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Capítulo 3

Frotó su cuello mientras una mueca se dibujaba en su rostro debido al dolor. Desde la mañana había estado ordenando y leyendo los cientos de documentos que Jimin le había encargado y su región cervical estaba resentida por ello. Movió su cabeza de un lado a otro sintiendo el cansancio apoderarse de su cuerpo. Al menos ya estaba terminando la tarea dada por el señor Park, y aún le quedaba media hora para ir a la universidad. Si tenía suerte y encontraba un taxi rápido llegaría a tiempo, aunque eso también dependía del tráfico.

—¿Aún estás aquí? —Alzó la cabeza, viendo a Hyeon salir del ascensor y acercarse a él—. Ni siquiera te vi en la cafetería, ¿has comido algo desde que llegaste?

—Toma demasiado tiempo bajar hasta el primer piso y esperar a que preparen tu comida. Apenas estoy terminando ahora y debo estar a las cinco en la universidad, tengo examen y el señor Park no me dejará marchar hasta que termine esto —explicó de forma rápida, llevando sus ojos a los papeles nuevamente.

—Vete ya, yo terminaré de organizar esto. —hizo que se pusiera de pie y comenzó a darle empujoncitos en dirección al ascensor.

—¿Estás segura? ¿No se enojará el jefe?

—Vete, Jungkook, yo hablaré con él.

Aún no muy convencido se marchó, entrando casi corriendo al ascensor y marcando el botón del primer piso varias veces como si eso fuera a acelerar su velocidad. Antes de salir los guardias revisaron su bolso, como era usual, y luego le dejaron salir al comprobar que solo llevaba libros y papeles.

Parado ya en la acera hizo señas a varios taxis pero todos siguieron de largo, en eso estuvo casi quince minutos. Bufó dándose por vencida, corriendo hacia la parada de autobús más cercana, si tenía suerte alcanzaría a tomar el que pasaba a las cinco menos diez.

Cuando llegó a la universidad ya eran más de las cinco por mucho, pero aún así intentaría explicarle al profesor que había llegado tarde debido a su trabajo. Si llegaba a compadecerse le permitiría hacer la prueba. Lamentablemente, la suerte no estaba de su lado ese día.

—No puede ingresar, señor Jeon, llega casi veinte minutos tarde. —El profesor era un omega cincuentón, bajito y con sobrepeso, que se caracterizaba por ser mucho más rígido —y hasta cierto punto, odioso—, con los estudiantes alfas.

—Siento haber llegado tarde, profesor, apenas salí del trabajo —se justificó, pero eso no hizo cambiar de parecer al hombre.

—Quiero un informe para mañana de no menos de cincuenta páginas sobre la evolución de los derechos humanos en el sistema judicial. Además de eso, tiene tres días para prepararse para la segunda convocatoria del examen. Nos vemos, señor Jeon.

Cerró la puerta del aula en su cara luego de su discurso. Jungkook suspiró sintiéndose sobrepasado y exhausto, e incluso un par de lágrimas quisieron desbordarse de sus ojos debido a lo frustrante que era la situación. No iba a resistir mucho tiempo así, debía ponerle un alto a Park Jimin o este iba a arruinar su vida... y todo por su tonto traje de marca.

[...]

—¿Qué estás haciendo aquí, Hyeon? ¿Dónde está Jungkook? —cuestionó con tono imperativo, parándose justo frente a la alfa.

—Tenía un examen importante en la universidad, así que le dije que yo terminaría el trabajo, señor Park —explicó poniéndose de pie, mirándolo desde arriba debido al par de centímetros que los diferenciaba.

—No te tomes atribuciones que no te competen, Hyeon. Jungkook es mi asistente y yo no le di permiso para irse.

—Sí, lo siento mucho, señor, no sucederá otra vez. El papeleo ya está terminado, me retiro ahora —hizo una reverencia a manera de despedida.

