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XXXII: Petrificado


Fred le lanzaba malas miradas a la azabache y a Molly Weasley que le explicaba los horarios de su medicina a la menor la cual solo asentía con una pequeña sonrisa.

El pelirrojo quería levantarse de esa estúpida cama, pero...

¡Oh, Sorpresa!

Molly Anirak lo petrificaron para que se quedara quieto, y es que una vez que fue dado de alta en San Mungo regreso a casa de sus padres para tener una pronta recuperación, y para su mala suerte el sanador le indico que debería guardar reposo absoluto, algo que él no podía hacer tan fácil, le gustaba estar de pie, experimentando con George o coqueteándole a Anir brindándole unas cuantas caricias subidas de tono.

—Entonces solo le toca tomar esa poción a las seis de la tarde —explico la matriarca Weasley —, solo iré con Arthur por las cosas de la cena, espero que no tardemos mucho...

—No te preocupes —inquirió la Black con una pequeña sonrisa —, yo lo cuido, aparte ahora que esta petrificado dudo mucho que cause problemas.

Molly soltó una suave risa ante el comentario de la ojigris, todo mundo estaba ocupado en esos momentos: Harry, Ron, Hermione y Ginny estaban ayudando a George para limpiar y ordenas todo lo referente a Sortilegios Weasley, ya que quería hacer un inventario para ver que faltaría, Fred y George planeaban reinaugurar la tienda una vez que el gemelo mayor se hubiera recuperado o tan siquiera pudiera salir de la cama; por otro lado Fleur y Bill seguían en Francia con los padres de la veela, y Charlie tuvo que regresar a Rumania para continuar con el estudio de dragones.

—Muchas gracias, querida —a pesar de que a Molly no le agrada mucho la idea dejar a la pareja sola no le quedaba de otra ya que necesitaba surtir la despensa y Arthur solo no podría —, si tienen hambre, en la cocina hay un poco de fruta y torta de melaza.

—Tomare un poco de fruta para Fred, no creo que sea bueno que tome la poción sin comer algo antes.

—Claro, toma lo que gustes —se acercó a su hijo que estaba completamente quieto sobre la cama y tenía una mirada de enojo —, lo siento, cielo, pero es lo mejor.

Beso la frente del chico en la cama para despedirse por última vez y salir de ahí.

—Bueno, Freddie, ya que estas petrificado —Anirak paso sus delgados y pálidos dedos entre el centelleante cabello de su novio para agregar con una sonrisa burlona —: tomare una ducha para cambiarme el uniforme —vio como la mirada del pelirrojo brillaba con intensidad —, y no, no voy a despetrificarte para que me acompañes.

Fred bufo para sus adentros, observando como ella sacaba ropa limpia de su pequeño bolso y tomaba la toalla que pertenecía al chico para guiñarle el ojo y salir de la habitación dejándolo completamente solo.

El Weasley maldecía mentalmente, si tan solo no estuviera petrificado ya habría ido tras ella para aprovechar que tenían la madriguera para ellos solos.







[...]







La azabache termino de vestirse para bajar a la cocina mientras se secaba el cabello, eran la cinco y media así que cortaría la fruta para Fred y le daría la poción, deseaba que el pelirrojo ya estuviera bien por completo, extrañaba jugar con él o salir a recorrer el gran jardín de la madriguera escuchando todas las historias de la infancia de su novio.

Pero, a pesar de eso estaba demasiado feliz, su amado pelirrojo estaba de nuevo a su lado sin ningún obstáculo más, la guerra mágica por fin llego a su fin y eso significaba que podrían tener una relación normal, sin temer a morir en cualquier momento por culpa de un mago tenebroso, ya no existía ninguna tía loca que la quisiera matar... un poco de paz y tranquilidad en la vida de ambos.

Anirak termino de picar la sandía y manzanas para colocarla en un plato, tomo un tenedor para salir de la cocina con las cosas y subir tarareando una canción muggle, definitivamente, cuando Fred fuera dado de alta de todo tratamiento lo llevaría con ella al mundo muggle para ir a un concierto en algún bar, como en su primera cita.

