El encuentro
ZOOTOPIA TANK POLICE
Capítulo 3: El encuentro
Judy miraba con desanimo el traje de policía de vialidad. Sus colores naranja vivos parecían herirle sus ojos.
―Bueno, Judy, a repartir multas.
El buen ánimo de la coneja casi cede ante el vehículo de control de parquímetros, el cual parecía un juguete ante sus ojos, y lo que era peor, a diferencia de su anterior veloz y confiable moto policial, su nuevo coche era lento en extremo y el motor vibraba mucho, no con la potencia de un buen acelerador, sino con la lastimera agonía de una carcacha.
―Que humillación ―decía en voz alta Judy a nadie en particular mientras se veía por el espejo retrovisor y cerraba el puño―. Malditos, no me van a vencer, no les voy a dar el placer de verme renunciar, ¡vamos, Judy, tú puedes!
Fue algo curioso, sin embargo, el hecho de repartir multas le supo a la joven coneja como un placer oculto y esto la animó en el resto del día.
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Saliendo de la comisaria, Duke Roedriguez junto con Nick Wilde iban siendo escoltados por una enorme rata.
―Bueno, señor Roedriguez, si es objeto de abuso policial no dude en requerir mis servicios ―decía el abogado rata.
―Descuide señor Ganster, le llamaré si surge un problema ―le contestaba la comadreja con lo que la rata le sonrió enseñando sus amarillentos dientes y se fue a continuación.
―Oye, Roedriguez ―decía Nick―, ¿no podía tu abogado demandar a la policía por el trato que te dieron?
―Qué más no me hubiera gustado, pero con mi expediente me resultaría imposible. Solo logró un acuerdo en que limpiarían mi expediente.
―Bueno, algo es algo. En fin, mejor vayamos a ver a Finnick.
―¿Qué querrá ese enano zorro del desierto?
―Ni idea, mira ahí esta Flash, el perezoso más rápido de toda Zootopia.
―Solo en su auto deportivo, Nick, solo en su auto.
Los pequeños depredadores saludaron al perezoso con la mano ya que no querían desperdiciar horas esperando que les contestara. Una vez dentro, Flash pisó el acelerador al máximo y en cuestión de minutos llegó al centro de vida naturista de Zootopia.
―Qué onda mis buenos amigos de la onda ―les saludaba Yax el Yak hippie, mientras montón de moscas iban y venían de su pelaje de la cabeza y el cuello.
―¿Ya está todo listo? ―preguntaba el zorro.
―Listo mi amigo, amigazo, amigazote ―les contestó y a continuación el grupo entró al centro naturista.
Finnick estaba apoyado sobre un alto atril y miro ceñudo a Nick, quien se reía con disimulo.
―¡No pude encontrar un podio más pequeño! ―gritaba el pequeño zorro beige claro.
―¿Y sobre cuantas guías de teléfono tuviste que pararte? ―le preguntó con sorna el zorro color rojizo anaranjado.
―¡Púdrete! Bien, si ya acabamos de guasearnos, vamos a los negocios.
Flash estaba a punto de preguntar algo, pero por fortuna se le adelantó Roedriguez.
―Sí, dinos que estamos haciendo aquí.
―Como todos saben, la banda de Buajaja vino a Zootopia. Esto es un problema, ese ecoterrorista nos va a arruinar todo el negocio.
―Espera un momento, no me digas que quieres enfrentarte a ese cerdo mal encarado ―de pronto dijo Nick, quien se veía preocupado.
―Tranquilo, sé del asunto de tu madre y su inesperada visita de esas dos gatas que trabajan para Buajaja. Ya envié a tu madre a otra ciudad, a la casa de los padres de Bertha, la elefanta.
Bertha, la elefanta, era la instructora malhumorada de yoga del centro naturista y era conocida por ser una hembra de armas tomar
―¡Oye, te estas tomando muchas atribuciones! ―le gruñó Nick.
―¿No me dijiste que tu madre quería visitar Trompalandia? Bueno, pues Bertha fue a visitar a sus padres y yo por el teléfono fingí ser tú. Le dije que podría ir a Trompalandia y quedarse en la casa de una buena amiga por una buena temporada. Como ves, todo está solucionado.
―La próxima vez avísame, Finnick... o no respondo.
