Capítulo 16
Los días siguientes a la llegada de SeokJin a Jungkook le parecieron un infierno total. Con todo el escándalo que había causado la noticia de su relación con Jimin, más el hecho de que ese omega pelirrosa había prácticamente acaparado toda la atención de este, ni siquiera habían podido verse para intercambiar dos palabras.
Luego de aquella pequeña discusión donde salieron a relucir los celos que sentía, su interacción se había vuelto algo incómoda. Se saludaban con mensajes simples en la mañana y hablaban unos minutos en la noche, pero aparte de eso, no ocurría más nada. Y como ahora ya no estaba yendo a la empresa para evitar mayor escándalo, tanto su lobo como él estaban echando en falta la presencia y aroma del zeta.
Por esa razón, ese día se había levantado decidido a arreglar las cosas. Se alistó temprano para salir a repartir la prensa, luego de ello volvió a casa a darse una ducha, para luego ir rumbo a la empresa. Se colocó una gorra y una mascarilla para no ser reconocido, y hablaría con su rubia amiga para que lo dejara entrar a escondidas.
En ese mismo instante ya se encontraba justo frente al gran y elegante edificio de Park's Corporation. Se acomodó la gorra sintiéndose un poco nervioso por ver a su pareja luego de varios días. Se adentró al lugar acercándose a Hyeon apenas estuvo en su campo visual.
—Buenos días, bienvenido a Park's Corporation —saludó amablemente la alfa.
—Hyeon, soy yo —murmuró, bajando un poco la mascarilla.
—¡Jungkook! —casi gritó, por lo que el pelizaul llevó ambas manos a su boca para hacerla callar.
—Nadie puede saber que soy yo, no quiero habladurías.
La rubia asintió con las cejas alzadas. Jungkook la soltó, mirando de un lado a otro para constatar que nadie había escuchado. Miró a su amiga y le hizo señas con la cabeza para que lo siguiera, dirigiéndose a las escaleras, lugar que sabía nadie utilizaría.
—Tu presencia se extraña por aquí —comentó Hyeon palmeando su hombro—. Pero ¿por qué te apareces así?
—No puedo dejar que me reconozcan —contestó obvio, quitándose la mascarilla.
—¿Vienes a ver a Jimin? —preguntó, pero lo único que se ganó fue una mirada en blanco del alfa—. Cierto, una pregunta tonta, por supuesto que vienes a verlo a él.
—Tuvimos una pequeña discusión, y con todo esto que está sucediendo no hemos podido vernos. Quiero que estemos como antes, arreglar las cosas.
—Pues lamento decirte que no podrás hablar con él en este momento. Está en la sala de reuniones con un montón de reporteros. Se rumorea que el hijo de uno de los mayores accionistas de la empresa tomará el cargo de vicepresidente, incluso lo transmitirán en vivo.
—Lo esperaré en su oficina —Hyeon lo observó con los ojos entrecerrados, pero al final terminó sacando un pase de visitante del bolsillo de su saco y se lo entregó.
—Bien, bien. Toma y espéralo allí.
—¡Gracias, no sabes cuánto te adoro! —Tomó a la rubia por las mejillas y dejó un beso en su frente, corriendo escaleras arriba después, escuchándola maldecir en voz alta.
Fue lo más sigiloso posible, y una vez estuvo en la oficina se encerró allí, sentándose en la silla giratoria de su novio, observando todo el papeleo y documentos que habían encima del escritorio.
También había una tablet, la cual tomó dispuesto a ver la conferencia de prensa, así podría saber cuando iba a acabar; de seguro ya había comenzado.
Se acomodó a gusto en la silla mientras la conferencia de prensa comenzaba a desarrollarse. Frunció el ceño al ver a Jimin, que con una sonrisa brillante se encontraba a un lado de SeokJin. La cercanía entre ellos lo hacía sentir arder por dentro; y lo peor es que seguía sintiéndose patético por sentir celos de ese omega pelirrosa, pero el pensamiento le provocaba una mezcla de frustración y angustia que no era capaz de contener. Para él, Kim SeokJin era una amenaza real.
Con cada palabra que Jimin pronunciaba, Jungkook se sentía más inquieto, pues sabía lo que implicaba ese nuevo puesto que ocuparía el omega.
—Kim SeokJin es nuestro nuevo vicepresidente en Park's Corporation. —anunció el pelinegro con una confianza deslumbrante, pasando un brazo por los hombros de su amigo. El aplauso de los reporteros resonó en la habitación, y Jungkook sintió que su corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de estallar.
Cuando los reporteros comenzaron a hacer preguntas se inclinó hacia adelante, prestando atención. Uno de ellos preguntó sobre los rumores que circulaban acerca de la relación de Jimin con un alfa. Eso lo hizo rodar los ojos primeramente, era obvio que aprovecharían la oportunidad para sacar a relucir el tema.
Sin embargo, pronto sintió un nudo en el estómago al escuchar cómo Jimin intentaba desviar el tema, hablando sobre lo bien que SeokJin había culminado sus estudios. Era evidente que estaba tratando de evitar hablar sobre su relación con él.
—El señor Kim fue uno de los mejores graduados de su universidad, y considero que está altamente capacitado para asumir el puesto d-
—Ustedes dos se ven muy bien juntos —interrumpió uno de los hombres, sonriendo maliciosamente—. Harían una linda pareja.
Jungkook sintió que su sangre hervía cuando SeokJin siguió la corriente del reportero, sonriendo y asintiendo.
—Estoy de acuerdo —dijo con una sonrisa encantadora antes de inclinarse hacia Jimin y darle un pequeño beso en los labios.