Soltó un suspiro soñador al darse cuenta todo lo que habían pasado desde ese entonces, nunca imagino que terminaría tan enamorada ese chico que la salvo de una maldición imperdonable en el mundial de Quidditch de mil novecientos noventa y cuatro, al parecer fuera cual fuera las decisiones que tomaran siempre terminaban en el mismo lugar: juntos, era como si la vida los hubiera hecho para estar juntos, amándose y demostrando que aunque el mundo pareciera caerse a pedazos siempre existiría un mínimo momento para demostrarse lo mucho que se amaban.

Dejo la toalla en la pecera de la cama y el plato de fruta en el escritorio, Fred seguía con la misma mala mirada así que tomo la varita para lanzar el contra hechizo.

El más alto soltó un suspiro, ella se acercó para ayudarlo a sentarse en la cama.

—Fuiste demasiado grosera conmigo —se quejó frunciendo el ceño —... ¡Me petrificaste!

—No te quedabas quieto —resoplo acomodando una almohada tras su espalda —, el sanador indico claramente que tenías que estar en completo reposo, no caminando por todos lados de la casa y nalgueándome.

—Tu culo fue el culpable —la vio de arriba abajo con la mirada llena de oscuridad —, no puedes usar esos pantalones ajustado o una pequeña falda como la que traes puesta y esperar que no haga nada —estiro la mano tratando de tocar el trasero de su novia, pero ella se alejó — ¡Oye!

—Cerdo pervertido —comento con una sonrisa pervertida sentándose a su lado con el plato y el frasco de poción —, te daré fruta para que después tomes la poción...

—Preferiría comer otra cosa —Anirak entendió el doble sentido en sus palabras y ese aire coqueto que lo caracterizaba —... ¿sabes? Extraño tocarte...desde antes de la batalla que no lo hacemos...

—Y no lo vamos a hacer hasta que te recuperes —tomo el cubierto para picar un pedazo de sandía y llevarla a la boca de Fred —, abre, cariño.

Como si de un niño pequeño se tratara, el Weasley de inmediato le hizo caso dejando que ella lo alimentara y lo mimara en el transcurso, no lo negaría, amaba cuando Anirak Black lo cuidaba, era tan dulce y cariñosa que nunca se cansaría.

—Quiero hacerlo —murmuro con un poco de comida en la boca —, te extraño, lo solíamos hacer del diario.

—Casi te quedas cojo, no voy a arriesgarte —no pudo evitar soltar una suave risa al ver el rostro molesto de Fred —, pareces un niño pequeño apunto de hacer berrinche, aparte, no tenemos condones.

Dejo el plato de lado para abrir el frasco con cuidado.

—¿Quién dice que no tenemos? —enarco la ceja con una sonrisa ladeada.

Anirak guio la poción a su boca y con un poco de ayuda de él hizo que la bebiera por completo.

Fred no pudo evitar hacer una mueca de asco al sentir el amargo sabor del líquido azul brillante, el aroma y el sabor eran asquerosos.

—No vamos a tomar lo que estén en la habitación de Bill—tomó el plato, cubierto y frasco para ponerlos en el escritorio —, ¿Quieres ponerte algo más fresco o estas bien con eso?

Señalo la ropa que usaba: un pantalón de chándal negro y una sudadera del mismo color.

—¿Me puedes ayudar a quitarme la sudadera? Tengo un poco de calor.

Ella asintió para ir con él y arrodillarse en el espacio que quedaba en medio de sus piernas, tomo la orilla de la sudadera cuando Fred alzo lo brazos, Anirak recorrió el torso para sacarle la prenda de ropa dejándolo en una musculosa blanca.

—¿Mejor?

Fred sonrió para llevar las manos a la cintura de la Black y jalarla hacia él para estrellar sus labios contra los de ella en un beso tosco y torpe.

Estuvieron besándose con necesidad durante varios segundos, se demostraba lo mucho que se amaban y extrañaban.

Fred y Anirak eran como dos imanes, la atracción era evidente e imposible de evitar, la venadas y grandes manos del pelirrojo palparon el carnoso trasero para bajar y pasar las yemas de los dedos sobre los muslos desnudos de la Black, la cual se estremeció al sentir lo frio que estaba.

—Fred —murmuro entre besos —...no lo vamos a hacer...

Con dificultad rompió el beso sintiendo como le jalaba la braga de encaje y pasaba los dedos encima de ella acariciando su intimidad de forma suave.

