XXXVIII: Sanadora
El pelirrojo se movía de un lado a otro con nerviosismo bajo la mirada de su hermano gemelo.
—Fred —llamo George dejando la pluma a un lado al terminar de escuchar la brillante mariposa que desapareció ante sus ojos—...lo mejor es que vayas al ministerio, pudo ser algo grave.
—Sí, si —atino a responder quitándose la túnica purpura que era parte del uniforme de Sortilegios Weasley —, iré de inmediato, no es normal que Anir se haya desmayado.
Recordó las palabras del patronus de la sanadora del ministerio y el corazón comenzó a latirle con intensidad:
«Señor Black-Weasley, es necesario que se presente en la enfermería del ministerio británico, ya que su esposa: Zibelth Anirak Black-Weasley ha sufrido un desmayo»
Fred se despidió de George para salir corriendo y hacer una aparición que lo dejara frente al edificio donde trabajaba su esposa, el guardia lo reconoció de inmediato ya que no era la primera vez que iba y lo dejo pasar.
Camino por los pasillos, algunos funcionarios lo saludaban, él apenas y prestaba atención ya que en lo único que podía pensar era en su esposa. Hace dos semanas que habían regresado de la luna de miel y Anirak parecía estar bien por lo que le extrañaba que se desmayara.
Quería creer que no era nada grave, ya que casi nunca se enfermaba al menos que hubiera comido nueces, un escalofrió le recorrió la columna vertebral al pensar en eso, ya que su alergia era demasiado severa, pero trataba de animarse sabiendo que la azabache era demasiado quisquillosa para la comida, ya que solía ser una mujer que varias cosas no le gustaba o que no comía cosas que no fueran preparas ya fuera por ella misma, por él o por Laetitia o Sirius Black, algunas veces comía en la Madriguera, pero de ahí en fuera era extremadamente raro que lo hiciera.
Se detuvo frente a la puerta y llamo con insistencia golpeándola una y otra vez, hasta que una mujer mayor la abrió.
—Buenas tardes —se notaba el nerviosismo en su voz y en el pie derecho que golpeaba de forma seguida contra el piso provocando un ruido constante —...soy Fred Black-Weasley...me avisaron que mi esposa se desmayó hace unos minutos....
La sanadora sonrió con suavidad y asintió.
—Por favor, pase, estaba hablando con la señora Black-Weasley.
Ella se hizo a un lado, Fred entro tras decir con permiso para tomarse con Anirak sentada frente a el escritorio, estaba un poco pálida, pero tenía una sonrisa extraña en el rostro y parecía una niña emocionada, como si acabara de recibir una noticia demasiado buena.
—¿Muñeca?
Llamó al verla, ella al escucharlo volteo y se puso de pie para abrazarlo.
—Perdón ¿te asuste?
—¿Estas bien?
Anirak rodeaba su torso con los brazos, el pelirrojo el tomo de manera cariñosa de la mandíbula para analizar el rostro de su esposa como si buscara cualquier rastro de estar herida.
—Solo fue un pequeño desmayo —no borraba la sonrisa y oculto el rostro contra su pecho—, estoy bien, amor.
Fred la abrazo sintiéndose más tranquilo, le beso la coronilla de la cabeza disfrutando del aroma a frambuesa mezclado con frutos rojos que tanto la caracterizaba, la medimago se aclaró la garganta llamando la atención del joven matrimonio.
Ellos se separaron para sentarse frente a la sanadora, Fred entrelazo los dedos con los de su esposa para ver a la mujer mayor.
—¿Qué tiene mi esposa?
Inquirió con curiosidad esperando una explicación, la sanadora y Anirak intercambiaron una mirada por unos segundos.
—La señora Black-Weasley se encuentra bien...solo presenta una pequeña anemia lo que causo que se desmayara —escribió algunas cosas en un viejo pergamino—, tendrá que mejorar su alimentación comiendo más cosas saludables, tomando agua y teniendo un mayor descanso, ya hice el justifica cante indicando que deberá acortar sus horas y también debe de tomar algunas vitaminas —Fred asintió escuchando cada palabra de la mujer mayor —...le escribiré la receta y por ahora sería bueno que se tome la tarde libre.
—Sí, está bien, yo me encargare de que siga con todas sus indicaciones.
—Estoy bien, amor.
Anirak lo vio de manera cariñosa para besarle la mejilla, podía darse cuenta del rostro asustado de Fred que emanaba preocupación.
