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Invierno III

[E.S.T]

—Lo siento chicos, no podré esta noche. —el escorpión rio levemente y denegó la amigable invitación de sus amigos. Apenas salían por las puertas de la universidad y al toro le llamaban fuertemente las ganas de cenar luego de una extenuante jornada de estudios. Aunque lo de estudios era solo una excusa.

—Pero es viernes de tacos -... —Tauro hizo un puchero con sus labios y Sagitario inclinó la cabeza con una sonrisa un tanto desilusionada. Dio una palmada en el hombro de su castaño amigo para darle ánimos y suspiró.

—Noche ocupada ¿eh? —el arquero de ojos rubíes miró con una sonrisa pícara al mayor de los tres y éste solo blanqueó los ojos deteniéndose en una esquina donde sus caminos debían dividirse — Bien, procura usar protección hermano, soy joven para críos.

Un leve empujón fue dado al rubio por el comentario, Tauro le miraba con el ceño fruncido, una mueca bastante tierna para el arquero—¿Qué piensas que estará haciendo? Va con su abuela, Sag.

—Puedo estar muy seguro de que su abuela se durmió hace ya varias horas, Tau. —Sagitario soltó una carcajada, despeinado al castaño solo para molestarlo un poco más, jugando con el límite de la paciencia del taurino.

—La Señora Pock no es como las demás ¡Escucha heavy metal! —se defendió, intentando apartar las manos del rubio que comenzaba a sobrepasarse. —Ya!

Con una carcajada al aire Escorpio negó mientras intentaba separarlos de esa pelea sin fin. Revisó su reloj de muñeca y suspiró. No debía perder más tiempo. Miró a sus amigos y terminó su discusión sobre su abuela metalera. —Cuídense al regresar, la calle es peligrosa, mañana será noche de tacos, Tau.

Los dos amigos le sonrieron y se despidieron asegurando que su segundo nombre era "peligro" y que, si debían correr, lo harían.

Escorpio suspiró con vaho saliendo de entre sus labios y caminó a la avenida más cercana por un Taxi.

La noche era helada, pero bien sabía que los leves temblores en sus manos no se debían al frío, sino más bien al pronto encuentro con su invitado de esa noche.

(...)

Ambos cuerpos perlados de sudor se dejaron caer con la respiración exhausta sobre la desordenada cama. El menor había perdido la cuenta de las veces que lo hicieron esa noche, como cada vez en que recibía su visita, el tiempo se detenía dentro de esas cuatro paredes.

—Nunca me decepcionas... Escorpio.

La grave voz de su acompañante nocturno le obligó a posar sus orbes azules sobre él, soltando una leve risa, cargada de veneno. —¿Por qué lo dices? Él te decepciona demasiado, por lo que veo. No me llega ni a los talones.

—No te pongas celoso, tú eres... especial. —Susurró sobre el oído del escorpión.

Escorpio desvió la mirada en cuanto el par ojos flamantes se toparon con los suyos, chasqueó la lengua y se sentó en la cama para estirar el brazo hacia su caja de cigarrillos. La oscura noche hacía pasar desapercibido el sutil rubor sobre sus mejillas. —Si en verdad lo fuera, no volverías ahí.

—Sabes que-... —las palabras quedaron atrapadas entre los labios de ambos, en un beso demandante que terminó cuando la falta de oxígeno se hizo presente. El de ojos rubí soltó un gruñido entonces, relamiéndose los labios con sabor a nicotina. —Infantil.

—Lo dice quien se pasa la vida jugando a la familia perfecta. —el escorpión dio otra calada a su cigarro, para luego aplastar la colilla contra el cenicero de la mesita de luz, botando el humo hacia un lado. —Ambos son iguales, les encanta mantener la farsa.

—¿Qué tiene de malo desear ser alguien normal de vez en cuando? —el carnero blanqueó los ojos, suspirando pesado por el rumbo de la conversación. Él, a diferencia de muchos, haría lo que fuera para que su hermano pudiera vivir una vida normal, algo tan simple como llegar a la vejez.

—Claro, si una vida con lagunas mentales es bastante normal para ti... se podría decir que sí. —rio sarcástico, para él ese pacto de hace tanto tiempo fue una completa injusticia.

—Intentamos protegerlos del destino que nos espera a todos. —se cruzó de brazos, recostándose contra el respaldo de la cama, comenzaba a cansarse de esa pelea sin fin, después de todo, no tenía el poder sobre esa decisión.

—Estoy harto de esa mentira, sabes que ellos vendrán a terminar tú sueño de encanto y-... —la voz se le cortó por ese par de labios que se apoderaron de los suyos y no dudo en corresponder, sintiendo como el peso del contrario se situaba sobre su cuerpo mientras lo rodeaba con sus brazos sujetando su cintura, sacándole escalofríos en todo el cuerpo. —Aries idiota...

—Y mientras tanto me voy a divertir contigo hasta que te creas nuestra maravillosa mentira.


Continuará...

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