El mundo entero pareció detenerse para el peliazul en ese momento. Su corazón se detuvo y un rugido ensordecedor resonó en su interior. Jimin, por otro lado, quedó atónito ante el gesto inesperado, sus mejillas se sonrojaron y sus ojos se abrieron como platos.
Jungkook no pudo soportarlo más; su lobo enfurecido tomó el control y salió disparado hacia la sala de reuniones, como un huracán arrasando con todo a su paso, dispuesto a reclamar lo que era suyo.
Los días sin ver a Jimin lo habían llevado al límite, y ahora esa imagen grabada en su mente lo impulsaba a actuar sin pensar en las consecuencias. ¿Cómo podía SeokJin atreverse a tocarlo así después de que Jimin le dejó en claro que tenían una relación? Jungkook estaba decidido a poner fin a esta locura y reclamar a su zeta antes de que fuera demasiado tarde.
La puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe, y el alfa irrumpió en la habitación con una presencia que llenó el espacio. Su mirada intensa se posó en SeokJin, quien permanecía aún muy cerca del zeta.
—¡No toques a mi zeta! —prácticamente gruñó, con una voz de mando que resonó como un trueno.
La autoridad en sus palabras era innegable, y SeokJin, sintiendo las feromonas alfa que emanaban de él, inclinó la cabeza en señal de sumisión, mostrando su cuello en un gesto que dejaba claro su respeto.
El ambiente se volvió tenso al instante. Jimin, que había estado observando aún sorprendido, abrió los ojos como platos al escuchar a Jungkook utilizar una voz de mando.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó para sí mismo, completamente confundido. ¿No sé suponía que su pareja no poseía voz de mando?
En cuestión de segundos, los guardias de seguridad llegaron al lugar alertados por el alboroto. Sin dudarlo, comenzaron a sacar a Jungkook a rastras mientras él forcejeaba para que lo soltaran.
Una vez fuera, lo encerraron en una oficina cercana y comenzaron a discutir sobre llamar a la policía por el uso indebido de su voz de mando sobre un omega. Pero Jimin, que los había seguido, no estaba dispuesto a permitirlo.
—No es necesario que metan a la policía en este asunto. Encárguense de sacar a los reporteros, quiero estar a solas con él. —Los guardias dudaron un momento pero finalmente se retiraron.
Todavía estaba procesando todo lo que había sucedido. Jamás imaginó que SeokJin haría algo como eso, y tenía que darle la razón a Jungkook en cuanto a sus sospechas. Pero aún así, se encontraba igualmente enojado por la manera en la que su pareja se había comportado. ¿Qué acaso no confiaba en él? Lo único que había logrado con su actuar fue darle material a los periodistas para hablar mal de él y su relación.
Inspiró hondo, tomando el picaporte y adentrándose en la oficina. Lo vio caminar de un lado a otro soltando gruñidos bajos, parecía un animal encerrado. Repentinamente se detuvo, girándose a observarlo atentamente.
La tensión entre ambos era palpable. Jungkook estaba tan enojado que no pensaba con claridad.
—¿Por qué tuviste que meterte? —le lanzó Jimin con frustración. Seguía sin comprender la actitud de su novio, ¿acaso no confiaba en que él podía manejar adecuadamente la situación?
—No puedes pedirme que me quede callado luego de lo que vi.
La discusión se intensificaba mientras ambos intentaban hacerse entender, pero el orgullo y las emociones estaban al borde del estallido.
Jungkook, con el rostro enrojecido por la ira, se acercó a Jimin, sus ojos destilando frustración.
—Permitiste que te besara —masculló, su voz temblando entre la indignación y la desesperación—. ¿O acaso vi mal? No oses defenderlo.
Jimin cruzó los brazos, su mirada firme.
—¿Te parece que lo estoy defendiendo? ¿O es solo tu ego hablando? No confías en mí ni en mis sentimientos. Si realmente confiaras, no habrías irrumpido así, usando esa voz de mando como si fuera un juego —respondió con un tono cortante.
Las palabras de Jimin lo golpearon como un puñetazo en el estómago. El menor sintió que la rabia se mezclaba con la frustración y armaban una tormenta en su interior.
—¿Ego? ¿Qué estás diciendo? Simplemente intento luchar por lo nuestro —replicó, pero su voz comenzó a quebrarse.
—No parece que lo estés haciendo si no puedes siquiera confiar en mí para manejar mis propias relaciones. Irrumpiste como un salvaje en la oficina, utilizando tu voz de mando sobre un omega. ¿Sabes que eso se estaba transmitiendo nacionalmente? Tendrás suerte si no terminas preso —replicó el ojiverde—. Quizás esto no funcione, tal vez deberíamos dejarlo aquí.
Las palabras cayeron como un peso abrumador entre ellos. Jungkook sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
—No... no puedes decir eso.
—Es lo que siento. No puedo seguir así si no podemos confiar el uno en el otro —respondió, su mirada ahora más suave pero decidida.
En esos momentos solo pensaba que necesitaba un tiempo para procesar lo ocurrido. Era su primera crisis como pareja y no tenía ni idea de cómo afrontarla, pues ni Jeon ni él parecían querer dar el brazo a torcer.
—Dices todo esto para tener una justificación ”válida" para irte con él, ¿no? —inquirió el menor con la mandíbula apretada, haciendo comillas con sus dedos—. ¿Te cansaste ya de experimentar con el alfa estúpido que soporta siempre tu mal carácter?
Ambos quedaron en silencio por varios segundos, atrapados en sus propios pensamientos y emociones, mientras el peso de sus decisiones pendía sobre ellos como una espada afilada.
—No creía que fueras estúpido, pero ahora si lo estás pareciendo, y mucho. —Finalizó la discusión, saliendo de la oficina no sin antes dar una última mirada al alfa.
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