Capítulo 27- La pequeña Cameron
Brook.
Han sido unas semanas horrendas, entre la universidad, los recuerdos y evitar a Zero y sus amigos, estoy exhausta y totalmente paranoica. Respiro profundo antes de salir por la puerta del aula al pasillo casi vacío. Ahora me quedo algunos minutos más después de cada clase, de eso modo evito a todo el mundo.
— ¿pretendes seguir escondiéndote de mí? — la voz de Kyle me sorprende y me giro para verlo recostado de la pared junto a la puerta.
— No me escondo — respondo con rapidez echando andar, el me sigue y suspira
— Oye — me llama, pero sigo caminando — Brook no tengo la culpa de lo que haya pasado contigo y Zero — esta vez sí me detengo y lo veo mal
— ¿seguro? Porque recuerdo que fuiste tú quien le lanzo las llaves para que me llevara a esa casa — sé muy bien que desquitarme con Kyle no tiene caso y que realmente el único culpable aquí es su mejor amigo pero tampoco lo quiero cerca a, él.
— Estas siendo injusta — me espeta mirándome con seriedad — Zero me conto un poco lo que paso — eso me sorprende y elevo mis cejas como respuesta
— ¿si, que fue lo que te dijo, que me llamo zorra como todas las idiotas que se folla constantemente? — las palabras salen con resentimiento de mis labios pero la expresión de Kyle esta vez es un poema
— No, eso no fue lo que dijo — hace una pausa y suspira negando con la cabeza — Brook, escucha Zero
— No Kyle, no quiero escucharte ni que intentes disculparlo — lo interrumpo y el suspira una vez más — solo déjame en paz ¿sí?
Cuando me giro para dejarlo hablando solo choco contra alguien y el aroma que desprende su perfume me hace reconocerle de inmediato, podría reconocer ese aroma a kilómetros, mi cuerpo se tensa y busco esos distintivos ojos de distintos colores que tanto me han estado hostigando en sueños.
Una sonrisa arrogante adorna su expresión cuando consigue mis ojos y mi corazón late con desenfreno, joder ¿Por qué este tipo tiene que ponerme así? Abro mi boca para disculparme, porque aunque genial es un idiota ha sido mi culpa. Pero el solo me ignora y continúa su camino dejándome prácticamente con la palabra en la boca.
— ¿vienes o no? — le pregunta a Kyle ignorándome por completo.
Bufo de mal humor y echo andar una vez más, no alcanzo a escuchar la respuesta de Kyle porque camino deprisa, quiero alejarme lo más posible de el y de todas las sensaciones que despierta en mí.
Al cruzar la siguiente esquina, me detengo con el corazón latiendo a mil y lágrimas empañando mis ojos, odio estar tan sensible y ser tan vulnerable en este momento, pero no puedo evitarlo tener a Zero cerca es recordar todo lo que viví y lo había logrado olvidar.
Me recuesto de la pared y apoyo mi frente en esta, el frio me hace estremecer pero permanezco así con los ojos cerrados.
— ¿estás bien? — una vez más la voz de Kyle es la que me hace abrir los ojos, respiro profundo y armándome de valor me giro para verlo
Su lindo rostro me observa lleno de preocupación y no puedo evitar sonreírle, Kyle tiene una expresión dulce casi todo el tiempo aunque este cubierto con tatuajes estos no lo endurecen como lo hacen con Zero.
— Sí, estoy bien — miento y el esboza una media sonrisa
— Vamos por un café — no es una invitación, pero niego, de verdad necesito mantenerme alejada de todos por un tiempo.
Necesito espacio y volver a encontrarme, salir de esta crisis y volver a ser yo misma, no puedo estar dejándome volver a un pasado que aunque me haya marcado, destrozo parte de mi vida y aun sea capaz de afectarme tanto.
