XXXI: Después de la batalla.
Observó el viejo castillo que estaba demasiado maltratado, pero poco a poco recuperaba su forma con ayuda de estudiantes, ex alumnos y más magos que ofrecieron a restaurar Hogwarts.
La azabache soltó un suspiro para cruzar el enorme jardín e ir a la puerta principal, escuchaba sus botas chocar contra los charcos de agua formados en el suelo, el aroma a petricor y bosque inundaban sus fosas nasales llegándola a relajar durante algunos minutos, se acomodó bien la chamarra del uniforme de Auror para abrazarse a sí misma y brindarse un poco de calor ya que la mañana era demasiado fría.
Se limpió los zapatos para entrar y saludar a unos alumnos que estaban acomodando el gran comedor, varios de ellos les habían pedido que los recibiera como aprendices el próximo año, pero Anirak aún no estaba segura, no creía ser un buen ejemplo y no cumplir las expectativas que tenían, todo mundo esperaba más de ella por ser la heredera Black, nieta de Nicolas Flamel y aprendiz de Albus Dumbledore sin contar que su madre era una de las mejores aurores de Francia, algunas veces sentía tener mucho peso sobre los hombros y no deseaba decepcionar a nadie.
—Pie de limón.
Murmuro la contraseña para que la estatua subiera dejando ver las escaleras que guiaban a la oficina del director, o mejor dicho Directora: Minerva McGonagall.
Dos meses... dos meses desde que la segunda guerra mágica llego a su fin, dos meses desde que el niño que vivió triunfo y venció a la muerte para destruir a Voldemort por completo dejando varias muertes por detrás, era un precio muy grande que se tuvo que pagar para volver a recuperar la paz del mundo mágico.
Toco la puerta tres veces cuando escucho la voz de la profesora McGonagall.
—Buenas tardes.
Saludo entrando y cerrando tras ella.
—Buenas tardes, Black —le dirigió una cálida sonrisa para señalar la silla vacía frente al escritorio —...toma asiento, querida.
—Gracias.
Hizo caso aun sin comprender para que la mandaría a llamar en ese día, se supone que a las nueve de la noche se realizaría la ceremonia para nombrar al nuevo ministro y directora.
—¿Cómo estás? ¿Cómo ha estado toda tu familia?
—Yo...bien, mis heridas fueron leves así que ya casi son inexistentes —explico observando a la mujer mayor que sacaba un viejo cofre de madera adornado con brillantes zafiros azules —...Mamá y papá se encuentra bien, Regulus aún tiene la fractura en el brazo, pero ya está mejor dentro de poco le quitaran el cabestrillo... ¿Y usted cómo ha estado?
—Muy bien, logre tener una sanación estupenda —le extendió el cofre, era algo pequeño —, como sabrás Dumbledore repartió algunos de sus bienes a Harry, Hermione y Ron, pero este me pidió especialmente que te lo entregara a ti, que no permitiera que nadie del ministerio lo tomara.
—¿Por qué? — lo analizo de principio a fin recibió la llave de parte de la directora — ¿Qué se supone que guarda?
—El viejo pergamino que te dejo dirá cuando abrirlo —agregó al ver como Anirak estaba por introducir la llave —, cuídalo bien, Albus dijo que era algo demasiado importante y solo tuyo —se encogió de hombros —, no se mucho, sabes que siempre decía las cosas a media.
La Black soltó una suave risa al recordar al anciano que varias veces la dejo con curiosidad, pero, gracias a ello se esforzó por encontrar las respuestas a sus interrogativas.
—Gracias, profesora McGonagall.
—De nada, querida, supongo que te veré en la ceremonia ¿no? —Anir asintió —, si pasas cerca del bosque —le extendió una vieja regadera de planta, el metal parecía estar oxidado — ¿Podrías entregársela a Hagrid? La dejo aquí ayer y me imagino que la necesitara.
—Claro, yo se la entrego.
