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Capítulo 5

—¡Jungkook, por aquí!

Soltó una risita al ver el escándalo que hacía su mejor amigo para llamar su atención. Los estudiantes que circulaban por los pasillos, alfas en su mayoría, se giraron a mirarlo soltando algunas risas, acostumbrados a la actitud alborotadora y escandalosa de su castaño amigo.
Solo unos pocos betas y omegas lo miraron con mala cara y quejándose entre susurros. No era normal que ambas castas ocuparán la sesión de la tarde noche, cosa que agradecía, si era sincero. Al ser los alfas el mayor porciento del estudiantado, lograba sentirse mucho más cómodo en las clases, cosa que no sucedía en su anterior sesión.

—No te he visto mucho últimamente —su mejor amigo le dio unas palmadas en la espalda como saludo, y lo instó a caminar hacia su primera clase.

—He estado muy ocupado, con los trabajos y la universidad no he tenido mucho tiempo libre —se quejó, haciendo un puchero.

—¿Trabajos? Hasta donde tenía entendido solo tenías ese de repartidor de prensa.

—Sí, continúo trabajando ahí, aunque no todos los días. Luego de entregar todos los periódicos corro a la empresa para poder llegar temprano —el castaño lo miró con una ceja alzada y la cabeza ladeada, esperando a que le explicara mejor—. Cierto, no te lo conté.

» Pues resulta que un día que estaba apurado terminé chocando con Park Jimin, y manché su estúpido traje Louis Vuitton de ocho mil euros con mi café, así que estoy trabajando como su asistente para pagarlo.

Luego de su explicación miró al contrario, que tenía sus orbes bien abiertos y apenas y pestañeaba, preocupándose al ver que casi pasaba un minuto y él seguía así.

—¿Tae? ¿Te encuentras bien?

—¡Trabajas para el CEO de Park's Corporation! —exclamó con voz aguda—. ¡El zeta más reconocido del país, y es toda una belleza! ¡Qué maldita suerte, joder!

—Es el único zeta que hay, Taehyung —rodó los ojos al decir aquello—.  Y lo que tiene de lindo lo tiene de insoportable.

—Soy su admirador Jungkook, no vas a arruinar la imagen que tengo de él, Godmin es perfecto —articuló con gracia, dándole una palmada en la espalda para que siguieran caminando.

—Me está obligando a tomar suspreroses.

Soltó sin más, viendo a su amigo detenerse de repente para girarse a mirarlo con las cejas alzadas.

—¿Qué? Pero sabes que no puedes tomar supresores, ¿intentaste explicarle?

—¿Crees que me dejó? No tengo otra opción —se quejó, deteniéndose en la puerta del aula para decirle:— Créeme cuando te digo que no es la persona que crees. Solo deseo saldar mi deuda y no volver a verle nunca más.

Seguido de eso, sin esperar respuesta por parte del otro alfa se adentró al salón, ubicándose en el puesto de siempre. Taehyung se le unió segundos después, dándole una sonrisa de consuelo y palmeando su hombro.

[...]

Las clases ese día se le hicieron eternas. Eran más de las diez cuando salieron de la universidad, y una gran tormenta poco a poco se desataba en el firmamento nocturno, con las nubes grises tapando las estrellas y la Luna.
Se lamentó por no haber cogido una sombrilla esa tarde, cuando ya había escuchado en el parte del clima que habría un posible chubasco. Miró a su amigo, el cual estaba en iguales condiciones. Por suerte, la hermana de este accedió a buscarlos. La Kim mayor era una beta hermosa de largos cabellos castaños, y muy amable, que nunca dudaba cuando de su hermano menor se trataba.

El ruido de la lluvia al caer en el suelo era lo único que se escuchaba, ni Tae ni él habían mencionado una palabra, sintiéndose cómodos con el silencio y el aroma a petricor que había en el ambiente. No obstante, pronto esa comodidad se vio interrumpida por el sonido de un teléfono, más específicamente el de Jungkook.

Observó con el ceño fruncido el número desconocido, ignorando la llamada al no saber de quién se trataba. Sin embargo, volvieron a insistir, así que esta vez si decidió contestar.

—¿Diga?

—Disculpe, ¿es usted amigo de Park Jimin? —preguntó una voz desconocida.

—Ummh... soy su asistente —respondió dudoso—. ¿Quién eres?

—Soy amigo de Jimin, salimos con otros chicos a tomar unos tragos... y bueno, él se pasó un poco de copas y ahora está muy borracho —explicó, y solo ahí fue que notó la música de fondo—. ¿Podrías venir a buscarle?

