Hizo un puchero mirando el recipiente en su mano. Había pedido un café moka, en cambio, la camarera le había entregado un expreso; sin embargo, Jungkook era demasiado dulce como para reclamarle por eso, así que soltando un suspiro se puso de pie, dispuesto a marcharse a su nuevo trabajo.
Hace un par de días había conseguido un trabajo a medio tiempo como repartidor de prensa, por lo que debía levantarse bien temprano en la mañana, y entregar todo casa por casa antes de ir a la universidad.
Salió de la cafetería, escuchando el bullicio de la ciudad inundar sus oídos. Las personas pasaban por su lado apuradas para llegar a sus trabajos, o estudiantes intentando no perder el autobús. Resopló, poniéndose sus audífonos para escuchar su playlist de las mañanas, caminando de manera rápida pues ya iba un poco tarde. Tan metido en su mundo estaba, que no notó el pequeño desbalance que había en la acera, y terminó tropezando, cayendo encima de un omega que venía de frente.
Alzó los cejas por la sorpresa, apartándose de inmediato al ver el ceño fruncido del hombre junto con las feromonas molestas que despedía con intensidad. El aroma a canela con malvaviscos, este último más ligero, llegó a sus fosas nasales y casi lo hace suspirar. Ese omega de cabello negro cual ébano era tan bonito; sus ojos siendo rasgados, de un color verde olivo brillante; su nariz fina y estilizada; y sus labios, esos labios rosados y abultados que a simple vista se veían tan esponjosos y dulces.
Jungkook no creía en el amor a primera vista, pero podía jurar que su corazón latió acelerado cuando esos olivos orbes hicieron contacto con los garzos suyos.
—¡¿Eres imbécil?! —abrió los ojos exageradamente al escuchar la voz de mando del ¿omega? Frunció el ceño confundido, los omegas no tenían voz de mando.
Ladeó la cabeza mostrando su cuello en señal de sumisión, mientras su lobito daba saltitos y movía la cola, atontado por el dulce aroma del hombre frente a él.
El pelinegro fue levantado rápidamente por dos hombres vestidos de traje y con gafas oscuras, que le entregaron un pañuelo para que se limpiase un poco el traje. Todo el café que ese estúpido alfa llevaba en la mano ahora se encontraba en su costoso traje. Bufó molesto, empujando a sus guardaespaldas para que se apartaran, dando pasos lentos y decididos para acercarse a ese alfa con cabello índigo, que se mantenía sentado en el suelo, observándolo como si de un Dios se tratara.
—¿Tienes idea de cuánto cuesta este traje? —cuestionó con la mandíbula apretada—. Es un traje Louis Vuitton hecho a medida, alfa estúpido, me costó ocho mil euros. ¿Tienes cómo pagarlo?
Jungkook no podía negar que ese hombre lo había intimidado con esa mirada seria y voz demandante. El deslumbramiento que había sentido cuando lo observó se había extinguido de manera rápida. Tragó saliva audiblemente debido al nudo que comenzaba a formarse en su garganta por el nerviosismo, esos guardias detrás del supuesto omega no dejaban de mirarle con mala cara.
—Yo...lo siento mucho, n-no era mi intención —tartamudeó poniéndose de pie. Al menos ahora ya no se sentía tan pequeño, pues esa mirada que le daba el pelinegro desde arriba cuando aún estaba tirado, lo hacía sentir como un mísero insecto. Ahora él era quien miraba desde arriba, pues el contrario era un par de centímetros más bajo que él.
—¿Lo sientes? —soltó una risita sarcástica—. Págame, imbécil, son 11.488.013 si lo llevas a wons.
—Y-yo no tengo ese dinero.
Jeon Jungkook era un alfa proveniente de una familia de clase media, donde sus padres se mataban trabajando para poder pagar su universidad, siendo su único deseo ver a su hijo graduado.
—¿Qué haremos entonces? —preguntó con tono inocente, llevando una mano a su mentón de forma pensativa—. Jackson, Wonho, encárguense de él.
Ambos alfas comenzaron a acercarse de manera amenazante, apretando sus puños y con el ceño fruncido. Definitivamente ese no era su día. Le dieron el café equivocado, se le había hecho tarde para el trabajo, había chocado con alguien que parecía ser muy importante, y ahora iban a darle una paliza dos alfas enormes.
—Esperen —soltó aire visiblemente aliviado al escuchar la orden del hombre—. Mi asistente renunció ayer, y no tengo tiempo para dar entrevistas. Tú trabajarás para mí hasta que pagues lo que debes. Obviamente no recibirás salario alguno.
—Pero...la universidad, tengo que trabajar también para ayudar a mis padres —musitó con los ojos vidriosos.
—Eso no es de mi incumbencia, ¿o acaso prefieres qué mis hombres se encarguen de ti?
Miró alrededor, buscando a alguien que lo ayudara con la mirada, pero nadie se detenía a verlos; no sabía si era porque no les importaba, o por los dos matones que lo seguían observando como si quisieran asesinarlo.
—Listo entonces, comienzas mañana temprano —decidió, asintiendo al ver alfa morder su labio inferior al no tener más opción.
«Estoy jodido».
Empezando con una nueva historia por aquí. Solo estará el prólogo por ahora, pues estoy trabajando en otras historias que quiero comenzar a publicar pronto.
Aclaración: La voz de mando de Jimin la pondré en cursiva para que puedan diferenciarla de la voz normal.
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