Anirak guardo el cofre de manera rápida en el pequeño bolso con el hechizo de expansión indetectable que siempre la acompañaba para ponerse de pie y tomar la regadera.
Se despidió de manera educada para tomar la regadera y salir del despacho.
[...]
—Muchas gracias —el semi gigante acepto la regadera —...la olvide anoche, me ahorraste la caminata hasta el jardín.
—No hay de qué —le sonrió terminando el té frente a ella mientras observaba las grandes calabazas que Hagrid cortaba —...maduraron muy rápido.
—Me sorprendió mucho que se salvaran de ser destruidas en la guerra, pensé que no quedaría nada —aró la tierra con un extraño utensilio que la Black no conocía para arrancar la calabaza desde la raíz — ¿Cómo sigue?
—Algo cansado, pero al menos ya se levanta —tenía las mejillas rojas gracias al calor que la bebida caliente le brindo—, curamos todas sus heridas y empieza a caminar por toda la casa Black, a veces papá se enoja con él porque defeca en el salón.
—Espero ir a verlo pronto, tal vez le lleve algún bocadillo que le alegre el día.
—Lo pondrías muy feliz con eso —al escuchar algunos cascos chocar contra el suelo dirigió la mirada al bosque prohibido —... ¿Qué hacen?
Hagrid dejo de arar la tierra para caminar al bosque viendo a los centauros correr.
—Son sus vigilancias nocturnas, han declaro el bosque prohibido como propiedad de los centauros — explico el semi gigante adentrándose seguido de la menor—...tengo que vigilar que no perturben a los thestrals, una pareja acaba de tener un lindo bebé, pero es demasiado asustadizo y temo que lo perturben.
Anirak escuchaba lo que decía para ver todo a su alrededor, el sol ya había ocultado dejando ver un cielo completamente estrellado, dejo de escuchar a Hagrid para distraerse con unos quejidos que parecían humanos.
Sus pasos la guiaron hasta detenerse en un sendero donde la luz de la luna iluminaba al centauro de cabello negro con aspecto salvaje, parecía demasiado adolorido tratando de verse la pata trasera sin éxito.
La azabache se detuvo junto a un árbol conocía que los centauros no eran fáciles de tratar y tenían cierto odio hacia los magos.
Él al sentirse observado se volteo de manera brusca para toparse con unos brillantes ojos grises llenos de curiosidad, la vio de arriba abajo al reconocer los rasgos que caracterizaban tanto a la familia Black.
—¿Qué hace una Black aquí? No son lugares para una niña.
—¿Cómo sabes que soy una Black?
Por el contrario de las demás personas que se colaban al bosque oscuro, a Bane le extraño que esa menuda chica no retrocedería ante el tono tosco que utilizo para hablarle.
—He visto a generaciones de tu familia —escupió con odio—, las facciones te delatan... ¿qué haces aquí...?
—Anirak, mi nombre es Anirak —Bane no respondió ante lo que dijo—, y supongo que tú no me dirás tu nombre —se acercó unos pasos más ante la mirada oscura del centauro —... ¿qué te paso?
Señalo la pata que tenía levantada.
—¿Te importa?
Bane siempre se malhumoraba con facilidad ante los humanos.
—Por algo pregunte —la poca paciencia de Black se hacía presente, el solo bufo dispuesto a caminar —, no creo que puedas alcanzar a los demás lastimado...si quieres puedo revisar lo que tiene atorado...
—¿Por qué confiaría en ti?
Anirak bufó, ofrecía su ayuda y ese centauro empezaba con sus tonterías, ni que lo fuera a tacar.
—Bueno...si no quieres quédate todo herido.
—Hazlo rápido.
Ordenó, algo que le sorprendía era que esa chica al contrario de todos los miembros de la familia Black que alguna vez entraron, tenía una nube blanca encima de ella, que significaba que tendría un buen futuro y su alma era pura, algo extraño de ver en una joven bruja que estuvo en medio de una guerra, siempre de una u otra manera las almas se corrompían.