— Lo siento Kyle, pero no estoy de ánimos — me disculpo y me giro para irme, pero me detiene
— Preciosa, escucha — suspiro mirando como su mano sujeta mi muñeca — trata de no juzgar a Zero, sé que es un hijo de puta pero debes saber que no es fácil para el — suspiro y niego con una sonrisa triste
— Kyle cada quien tiene demonios en su vida, los de Zero no me interesan ni el, solo lo quiero lejos de mí — el suspira y niega con expresión decepcionada
— Por un instante creí que podrías ser ese alguien que le lo volviera a la vida — sus palabras me suena amargas y además llenas de muchas cosas sin decir.
— no entiendo nada, pero evidentemente te equivocaste, Zero no me tolera y yo a él tampoco — miento descaradamente porque es obvio que entre ambos pasan más cosas de las que podemos controlar.
Kyle ríe y niega con su cabeza, luego suspira y me observa un instante.
— está bien Brook, lo siento — sin más se gira y me deja sola.
Respiro profundo mientras lo veo alejarse de mí, tengo días repitiéndome que esto es lo correcto, que debo mantenerme alejada de Kyle, Zero y todos ellos, porque se supone que Evans no me hace bien, pero también es obvio que desde hace semanas que no logro dejar de pensar en él, que es lo primero en lo que pienso al despertar y lo último que cruza mi mente al acostarme a dormir.
Espero no estar comenzando a desarrollar alguna clase de obsesión por Zero, porque eso sería lo último que necesito. Tratando de alejar de mi cabeza dicho pensamiento regreso a mi auto, hoy debo ir al orfelinato y pasar un tiempo con los niños.
Me han asignado a un grupo de chicos de entre seis y ocho años, cuando Jay me lo dijo, me rehusé hacerlo, quería ayudar pero no con chicos que tuviesen la misma edad que Connor cuando se fue. Pero Jay me convenció y pase una tarde muy agradable con él y los niños.
Al terminar el día estaba encantada con ellos, en especial con una chiquilla súper dulce y tímida, su nombre es Cameron y es una morena de unos enormes ojos grises con una sonrisa encantadora.
Cam y yo congeniamos de inmediato y pues si soy sincera esos niños fueron los que me hicieron recobrar mi estabilidad, después de aquella discusión con Zero. Mientras conduzco hacia el orfelinato mi teléfono vibra varias veces avisándome de varios mensajes.
Una vez en el orfelinato, desciendo del auto revisando mi teléfono; los mensajes son de mama, hace un mes que inicio a trabajar en una reconocida constructora y está a cargo de un proyecto no muy grande pero que la ha ayudado muchísimo. Así que mi preocupación por su estado emocional disminuyó considerablemente.
— Hola linda — la voz de Jay me trae de regreso y sonrió ampliamente cuando veo al castaño de ojos claros sonreírme.
— Hola Jay ¿Cómo te va? — él sonríe y comienza hablar a mi lado
— perfecto, todo bien ¿y tú?
— genial, oye ¿sabes dónde están los niños? Traje algo para Cam — él sonríe y asiente
— están en clase de deportes, deben estar por salir, mientras esperas ¿porque no vamos por un café?
— Seguro — estar con Jay también ha sido muy genial.
Es un chico dulce, divertido y muy carismático, los chicos del orfelinato lo adoran y todo se debe a que siempre esta disponibles para ellos, hace unos días me conto que cuando tenía 12 años su papa se fue y los dejo a él, su madre y su hermanita de tres años, por lo que tuvo que suplir hasta cierto la figura paterna. Cosa que lo ha hecho ser increíble con los niños.
— ¿y cómo van tus cosas, estas mejor? — mi ceño se frunce al escuchar su pregunta
— ¿mejor? — el ríe divertido y asiente
— tienes días actuando un poco extraño, me di cuenta que te pasaba algo hace unos días cuando te quedaste mirando la nada varias veces — comienzo a reír porque no tenía idea que estaba actuando así.
— Sí, estoy bien — el suspira y asiente.
— hola chicos, ¿cómo están? — Nos interrumpe otra de las chicas que trabaja aquí — Brook, la directora quiere verte — mi ceño se frunce mientras la chica le sonríe con picardía a Jay y luego se va.
