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Capítulo 10

—Ya no- —beso—, me siento los labios.

Se quejó Jimin, intentando apartar al alfa de encima. Seguían acostados en el sofá, ambos solo usando pantalones. Luego de que el nudo bajó, el mayor obligó a Jungkook a tomarse uno de sus inhibidores especiales, ya que como no podía tomar supresores su médico le recetaba ese medicamento; y se habían quedado allí, besándose y acariciándose tranquilamente por media hora más.

—Es que —beso—, no me canso de probar tus labios.

Jungkook soltó una risita, dejando un último besito antes de apartarse y quedar sentado en el sofá.
De pronto, el sonido de un auto estacionándose ocasionó que el pelizaul se pusiera de pie, mirando a su jefe con los ojos desorbitados.

—¡Mierda, son mis padres! —Jimin se sentó de golpe, observándolo también con los ojos bien abiertos—. ¡Vístete, rápido!

Haciéndole caso al menor, tomó su camisa y su saco del suelo, abrochando los botones a una velocidad inigualable. Pasando la mano sobre su traje mientras observaba a Jungkook, ya con su camiseta puesta, voltear los cojines del sofá, que tenían la marca de sus fluidos.
Su cara enrojeció y su respiración se cortó, sintiendo mucha vergüenza. Apenas y habían decidido formalizar una relación, era demasiado rápido para que ya los padres del alfa supiera sobre ello, y más aún luego de haber follado en su sofá.

Estaba seguro de que no podría mirar a los señores Jeon a la cara luego de eso.

—No les digas nada de lo nuestro aún, susurró, escuchando como introducían la llave en la cerradura, recibiendo un asentimiento por parte del contrario.

Ambos betas entraron riendo, con varias bolsas de compra en las manos y totalmente distraídos, lo suficiente como para no notar en un primer momento a los dos jóvenes en su sala de estar.

—¡Oh, Jungkookie! —la mujer exclamó, dejando caer las bolsas al suelo al ver la persona que se encontraba al lado de su hija—. ¡Diosa! ¡¿Park Jimin en mi humilde morada?!

La señora Jeon comenzó a abanicarse el rostro con una mano mientras le pedía a su esposo que la pellizcara para ver si en verdad no era un sueño lo que estaba sucediendo.
Jungkook soltó un suspiro, llevando una mano al puente de su nariz a la vez que negaba con la cabeza, lamentándose por la escena dramática que estaba dando su madre.

—Mamá, papá, les presento a mi jefe, Park Jimin.

—Un gusto conocerlos, señor y señora Jeon. —Jimin reverenció levemente, intentando darles una sonrisa a los mayores, pero no logrando hacerlo del todo, pues el nerviosismo por casi haber sido atrapado semidesnudo con el alfa encima se lo impedía. Lo cierto es que quería caerle bien a los padre de su ahora novio.

—Que señora ni que nada. —La mujer hizo un ademán con la mano restándole importancia—. Mi nombre es Eunmi, y el de mi esposo es Minhyun.

—¡Oh... umh, pueden llamarme solo Jimin entonces! —soltó en un tono más alto de lo necesario, y Jungkook no pudo retener una risita.

Se le hacía extraño ver al zeta tan nervioso, cuando por lo general este siempre tenía un aura imponente y rostro neutro. Eso le demostraba que, más allá de esa fachada de hombre serio y frío, escondía una personalidad, a su parecer, muy adorable y tímida. Aunque no tenía la oportunidad de presenciarla siempre, la verdad es que no le importaba demasiado, pues él se había sentido atraído en todos los sentidos por el mayor, por todas sus facetas. Le gustaba ese lobo creído y arrogante tanto como le encantaba el inquieto y nervioso.

—¿Te quedas a comer, Jimin? No es un restaurante con estrellas Michelin, pero mi esposa es una gran cocinera —alagó, pasando una mano por la cintura de Eunmi.

—Muchas gracias, querido. —se dieron un corto beso, escuchando el quejido frustrado del menor de los Jeon al instante.

—¡Mamá, papá, ¿pueden no besarse delante de mi jefe? —cuestionó con un tic en la ceja.

