Dos ratoncitas maravillosas
ZOOTOPIA TANK POLICE
Capítulo 8: Dos ratoncitas maravillosas
El viejo tren que atravesaba Zootopia pronto sería reemplazado por un nuevo modelo. Había servido por muchos años al transporte de la ciudad y realizaría un último recorrido, este contaría con la asistencia de la crema y nata de la ciudad junto con ciudadanos que, por medio de una lotería, participarían en el recorrido que en realidad sería una fiesta de gala dentro de los vagones del tren que fueron reacondicionados para esta ocasión. Toda una extravaganza, pero la cual tenía como propósito hacer que los ciudadanos de la zootropolis olvidasen la muerte del anterior alcalde.
El jefe José Rosano, un viejo y enorme perro bobtail, fue invitado a la gala, sin embargo, en estos momentos no podía sino tener toda su atención en el reporte que le daban los detectives de Little Rodentia respecto al caso del asalto al hospital por parte de la banda criminal de Buajaja.
Rosano agradecía la labor investigativa de los pequeños investigadores. Después de todo, Zootopia no se caracterizaba por una fuerza de detectives eficiente, sino por la lucha contra el crimen de manera directa, casi brutal se diría.
―Interrogamos a todo el personal del hospital y verificamos que no se trata de un trabajo interno ―decía el detective Chip Jones, una ardilla conocida por su labor eficiente.
Lástima que dicha eficiencia no se extendía a vestir el uniforme reglamentario de la policía, ya que vestía un sombrero fedora y una vieja chamarra café de explorador. Aunque claro, el departamento de policía de Little Rodentia era autónomo y se caracterizaba por tener una disciplina más laxa con sus oficiales respecto al uniforme.
―También realizamos pesquisas extrajudiciales y descubrimos que la banda de Buajaja fue financiada con dinero proveniente de una cuenta bancaria originada en la ciudad de Roca del Rey ―informaba el detective Dale Magnun, también una ardilla que a diferencia de Chip, poseía unos dos incisivos muy grandes y separados, además de una nariz más bulbosa.
Y si el traje del detective Chip era curioso, el que vestía Dale, era despreocupado respecto al lugar donde se hallaba, puesto que lucía una camiseta hawaiana muy llamativa.
―Jefe Rosano, hice análisis a los compuestos que Buajaja robó del hospital y encontré algo alarmante ―decía una adorable ratoncita rubia y de ojos azules de nombre Gadget Hackwrench.
Gadget era el orgullo del departamento de ciencias forenses de Little Rodentia, toda una genio que era una maravillosa combinación de belleza y cerebro.
El jefe de policía escuchó atento el reporte de la detective Gadget y no pudo sino tragar saliva. Si lo que la joven investigadora decía era verdad, implicaba un grave riesgo para los ciudadanos de toda Zootopia.
―Ya veo, pero no sabemos cómo Buajaja podría liberar la sustancia letal y en qué parte de la ciudad. Será imposible cubrir toda Zootopia, la zootropolis es de una extensión colosal ―decía Rosano con un tono de preocupación por el cual no podía ser culpado.
―No se preocupe, Jefe ―le tranquilizaba Chip―, Gadget hizo un análisis de las ropas que dejaron Annapuma y Unipuma en la entrada del hospital y descubrió micro partículas de tierra y cerámica que provienen de la zona vieja de Zootopia.
―El detective Monterey Jack y su ayudante, Zipper, están investigando en este momento el lugar ―continuaba Dale―, en cuanto sepan algo se comunicarán en seguida.
En el centro de vida naturista de Zootopia, en el garaje, Finnick apuraba a sus amigos a meter en la furgoneta de este, varios tanques de oxígeno que eran reservados para los clientes del spa new age.
―Jefe, explícame esto de los tanques de oxígeno. Mira que no tengo memoria de elefante como Bertha ―decía Yax, mientras como de costumbre, montón de moscas volaban a su alrededor.