— ¿Qué crees que quiera? — este se encoge de hombros y sonríe
— no lo sé, pero no te preocupes has estado haciendo un trabajo increíble con los niños, así que no creo que se deba a nada malo, nos vemos abajo, te cubriré — dice poniéndose en pie y guiñándome uno de sus ojos.
Para cuando nos separamos ya estoy frente a la puerta de la dirección, Jay me desea buena suerte y continua su camino rumbo al patio trasero donde posiblemente los niños estén terminando su clase de deporte. Doy un par de golpes en la puerta de madera y espero.
— Adelante — abro y entro con algo de nerviosismo — oh Brook eres tú, maravilloso, toma asiento por favor — me indica y luego sonríe
— ¿quería hablar conmigo, pasa algo? — ella sonríe con amabilidad
— para nada, veras ya hemos decidido que grupo de niños participaran en el concurso del que nos hablaste, además por aquí — dice abriendo una de sus gavetas y sacando un sobre — tengo la carta dirigida al Sr. Ethan Evans, ¿crees que podrías dársela a tu amigo? — me tenso de inmediato porque no me acordaba de la dichosa carta.
— eh porque no le doy su número de teléfono y le pide que venga por ella personalmente, así aprovecha y le comenta lo importante del apoyo de su padre
— ay niña, ese joven debe estar muy ocupado, con todo el tema del estudio, la universidad y otras tantas cosas, no creo que sea un inconveniente para ti dársela, mucho menos cuando fui testigo de lo bien que se llevan — esa indirecta la capto de inmediato.
Suspiro resignada y asiento.
— Está bien, se la entregare — ella sonríe triunfante y luego entrelaza sus dedos y se inclina hacia el frente
— Maravilloso, ahora por otro lado quería pedirte algo mas — me remuevo incomoda, porque no espere que esta mujer fuera capaz de pedirme algo.
— claro, ¿Qué será?
— Jay estuvo de acuerdo en que el grupo de niños que ambos manejan se presentaran en la competencia, tengo entendido que uno de los niños le gusta cantar y tiene una voz increíble — al escucharla sonrió.
Habla de Cameron, esa niña tiene una voz increíble, otras de las razones por la que hicimos clic de inmediato, fue porque cuando estaba jugando con sus muñecas, comenzó a cantar la canción de Frozen y pues mi lado infantil salió a relucir, terminamos cantándola ambas.
— Sí, Cameron tiene una voz hermosa — la corrijo ella frunce el ceño, abre una de las carpetas que reposa sobre la superficie del escritorio y asiente.
— cierto es esa pequeña — su ceño se frunce y suspira — pero es demasiado tímida como para presentarse en una competencia — en eso tiene un punto.
— ¿crees que podrías trabajar con ella para que se suelte más y así podamos inscribirla? — dudo un instante, no estoy muy segura de esto.
— No lo sé, Cam puede no sentirse a gusto — la mujer sonríe y asiente
— esa será tu tarea, hacerla sentir cómoda y segura para que se presente, explícale porque haremos eso y estoy segura que entenderá y pondrá de su parte, es una niña muy dulce — suspiro porque hasta hace segundos creía que era un niño el que cantaba.
— déjeme conversarlo con ella, ¿de acuerdo? — la mujer asiente y suspira
— haga todo lo posible necesitamos ese dinero y las remodelaciones — asiento poniéndome en pie y sonriendo forzadamente.
Cuando traje esa invitación al concurso de talentos, no contaba con que la directora lo tomara en serio, la verdad hay muchos niños con talentos increíbles y la mayoría quiere ayudar. Pero Cam no se ha mostrado interesada en nada, cosa que me preocupa ahora que la directora la quiere en el concurso.
Cuando alcanzo a Jay en el patio trasero, varios de los niños corren en mi dirección para saludarme, entre ellos Cam.
— Brook — rodea mi cintura con su brazos y me aprieta con fuerza, rio divertida, porque adoro esto.
— ¿Cómo están mis niños? — saludo a unos con besos y con los más grandes con el saludo que inventamos hace unos días con nuestras manos.
— oye Cam ¿podemos hablar un momento?
— Si, Brook — la niña se acerca a mí con una sonrisa en los labios, toma mi mano y caminamos hacia uno de los bancos que rodea el patio.
— Cam, ¿te gusta mucho cantar no es así? — su sonrisa se ensancha y asiente repetidas veces haciendo que los rizos de su cabello salten
— Si, es una de las cosas que más me gusta hacer además de comer chocolate — su respuesta me hace reír y ella me imita — ¿Por qué?
— ¿recuerdas el concurso de talento? — Pregunto y de inmediato sus ojitos grises se desvían al suelo y asiente — ¿te gustaría participar? — Esta vez sus rizos golpean su cara con tanta rapidez que me impide ver su carita por un instante — ok, de acuerdo, está bien — le comento con rapidez, para que se tranquilice.
— Brooklyn te buscan en la puerta — la Sra. Morris, me llama desde la entrada y frunzo el ceño.
— Espérame aquí — le digo a Cam y miro a Jay que organiza a los niños al fondo del patio para iniciar con la hora de la lectura — VUELVO ENSEGUIDA — le grito y el asiento sonriendo.
Cuando me encamino hacia la puerta, preguntándome quien podría ser, porque aunque mis amigos saben que hoy estaría aquí, se me hace raro que no hayan entrado por mí. Al abrir la puerta mi cuerpo se tensa de inmediato al reconocer esa ancha espalda cubierta por la cazadora de cuero negro.
— ¿Zero? — el aludido se gira y me ve un instante serio
— ¿podemos hablar? — mi ceño se frunce
— ¿Qué haces aquí? Estoy ocupada y no puedo estar aquí perdiendo el tiempo contigo — le digo girándome para regresar dentro, pero me detiene sujetándome de la muñeca.
Al contacto con su piel, siento como mi corazón late sin control y como mi respiración se dispara, alterándome por completo, que solo su tacto cause este efecto en mí, es malo, es muy malo.
— Espera — nuestras miradas se encuentran y puedo ver demasiadas emociones en sus distintivos ojos — necesitamos hablar Brook — que me llame por mi nombre y no Jake como suele hacerlo me sorprende.
Se acerca un poco más a mí y de inmediato el olor a alcohol inunda mis fosas nasales.
— ¿estas ebrio? — pregunto sorprendida el ríe y niega
— No, solo me bebí un par de tragos para sacarte de mí puñetera cabeza, pero no conseguí hacerlo — su confesión me deja a cuadros.
Mi corazón late desenfrenado y no puedo apartar mis ojos de los suyos, que brillan llenos de frustración, es evidente que algo está molestándole pero no sé si es el hecho de no poder sacarme de su cabeza o el que.
— Estoy ocupada Zero — susurro con un hilo de voz
— Solo será un momento — continua y yo embobada asiento como una idiota
— Brook — esa vocecita dulce y aniñada me hace reaccionar, cuando me giro Cam está detrás de mí con una sonrisa en los labios — Jay dice que si vas a demorar mucho, tiene que subir al salón de música — observo un instante a Camero y luego a Zero que permanece con el ceño fruncido.
Respiro profundo y hago algo sumamente loco, estúpido y en definitiva contraproducente. Tomo la muñeca de Zero y me giro para ingresar al orfelinato una vez más con él. Tomo la manita que Cam me tiendo y regreso con ambos al patio trasero.
Zero se deja guiar por mí sin decir absolutamente nada, pero su expresión seria es una clara advertencia que probablemente me arrepienta de esto luego. Cuando llegamos al patio trasero, la expresión de Jay al ver a Zero es épica, se pone en pie y me mira dudando un instante antes de tenderme el libro que leía.
— si necesitas algo me llama, ¿de acuerdo? — pregunta mirándome serio y asiento, saluda a Zero con un gesto de su cabeza y se va.
Respiro profundo antes de girarme y enfrentar la fría mirada con la que el gemelo malvado del amor de mi vida me observa.
— hablaremos después de terminar de leerles su historia ¿de acuerdo? — el duda un instante y ve sobre mi hombro a los niños que ríen y conversan entre ellos.
— ¿y era necesario traerme aquí? — respiro profundo una vez más el Zero borde ha hecho acto de presencia!
— solo relájate — le espeto girándome hacia los niños y sonriendo — bien niños quiero presentarles a alguien, él es — me detengo para verlo y dudo que decir sobre él, sus ojos me observan con curiosidad mientras se va dibujando una sonrisa en sus labios — un amigo — nos acompañara hasta que terminemos la hora de lectura — todos los ojos están fijos en él y noto como pronto se incomoda — bien sigamos con la lectura — comento caminando al frente y dejándome caer sobre el suelo.
Pero ninguno de los niños parece notar o haber escuchado mis palabras, todos siguen viendo a Zero como si fuera alguna clase de extraterrestre y pronto comprendo que su aspecto lleno de tatuajes y piercings además de sus distintivos ojos se les hace demasiado extraño y curioso a los niños.
— ¿Por qué tus ojos son de distintos colores? — pregunta Nixon un niño de cinco años que está más próximo a él.
De inmediato el cuerpo de Zero se tensa y sus ojos se cierran, sus manos se vuelven puños y antes que pueda decir algo o yo interferir otro niño pregunta.
— ¿Por qué tienes tantos tatuajes? — esta vez es Josh un niño de ocho años que lo mira embobado
Zero abre sus ojos y me observa un instante con reproche, antes de fijarse una vez más en los niños, pasea su mirada por ellos y los ve con tanta frialdad que temo que en cualquier momento les suelte algún comentario hiriente y los haga sentir mal, por lo que me pongo en pie, pero lo que sucede luego me detiene.
Zero se agacha quedando justo frente a Nixon, que se sobresalta por la cercanía.
— es un secreto — murmura con voz ronca, mi ceño se frunce y antes que pueda decir algo el continua — pero te lo diré si prometes guardarlo — Nixon lo observa con curiosidad y luego de unos instantes asiente.
Zero se inclina sobre su oído y murmura alguna cosa que lo hace abrir los ojos como platos y ya estoy temiendo lo peor, para cuando Zero se separa del niño y se pone en pie una vez más, este lo ve con fascinación.
— y tengo tantos tatuajes porque me gustan — responde finalmente con simpleza a Josh.
— ¿te dolió hacértelos? — pregunta otro niño con interés y Zero me observa con una media sonrisa en los labios
— Siempre duele — responde sin apartar los ojos de mí y no sé porque por alguna extraña razón esas palabras las siento cargadas de más emociones de las que puedo entender y como si fueran dirigidas a mí.
— eh, bueno chicos, basta de hacerle preguntas a Zero — murmuro sin poder dejar de mirarlo — volvamos a la lectura, ¿Cam en que se quedó Jay? — le pregunto a mi pequeña morena pero parece perdida observando a Zero — ¿Cam? — La llamo una vez más — Cameron — la niña se sobresalta y se gira para verme apenada.
— Lo siento — murmura mirando al suelo y sonrió de lado.
— está bien, ¿podrías decirme en que se quedó Jay? — Cameron asiente y abre su libro observa la página y murmura en voz baja el número de la página.
No me cuesta nada encontrarla y vuelvo a mi lugar, desvió mis ojos hacia Zero que ha decido sentarse junto en la parte de atrás del circulo frente a mí, humedezco mis labios antes de iniciar la lectura. Después de unos quince minutos en los que dramatice la voz de un ratón, un gato y un Dragon finalizo el cuento y todos los niños están con una sonrisa de oreja a oreja.
— tú haces las voces mucho mejor que Jay — comenta uno de los niños riendo, haciendo que me contagie con su risa.
— bien espero les haya gustado el cuento, ahora todos vayan a la cafetería es hora de la merienda — todos se ponen en pie y guardan sus libros dentro de sus mochilas y comienzan a irse.
Antes de poder ponerme en pie la mano tatuada de Zero se tiende frente a mí y sonrió al tomarla, el me impulsa hacia arriba para ayudar a levantarme, busco sus ojos y quedo prendida de ellos al instante, me mira con una intensidad que no solo me abruma, también me intimida.
Permanecemos en silencio mirándonos, yo abstraída en la belleza y particularidad de sus ojos y el no sé en qué.
— Oye Brook — la tímida voz de Camero me trae de regreso a la realidad, rompiendo con el momento que teníamos Zero y yo.
— ¿si Cam? — pregunto girándome, pero sin apartar los ojos de Zero.
—Nixon dijo algo sobre el — comenta con vergüenza y mi ceño se frunce
— ¿Qué dijo? — pregunto con curiosidad desviando mis ojos hacia la pequeña que mira fascinada a Zero.
Ella sonríe con timidez en dirección a Zero ganándose una amplia sonrisa por parte de él que me deja literalmente embobada, ella tira de mi brazo para que me incline y lo hago, al instante tapa su boca con una de sus pequeñas manos y se acerca a mi oído con la intención de no dejarse oír por nadie más que por mí.
— Que tu amigo era un superhéroe — no puedo evitar sonreír y caigo en cuenta que por eso Nixon lo miraba fascinado.
Me enderezo con una sonrisa y lo observo, por primera vez desde que conozco a Zero, tiene una expresión cálida y amable en el rostro, sus ojos brillan con intensidad mientras contempla a Cameron, como si le recordase a alguien.
— ¿lo es? — insiste Cam a mi lado algo impaciente y rio.
— no lo sé, pregúntaselo a el — la animo pero de inmediato se esconde detrás de mis piernas y niega con la cabeza haciendo que sus rizos choquen una vez más con su carita.
— ¿Qué pasa? — pregunta un tanto divertido al ver su reacción
— Camero quiere saber si lo que le dijiste a Nixon es cierto — el ceño de Zero se frunce y noto la confusión, rio al instante porque le hablo como si el supiera quienes nos — el niño que te pregunto sobre tus ojos — a la mención de los mismos se tensa ligeramente y desvía sus ojos de mí.
— ¿Cuál es tu nombre? — le pregunta a Cam serio, pero esta no responde así que lo hago por ella
— Cameron — Zero me ve un instante y asiente
— ¿sabes guardar secretos verdad Cameron? — la niña duda un instante antes de responder y luego asiente haciendo que sus rizos salten de manera repetitiva — pues no le digas a nadie, pero si es cierto — los ojos de Camero se abren como platos y sonríe ampliamente.
Sale detrás de mi espalda y se acerca a Zero, con ojos brillosos y una enorme sonrisa pregunta animada y sin una pizca de timidez.
— ¿entonces tu puedes salvar a mi papa verdad? — de inmediato mi cuerpo se tensa y mi sonrisa se borra de mi rostro.
Zero inmediatamente me observa y queda de una pieza, observa una vez más a Cam que parece extasiada ante la idea de estar frente a un superhéroe real y no sé dónde meterme ni qué demonios decir.
En ese instante aparece una de las señoras de la cafetería con las manos en la cintura.
— Cameron, ven aquí — la niña se sobresalta pero sin dejar de sonreír se despide de ambos y sale corriendo.
Al alcanzar a la mujer esta empieza a regañarla por demorar tanto y no haber ido a la cafetería en cuanto terminamos. Después que la pierdo de vista me giro hacia Zero que permanece con la misma expresión seria y aturdida.
— ¿Qué fue eso? — pregunta después de unos segundos y suspiro
— Olvídalo — murmuro tratando de restarle importancia pero él me detiene
— Brook, ¿Por qué esa niña me pregunto eso? — Repentinamente sus ojos se vuelven más oscuros y una expresión desesperada se apodera de ellos — ¿Qué le paso? — suspiro y niego con la cabeza
— Su padre está en la cárcel — murmuro con un hilo de voz — está sentenciado a muerte — busco sus ojos que me ven sorprendidos — asesino a su madre y por poca la mata a ella — Zero pierde el color de su rostro me mira estupefacto
— ¿es una broma verdad? — rio con ironía y niego
— jamás haría una broma como esa — nos miramos unos segundos sopesando la magnitud de mi confesión y por un instante soy consciente que este chico delante de mí no es el mismo chico frio que no parece sentir nada y que nada parece afectarle.
— Vamos, te escuchare — murmuro caminando junto a él, regresando al interior del edificio, para buscar un lugar tranquilo donde podamos conversar.
Zero parece perdido en sus pensamientos mientras observa a los niños correr en el patio, estamos sentados en las pequeñas gradas uno junto al otro. Desde que llegamos aquí no ha dicho ni una sola palabra, está sumergido en sus pensamientos.
— ¿y bien? — rompo el silencio haciendo que el suspire ruidosamente — ¿Qué querías hablar conmigo? — sus ojos me buscan y permanece un instante así, contemplándome.
— Lo que dije hace un rato — hace una pausa y pasa su mano entre su cabello y tira un poco de él, su lengua juguetea con una de las argollas que lleva en el labio y suspiro — no puedo dejar de pensar en ti Jake — sonrió al escuchar el mote y suspiro
— ¿remordimiento? — murmuro, haciendo que ría sin ganas y me vea
— ¿por lo que dije? — asiento y su sonrisa se ensancha — es más por no poder estar cerca de ti que por lo que dije — su confesión me deja de una pieza, abro mi boca sin saber que decir y él sonríe de lado — yo tampoco lo entiendo la verdad — dice encogiéndose de hombros y volviendo a fijar sus ojos en los niños
— ¿sabes que no te entiendo? — Le pregunto fijando mis ojos en los niños — en serio no entiendo que es lo que buscas o quieres de mi
— Jake en serio ni yo lo sé — suena frustrado y busco su rostro para cerciorarme que es así — no entiendo como alguien — hace una pausa y me observa con cierta frialdad — como tu puede tenerme así — rio divertida porque parece un niño
— ¿tenerte cómo?
— ese es el otro puto problema que ni siquiera sé cómo coño me tienes, porque nunca me había sentido así — suelta exasperado poniéndose en pie y mostrando una vez más lo volátil que es su estado de ánimo.
— Zero, no puedo hacer nada y la verdad antes que empieces a decir cosas que vayan a herirme — me detengo en cuanto suelto esas palabras y sus ojos me buscan
— lo lamento en serio — suelta de pronto sorprendiéndome una vez más — nada de lo que dije ese día es cierto, no eres una zorra Jake, tampoco creo que seas como las demás — suspira cerrando sus ojos y vuelve a mirarme, esta vez hay dolor y tristeza en sus ojos — pero era la única forma que se me ocurrió para alejarme — me pongo en pie porque su expresión martirizada me mueve.
No se por lo que ha pasado Zero, pero algo me dice que ha sido algo muy doloroso. De pronto me identifico con él, de pronto ciento que tenemos muchas cosas en común y todas ellas están fuertemente entrelazadas con el sufrimiento.
— esto no cambia lo que dijiste ni lo que me hiciste sentir — murmuro, sabiendo que es una verdad y que posiblemente mis palabras solo levanten otra muralla entre nosotros — pero gracias por disculparte — no sé qué más decir porque la verdad no sé qué más desea sacar con esta conversación — debo irme — comento mirándolo con seriedad, el suspira y asiente
— ¿crees que podamos vernos luego que salgas de aquí? — suspiro meditándolo y niego
— No creo que sea buena idea Zero — el me ve un instante sopesando mis palabras y continuo — en serio no quiero más problemas y entre nosotros hay demasiados — el suspira y asiente.
Comienzo a descender las gradas y recuerdo la carta que debo entregarle, me giro para verlo y comentarle al respecto pero en cuanto veo su expresión mi cuerpo se tensa. Sus ojos están cerrados con fuerza y su cuerpo se nota rígido, sus labios son una línea fina y su ceño esta tan fruncido que se marcan varias líneas de expresión.
De pronto me parece que Zero es un chico súper atormentado en busca de ayuda, de pronto se me antoja que luce como un barco a la deriva en medio de una tempestad.
— Oye — lo llamo haciendo que sus ojos se abran y me vea con resentimiento — salgo en una hora — sonrió con cierta timidez porque de seguro volverá a herirme saldrá corriendo como la última vez, pero para mi sorpresa, desciende los escalones con rapidez se detiene a escasos centímetros de mí y me observa con intensidad.