La beta rodó los ojos, tomando las bolsas para caminar hacia la cocina. El señor Jeon se quedó observando a Jimin, esperando una respuesta de su parte. El pelinegro tragó saliva y observó a Jungkook por un segundo antes de devolver la mirada al beta y asentir lentamente.

—¡Perfecto! —exclamó dándole una palmada en la espalda, yendo en la misma dirección por la que se había ido su esposa—. Iré a ayudar a Eunmi.

—Perdón por eso —murmuró el peliazul al ver a Jimin quedarse quieto en el lugar, con las cejas alzadas y sin mencionar palabra alguna. Cuando recapacitó en lo que había pasado, simplemente negó con la cabeza no queriendo darle mucha importancia.

Al final, en lo que los señores Jeon preparaban la cena, ellos dos decidieron ver alguna película. Durante ese tiempo, Jungkook no había dudado en entrelazar sus manos o frotar dulcemente su muslo, queriendo tener al menos un pequeño contacto. Su lobo, aunque calmado por el inhibidor que había tomado, deseaba sentir su aroma o al menos el tacto de su piel suave.

—¡La cena está servida! —exclamó Eunmi desde la cocina poco después de que la película acabara.

Jimin se sorprendió al ver toda aquella comida en la mesa. Los señores Jeon habían preparado un montón de platillos y su boca salivó en exceso al ver lo deliciosos que se veían. Había daegu-tang, ssam, ddeok, jajangmyeon y kimbap. Eso sin contar la bebida, sikhye y soju, del cual este último no le dejaron probar a Jungkook por su celo y los inhibidores.

Mientras estaban sentados a la mesa disfrutando de la cena, Eunmi no podía evitar hacerle un sinfin de preguntas a Jimin. La comida estaba deliciosa y el ambiente era cálido, pero su curiosidad era insaciable.

—Jimin, ¿te está gustando la comida? —preguntó la mujer con una sonrisa.

—Sí, me encanta —respondió Jimin, dando un bocado a su kimchi—. Es muy sabrosa, gracias por invitarme.

—¿Y cuál es tu plato favorito? —continuó Eunmi, con los ojos brillantes de interés.

Jimin pensó un momento. —Creo que el jajangmyeon es uno de mis favoritos.

Jungkook se sonrojó al escuchar a su madre hablar con Jimin y trató de cambiar de tema. —Mamá, ¿no deberías concentrarte en la cena?

Pero Eunmi no se detuvo a pesar del discreto reclamo de su hijo. —¡Ay, Jungkook! Es importante conocer a los amigos de mi hijo. Jimin, ¿tienes hermanos o hermanas?

—Sí, tengo un hermano menor, de la edad de Jungkook —respomdió el zeta, otorgándole una sonrisa un poco incómoda que la mujer no llegó a notar.

—¿Y qué hace él? ¿Es CEO también? —preguntó Eunmi entusiasmada. Por una parte Jungkook la entendía, era normal que tuviera curiosidad por una celebridad como lo era Jimin, pero no deseaba que el pelinegro se sintiera incómodo con tanto interrogantorio.

—No, él aún está estudiando —respondió Jimin, mientras Jungkook se escondía detrás de su vaso para evitar que lo viesen sonrojarse por la vergüenza que estaba pasando. Su madre era demasiado espontánea.

Eunmi continuó con sus preguntas, para desgracia del alfa menor.

—¿Y qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Tienes algún pasatiempo raro? —Jungkook en este momento deseó ahogarse con su vaso de agua o atragantarse con el kimchi.

Jimin se rió nerviosamente. —Me gusta escuchar música.

—¡Qué lindo! A mí me también me gusta, principalmente la de la década de los 80 —dijo Eunmi mientras daba un sorbo a su bebida. Minhyun se mantenía callado, pensando de vez en cuando qué tal vez debería intervenir y calmar un poco a su esposa, pero el rostro avergonzado de su hijo le resultaba gracioso, así que decidió no hacerlo.

Jungkook no podía más con la vergüenza y bajó la cabeza mientras se sonrojaba aún más.

—Mamá…

Finalmente, después de una serie de preguntas a Park sobre su vida y sus intereses, la cena llegó a su fin. Jungkook se levantó y dijo: —Vamos a lavar los platos, señor Park.