—Ya estoy fuera de mi horario de trabajo, además, está lloviendo —se negó, frunciendo los labios en una fina línea después.

—Por favor, nosotros aún no nos marcharemos. Puedo darte una recompensa por tener que encargarte de él fuera de tu horario ¿te parece bien?

Soltó un bufido molesto y rodó los ojos, a pesar de que sabía que el contrario no podía verlo. Las cosas entre ambos habían estado un poco tensas desde su última discusión hace casi una semana. ¿Ahora debía lidiar con un Park ebrio? Definitivamente la Diosa Luna tenía algo en su contra.

—Bien, iré, pero no quiero ninguna "recompensa" —accedió, escuchando al chico exhalar aliviado.

—Gracias, en serio. Nos encontramos en Gangnam, en el bar Octagon ¿lo conoces?

Respondió afirmativamente. Nadie que viviera en Seúl podía no conocerlo. Era uno de los bares más reconocidos en Gangnam, donde solían reunirse famosos idols y actores a divertirse y disfrutar de la vida nocturna.

—Sí, intentaré llegar pronto.

—Gracias, muchas gracias, de verdad —dijo el otro por último, antes de terminar la llamada.

Suspiró hondamente, preguntándose a sí mismo si podría seguir aguantando a su jefe por mucho más tiempo. Ya no solo lo molestaba cuando estaba en la empresa, sino que también fuera de ella. Miró a su catsaño amigo que esperaba una explicación, así que de manera breve le comunicó que tendría que irse primero. Tal vez si tenía un poco de suerte encontraría rápido un taxi que lo llevara hasta Gangnam.

—Ten cuidado, ¿sí? Y date un baño con agua tibia en cuanto llegues a casa para que no cojas un resfriado.

—Está bien —le dio un corto abrazo—, nos vemos mañana.

Salió corriendo, poniéndose sobre la cabeza su chaqueta de mezclilla en un intento de taparse un poco de las gruesas gotas que caían del cielo. Un gran estruendo procedente de un fuerte trueno lo sobresaltó, por lo que no dudó en acelerar el paso hacia la avenida para coger el taxi. Agradeció en su mente haber tenido la suerte de encontrar uno rápido.

Se subió y le dio la dirección, escuchando la suave música de jazz que disfrutaba el conductor, que probablemente estaba cercano a los cincuenta. Casi media hora después ya se encontraba justo frente al reconocido bar. Sacó el gafete de la empresa de su mochila y se acercó a la entrada, no sin antes pedirle al conductor del taxi que le esperara un minuto.

Los porteros del lugar lo miraron de arriba a abajo, y entendía el desprecio con el que lo hicieron. Estaba todo mojado e incluso su cabello se había pegado en su frente. Sin embargo, al mostrarles el gafete y decirles que era el asistente de Park Jimin, le dieron pase libre al interior.

Al entrar la música pop se coló por sus oídos y las luces de colores lo aturdieron un poco. La mayoría de los presentes estaban sentados, pero habían unos cuantos que en medio del lugar bailaban de un lado a otro. Observó su vestimenta y un sentimiento de vergüenza lo embargó. Todos allí lucían trajes caros y estaban bien arreglados, mientras él llevaba su chaqueta desgastada, una camiseta de mangas cortas color ocre y unos jeans rasgados en las rodillas.

Se abrió pasó, intentando encontrar a su jefe entre todo el gentío. Después cayó en cuenta de que lo más probable es que estuviera en el área VIP, así que caminó hasta allí, notando que todo estaba más tranquilo y solo habían unas pocas mesas.

Rápido sus ojos se posaron sobre la anatomía del zeta, quien yacía sentado junto a sus amigos con la frente pegada a la mesa, probablemente dormido. Cuando se acercó, las miradas de los otros que ocupaban la mesa cayeron sobre su persona como si fueran plomo.

—¿Déjame adivinar? ¿Eres "Pasmado"? —cuestionó uno de aquellos betas que acompañaban a su jefe, visiblemente borracho.

—Puedo marcharme y dejar que ustedes se encarguen de él ¿sabes? —señaló con su mentón a Jimin mientras con su mano señalaba hacia atrás, donde se encontraba la salida.

—No, no, no, perdón —profirió otro de forma rápida, poniéndose de pie para sacudir a Jimin—. Te llamamos a ti porque eres quien más aparece en su registro de llamadas.

Jungkook casi abre sus ojos exageradamente al escuchar eso. Jimin solo le hacía una o dos llamadas al día cuando necesitaba algo y él ya se había marchado de la empresa. ¿Acaso no hablaba con sus amigos? ¿O tal vez con sus padres?