—Estás mojada —formaba círculos invisibles en medio de la braga disfrutando sentir como los fluidos mojaban la tela de encaje —...también lo deseas, Anir, tanto como yo...

La aterciopelada y ronca voz del pelirrojo provoco que la azabache cerrara los ojos, era demasiado, ese tono y su toque la volvían loca.

—No puedes hacer movimientos bruscos.

Recordó las palabras del sanador, quería impedirlo, pero también quería hacer el amor con Fred, lo deseaba demasiado, él era su debilidad, él que siempre la hacía caer en el deseo y la lujuria con tan poco.

—No lo haremos de forma brusca —musitó contra la piel del pálido cuello que besaba de manera húmeda, al ver que no ponía resistencia, movió la tela de la braga para tocar los labios vaginales, su sonrisa se hizo más grande, amaba saber que estaba de esa forma por él —, solo será un poco, tal vez solo la punta...vamos, Anir, sabes que lo deseas, estas empapada.

Un gemido audible escapo de los carnosos y rojizos labios de Anirak, Fred atrapo su clítoris para moverlo de arriba abajo y hacer un poco de presión, con la mano libre alzo la playera que usaba acariciándole la piel del estómago, amaba acariciarla de esa manera, siempre era tan suave, todo en ella le encantaba, era simplemente perfecta.

—Freddie...

Jadeo cuando el introdujo uno de sus largo dedos sin descuidar el pequeño botón de carne, la erección del pelirrojo era demasiado notable y dolorosa, estaba muriendo por estar dentro de ella, disfrutar de su humedad y de cómo sus paredes vaginales lo envolvían y apretaban, la sensación era simplemente maravillosa.

—Anir —murmuro en contra de su pequeña oreja, la respiración de Fred solo logro despertar más la libido de la azabache —...necesito estar dentro tuyo —mordió la punta de su oreja —, quiero sentirte, por favor... tengo condones en el baúl que George me trajo...

—Lo haremos despacio —él asintió viendo cómo se levantaba para quitarse las bragas, Fred con cuidado se logró bajar el pantalón y bóxer dejando libre su erección que estaba demasiado dura y la punta roja mientras pequeñas gotas de líquido pre-seminal recorrían su longitud.

La azabache fue al viejo baúl y encontró los condones debajo de la ropa interior del pelirrojo, Fred disfrutaba viendo cómo se inclinaba un poco para buscar las cosas, sin poder evitarlo llevo la mano a su erección para masturbarse sin apartar la mirada de su novia.

Anirak fue con él, tomo la varita y lanzo dos hechizos a la puerta para que no los interrumpieran, ambos se miraron a los ojos, Fred no dejaba de auto acariciarse se despegar la mirada de ella. Se podía notar la tensión y el morbo delante de ambos.

La azabache abrió el pequeño sobre plateado ante Fred para sacar el condón, el pelirrojo dejo de masturbarse para dejar que ella lo colocara con demasiada facilidad.

—Ven, aquí.

La tomó de la cintura para guiarla a su erección, Anirak sostuvo el miembro del pelirrojo y los dos gimieron con fuerza al sentirse uno solo, Fred se sentía en la gloria al estar dentro de ella, la calidez lo envolvía y sus apretadas paredes vaginales abrigaban su pene. Ella se sostuvo de sus hombros para moverse de manera lenta y circular, busco sus labios y se unieron en un beso apasionado, acallando los gemido y gruñidos de placer.

Los movimientos y la velocidad fueron lentos, disfrutando de cada momento, Fred recorría la silueta de su novia metiendo las manos bajo la playera y el sostén para acariciarle los pechos y jugar con los pezones mientras le besaba el cuello, ella se concentraba en moverse para brindarle el mayor placer que pudiera.

—Te amo, muñeca —murmuro con voz ronca contra su piel —, no sabes cuánto me encantas.

—Te amo mucho más —respondió con voz jadeante —...no me imagino una vida sin ti.

—Nunca me dejes, preciosa.

Pidió Fred viéndola a los ojos, porque de algo estaba seguro:

En sus planes estaba nunca separarse de Anirak Black, y lo que más deseaba en el mundo era que ella tampoco lo dejaba, no se imaginaba un mundo sin su azabache.
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