El mencionado abrió los ojos exageradamente mientras era arrastrado por el menor hacia la cocina, quedándose quieto cuando vio a Jungkook volver en sus paso y regresar poco después con varios platos en la mano. Era la única manera que se le había ocurrido al ojiazul de alejar a su pareja de su madre.

Jimin miró el fregadero lleno de platos y se sintió un poco abrumado. Jamás en su vida había tocado un plato sucio, siempre había tenido sirvientes que hacían ese tipo de cosas por él.

—No estoy seguro de cómo hacerlo…

Jungkook sonrió y le dio una palmadita en la espalda. —No te preocupes, hyung, yo te enseñaré.

Mientras comenzaban a lavar los platos juntos, Jungkook no pudo resistir la tentación de darle besitos cada vez que Jimin se giraba para enjuagar algo, riéndose a veces por lo torpe que resultaba ser el pelinegro.

—¡Hey! ¡Concentrémonos! —exclamó Jimin entre risas mientras trataba de no dejar caer algo por la distracción.

—Es que eres demasiado adorable cuando te esfuerzas por hacer algo bien —respondió Jungkook con una sonrisa traviesa antes de robarle otro beso.

El zeta hizo un puchero, encargándose de dejar muy limpio los platos y cubiertos. Jungkook, que tenía la tarea de secarlos y acomodarlos en su lugar, no pudo evitar quedarse mirándolo con una pequeña sonrisa. Definitivamente, ese zeta insoportable era demasido adorable.

[...]

Al día siguiente, después de un día agotador de juntas y reuniones, Jimin llegó a su departamento sintiéndose un poco abrumado. Había estado pensando en la cena de negocios que tenía esa noche, y sabía que necesitaría a Jungkook a su lado. No quería sacarlo de su reposo a pesar de que, mientras estuvo mensajéandose con él durante el día, este le había dicho que su celo había desaparecido por completo y que sentía a su lobo renovado.

Más tarde, cuando ya se había cambiado y estaba listo para salir, decidió llamar a su novio. Cada que pensaba en esa palabra, su rostro se tornaba completamente rojo, parecía un adolescente enamorado. Carraspeó cuando el contrario tomó la llamada, y con un tono serio, le dijo:

—Oye, Jungkook, ¿puedes acompañarme a una cena de negocios?

—Por supuesto, no tienes ni que preguntarlo, hyung.

—Te enviaré la dirección, te esperaré fuera, ¿está bien?

—¡Claro! ¿Dónde es la cena?

—Es en un restaurante elegante cerca del centro —respondió Jimin mientras ajustaba su chaqueta, con un toque de nerviosismo en la voz. —No es solo una cena cualquiera; habrá gente muy importante allí.

—No te preocupes, estaré a tu lado para apoyarte. Solo sé tú mismo y todo saldrá bien —dijo Jungkook con confianza.

El mayor le agradeció por los ánimos y se despidieron, quedando en encontrarse fuera del restaurante. Jungkook se arregló lo más rápido que pudo, no queriendo demorar mucho para no hacer esperar a su novio. Tomó un taxi que lo dejó justo frente al restaurante alrededor de veinte minutos después, donde pudo observar al zeta de pie, con las manos cruzadas tras la espalda, esperándolo.

Bajó del taxi con una sonrisa, admirando lo apuesto que se veía con aquel traje burdeos y camisa blanca. Una vez estuvieron frente a frente se agachó un poco, dejando un casto beso en los labios abultados y brillosos del contrario.

—Aquí no, Jungkook —lo apartó un poco, obteniendo un puchero por parte del alfa—. Solo... vamos a llevarlo con calma, ¿bien? Los medios no tienen porqué enterarse de lo nuestro.

—Está bien, pero... ¿cuándo salgamos podemos ir a tu casa? —preguntó, agarrando su cintura discretamente mientras entraban al local—. Después de todo un día sin verte no puedes esperar que me conforme solo con un besito.

—Esta bien, podemos ver películas y... no sé, tu eliges lo próximo que pasará.

A pesar de su tono serio y nada sugestivo, Jungkook sonrió enormemente captando al instante a lo que se refería el pelinegro, y en este momento se vio a sí mismo deseando que esa cena acabara rápido.