Un silencio incomodo se asentó en el lugar, pero Flash levantaba la mano para espanto de todos.
―Mejor dinos que es lo que planeas hacer, jefe ―dijo de pronto Yax, el Yak hippie.
―Don Corleone no se quedará tan tranquilo con la presencia de ese cerdo de Buajaja, seguro habrá una guerra de pandillas. Planeo aprovechar el caos presente y convertir a nuestra banda en la más malvada de Zootopia.
Nick y los demás miembros tenían sus dudas, pero fueron convencidos por Finnick y se retiraron del lugar.
Viéndose solo, Finnick extrajo de su billetera una pequeña foto de Gazelle, la cantante.
―En tu entrevista decías que te gustaban los tipos malos, bueno, mi querida Gazelle, cuando me convierta en el villano más malo de Zootopia seguro te enamorarás de mí. Hasta ese momento, espérame, hermosa mía.
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Al salir del centro naturista, la comadreja vio como una coneja reparte multas había divisado con la mirada el auto deportivo de Flash.
―Oye, Nick, esa reparte multas se dirige hacia acá.
―Tranquilo, Roedriguez, deja que yo me encargue ―dijo el zorro y una sonrisa de lado se dibujó en su hocico.
El auto de Judy era tan lento y el deportivo rojo estaba tan cerca, que la coneja decidió ir a pie para ponerle la multa, claro, antes debía esperar a que la luz del semáforo diese vía libre a los peatones que ya se estaban amontonando para cruzar a la acera del frente.
La luz roja del semáforo les indicó a los conductores que se detuviesen, mientras que la señal para avance de peatones se puso en marcha.
Era la hora pico y multitud de animales se dirigían a sus destinos diarios. Judy se preocupó ya que no podía avanzar rápido debido a la multitud y temía que el dueño del deportivo ingresase a su auto y se marchase antes de que ella le diese su multa. Fue debido a que sus cinco sentidos estaban enfocados en ver al auto rojo, que no vio como un zorro le ponía una zancadilla.
«Hum, para ser una coneja reparte multas es una preciosidad», pensaba Nick. «Más me gustaría tocarle su colita esponjosa que hacerle zancadilla, pero los amigos son lo primero. Lo siento, chica orejitas, este no es tu día».
«¡Pero qué...!», pensó Judy al ver como su rostro se dirigía al asfalto.
―Ouch... ¿Qué fue lo qué pasó?
Judy Puso en atención sus orejas y escuchó como un zorro se reía por debajo de su máscara, así como un par de transeúntes le reprochaba con la mirada, bueno, con miradas de soslayo ya que no se atrevían a confrontar de frente al zorro.
―¡Oye tú, espera! ―le gritó la policía mientras se incorporaba del suelo y rápida se dirigía hacia el zorro, cortándole el paso.
―¿Hola, linda conejita, en qué te puedo ayudar? ¿Te perdiste? ¿No encuentras a tu mami?
―¡Tú, tú, acabas de burlarte de una oficial de policía! ―le gritó Judy, mientras se bajaba el cierre de su uniforme de vialidad y le mostraba su placa.
La mirada burlona de Nick desapareció en un segundo, pero él sabía que no debía entrar en pánico.
―¿Tú, linda conejita, una oficial de policía? ―le decía Nick, manteniendo su sonrisa de lado la cual no podía verse debido a la máscara de protección biológica que estaba llevando.
―¿Me llamaste linda? Para que te lo sepas, me estas faltando al respeto y por esto tengo todo el derecho de detenerte.
―¿Sí, y donde tienes las esposas? Vamos, enséñamelas, ¿y qué hay de tu pistola?
―Yo... No me la dieron, porque...
―¿Ya ves que no eres una policía de verdad?, si tienes quejas respecto a mi forma de caminar, pues llama a un poli de a de veras, claro que yo sepa, no existe una ley contra caminar chueco o ser un bromista.
―¡Soy una policía de verdad, solo estoy en vialidad como una prueba!
―¿Entonces estas en periodo de prueba? Que yo sepa eres o no eres policía, no hay nada como un periodo de prueba. Mejor regresa a repartir multas, conejita y deja de fingir algo que no eres.
―¡Tú no te vas a marchar así como así!
―Lo siento, conejita, luz verde.
