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Capítulo 11

La había jodido en grande. Estaba claro de ello. Jungkook no quería saber nada de él. Los últimos dos días se la había pasado enviándole mensajes, pero no obtuvo respuesta alguna, haciendo que la inquietud que sentía su lobo aumentara. Tal vez debió haber hecho algo ese día, aunque sea un intento discreto para que el alfa no se sintiera tan humillado.

En esos momentos estaba estacionado frente a su empresa, con Jackson y Wonho fuera del auto, esperando a que él saliera. Los días de reposo de Jungkook habían acabado, por lo que nuevamente lo vería. Estaba seguro de que el trato que recibiría del peliazul sería muy distinto en cuanto se encontraran, y mentiría si dijera que no le causaba una opresión en el pecho saber que había lastimado los sentimientos de su pareja.

Finalmente, luego de varios minutos, juntó el coraje para bajar y adentrarse a la empresa. Al verlo, sus trabajadores comenzaron a reverenciar, dándole los buenos días.

—Buen día, señor Park —saludó alegre Hyeon, acomodando un mechón rubio detrás de su oreja—. Kook llegó hace unos minutos, le espera arriba con su desayuno.

—Mmh, gracias —contestó brevemente, siguiendo su camino.

Mientras estaba en el ascensor tuvo que secar sus manos en su traje por el sudor que los nervios le estaban causando. Ni siquiera sabía cómo disculparse con el peliazul, y eso que había tenido dos días para pensarlo bien.

—Buenos días, señor Park, su café y hamburguesa están encima de su escritorio. —Jungkook tomó una tablet en manos, poniéndose de pie—. Tiene una entrevista dentro de media hora con Vogue y luego debe-

—Jungkook —interrumpió, haciendo una seña con su cabeza al interior de su oficina—, ven, vamos a hablar.

El menor suspiró, dejando la tablet encima de su escritorio y siguiendo a Jimin a la oficina. A decir verdad, había pensado mejor todo, y a pesar de que sabía que el zeta actuó mal, el enojo se le había pasado. Lo único que deseaba ahora era besarlo hasta no sentir los labios y rodearse de su dulce y delicioso aroma.
Sin embargo, sabía que no podía dejarlo pasar así de fácil, pues debía dejarle claro a su novio que no aceptaría nuevamente una actitud de ese tipo. Era torpe, amable y un poco tímido, pero eso no quitaba que también fuera una persona que merecía respeto.

Sabía que los omegas y betas habían sufrido mucho a manos de los antecesores de su casta, pero en vez de simplemente "esclavizarlos", debían trabajar en conjunto para crear una utopía que ofreciera oportunidades y derechos igualitarios. Ese había sido el propósito inicial de quienes iniciaron la revolución omega.

—¡Pérdoname, en serio lo siento! —exclamó el pelinegro, abrazándolo en cuanto la puerta se cerró, hundiendo el rostro en su pecho—. Sé que hice mal, así que no estés enojado conmigo.

Jungkook casi manda a la mierda su convicción de hacerle ver que se había equivocado; pues ver a Jimin, su frío e impasible jefe, ese zeta tan venerado, observarlo con un puchero y los ojos cristalizados le derritió el corazón. Jamás imaginó verlo así de vulnerable, cosa que le hacía cuestionarse la magnitud de los sentimientos que sentía por su persona.

Ante ese pensamiento su lobo saltó contento en su interior. Sabía que el zeta del mayor lo había escogido a él como su pareja, pero aún así, se le hacía extraño caer en cuenta que alguien tan importante como Park Jimin tenía sentimientos por él, un simple alfa de clase media.

—Mantenga la compostura, por favor, estamos en la empresa —soltó secamente, siendo todo lo contrario de lo que en realidad deseaba hacer, pues en ese preciso momento quería apretarlo entre sus brazos y besarle hasta el cabello. Se dijo a sí mismo que seguiría con su teatro hasta el final del día.

—No me trates así —rogó, apretando su ropa entre sus manos.

—Debería prepararse para la entrevista, le preparé una lista con las posibles preguntas.

Luego de haber dicho eso salió de la oficina, sintiéndose un poco culpable por actuar así, pero Park debía aprender la lección.