Anirak se acercó para ponerse en canclillas a la altura de la pata y revisarla, con ayuda de un lumos pudo alcanzar a distinguir algo que parecía una piedra.
—Tal vez duela, no me patees.
Advirtió, y con la mano libre tomo la punta de esa pequeña piedra, empleo demasiada fuerza, pero logro quitarla cayendo de bruces en el suelo.
El alivio recorrió al centauro que por fin pudo caminar bien para darse la vuelta y ver a la menor en el suelo.
—Supongo que gracias...
Murmuro con molestia.
—Supongo que de nada —se levantó sin soltar la piedra —...supongo que sanara la herida que te quedo causada por la piedra que tenías.
Él notaba la tristeza marcada en el rostro de la chica, a pesar de tener ese brillo en los ojos que tanto caracterizaba a las personas con esperanzas una sombra la oscurecía indicando que pensaba en rendirse.
—Deja de estar triste —masculló Bane usando un tono de voz más tranquilo y alzo la mirada para ver a las estrellas —, el destino, su destino fue cambiado por ti hace mucho tiempo, algo que debería de ser imposible...si te sirve de algo, despertara.
—¿De qué hablas?
—Nos veremos, Black.
Fue lo único que dijo para trotar dejando sola a la azabache que soltó un suspiro dejándola con la curiosidad.
Bajo la mirada observando la piedra en su mano, pequeña y tan negra como el grafito, pero brillante, de inmediato la reconoció, la vio cuando Dumbledore destruyo el anillo de los Gaunt.
—La piedra de la resurrección...
Murmuró guardándola con cuidado en el bolsillo, sabía que la tenía que poner a salvo, lejos de cualquiera que intentara utilizarla para algo malo.
Tendría que volver al castillo, la ceremonia estaba por empezar, antes de caminar alzo la mirada viendo las estrellas brillar.
—Me haces tanta falta, Freddie...
Paso las manos de forma brusca limpiándose las rebeldes lagrimas que amenazaban con salir.
✷✷✷
El cuerpo le dolía demasiado y lo sentía demasiado tenso como si fuera unos engranes sin años de uso.
Recordaba que estaba platicando a lado del anciano cuando todo se llenó de una espesa neblina blanca borrando las imágenes frente a él.
Apretó los parpados asustado por abrirlos, no quería ver lo que estaba al otro lado, probablemente ahora si estaba muerto, muerto, en su corazón aun habitaba la vaga esperanza de volver a la vida, una segunda oportunidad para estar con sus seres queridos, con George y su amada Anirak...Merlín...realmente quería verla, estaba seguro que habría llorado demasiado y conociéndola se culparía.
Anirak siempre quería controlar todo, y cuando alguien o algo salía mal se culpaba a sí misma y Fred odiaba que lo hiciera.
Conto mentalmente hasta cien para abrir los ojos de manera lenta, parpadeó varios segundos cuando la brillante luz lo ofusco.
Otra vez...una habitación completamente blanca, solo que esta tenía un enorme ventanal dejando ver la oscuridad de la noche y estaba acostado sobre una camilla que era algo cómoda, si no fuera por esa horrible almohada que parecía una piedra.
No lograba entender nada de lo que sucedía en esos momentos.
¿Eso era el verdadero cielo?
¿Dónde estaba Anirak?
—¿Fred? — escuchó una voz...masculina que le resultaba demasiado familiar— ¡Fred, despertaste!
Giró la cabeza tratando de ignorar el dolor para ver a un pelirrojo idéntico a él, bueno, no tenía una oreja, pero era lo mismo.
—¿George? — varios hematomas y rasguños recorrían el rostro del gemelo menor — ¿También moriste?