—Señor Park, levántese —se acercó al zeta, tocando su hombro un par de veces. El beta que había estado intentando despertarlo antes lo miró encogiéndose de hombros, dándose por vencida.

Inspiró hondo y bufó, sintiéndose ya un poco fastidiado por toda la situación. Se miró a sí mismo con su ropa mojada y observó el traje pulcro de su jefe, pensando en que no le quedaba otra opción. Tendría que cargarlo pues no podía dejar al señor del taxi esperando aún más.

—Probablemente también me sume el costo de este traje a la deuda —articuló en un murmullo prácticamente inaudible, que se perdió con la música del lugar.

Tomó al pelinegro por debajo de las rodillas y por la espalda baja, levantándolo de la silla con gran facilidad. Asintió para despedirse de los acompañantes de su jefe, caminando hacia la salida lo más rápido que podía.
Metió a Jimin en el taxi con un poco de dificultad, acomodándolo del lado izquierdo para luego subirse él. Recitó la dirección de su casa al conductor, pues no tenía idea de dónde quedaba el apartamento del zeta. Lo mejor sería escabullirlo a su habitación sin que sus padres se dieran cuenta, y una vez allí ya pensaría que hacer.

«¿Dónde están sus guardaespaldas cuando más los necesita?», pensó en su mente, observando al pelinegro dormir profundamente.

De pronto comenzó a removerse hasta quedar a su lado, abrazando su brazo izquierdo y hundiendo su rostro en su cuello.

—Echése para allá —lo empujó un poco, pero de nada sirvió porque el contrario volvió a abrazarlo—. No me pagan lo suficiente para esto... oh, cierto, simplemente no me pagan.

Casi cuarenta minutos después arribaron a su hogar. Todas las luces estaban apagadas excepto la de la cocina, porque su madre siempre le dejaba la comida en un plato para que al llegar solo tuviera que calentarla en el microondas.
Siguió de largo a su habitación intentando hacer el menor ruido posible. Esa mujer tenía el sueño ligero y un oído muy fino, así que mejor no arriesgar. Dejó con cuidado al zeta encima de la cama, quien se acomodó enterrando el rostro en su almohada.

Lo observó por unos segundos, viendo su rostro tan pacífico, sin ese ceño fruncido o esa mueca egocéntrica que siempre le otorgaba. Apartó con cuidado unos mechones de cabello que estaban fuera de lugar, y le retiró los zapatos y las medias para que estuviera más cómodo.

—Enseguida vuelvo, señor Park —susurró a pesar de que sabía que no lo estaba escuchando.

Fue hacia la cocina y miró la nota con una carita sonriente y la frase "No te duermas sin comer algo" encima de la mesa. Destapó la comida viendo que su madre había preparado una de sus comidas favoritas: Sopa de tofu suave.
Sonrió, agradecido por lo amorosa que era su progenitora. Sin embargo, al pensar en esa persona ebria que tenía en su habitación, decidió que le vendría bien un poco de sopa para su embriaguez. La calentó y subió nuevamente a la habitación, notando que ya Jimin se había despertado y estaba sentando en el suelo, sollozando en voz baja mientras apretaba su almohada entre sus brazos.

—¿Se encuentra bien, señor Park? —cuestionó, acercándose con cuidado.

—Soy pobre, perdí todo mi dinero y ahora estoy viviendo en este cuartucho de baja clase —sollozó en voz alta, recibiendo varios "Shhh" de parte del peliazul.

—No llore, ¿sí? Esta es mi casa, su apartamento sigue intacto.

—¿Entonces aún soy millonario? —preguntó con los ojos brillantes, recibiendo un asentimiento de parte de Jungkook—. ¡Sí, aún soy millonario!

Exclamó soltando una carcajada. Jungkook le tapó la boca con las manos, rezando para que su madre no se haya despertado con todo el ruido que estaba haciendo el mayor. Después de confirmar que todo estaba en orden miró a su jefe, soltando un largo suspiro antes de levantarlo del suelo y sentarlo en la cama.

—Por favor, ya no de más problemas y coma tranquilamente, ¿bien?

Comenzó a darle la sopa como si fuera un niño pequeño que no supiera comer por sí mismo. Verse en esa posición hizo que sus mejillas se calentaran y un puchero se abrió paso en su boca.

—Arruinas todo, alfa tonto... lo que tienes de guapo, lo tienes de tonto —se quejó en voz baja, arrastrando las palabras—. ¿Cómo se supone que evite enamorarme de ti si te comportas así conmigo?

