Prólogo
Qué se iba a imaginar la humanidad aquella mañana al despertar que todo el mundo tal y como lo conocemos hoy en día cambiaría tan drásticamente como para acabar un escaño por debajo de la cadena alimenticia. Nadie sospechaba lo más mínimo que aquella mañana soleada de julio, en plenas fiestas del Carmen, Santurtzi, nuestra, antaño una pequeña aldea pesquera que se nutría principalmente de lo que el mar le daba, y ahora la ciudad de pequeño tamaño que no cesaba en su empeño de crecer a su alrededor a costa del mar y Serantes que le vio nacer, nadie, repito, podría llegar a adivinar que un trágico accidente en el súperpuerto tendría un desenlace tan drástico para la vida tal y como la conocemos en esta sociedad tan entregada al consumismo y las tecnologías.
Nadie pudo evitar que, tras ese accidente, el obrero herido y posteriormente muerto, mutase en él una especie de virus para el cual el mundo no estaba preparado. Tampoco nadie pudo evitar que ese obrero atacara a su compañero, aquel que inocentemente intentaba socorrer a su amigo, que le mordiese y que así se expandiese por todo el Puerto de Bilbao esa rápida y apocalíptica enfermedad.
Antes de que las autoridades y el Gobierno tanto Central como Vasco pudiesen llegar a hacerse una ligera idea de lo que podría estar sucediendo, ya era demasiado tarde y toda la margen izquierda desde Santurtzi hasta Barakaldo ya estaban perdidas.
Poco más tardó en caer Bilbao, que, tras un asedio propiciado por los propios bilbaínos, intentaron en vano y en un desquiciado intento de salvar la capital vizcaína y a los supervivientes que ahí se habían ido a refugiar.
En menos de una semana, Euskadi estaba perdida. Para cuando llegó Agosto la Península Ibérica y Francia ya no existían. En dos semanas el Viejo Mundo dejó de existir. Se creía que en el Nuevo Mundo, aquél continente que antaño había servido de refugio para todo aquél europeo necesitado de nuevas oportunidades, estaba limpio y seguía existiendo, pero no había forma humana de saberlo al cien por cien, pues no había ni capitanes para barcos ni pilotos para aviones. Sólo había miedo, hambre, miseria y padres que devoraban a sus hijos e hijos que atacaban a sus progenitores. Sólo unos pocos lograban sobrevivir en esa terrible y escalofriante situación.
~~~~
Y hasta aquí el prólogo, en breve subiré el primer capítulo. Es una historia corta, sólo son tres capítulos, cuatro a lo sumo. Espero que os guste, y ya sabéis, a votar por ella y a comentar, que eso siempre viene bien para saber si gusta algo o si hay que cambiarlo.
Besos desde STZ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro