzaba sobre ella. Zuria la esquivó con agilidad, pero no pudo evitar que la golpeara con una mano. No fue un golpe fuerte, pero Tania había convertido su mano en una afilada garra y Zuria sintió cómo desgarraba su hombro. Con un gesto de dolor, se apartó para dejar espacio entre ellas.
-Vas a arrepentirte de haberme desafiado, niñata-aseguró la loba mirándola con odio.
Zuria no esperó esta vez a que la otra mujer atacara. Se lanzó contra ella de golpe, se inclinó para apoyar las manos en el suelo y subir las piernas. Golpeó con tanta fuerza a Tania que ésta cayó al suelo desmayada. El hada se incorporó y los lobos aplaudieron entusiasmados. La chica sonrió y miró con disimulo a Erik. El lobo la guiñó un ojo. Zuria volvió la vista hacia Kai, que avanzaba para reunirse con ella, pero un gruñido a su espalda la puso los pelos de punta. Se volvió con rapidez para comprobar que sus sospechas eran reales. Tania se había transformado y estaba a punto de saltar sobre ella. Oyó el grito de advertencia de Kai justo cuando disparaba con toda la potencia de su magia contra la loba. El disparo alcanzó a la mujer cuando ya estaba en el aire, y, al menos fue lo bastante fuerte para derrumbarla al suelo. Antes de que la loba pudiera levantarse, un enorme lobo negro se interpuso entre ella y Zuria. El hada respiró con alivio, intuía que era Kai. El alfa sujetó a Tania del cuello contra el suelo hasta que ésta dejó de luchar, luego la soltó y retrocedió, manteniendo un gruñido grave.
-Zuria, ven, sal de la arena-llamó Drew.
La chica retrocedió hasta el beta, que la cogió de la mano para alejarla de los lobos.
-¿Estás bien?-preguntó Andrea preocupada.
-Sí, sí, no me ha alcanzado. Pero ¿por qué ha hecho eso?
-No lo sé. Pero te aseguro que se ha metido en un buen lío-el rostro de Drew era de desprecio-ha roto todas las reglas.
En la arena, los dos lobos continuaban frente a frente. Tania se había tumbado en el suelo, humillada frente al alfa que no dejaba de gruñir. Después retrocedió un par de pasos y en unos segundos se transformó en hombre. Enseguida, la loba hizo lo mismo. Inmediatamente se arrodilló delante de Kai.
-Lo siento, alfa-se disculpó llorando-no sé qué me ha pasado. Mi loba se ha apoderado de mí.
-No busques escusas, Tania. Has roto todas las reglas del juego de la arena. Y has atacado a alguien que no podía defenderse en igualdad de condiciones. Eso es una cobardía.
-Lo sé. Me disculparé con el hada. Pero no me eches, por favor.
-No hay disculpa posible. Estás expulsada de la aldea, Tania. Busca otro sitio donde vivir.
Zuria se horrorizó. Kai estaba ya a su lado y ella le miró suplicante.
-Kai, no puedes hacer eso. ¿Dónde irá? Estoy bien, déjala quedarse, por favor.
-Sé que no lo entiendes, te lo explicaré luego, Zuria. Pero no puede quedarse.
-Pero...
-No discutas conmigo en público, hada-ordenó él mirándola con enfado.
-Sí hada, parece que en realidad quieres que me quede-la loba se había incorporado y la miraba con odio.
-Tania, yo no te deseo ningún mal.
-No, pero te viene muy bien mi expulsión. Así nadie sabrá que llevas días viéndote con otro lobo a escondidas, ¿verdad?
Zuria palideció y vio de reojo como Erik se ponía en alerta.
-¿Qué estás insinuando, Tania?-preguntó Kai
-No insinúo, alfa. Tu mujer ha estado encontrándose todos los días con Erik. Lo afirmo porque yo misma los he visto.
Kai se volvió hacia Zuria.
-¿Es eso cierto?-preguntó con una voz tan dura como el acero.