Cuando ya no hubo rastro de la alfa entró nuevamente a su oficina, llevando una mano a su mentón pensando en una manera de tener a Jungkook allí en la empresa. Sus vista cayó sobre la tarjeta color hueso con adornos en dorado que estaba sobre su escritorio y sonrió. Había sido invitado a un acto de beneficencia donde asistirían un montón de personas importantes en el mundo empresarial, así que no estaría de más pasarse por allí y crear nuevas asociaciones con otras empresas.
También era la excusa perfecta para llamar a Jungkook y de una vez por todas comprobar que su lobo solamente se había encaprichado con el alfa, pero que era algo pasajero, hasta que encontrara a alguien de su nivel. Un alfa torpe y distraído como ese no podía ser la pareja que escogió su lobo.

Asintiendo ante el plan que tenía en la mente, tomó su teléfono y buscó el contacto del alfa, al cual tenía registrado como "Pasmado 😒", oprimió el botón de llamar y se llevó el teléfono al oído.

—¿Qué quiere ahora? —su voz se escuchó un poco cortante, cosa que lo hizo alzar una ceja, ofendido ante el tono que había utilizado.

—Esta noche a las ocho, hotel The Shilla Seoul. No llegues tarde.

—No puedo ir, debo entregar un trabajo mañana en la universidad —se negó, acostándose en su cama, dejando la laptop sobre su regazo.

—No me interesa lo que tengas que hacer, Jeon, no es la primera vez que te lo digo —masculló, entrecerrando los ojos a pesar de que el otro no lo estaba viendo—. Es una importante reunión, más te vale no faltar.

Luego de eso colgó sin esperar respuesta. Jungkook se acomodó con el pecho sobre el colchón dejando la computadora a un lado, enterrando el rostro en la almohada para luego soltar un grito de rabia. ¡Maldito zeta que se creía que podía hacer lo que se le antojara con la vida de los demás!

—Jungkookie, ¿todo bien? —su padre golpeó la puerta un par de veces, abriéndola poco después y adentrándose a la habitación.

—Debo prepararme para estar a las ocho en The Shilla Seoul, mi jefe tiene una reunión allí —cerró su laptop y se sentó en la cama haciendo un puchero, recibiendo una caricia en el cabello de parte de su progenitor, que lo observaba con una sonrisa.

—Estoy feliz de verte tan responsabilizado con tu nuevo trabajo. No todos los días un alfa entra a una empresa tan importante como lo es Park's Company.

—Yo no estoy tan feliz como tú... —dijo en un murmullo inaudible, sintiendo a su lobo saltar contento en su interior al recordar al zeta.

Su padre salió dejándolo solo nuevamente, advirtiéndole antes de irse que faltaba poco para las seis y media. Desde su casa al lugar en el que se encontraba el lujoso hotel había un largo recorrido, tomándole cerca de treinta minutos ir hasta allá en auto. Dudaba mucho que su padre fuera a utilizar su auto a esa hora, así que lo pediría prestado para no tener que tomar un taxi.

Decidió comer algo antes de ir a ducharse, así que bajó a la cocina viendo a su madre atareada terminando de preparar la cena de ese día. No dispuesto a esperar se preparó un sándwich de jamón y queso, y tomó uns botella de jugo del refrigerador. Después de haberse alimentado fue a ducharse. Al salir escogió uno de los trajes que su jefe había "comprado" para él, decidiéndose por uno de color gris. Acomodó su cabello azulado con sus manos y se echó un poco de perfume, observándose en el espejo antes de salir a la sala de estar, donde sus padres veían tranquilamente la televisión.

—Papá voy a tomar tu auto —avisó cogiendo las llaves que estaban colgadas cerca de la puerta.

—Espera un momento hijo —su madre se puso de pie, acercándose para arreglar su corbata—. Te ves muy guapo, todos los omegas morirán por ti en esa reunión —elogió, recibiendo una risita avergonzada de su hijo.

»Ten cuidado al conducir, ¿sí? Te quiero, hijo.

Besó su mejilla y luego lo dejó marchar. Jungkook se acomodó detrás del volante, colocando algo de música en la radio para hacer el camino más ameno. Llegó al hotel faltando solo cinco minutos para que el reloj marcara las ocho. Observó como llegaban uno tras otro varios autos lujosos, y como unos cuantos periodistas se acercaban a intentar fotografiarles u obtener alguna entrevista.