El zorro dio un sorprendente salto hacia atrás y cuando Judy quiso seguirlo, los autos ya se interponían entre Nick y ella.
―¡Oye, niña, no estorbes el trafico! ―le gritó un conductor y Judy tuvo que regresar a la acera, cuando trató de ver al zorro irrespetuoso, este estaba ingresando al deportivo rojo, el cual aceleró en el acto.
Judy vio impotente cómo el deportivo rojo se alejaba, y todo el buen ánimo con el que había desempeñado su labor de reparte multas se desvaneció.
Cuando Judy regresó a su departamento, las cosas no habían mejorado. Una llamada de sus padres la sumieron más en la tristeza y sin más, decidió dormirse.
―Mañana tiene que ser un mejor día.
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La esperanza de Judy fue fútil ya que al día siguiente la tarea se le presentó monótona y los conductores infractores no paraban de recordarle de mala manera a su madre.
―Y recién estoy en el segundo día..., no voy a aguantar.
―¿Un refresco? ―escuchó como alguien a su lado le ofrecía un refresco. Era Key Keyhearth, el apuesto gato negro que la defendió ante Bogo.
―Subcomandante..., quiero decir, Key... ¿Puedo llamarte Key?
―Claro, si tú me permites llamarte por tu nombre, Oficial Hoops.
―Claro, no hay problema.
―¿Te encuentras bien? Te vi un poco desanimada.
―No es nada, solo es el calor.
―Tranquila, la semana va a pasar muy rápido. Además, mira, te traje una soda mientras tanto.
―Que atento, muchas gracias.
―De nada, para eso están los compañeros.
―Pues no creo que pueda llamar compañeros a los de la policía tanquista.
―Descuida, con el tiempo te van a aceptar, yo tampoco la tuve fácil al principio.
―Muchas gracias, Key.
―Descuida, y sigue trabajando, esas multas no se van a repartir solas ―le dijo el gato negro y se fue a patrullar las calles.
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Había caído la noche y Judy regresaba a la policía tanquista a entregarle su reporte al jefe Bogo.
«Diablos, no entiendo por qué tengo que ir donde Bogo, al fin y al cabo, lo de las multas se supone que debe ser reportado a tráfico y vialidad donde la jefa Totate. Todo esto no es más que una excusa para que ese estúpido me humille cada noche».
Judy entró a la comisaria, se sacó la máscara y luego se fue derechita donde los hangares de la policía tanquista. En ese lugar todo era un pandemónium.
―¿Qué está pasando?
―Judy ―le informaba Key―, es la banda de Buajaja. Es un peligroso ecoterrorista que antes operaba en New Port y ahora decidió realizar sus actividades criminales en Zootopia.
―Sí, ya sé quién es Buajaja. Yo antes residía en New Port, ¿recuerdas?
―Ah, sí, bueno, pues Buajaja y sus compinches acaban de asaltar un hospital privado. Los de la SWAT le acorralaron, pero luego dos secuaces del cerdo, rompieron el bloqueo. Hubo muchas bajas por parte de las fuerzas SWAT y nos pidieron ayuda.
―¿Fuerzas elites de la policía?, ¡no me hagan reír! ―decía el jefe Bogo― ¡Esos maricones siempre están llorando cuando las cosas se ponen difíciles y nos llaman por ayuda! ¡Bueno, mis chicos, suban a los tanques y adelante!
―Señor ―decía Judy, con un brillo de esperanza y determinación en sus ojos―, asígneme un tanque, por favor.
Primero la mirada de sorpresa y luego la risotada de Bogo y sus hombres le dieron a entender a Judy que no participaría en esa misión.
―Señor, yo creo que tratándose de la banda de Buajaja, deberíamos contar con todos los hombres disponibles ―le sugería Key.
―Olvídalo, la linda conejita todavía está verde, mejor que ella y tú reparen mi viejo tanque Ran Arachne.
Con estas palabras Bogo daba por terminada la conversación y junto a sus demás hombres y sus tanques, salían de los hangares para enfrentarse con el temible Buajaja.
La estela de polvo se perdía poco a poco, pero Judy seguía viéndola mientras su pata derecha se movía rapidísima golpeando contra el suelo, en una clara muestra de frustración.
CONTINUARÁ...
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