-Kai, no es lo que estás pensando.
-Sólo un sí o un no, Zuria.
-Kai-intervino Andrea-escucha...
-No te metas, Andrea.
La mujer guardó silencio ante el tono del alfa. Erik avanzó hasta ellos y Kai le miró con furia.
-Quiero que los dos respondáis a la pregunta. ¿Os habéis estado encontrando a solas?
Erik miró a su alfa con decisión.
-He estado entrenando en lucha a tu mujer, alfa. Ella quería enfrentarse a Tania y me pidió el favor.
-¿Te has reunido a solas con mi mujer sin consultármelo, Erik?
-Yo no quise decírtelo, Kai. No puedes culparle a él.
-Él es el lobo, Zuria. Conoce las reglas.
-Pero yo fui la que...
-Basta. Erik será castigado y tú también. En cuanto a ti, Tania, esto no cambia nada. Estás desterrada de la aldea. Te irás por la mañana. Si vuelves a poner un pie aquí, el resto de la manada te atacará.
La chica se dejó caer al suelo llorando pero el alfa se mostró impasible. Después se volvió a Erik.
-Permanecerás encerrado hasta mañana, Erik. Al amanecer, recibirás 10 azotes.
Zuria lanzó una exclamación de incredulidad. Drew se acercó a Erik y le hizo un gesto para que le siguiera. El chico asintió con la cabeza en dirección al alfa y echó a andar con el beta. Zuria corrió hacia él.
-Erik, lo siento-sollozó-no quería causarte problemas.
El lobo sonrió.
-Has peleado como una loba, Zuria. Te aseguro que merece la pena.
Kai avanzó hacia ellos, la cogió de un brazo y la arrastró hacia su casa.
-Suéltame-gritó la chica tirando del brazo.
-Kai, no...-intervino Andrea de nuevo.
El alfa se inclinó para coger al hada y echársela sobre un hombro.
-He dicho que no te metas, Andrea. Y la fiesta ha terminado. Todos a casa.
El chico avanzó con el hada gritando en su hombro. Entró en la casa y cerró la puerta con un pie. Luego la dejó en el suelo.
-Anula el castigo de Erik-exigió ella-anúlalo ahora mismo.
El chico la miró con frialdad.
-Deberías preocuparte más por ti y menos por él. Aguantará 10 latigazos, créeme.
-No estás siendo justo, Kai. No ha ocurrido nada y lo sabes.
-No puedo saberlo. Ese es el problema. Ni yo ni nadie puede tener la seguridad de que no habéis estado follando en lugar de entrenar.
Zuria levantó la mano para abofetearle, pero Kai la agarró y la sujetó, atrayéndola hacia él hasta que notó cada centímetro de su cuerpo. Luego la cogió la otra mano y la sujetó las dos muñecas a la espalda.
-Eres un cerdo-insultó ella.
-Me has desobedecido, y lo has hecho delante de mis hombres, además. Y ahora descubro que has estado viéndote con otro hombre a diario y a escondidas. ¿De verdad esperas que lo pase por alto?
-¿Y tú crees de verdad que me he estado acostando con Erik? Soy un hada, Kai, no puedo mentir. Sólo tienes que preguntarme.
-¿Lo has hecho? ¿Os habéis acostado?
Ella le miró con desesperación.
-No-negó-sólo hemos entrenado. No ha habido nada, absolutamente nada.
El chico la miró muy serio.
-Me alegro. Porque el castigo por ser infiel es la muerte, Zuria. O el destierro.
-¿Anularás el castigo de Erik?
-No. Ha actuado a espaldas del alfa. Merece un castigo. Y tú también.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Azotarme también?-preguntó con rabia.
-Entre otras cosas, sí-aseguró el alfa -me aseguraré de que no vuelvas a hacer nada parecido, créeme. Y puedes apostar a que no te van a gustar mis métodos, hadita.
Zuria retrocedió. El rostro de Kai era frío y decidido. Se había metido en un lío espantoso.
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