Presionó su dedo índice sobre su pecho un par de veces, mirándolo con el ceño fruncido. Jimin se acercó lentamente, observando primero sus labios y después subiendo a sus ojos. Tragó saliva sintiendo la mano pequeña y llena de anillos acariciar su mejilla con suavidad, y de pronto, el pelinegro le soltó una bofetada, seguida de varios golpes no muy fuertes.

—¡Eres un estúpido, tonto, imbécil, pasmado!

—Cálmese, por favor —murmuró, dejando a un lado el plato e intentando sostenerlo para que se detuviera.

—No puedes ser tan bueno, compórtate como los demás alfas, igual de inepto y salvaje.

Jungkook sostuvo sus muñecas, empujándolo hasta que cayó sobre la cama con él encima. Se miraron en silencio por unos segundos, antes de que Jimin se soltara se su agarre y sujetara el cuello de su camisa, halándolo hasta colisionar ambas bocas en un beso dudoso y vago, donde zeta apenas y movía sus labios.

—¿No te gusto? ¿Crees que soy feo? —interrogó separándose, Jimin.

—¿Qué? Claro que no, usted es muy apuesto.

—¿Y por qué no me besas entonces?

El peliazul se quedó en silencio por unos segundos antes de cerrar la distancia entre sus rostros, pegando sus labios e iniciando un vaivén lento y profundo que dejó embobado al lobo del mayor. Park no dudó en cruzar sus brazos detrás de su cuello, ladeando su cabeza para intensificar el besuqueo, sintiendo el cuerpo húmedo del contrario hacer presión sobre el suyo.

Dibujó una sonrisita ladina antes de bajar al cuello del alfa, besando y lamiendo justo encima de la glándula de aroma, sintiendo las feromonas de este dispararse de manera intensa. Sus manos se escabulleron debajo de su camiseta y se permitió palpar la espalda ancha y fuerte.

Jungkook lo sujetó del mentón y volvió a besarle, explorando con su lengua su cavidad bucal con extrema maestría. Estaba hipnotizado por las feromonas y los toques —sutiles pero seguros—, del menor sobre sus pezones. Su cuerpo entero ardía como si estuviera a punto de entrar en celo, y su entrada había comenzado lubricar, mojando su ropa interior.

—Usted es hermoso, nunca dude de su belleza —musitó el peliazul sobre su boca, dando una mordida en su labio inferior y halándolo levemente.

—Lo sé —respondió coquetamente, dejando que Jeon desabrochara los botones de su camisa blanca.

Llevó una mano al cabello azul del menor, agarrándolo con fuerza mientras sentía los besos que dejaba sobre sus clavículas, deslizándose hasta llegar a uno de sus pezones y morderlo tortuosamente lento. Arqueó la espalda ahogando un jadeo, notando el agarre fuerte que ejercía el alfa en su cintura.

—¿Está seguro de esto? —la pregunta lo hizo quedarse congelado, bajando la vista hacia el peliazul, que lo observaba con ojos lujuriosos y brillantes.

—Ahmmm... Umh que sueño —comentó alargando la última palabra, para después soltar un bostezo exagerado, empujando al alfa con una fuerza tal que lo hizo caer de la cama.

—¡Auch! —se quejó Jungkook llevando una mano a su espalda—. ¿Pero qué le pasa? —exclamó en un susurro.

—Solo... duérmete.

Después de eso un gran silencio se instaló en la habitación. Jungkook se sentó, observando a Jimin acostado de lado, dándole la espalda. Negó con la cabeza, poniéndose de pie para buscar su pijama en el armario.
Luego de tomar una ducha caliente, y escuchando todavía el sonido de las gotas caer contra el suelo, buscó un par de mantas y las acomodó en el suelo para finalmente dormir.
Miró al zeta que seguía en la misma posición, con los ojos cerrados con fuerza, siendo evidente que solo estaba simulando estar dormido. Sonrió levemente, tapándolo con una sábana, y se acostó sobre las mantas que había puesto al lado de la cama.

—Buenas noches, señor Park.







Hola! Nuevo cap por aquí! (◍•ᴗ•◍) ¡Y apareció un nuevo personaje!

Tuve un pequeño bloqueo con este cap y por eso no había actualizado, pero una de mis compañeras del club "Libros con café" me dio un par de ideas y así pude terminar el cap.

Muchas gracias por ayudarme MBlack_Swan

Bueno, eso es todo, espero que les haya gustado <3

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