Primavera I

Acuario

Asustado, casi tropezando con los escalones de la entrada, salí de la cabaña hacia donde los agudos gritos de mi compañero me llamaban con desesperación.

— ¡Acuario! ¡Acuario, ven, rápido!

Siguiendo el sonido de su voz, me llevó hacia la parte trasera de la casa de playa y llenándoseme los zapatos de arena, encontré a Cáncer hincado a la orilla del mar. Traía algo entre sus manos. Lo observé de pies a cabeza cerciorándome de que todo se encontrara bien.

»Acuario, mira, es un pequeño cangrejito, llegó en una pequeña alga. — Cáncer elevó sus manos hacia mi rostro. Efectivamente allí había un crustáceo, pero tras fruncir el ceño y lanzar una mirada acusadora al otro, esperé algo más. Sin embargo Cáncer solo se cohibió en su lugar y volvió a dejar al animalito en su habitad. — Yo... bueno, solo quería mostrártelo, era realmente tierno con sus patitas y... Lo siento.

Cáncer jugó con el borde de su remera, no se había percatado del escándalo que formó hace minutos. Solo suspiré y relajé el entrecejo. Me había llevado un susto.

—No tienes que gritar de esa forma, creí que algo malo te había pasado— Cáncer se encogió más en su lugar, con una sonrisa avergonzada. Me senté en la arena, cerca de donde antes había estado el crustáceo, lo busqué con la mirada encontrándolo a una orilla un poco más allá— Es bonito.

— ¿Verdad que si? —Cáncer se acercó a sentarse a mi lado, nos quedamos por varios minutos así, en compañía del otro. Me observó tomar una barita y dibujar garabatos en la arena mojada — ¿Interrumpí algo importante con mi escandalo? —preguntó curioso.

Le enseñé una pequeña sonrisa y negué, —Si por importante te refieres al Show de Ellen, pues realmente no — Cáncer soltó una pequeña carajada. Minutos pasaron donde solamente me concentré en mirar el horizonte escuchando el sonido de las olas en la arena y las gaviotas. — ¿Por qué te gusta pasar tanto tiempo aquí? Es realmente frio.

Cáncer se encogió de hombros, creía que la respuesta era bastante obvia, pero nunca me había puesto a pensar seriamente en ello. Cada día pasaba la mayoría del tiempo revoloteando bajo el sol en el agua, observando a cada ser vivo que se cruzara por su camino. Algunos días podía ser muy hiperactivo y pasar horas fuera de casa, mientras que otros, solamente salía a observar el paisaje y perderse en sus pensamientos. Hoy ocurrió lo primero.

El sol comenzó a ocultarse en el horizonte, Cáncer inclinó su cabeza dejándola reposar sobre mi hombro. —Es bastante relajante ¿No crees? — preguntó, sin desviar la vista de los últimos rayos del sol, pude percibir el movimiento del otro al voltear a verme. — ¿En qué piensas?

Me encogí de hombros, —Nada en particular —contesté viendo esta vez hacia él, noté como Cáncer arrugaba la nariz con molestia. —No tienes por qué ponerte así, tú preguntaste.

Cáncer se reincorporó y me observó molesto —lo sé, pero no tienes que mentirme.

—No estoy mintiendo, —declaré, poniéndome de pie y sacudiendo la arena de mis ropas —Anda, vamos a casa, el maratón de esa serie policial va a comenzar.

—¡Andando! — como todo un infantil comenzó a correr hacia la casa de playa.

¿Debería preocuparme?