El resto del día pasó de manera extraña para él. Jimin canceló toda su agenda y permaneció todo el tiempo metido en su oficina, trabajando en su computador sin descanso, saltándose incluso el horario de almuerzo. Jungkook preocupado, le había llevado un ramen que Hyeon le había compartido, no quería que se quedara todo el día sin comer nada, pero al tocar y anunciar que era él, Jimin le dijo que estaba ocupado y que no tenía hambre.

Sabiendo que no podía seguir fingiendo estar enojado, permaneció allí a la espera de que el ojiverde decidiera marcharse a casa. Incluso se perdió las clases de ese día.

El mayor salió alrededor de las siete de la noche, luciendo cansado y con el cabello despeinado. Al verlo allí sus ojos se abrieron exageradamente, pero antes de que pudiera decir algo lo tomó del brazo, arrastrándolo hacia el ascensor.

—¿Qué estás haciendo? —cuestionó Jimin mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Me debes una noche de películas —articuló, ladeando la cabeza con una sonrisa cuando los orbes olivos se iluminaron emocionados.

Inesperadamente, Jimin saltó hacia él como pudo, besándolo mientras enrollaba las piernas en su cintura y se sujetaba de sus hombros, su lobo emocionado, liberando feromonas como si estuviera en celo. En ese momento le pareció un pequeño de diez años.

Correspondió al beso, sujetándolo por la cadera mientras liberaba también algunas feromonas. La humedad de sus bocas era exquisita, tanto así que por unos segundos los hizo olvidar el lugar en el que se encontraban. El ascensor se detuvo de pronto antes de llegar al primer piso, se separaron de inmediato y Jimin se escondió detrás de Jungkook, acomodando su ropa y pasando una mano por sus labios.

Las puertas se abrieron y Hyeon les sonrió levemente antes de ponerse al lado del menor. Este tragó saliva, acomodando un poco su traje para que no se notara la erección que se estaba formando. Sus mejillas se calentaron ante ello, parecía un adolescente hormonal que se calentaba al mínimo roce, pero no podían culparlo cuando tenía al precioso zeta encima de él besándolo tan hambriento y apasionado.

Su compañera de casta los inspeccionó disimuladamente, aguantando una risita cuando vio a su jefe intentando esconderse, casi fusionándose con la espalda del peliazul. Jungkook la miró negando levemente con la cabeza, pidiéndole silenciosamente que no comentara nada, conocía lo inoportunos que podían llegar a ser sus comentarios en ocasiones. La rubia solo alzó las cejas un par de veces con una pequeña sonrisa burlona, cosa que hizo al contrario rodar los ojos.

—Buenas noches señor Park. Nos vemos mañana, Kook. —Se despidió Hyeon en cuanto llegaron al primer piso, desapareciendo lo más rápido que pudo de su vista.

—Oh por la Diosa, ¿si lo notó? —murmuró Jimin, caminando detrás de Jungkook hacia la salida.

—Ella sabe lo nuestro, digamos que... nos hemos vuelto muy buenos amigos.

—De todas formas, soy el jefe, se supone que debo dar el ejemplo.

Se subió a su auto, donde ya Wonho lo esperaba, sentado en el asiento del piloto. Escuchó a Jungkook saludarlo de manera breve y luego el auto se puso en marcha. No hablaron mucho debido a la presencia de su guardaespaldas, Jimin tenía total confianza en que nada de lo que hablaran sería divulgado por él, pero no se sentía cómodo hablando con su novio mientras Wonho estuviera presente.

Jungkook soltó un silbido al ver el ostentoso edificio donde estaba ubicado su apartamento. Era la primera vez que iba a su casa, por lo que estaba seguro de que se sorprendería al ver el lujo del que vivía rodeado.

Y no se equivocó, la mandíbula del alfa casi llega al suelo al ver el interior de su apartamento. En primer lugar todo estaba reluciente, y las paredes de cristal dejaban ver la preciosa vista de la ciudad llena de luces.
Jimin rió un poco, poniéndose unas pantuflas celestes, caminando hacia la sala de estar, seguido por el peliazul de cerca.