El pelirrojo apretó su mano tratando de tranquilizarse porque empezaría a estresarse y su esposa se daría cuenta, y lo que menos quería era preocuparla.
[...]
Anirak termino de lavarse el rostro para verse en el espejo y no pudo evitar sonreír, a pesar de todo se sentía demasiado feliz, desde la luna de miel que comenzó a sospecharlo pero, ahora ya confirmado era imposible no hacer caso, quería decírselo a Fred lo antes posible, pero decidió esperar el momento correcto, ya que era diciembre y ese mes era demasiado estresante para los gemelos pelirrojos, pues las ventas en Sortilegios Weasley aumentaban exponencialmente y lo que menos deseaba era causarle más cosas en que pensar.
Se dejó el cabello suelto y salió del sanitario, vio a la cama y se encontró a su esposo completamente dormido acostado bocabajo y solo en bóxer, se mordió el labio inferior recorriéndole el masculino cuerpo con los ojos, estaba completamente relajado y podía distinguir varios rasguños en su espalda, tal vez la noche pasada si se había pasado con las marcas.
Entro en la cama acomodándose en su lugar, se detuvo por unos minutos acariciándole el cabello para murmurarle al oído
—: Te amamos mucho, Freddie.
Y por inocencia dirigió la mano a su vientre que aún se encontraba plano para acariciarlo y sonreír sabiendo que dentro de unos meses tendría a sus dos hijos en brazos.
¿Cómo se tomaría la noticia su esposo?
Llevaban tan solo un mes casados...trago saliva recordando las veces que el pelirrojo le dijo que le gustaría disfrutar de su vida de casados sin hijos, y toda su emoción desapareció en cuestión de segundos...
¿y si Fred le pedía terminar con el embarazo?
Ella no quería eso, tan solo pasaron unas horas de saber que estaba embarazada y ya sentía un inmenso cariño por esos dos pequeños bebes —porque si, en el momento que ella supo que estaba embarazada se dio cuenta que ya deseaba ser mamá y pasaron de ser fetos a convertirse en bebes, sus bebes—, que no permitiría que nada los dañara.
Observo el rostro de su esposo, las brillantes pestañas descansaban con gracia sobre los pómulos y tenía una expresión relajada.
Anirak lo único que pedía es que él los quisiera tanto como ella lo hacía.
[...]
Fred se removió al sentir los húmedos besos recorriéndole el cuello, disfrutaba de la sensación y ya no sabía si seguía soñando.
—mmm...muñeca.
Murmuro abriendo los ojos con pesadez al ver a su esposa sobre él, tenía las piernas alrededor de su cadera y mordía la sensible piel de su cuello dejando marcas que serían más notables el día de mañana.
—Fred —murmuro con voz ronca moviendo su entre pierna sobre él, el Weasley soltó un jadeo al sentir como la calidez y la humedad de su esposa golpeaba su miembro—...tengo muchas ganas....
—Pervertida —sonrió llevando las manos a los pálidos hombros para bajar los tirantes de la fina blusa de seda que usaba de pijama —... ¿Tuviste un sueño erótico o porqué estas tan urgida, Anir?
Cuestiono deslizando la blusa por los brazos de la azabache para dejarla envolviendo su cintura, sus ojos se perdieron en los grandes senos desnudos frente a él y sin esperar demasiado guio los labios para comenzar a besarlos y succionar la piel formando pequeñas marcas rojas.
—Fred...
Jadeo echando la cabeza hacia atrás cuando atrapo su pezón entre los labios para morderlo y chuparlo hasta dejarlo erecto y seguir el mismo proceso con el otro, pasaba las manos entre el centelleante cabello jalándolo con suavidad y empujándolo más hacia ella, las agiles manos del varón vagaron hasta su short obligándola a alzarse y deshacerse de él, ambos se encontraban semi desnudos, se podía sentir la tensión y calor en la habitación.
Fred la acostó en la cama para ponerse sobre ella, se detuvo con una mano en la cabecera de la cama y tomó la varita para lanzar dos hechizos no verbales, Anirak se mordió el labio inferior ante eso, siempre le había resultado demasiado sexy cuando el pelirrojo hacia eso, los músculos de su brazo se contraían mientras movía la varita.
—No queremos que George escuche como te follo por cuarta vez en el día ¿o si, muñeca?