No hubo una respuesta ya que George no espero más para abrazar a su hermano mayor y comenzar a llorar en contra de su hombro, Fred solo lo rodeo con los brazos en silencio, la lagrimas calientes le recorrían las mejillas, tenía a su gemelo a lado, de nuevo estaban juntos.
El silencio reinaba la habitación solo se lograban distinguir los sollozos de los dos varones y fue así durante un gran rato hasta que George se separó viendo a su gemelo, sin creer que estaba ahí, frente a él.
—¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera caído un muro encima —bromeo ganándose una risa del menor —... ¿qué pasó? ¿Estamos muertos?
—¿Qué? ¡No! Estuviste dos meses en coma, después de que el muro te cayera encima...logramos salvarte.
Fred soltó todo el aire que contenía en los pulmones al darse cuenta que estaba vivo, tenía la oportunidad de continuar con su vida.
—¿Y mamá, papá y nuestros hermanos?
—Papá y Percy en el ministerio, mamá está en casa cuidando de Harry, Ginny, Hermione y Charlie que fueron demasiado heridos, pero me imagino que irán a Hogwarts ya que se nombrara al nuevo ministro, han venido del diario y nos turnamos para estar contigo —se sentó a lado de Fred —, Bill fue a Francia durante unas semanas para acompañar a Fleur ya que sus padres querían verla...
Se sentía feliz al saber que toda su familia se encontrara a salvo, pero aún le inquietaba no ver a su azabache.
—¿Y Anirak? ¿Y los Black?
Pregunto con curiosidad.
—¿Anirak? ¿Quién es Anirak?
George enarco la ceja sin comprender de lo que hablaba.
—¿Cómo que quien es Anirak? Zibelth Anirak Black —George tenía la misma expresión en el rostro — ¡George! ¡Es mi prometida, la hija de Sirius Black y Laetitia Flamel, sobrina de Regulus, nieta de Nicolas Flamel! —paso la mano por su cara con desesperación — ¡Tu mejor amiga!
—Fred...Regulus Black tiene años muerto mucho antes que naciéramos —hizo una pausa para agregar —, Sirius murió hace dos años, en la batalla del ministerio de Magia, Bellatrix lo mato...y él nunca tuvo ninguna hija, no se de quien hablas...
El rostro de Fred estaba completamente en blanco procesando lo que su hermano decía.
¿Era posible?
¿A caso todo fue un sueño mientras estuvo en coma?
—Creo que debería de buscar a algún doctor, Fred —comento George —...no sé si estés teniendo alucinaciones por el coma.
El mayor trato de moverse al recordar el tatuaje en la cadera, ese que se había hecho con la inicial de Anirak y su constelación.
Logro destaparse para alzar la bata sin importarle no tener nada de ropa debajo y soltó un gruñido al escuchar la risa de George inundando la habitación.
—¡Eres un maldito bastardo! —gritó con molestia al darse cuenta que cayó en la broma de su gemelo — ¡Maldito imbécil, me la creí!
—Fue mi venganza porque saliste herido en la batalla, juraste que tendrías cuidado —se quejó tomando la sabana para cubrir a su hermano —...tapate que no quiero ver tus dos centímetros.
—Quisieras que midiera lo mismo que el tuyo —se sentía un poco más tranquilo al escuchar que era una broma—... ¿Entonces...ellos?
—Estas vivo porque Regulus lanzo un expulso evitando que todo el muro cayera sobre ti —relato lo que sucedió en la batalla —, eso logro darte un poco de tiempo, aparte...Zibelth uso el elixir de la piedra filosofal, tus heridas lograron cerrarse y detener la hemorragia interna, madame Pomfrey te atendió de inmediato, pero quedaste en coma —Fred escuchaba atento todo lo que decía—, todos están bien, solo salieron heridos y con fracturas pero nada grave, han venido a verte del diario, de hecho te dieron una habitación privada porque ellos la pagaron...Anirak —fue al punto que le interesaba—...se la pasa aquí, nunca se separara de ti más que para ir al trabajo, se queda en las noches y por más que pedimos que vaya a descansar o a comer prefiere quedarse esperando a que despertaras...a estado demasiado afectada, trata de no demostrarlo, pero siempre está llorando y pidiendo que despierte —las lágrimas volvieron a escapar de los ojos avellanas del gemelo mayor —...hoy tuvo que ir a Hogwarts, como será nombrado el nuevo ministro que es Kingsley ella tiene que estar ahí, se ha vuelto la mano derecha de él así que si o si tuvo que ir, no quería pero Shacklebolt la obligo.