―Ya te lo expliqué, Yax ―decía con paciencia, Finnick―, la seguridad será mucha en el tren, no se podrán introducir explosivos, pero nadie sospechará de los tanques de oxígeno. Los introduciremos diciendo que son parte del sistema de reciclaje de aire, como son gente importante la que asistirá a la gala, seguro querrán respirar aire de calidad certificada y no usar por una vez en la vida esas molestas máscaras de protección biológica. Regulando la cantidad de oxigeno, podemos hacer que todos en el interior del tren pierdan el conocimiento y sean nuestros rehenes, y en caso de que las cosas se pongan feas, el oxígeno ultra purificado puede ser usado para provocar una gran explosión.
―¿Pero cómo entraremos en el tren?
―Ya te lo dije. Roedriguez, quien es el especialista en falsificaciones, nos dará los pases falsos y, Nick, será el de los trajes, ¿verdad, Nick?
―Ya lo tengo todo listo ―decía el zorro estafador―. Tuxedos, trajes de camareros, de personal de mantenimiento, etc.
―Debo confesarlo, jefe ―intervenía Duke Roedriguez―, este plan tuyo es muy ambicioso. Si tenemos éxito la ciudad nos dará algo que me encanta: ¡Dinero!
―Jefe, a mí no me gustaría vestir con un tuxedo ―se quejaba Yax.
―Tranquilo, tú irás disfrazado de chef ―le tranquilizaba Finnick―, y Flash será quien conduzca el tren.
―Ese perezoso sabe conducir cualquier cosa ―decía divertido Nick―, es un fanático de la velocidad.
―Ojalá fuese así de rápido en todo lo demás ―concluía Roedriguez, y los amigos siguieron con su trabajo de llevar los tanques de oxígeno.
La vieja Zootopia, conocida también como el casco viejo, era la sección más antigua de la ciudad, de hecho, fue en ese lugar donde se fundó Zootopia, hace más de dos siglos cuando los colonos ratones provenientes del este, decidieron ir al lejano oeste por la fiebre del oro.
Los colonos llegaron a un pueblo ya fundado por gatos al cual llamaban Cathia. En esos tiempos, los depredadores aún cazaban a las presas, pero ocurrió un milagro y Cathia fue el primer lugar del mundo donde los depredadores abandonaron sus instintos salvajes y convivieron en paz con las presas. Así, gatos y ratones refundaron el pueblo y lo llamaron Zootopia.
El milagro en cuestión fue la dulce voz de una ratoncita llamada Tanya Ratonowitz.
¿Se puede explicar con palabras la sensación que produjo en los gatos su dulce voz, que unió a todos juntos y en armonía?
Cuando los ratones llegaron a Cathia, el líder de los gatos simuló respetar a los ratones y darles un lugar donde vivir, sin embargo, todo era un ardid para luego merendarse a todos los inocentes colonos. El nefasto plan habría funcionado de no ser por la inocencia de Tanya, quién, llevada por su deseo de expresar sus jóvenes sentimientos en una dulce canción, robó el corazón del líder de los gatos y cambió la historia del mundo para siempre. Una simple canción de amor.
https://youtu.be/0yxI8pRvuao
Monterey Jack paseaba por las calles de la vieja Zootopia, la cual estaba situada como anexo a Little Rodentia y se detuvo en la estatua del paseo principal de esa sección de la ciudad. Allí se encontraba la representación en mármol rosa de Tanya Ratonowitz, la cual parecía bailar un viejo vals con la imagen de un gato que llevaba una capa y un sombrero de copa, la figura del gato estaba reducida hasta quedar a la misma altura de la ratona.
El experimentado detective vio de reojo como su asistente Zipper, venia volando raudo hacia él.
Zipper era una mosca verde y al parecer había descubierto el paradero de Buajaja y su banda.
―¡¿Que Buajaja está en el margen exterior de la vieja Zootopia?! ―decía impresionado el bigotudo ratón―, allí es donde se ubican los viejos almacenes abandonados de los gatos que antes vivían junto a los ratones. Bien hecho, amiguito, avisémosle a Gadget.
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En la jefatura central de policía, Gadget ponía al tanto al jefe Rosano respecto a la investigación.
―Está confirmado, jefe ―decía la ratoncita―, Buajaja se encuentra en los viejos almacenes del sector Old Mine.