Las personas que bajaban de los autos llevaban encima muchas joyas, con vestidos y trajes muy elegantes, le entregaban las llaves del auto al valet y se adentraban a paso elegante al hotel. Solo en ese momento notó que parecía ser una reunión con la élite de la ciudad.

Suspiró algo nervioso y acercó un poco el auto cuando vio el camino libre. Se bajó acomodando su saco, querido darle las llaves al valet, pero este solo lo observó con una mueca, llevando su mirada al auto de su padre, un Chevrolet Spark de segunda mano, que discordaba demasiado de los caros y lujosos autos que estaba recibiendo.

—Señor necesito que despeje el camino, quite su auto del medio —espetó de mala gana dándole la espalda.

Resopló molesto, pero no dispuesto a formar un problema por ello él mismo aparcó su auto en el estacionamiento. Pensó que después de esa incómoda situación la noche sería más tranquila, pero al querer entrar al salón donde se realizaría el evento dos trabajadores le impidieron el paso.

—Déjenme pasar, por favor, soy el asistente del señor Park, CEO de Park's Company.

—¿Tiene la identificación de la empresa con usted? —le cuestionó uno de ellos con la ceja alzada, y casi se golpea a sí mismo al recordar que la había dejado encima de su escritorio.

—No, la olvidé en casa.

—Entonces no puede entrar, retírese.

Inhaló profundo, pensando que ese día la Luna tenía algo contra él. No era posible que una persona pudiera tener tanta mala suerte en un solo día.
Se retiró hacia el vestíbulo, dejándole un mensaje a su jefe para que supiera de la situación. Al ser una persona tan influyente estaba seguro de que nadie pondría alguna traba si entraba junto a él.

Ya que estaba allí se tomó el tiempo de apreciar el lugar, soltando un silbido bajo al ver todo el lujo que había. La decoración combinaba un diseño moderno con toques tradicionales coreanos, creando un ambiente elegante y acogedor. El vestíbulo era amplio y luminoso, decorado con obras de arte contemporáneo y muebles de diseño.

—En verdad eres un inútil de primera —la voz cortante de Jimin lo hizo sobresaltar—. Ni siquiera puedes hacer algo tan simple sin ayuda.

—Lo siento, señor Park —se disculpó haciendo una pequeña reverencia.

El mencionado rodó los ojos con una mueca, caminando hacia el salón donde estaba aconteciendo el acto de beneficencia. Los trabajadores que estaban velando la entrada esta vez no pusieron peros para abrirle paso, y en ves de eso, hicieron una reverencia cuando el zeta pasó sin mirarlos siquiera.

Por supuesto, eran solo dos alfas, ¿por qué los miraría?

En cuanto las puertas se abrieron y el pelinegro puso un pie en el salón todos voltearon a verle. Eso era lo que causaba la presencia de un zeta, que aparte de ello también era uno de los empresarios más exitosos del país. Murmurllos de admiración de parte de los betas y omegas presentes en el lugar se hicieron escuchar, elevando el ego de Jimin.

—Sígueme. —Comenzó a caminar hacia una de las mucha mesas de rojizos manteles que había por todo el lugar.

Habían alrededor de diez mesas rectangulares con seis sillas cada una. Encima tenían varias copas vacías y en el centro un pequeño florero con rosas blancas y rojas, que hacían juego con los manteles y el resto de la decoración. Al frente había un pequeño escenario con un podio, que lo hizo finalmente caer en cuenta de lo que acontecería allí pues su jefe no le había dado muchos detalles.

Quiso sentarse cuando él lo hizo, pero con solo una seña le hizo saber que no lo hiciera. Un par de omegas que estaban sentados en la misma mesa soltaron unas risitas burlonas, haciendo que Jungkook rodara por ojos.
Aparte de él, habían varios alfas más de pie al lado de las mesas, no eran muchos, probablemente no llegaban a ocupar todos los dedos de sus manos si se ponía a contar.