—Podemos ver lo que querías, mientras no sea algo excesivamente romántico.

—Hyung —llamó y mencionado se giró, observándolo quitarse el saco y la corbata, todo con sus ojos azules taladrando los suyos verdes—, por favor, ambos sabemos que no vine aquí para ver películas.

—O-oye espera, ¿no estás siendo demasiado dominante? —tartamudeó cuando se vio acorralado contra el gran sofá de color negro, sintiendo como comenzaba a soltar sus jugos involuntariamente—. Deja de expulsar tantas feromonas.

No sabía que sucedía, pero su lobo se encontraba inusualmente sumiso ese día, la presencia del alfa lo estaba afectando como nunca antes. Su animal interior le estaba obligando a bajar la cabeza ante la dominancia que poseía su pareja.

—Eres tan bonito.

Jeon inició una serie de besos cortos por todo su rostro, mordiendo sin fuerza su mandíbula antes de bajar a lamer justo encima de su glándula de aroma. El olor a malvaviscos y canela se disparó de pronto, mientras los primeros jadeos comenzaban a salir de su boca. Jungkook se aplastó contra él, no dejando mi siquiera un centímetro de distancia entre sus cuerpos. Las manos del alfa amasaron su trasero, apretándolo con fuerza mientras mordía y chupaba la piel de su cuello.

—¿Tan desesperado e-estás? —cuestionó con gracia cuando el peliazul comenzó a frotar su miembro duro contra su entrepierna.

—¿Puedes culparme? Eres delicioso —murmuró en su oído con voz ronca, haciéndolo girarse hasta que la espalda del zeta estuvo pegada a su pecho.

Jimin sintió su boca salivar al sentir aquel falo duro restregándose contra sus nalgas, sientiendo los labios suaves recorrer su cuello.

—Mmhg —contuvo un gemido cuando dos de los dedos largos y delgados de Jungkook penetraron su agujero, mirando hacia abajo con los ojos apretados y apoyando sus manos en el respaldo del sofá, curveando su espalda para empinar su trasero y facilitarle el trabajo a su novio—. Oh sí, sigue así, Kook.

—Solo te he dado unos besos y ya estás tan mojado, pareces una perra en celo, hyung.

—Ahhh, alfa —gimió agudo, moviendo sus caderas para autopenetrarse con los dedos ajenos.

Jamás pensó que escuchar esas palabras causaría tal cosquilleo en su vientre, nunca le había gustado ser insultado durante el sexo, pero con Jungkook se derretía solo de oírle hablar así. Y si tenía en cuenta que su lobo parecía estar excepcionalmente sumiso y dispuesto a complacer en todo al alfa, no se sorprendía tanto por ello.

—Basta de juegos previos. —El menor se detuvo de pronto, y tuvo que retener el reproche que quería soltar.

Fue girado y elevado del suelo, y tal como en el ascensor, no dudó en enrollar sus piernas en la cintura del alfa mientras esté se apoderaba de su boca, mordiendo sus labios y metiendo su lengua en su cavidad bucal, encantado con su sabor.

—Mmh, la habitación —dijo entre el beso, no teniendo idea de hacia donde dirigirse—. ¿Dónde está?

—Segunda puerta, subiendo las escaleras.

Jeon tropezó un par de veces mientras sentía al zeta mordisquear y besar su cuello, enredando sus mechones azules entre sus manos y tirando de ellos con fuerza. Entró a la habitación, sin fijarse demasiado en alguna otra cosa que no fuera la cama.

Soltó al mayor, sentándose sobre el cómodo colchón, desabrochando sus pantalones y bajándolos lo suficiente —junto con la ropa interior— para dejar a la vista su pene erecto con la punta mojada de presemen.

—Quiero que me montes, zeta.

Jimin sintió sus piernas temblorosas al escuchar el tono grueso con el que dio la orden. Comenzó a despojarse de sus ropas, sintiendo la intensa mirada azul del alfa recorrer su cuerpo, haciéndolo sentir la persona más jodidamente preciosa del planeta. El hambre con la que observaba su piel lechosa y las curvas de su cadera casi le hace gemir como adolescente necesitado.