—Ayúdame —murmuró Fred viéndolo con suplica —, quiero ir a Hogwarts a verla.
George puso los ojos en blanco para asentir, sin dudar ayudaría a su hermano en todo lo que pidiera.
[...]
La azabache aplaudió al escuchar el discurso de Kingsley Shacklebolt, el nuevo ministro del ministerio de magia británico, trataba de concentrarse, pero solo quería volver a San Mungo para ver que todo estuviera bien con Fred. Escuchaba como Shacklebolt entregaba algunas ordenes de Merlín a los que participaron en la guerra mágica y reconocía a los fallecidos en batalla presentando todos sus honores.
—y, por último, quiero reconocer a mi mano derecha —agrego Shacklebolt tomando otra medalla con lazo verde: una primera orden de Merlín —, que a pesar de su corta edad y poca experiencia demostró ser una valerosa y excelente bruja, liderando a un grupo de Aurores durante la batalla y enfrentándose sola a un duelo sin temer a Rabastan Lestrange y Augustus Rookwood llevándolos a la muerte. Y arrestando a Fenrir Greyback durante la batalla, al igual de la enorme lealtad que demostró a Hogwarts y a la Orden del Fénix, está más que claro que la señorita Zibelth Anirak Black llegara demasiado lejos —Anirak dio un paso adelante al ver al moreno acercarse y escuchar los aplausos —...Felicidades, Black, Dumbledore y Moody estarían muy orgullosos de ti.
—Gracias, señor Ministro.
—¿Desde cuándo me tienes tanto respeto?
Anirak solo sonrió de forma arrogante aceptando que le pusiera la medalla para negar.
—No te acostumbres, solo es por hoy.
Shacklebolt soltó una risa para agregar
—: ¿Algunas palabras que decir?
La Black observo a la gente que estaba ahí, sus padres, Regulus, los Weasley, Harry, varios estudiantes, los profesores de Hogwarts y demás magos que llegaron para presenciar de la ceremonia, incluso... Fred iba llegando en compañía de George que empujaba la silla de ruedas.
¡¿Fred?!
Anirak de golpe regresó la mirada a la gran puerta del comedor del castillo sin creer lo que veía.
—¿Anirak?
Inquirió Kingsley al verla tan callada, pero no hubo una respuesta pues sin importarle que la estuviera viendo bajo las pequeñas escaleras para correr al gran pasillo de manera rápida, sentía las lágrimas mojarle el rostro y el viento despeinaba el cabello, los murmullos y sus pasos eran lo único que se escuchaba. Alcanzo a distinguir un jadeo de asombro y a Molly regañando a alguien, pero nada le importaba.
Se detuvo de golpe frente a él, tenía varios golpes en la cara, el cabello despeinado y estaba en una silla de ruedas, parecía adolorido, pero estaba ahí, frente a ella, sonriéndole.
—¿Fred?
Esperaba que nada de eso fuera un sueño, que realmente estuviera ahí.
—Hola, muñeca ¿Me extrañaste?
Anirak no respondió para soltar un sollozo y acercarse para abrazarlo cosa que fue correspondida por el Weasley, el aroma a manzana-canela y pólvora la inundo, con eso supo que su Fred estaba de vuelta y la estaba abrazando con fuerza mientras le murmuraba cosas que no entendía.
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