Paso la punta de la varita entre sus labios bajándola lentamente recorriendo desde la piel de su barbilla hasta en medio de sus pechos, la azabache soltaba suaves jadeos con las mejillas completamente rojas, Fred sonrió ante la imagen frente a el: su esposa con el largo cabello revuelto sobre la cama, las pupilas dilatas y una expresión de deseo con el torso completamente descubierto.
Se inclinó para atrapar sus labios en un hambriento beso, lanzo la varita lejos sin importarle donde caía para llevar la mano a la entre pierna aun cubierta por la pequeña braga de encaje y pasar los dedos de manera lenta disfrutando de lo mojada que estaba la tela.
Los largos dedos trazaban círculos invisibles y lentos sin dejar de besarla de la misma manera, sus lenguas se movían con agilidad resultando en un beso pasional y húmedo, ambas pieles se rozaban y se encontraban igual de calientes debido a la gran excitación que sentían. El miembro viril de Fred se encontraba completamente erecto solo esperando el momento por penetrarla y disfrutar de sus cálidas paredes vaginales, que siempre sabían cómo envolverlo.
Bajo las bragas para quitarlas, una vez que su núcleo estaba expuesto a él trazo un camino de besos recorriéndole el vientre y bajando lentamente hasta su entre pierna para dar inicio a una caliente sesión de lamidas sobre los pliegues vaginales gozando de cada gota de sabor que tan loco lo volvía, amaba cada parte de ella y todo lo que le brindaba, su libido aumentaba al escuchar los gemidos y maldiciones de su esposa pidiendo por más, así que aumento sus movimientos atrapando el pequeño y palpitante botón de carne entre sus labios para succionarlo con fuerza y cuidado de no lastimarla.
Anirak se sentía en el paraíso, la ágil lengua de Fred le provocaba un gran placer y estaba tan sensible debido a las hormonas que todo era mejor, estaba segura que con un poco más tendría un orgasmo. Un fuerte gemido escapo de su garganta cuando la gran mano de su esposo amaso uno de sus pechos y los largos dedos se abrieron paso dentro de su núcleo para comenzar a moverlos de forma circular y empujar hasta llegar a su punto G donde daba suaves golpecitos, las piernas se le tensaron hasta las puntas de los pies y solo podía jalar la mata de cabello brillante.
A Fred no le importaba morir asfixiado siempre y cuando lo hiciera en medio de las piernas de su esposa, amaba estar ahí disfrutando de sus fluidos y lo mejor era en esos momentos, cuando el orgasmo la golpeo liberando su dulce sabor sobre la boca, trago todo lo que pudo para seguir lamiendo y alejarse dejando una hilaza de salvia y fluidos vaginales adornándole la barbilla, alzo el rostro para ver a su esposa que tenía una encantadora expresión de satisfacción.
Se paró sobre sus rodillas viendo subir y bajar el pecho de la azabache, le acaricio la mejilla por unos segundos.
—Me encantas, Anirak —bajo la mano al cuello donde puso un poco de presión sin llegar a lastimarla — ¿Quieres que te coja? —ella asintió respirando con un poco de dificultad —, pídemelo...
—Fred —murmuro con un hilo de voz, sentía la erección de Fred rozarle el muslo derecho y su deseo se volvía más grande, necesitaba que la penetrara llenándola con su tamaño —...por favor, amor...te necesito...quiero sentirte.
Fred cerro los ojos durante unos segundos disfrutando del tono de voz que usaba en esos momentos, le gustaba cuando le pedía que lo hiciera porque sabía que lo deseaba tanto como él a ella.
Abrió los ojos que estaban completamente oscuros por la lujuria que sentía, soltó el cuello de Anirak para guiar sus manos hasta el bóxer y bajarlo de manera rápida liberando su erección.
Acaricio los muslos de sus esposas bajando lentamente, gozando de la suavidad de su piel hasta tomarla de los tobillos y ponerlas sobre sus hombros, amaba que fuera tan ágil como para llegar a esa posición.
Coloco la erección contra su entrada para empujar y en un movimiento entrar por completo, la Black gimió con fuerza su nombre.
Las embestidas eran duras y profundas, lo único que se podía escuchar eran los gemidos y las pieles chocar, algunas sucias palabras escapaban de las bocas de ambos y ninguno tenía la intensión de detenerse hasta estar completamente satisfechos sin importarles que mañana tendrían que trabajar...
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