Poco a poco las mesas fueron llenándose, y la subasta dio inicio. Una beta de no menos de 30 años se paró frente al podio, dándole una cordial bienvenida a todos los presentes, explicando que la suma de dinero que obtuvieran esa noche se dividiría para comprar insumos de tres orfanatos de la ciudad ubicados en las regiones más pobres.
Luego de ello comenzó a presentar varias piezas, donde varios omegas y betas se disputaban para ver quien obtenía al final su preciada pieza.

—¿Qué es ese aroma? —escuchó a uno de los omegas murmurar lo suficientemente alto como para que todos en la mesa lo escucharan. Los demás, incluyendo a Jimin, comenzaron a oler el aire intentando percibir de donde provenía.

Solo bastó que el pelinegro inhalara una vez para que sus ojos verdosos cayeran sobre su persona con clara recriminación en su mirada. Era obvio que iba a reconocer al instante que se trataba de su aroma.

—Proviene de ese alfa —acusó uno señalándolo con un dedo.

—¿No tomaste los supresores que te dieron en la empresa? —el mayor lo haló hacia sí para susurrar en su oído y que los demás lo escucharan.

—No, señor Park, solo uso inhibidores, pero olvidé rociarme antes de salir —frunció los labios al ver como la frente del contrario se arrugaba.

—¡Este aroma es asqueroso! —excalmó alguien, comenzando a llamar la atención de las personas en las mesas vecinas.

Jimin sintiéndose avergonzado por la situación sacó de su saco una caja de suspresores y se la entregó bruscamente, asesinándole con la mirada. Jungkook tragó saliva mirando la caja, negando después con la cabeza.

—Lo siento, señor Park, pero no puedo-

—Toma los malditos supresores ahora, Jeon Jungkook —masculló, mirándolo con la mandíbula apretada e indispuesto a escuchar algún reclamo.

El recién mencionado resopló para nada contento con la petición, pero queriendo evitar armar un escándalo en medio de un evento tan importante, terminó acatando la orden de su jefe, que satisfecho volvió su mirada al pequeño escenario.

—¿Es su asistente, señor Park? —un omega de un extravagante cabello naranja le cuestionó a Jimin segundos después, quien primero asintió con la cabeza antes de responder:

—Sí.

—Deberías explicarle mejor como son estos eventos. Se comporta como un pobretón sin modales, aunque teniendo en cuenta su vestimenta... supongo que sí lo es —articuló venenosamente, observándolo de arriba a abajo despectivamente.

Los demás presenetes en la mesa comenzaron a reír, incluyendo a Jimin que los acompañó en las risas por unos pocos segundos. Jungkook apretó sus puños con fuerza, sintiéndose humillado por todos esos betas y omegas. Las ganas de replicar y decirles sus buenas verdades se quedaron atoradas en su garganta.

—¿De donde sacaste es traje? ¿De Eland*?

Ya no pudo seguir aguantando, sus ojos se encontraban cristalizados, pero más que por la humillación o la vergüenza que le estaban haciendo pasar, era por la rabia y el enojo. La agenda que estaba en sus manos chocó con fuerza contra la mesa y varias copas se voltearon manchando el mantel con el vino que hace unos minutos atrás un camarero se había encargado de llenar.

—¡Me largo de aquí!

Se aflojó la corbata y salió dando zancadas largas y rápidas. Todas las miradas recayeron en Jimin, pero esta vez ya no eran de admiración o asombro, ahora solo había pura recriminación en los ojos de todos los presentes. Al verse siendo el centro de atención, siendo esta vez muy diferente a todas las anteriores, salió también de allí, tratando de alcanzar al alfa y darle un buen regaño por el papelazo que le había hecho pasar.

—¡Jeon Jungkook detente en este mismo instante!

—¡Vete a la mierda, Park! —se volteó a mirarlo, mostrándole el dedo del medio con una sonrisa ladina, abriendo la puerta del auto para marcharse de aquel lugar de una vez por todas.







Eland*: es una marca coreana que se especializa en moda casual y formal, y es conocida por ofrecer ropa a precios accesibles.

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