―Ya veo ―decía el perro Bobtail―, con razón no podíamos encontrar su paradero. Quien iba a pensar que se escondería tan cerca de Little Rodentia.
―Ese Bujajaja es muy astuto ―decía Gadget.
―Y peligroso, me temo que la policía de Little Rodentia no podrá con este caso. No creo que las fuerzas SWAT puedan con ese cerdo mañoso, tendremos que usar a la policía tanquista.
―¡Pero la policía tanquista destrozaría todo Little Rodentia! ―exclamaba Gadget.
El jefe Rosano que estaba sentado, apoyó sus codos sobre el escritorio y descansó su atribulada cabeza sobre sus patas. Si tan solo contase con una unidad de tanque que no causare tantos daños.
―¿Qué es lo que va a hacer, señor? ―preguntaba Gadget, con un hilo de preocupación en su voz.
―No lo sé, pero en todos mis años de servicio a la ciudad, siempre hallé la respuesta a los problemas más difíciles viendo el desempeño de los jóvenes oficiales. Y ahora mismo me toca ver a una joven oficial que recién fue transferida a Zootopia y debe dar una prueba con uno de los tanques.
»Por favor, acompáñeme, tal vez se nos ocurra algo mientras vemos la prueba ―le invitó el jefe Rosano, y Gadget, aceptó.
Cuando el perro y la ratoncita entraron al hangar escucharon sorprendidos los gritos del jefe Bogo.
―¡He dicho que ambos están despedidos!
―¡Esto es una injusticia, no puede hacernos esto!
―¡Si la va tomar con alguien, que sea conmigo, yo fui el de la idea, deje a Judy en paz!
―A ver, Bogo, ¿qué pasa ahora? ―dijo con calma Rosano y Bogo cambió su cara a una expresión de servilismo como cuando lo hacía con sus superiores.
Según Bogo, Judy y Key, le habían engañado. Deberían haber reconstruido un tanque que fuera igual al del resto del escuadrón tanquista, sin embargo, se aparecieron con un tanque de juguete que se burlaba del honor del cuerpo de policía tanquista.
―Jefe Rosano ―decía Judy con aplomo―, no engañamos a nadie, las formas para la construcción de Bonaparte fueron firmadas por el jefe Bogo en persona. No es nuestra culpa si él no supervisó la construcción del modelo que Key y yo diseñamos, y se la pasó todo el tiempo jugando con esa aplicación de "bailando con Gazelle".
―¿Bonaparte? ―dijo extrañado el viejo jefe de policía.
―¡Un juguete un mero juguete minúsculo! ¡No permitiré que estos dos se burlen así de la policía tanquista que usted, jefe José Rosano, fundó!
―El tamaño reducido no siempre es indicativo de que algo este diseñado mal ―dijo con tono enojado Gadget, sin amilanarse ante la fiera mirada que le dio Bogo, de hecho, al igual que el gato y la coneja, la ratoncita mirqaba feo al búfalo.
―¿Podrían mostrarme el tanque, oficiales?
―Claro, jefe Rosano, por aquí ―le indicaba Key, rezando para que todo resultase bien.
El pequeño tanque verde no se parecía en nada a lo que había visto Rosano con anterioridad.
―No sé... ¿Qué opina usted, detective Hackwrench?
―Es hermoso... ¡Ustedes, oficiales, son unos genios!
Era todo lo que el viejo bobtail quería escuchar, si la genio de la policía de Little Rodentia estaba encantada con el tanque, él también lo estaría.
―Bien, supongo que no hay nada de malo con este..., Bonaparte. Jefe Bogo, la prueba se iniciará de inmediato.
Judy y Key le dieron a Gadget una profunda mirada de agradecimiento que fue correspondida por la joven ratona. Bogo no podía creerlo.
―Claro que la prueba no será en el sitio establecido, sino en campo abierto..., y me temo que en una misión real. Oficial Hoops, subcomandante Keyhearth, espero que estén a la altura de reto que pronto van a afrontar, fallar no es una opción.
Tanto Judy como Key, intercambiaron miradas perplejas, pero luego le devolvieron al perro miradas decididas. Sea lo que fuese que debieran enfrentar, tendrían éxito.
CONTINUARÁ...
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