Estaba agotado, un vuelo de casi nueve horas lo estaba matando, aunque su aspecto era realmente bueno se sentía una mierda.

No engañó a Liam.

Durante ese tiempo en el avión pensó que había exagerado las cosas, por qué no simplemente le dijo que había roto su suéter favorito jugando con Gigi, tal vez porque antes debía decirle que lo había robado, pero para decirle eso tenía que haberle dicho que amaba el aroma de ese suéter, pero antes de eso tenía que humillarse diciéndole que lo extrañaba a montones y que eran excusas porque en Miami no hacía frío, pero eso era algo que el chico no soportaba, lo amaba pero el demostrar sus emociones era realmente difícil para él. Idiota lo definía perfectamente.

Llamó a su guardaespaldas, éste llegó con la camioneta, al subirse le indicó la dirección de Liam.

Estaba ansioso, le compraría miles de suéteres a Liam, esto no se veía tan mal, el castaño lo entendería, después de todo debería de conocerlo, era muy dramático, debió acostumbrarse hace tiempo.

Le indicó a los guardias que lo dejaran pasar, era madrugada aún, sólo se aseguraría que Liam lo entendiera todo.

Se bajó de la camioneta, un gran perro lo recibió, sonrió al verlo, realmente estrañaba esto.

«¿Donde está Liam?» el perro ladró, Zayn al parecer tomó eso como una respuesta porque siguió hablando con él «¿Está dormido?»

Con las manos sudorosas dentro de su chaqueta empezó a caminar por el sendero que lo dirigía a la puerta principal, por alguna razón tenía un mal presentimiento, ¿Liam lo rechazaría? No había hecho nada malo, nada que no se pudiera arreglar, se limpió el sudor en su pantalón y tocó la puerta, después de un minuto de estar afuera en el frío nadie abrió.

Decidió llamarlo, sonó una vez, dos veces y respondió.

«¿Sí?» la voz de un chico cansado resonaba en la bocina del celular «No sé quién eres pero deberías dormir» debió suponer que si sabía quién le había llamado no respondería, la imagen de un Liam con los ojos cerrados esperando que le respondiera le llegó a la mente, sólo quería abrazar a su osito.

«Soy yo Liam ¿puedes abrirme?» con una pizca de esperanza esperaba un sí.

«¿Quién?»

«Puta madre, soy Zayn ¡abreme!»

«¡¿Zayn?!»

Pero antes de responderle a Liam la puerta había sido abierta, aunque no era precisamente Liam quien estaba ahí. Quería morir, quería hacerse chiquito y que nadie lo notara.

Mirando de arriba a abajo a la chica delante de él, terminó la llamada.