Al entrar, la atmósfera era elegante y sofisticada. El lugar se encontraba completamente vacío, pues había sido reservado solo para esa cena. Varias mesas estaban unidas para que todos los implicados estuvieran cerca. Ya casi todos estaban allí, betas y omeas sentados, y alfas parados a su lado, haciendo su papel de asistentes. Jimin tomó una respiración profunda antes de acercarse. Esa reunión era muy importante para su empresa, no podía echarlo a perder. Jungkook le dio una palmadita en la espalda y le susurró:

—Recuerda que estoy aquí contigo.

La cena comenzó y Jimin se sintió más tranquilo al ver a Jungkook a su lado, sonriendo y asintiendo en las conversaciones. A medida que avanzaba la noche, Jimin comenzó a relajarse más y a disfrutar del momento. Todo estaba saliendo a la perfección, y de seguro se ganaría un par de inversores nuevos.

—Oye tú, tráeme una copa, ya se me acabó la bebida. —Jimin se tensó al escuchar como la omega a su lado le hablaba a Jungkook. Alzó la cabeza, buscando al asistente de dicha omega, pero este no estaba cerca de ellos.

—Soy el asistente del señor Park, no su sirviente —respondió Jungkook en tono bajo, y el pelinegro tragó saliva antes de mirar a la omega, que tenía una mueca en su rostro.

—Señor Jimin, ¿cómo permite que su asistente le hable así a su futura compañera de negocios?

El mencionado se sentía entre la espada y la pared. Por un lado estaba esa omega mirándolo fijamente, esperando a que hiciera algo, y por el otro estaba Jungkook, que esperaba que él le defendiera o al menos, que le diera la razón en lo que había dicho.

—Jeon, haz lo que se te pidió.

Pudo ver la decepción y el enojo en esos ojos azules, sin embargo, el alfa acató la orden en silencio, dejando la copa con bebida frente a la dichosa omega.

—Ahora si me disculpan, estoy fuera de mi horario de trabajo, así que me marcho.

La agenda en la que iba anotando todo la dejó frente a Jimin antes de darse la vuelta y marcharse. El pelinegro suspiró, aliviado de que al menos solo los más cercanos a él habían presenciado todo, pues los demás estaban demasiado pendientes de su conversación como para notar nada de lo sucedido.

—Ese asistente suyo tiene fama de ser muy rebelde, es extraño que siendo usted quién es, ya no se haya buscado uno más centrado.

Jimin apretó los puños discretamente, enojado por la manera en la que hablaban de su pareja, pero no hizo nada más que quedarse callado, para un momento después decir:

—Creo que ya los temas importantes se hablaron, por lo que no veo la necesidad de permanecer más tiempo aquí.

—Oh, si sí —habló un beta—, entendemos que usted es una persona muy ocupada, vaya tranquilo, señor Park.

Recogió sus cosas y salió lo más rápido que pudo del lugar, viendo a Jungkook fuera haciendo seña a los taxis que pasaban. Rápido se acercó, pero en cuanto el alfa sintió sus feromonas se giró a mirarlo, rodando los ojos antes de comenzar a caminar en sentido contrario a él.
Se apresuró a alcanzarlo, sujetando su brazo mientras le pedía que lo escuchara un momento.

—No podía hacer nada, Jungkook, iba a arruinar todo si me ponía de tu parte.

—No voy a permitir que me humillen de esa forma, no soy esclavo de nadie, Jimin —espetó molesto—. Se supone que somos pareja, ¿vas a dejar que tus amigos me traten así siempre?

—Ellos no son mis amigos.

—Más razón tengo entonces para enojarme contigo —respondió safando el agarre de su brazo, cuando un taxi vacío se estacionó frente a ellos—. Me voy a casa.

—¿Y nuestros planes de ir a mi apartamento y ver una película?

—Ya no tengo deseos, nos vemos dentro de unos días en la empresa —se subió al taxi, cerrando la puerta cuando Jimin hizo un nuevo intento por hablar, pidiéndole al conductor que se marchara de una vez, viendo la figura del zeta hacerse más pequeña a medida que se alejaba el auto.







Casi 2700 palabras, un cap largo para compensar haber tardado en actualizar :3
Espero que les guste, comenten qué les pareció y no se olviden de presionar la estrellita 😁

Nos leemos pronto.💕

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