Sabía que después se arrepentiría por actuar de la manera en la que lo estaba haciendo, pero el deseo de su lobo, y el suyo propio, eran más fuertes que su conciencia en ese momento.

Caminó lentamente, contonenado sus caderas hasta quedar justo frente a su alfa. Este sujetó sus caderas, dejando caricias suaves mientras besaba su abdomen plano. Sujetó su cabello, obligándolo a observar su rostro, sonriendo coquetamente mientras se acomodaba sobre su regazo, besando sus labios dulcemente.

Tomó el pene de Jungkook con su mano acomodándolo en su entrada, bajando lentamente con sus ojos cerrados, hasta tenerlo dentro por completo. Respiró hondo sin moverse, sintiéndolo demasiado profundo.
Cuando se acostumbró comenzó un vaivén lento de adelante a atrás, suspirando mientras se agarraba con fuerza de los hombros del menor. Los jadeos bajos que Jungkook comenzó a soltar parecieron música para sus oídos, con su piel casi febril al tacto y el aroma a nuez moscada y lirio adueñándose de sus sentidos.

Comenzó a dar pequeños saltos, siendo ayudado por las manos ajenas ancladas en su cintura, dejándose caer con fuerza hasta tener bien enterrado el miembro duro y grande del ojiazul.

Los gemidos comenzaron a hacer eco en la gran habitación, siéndole imposible mantenerse callado cuando la punta del falo rozaba su próstata en su camino hacia su interior. Jungkook solo disfrutaba, dejándolo moverse a su ritmo y gusto, haciendo a un lado su imponente actitud para admirar como su rostro se contraía de placer ante cada nueva penetración.

Llevó una mano al pene del zeta, estimulándolo tortuosamente lento mientras este no paraba de brincar sobre su miembro, luciendo como un dios con su cabello pegado a su frente y su piel perlada por el sudor. Sintió como segundos después apretaba su pene, dejándole saber que estaba a punto de llegar.

—Y-ya no aguanto, alfa~ —gimió, con sus piernas comenzando a fallarle.

El menor salió de su interior, reemplazando su falo con tres de sus dedos, tomando ambos miembros con su mano libre para darse placer. El ojiverde lo abrazó enterrando sus uñas en su espalda, arqueando la suya propia cuando el acto culminó en un orgasmo arrasador que le dejó sin fuerzas y sufriendo pequeños espasmos.
Jungkook terminó al mismo tiempo, observando el desastre que sus escencias habían formado sobre el abdomen de ambos. Dejó que Jimin descansara con la cabeza sobre su hombro, enterrada en su cuello, sin embargo, el estómago de este caso rugió, pidiendo por algo de comida.

El zeta se escondió aún más en su cuello, sintiendo sus mejillas calentarse por la vergüenza. Se quedó quieto, evitando mirar el rostro del ojiazul cuando esté se levantó con el en brazos, para dejarlo delicadamente sobre la cama después. Le limpió el abdomen en tanto el mantenía sus ojos cerrados, pues estaba seguro de que el contrario tendría una sonrisa de burla dibujada en su rostro.

—Ya abre los ojos, no diré nada —articuló Jungkook poniéndose la ropa interior, observándolo cuando abrió los ojos y se apoyó sobre sus codos para levantar la cabeza.

—Para la próxima compremos preservativos antes de que la calentura nos domine, ¿bien?. —Desvió el tema, agradecido de Jeon no haya terminado en su interior como la vez pasada, no quería volver a tomar esa pastilla.

Jungkook asintió, carcajeándose un poco antes de dejar un beso en su cabello negro.

—Voy a prepararte algo de comer, vuelvo enseguida.

Soltó un sonidito de afirmación, dejando caer su cabeza en la almohada, sonriendo en grande, sintiéndose encantado con el aroma del menor impregnado en las sábanas.







No soy muy buena escribiendo escenas +18, pero esta me gustó mucho 🤭
Por cierto, hay pistas en el cap sobre los lobos de Jimin y Jungkook, si las notaron??

Espero que les haya gustado el cap, nos leemos pronto.

Kookminlov_01 fuera 🤗

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