Después de algunos segundos, sus manos acunan mis mejillas y sus labios se estrellan contra los míos con desesperación y anhelo, su lengua se abre paso dentro de mi boca en busca de la mía que la recibe gustosa y con cierta ansiedad, nuestras bocas se mueven con desesperación como si ambos hubiésemos necesitado esto.
Mi corazón late desbocado y mis pensamientos son un turbulento ir y venir sin sentido, Zero no solo anula mi cordura, también me desconecta y me hace sentir extrañamente completa, como si esto, esta cercanía, sus besos, como si él fuera una pieza del rompecabezas que soy y completara la figura.
Cuando finalmente nos separamos en busca de aire, ambos respiramos agitados, no puedo ver su expresión porque sigo con los ojos cerrados pero siento su aliento golpeando mis labios, su frente reposa sobre mía y sus pulgares acarician mis mejillas.
— Mierda — murmura con voz ronca — no tienes idea de cuánto anhelaba y necesitaba esto — abro mis ojos para verlo y a diferencia de hace un momento la expresión de tranquilidad que adorna sus perfectas facciones me deja sin aliento.
Pero todo eso deja de existir en cuanto abre sus ojos y me observa, verde y azul mirándome con intensidad, verde y azul mirándome con ese brillo hermoso que solo muestra una cosa... le gusto.
Sus labios se curvan en una media sonrisa y suspira volviendo a cerrar los ojos, su sonrisa se convierte pronto en una risa suave que me hace sonreír.
— ¿Qué? — preguntó en voz baja, el vuelve abrir sus ojos y niega con la cabeza
— nada, no importa — besa mi frente y se separa un poco de mí, luego vuelve acercarse y vuelve a besarme.
Esta vez es un beso suave, lento podría decirse hasta cierto punto que tierno, un beso que me deja flotando en la nebulosa. Vuelve a separarse de mí y sin más se aleja cuando va varios pasos más adelante se gira y con una amplia sonrisa me comenta.
— Paso por ti en una hora — me guiña uno de sus preciosos ojos y se va dejándome en mi lugar increíblemente perdida y sin comprender qué demonios acaba de pasar.
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— ¿Brooklyn estas segura de esto? — pregunta Sarah al otro lado del teléfono mientras espero por Zero en la entrada del orfelinato.
Dejare mi auto aquí y luego vendré por él.
— Sí, Sarah solo vamos a conversar — mi mejor amiga suspira frustrada
— Brook, estamos hablando de Zero Evans, el tipo que hace unas semanas te hizo un papelito debajo de su zapato y por su culpa casi caes en la mierda de antes — sus palabras me duelen y mucho — ay joder — suelta con desesperación — Brook en serio lo siento
— está bien Sarah, hablamos luego — finalizo la llamada y suspiro cerrando mis ojos.
Sé que esto es una locura, sé que no debería estar haciendo esto, pero no puedo evitarlo, todo me grita que le dé una oportunidad. Por alguna razón necesito hacer esto, necesito saber que ocurre y descubrir lo que ocurre entre nosotros porque es obvio que algo pasa.
Luego el recuerdo de sus palabras y la forma en la que me vio aparece en mi memoria y la sensación de vacío y suciedad renace en mi pecho, suspiro y echo andar hacia mi auto, no puedo hacerlo, es una locura volver a intentar algo con él.
El rugido de un motor me hace girar de golpe y lo veo entrar al estacionamiento, va vestido exactamente igual que hace un rato solo que esta vez lleva sus gafas de sol puestas y una gorra. En cuanto me ve sus labios se estiran en una ligera sonrisa. Pero esta se extingue en cuanto ve que estoy delante de mi auto con las llaves en la mano.
Se detiene delante del auto impidiendo así que pueda si quiera pensar en escapar de él.
— ¿pensabas irte? — Pregunta serio y no sé qué responder — sube — me indica con esa voz ronca y sexy que tanto me gusta.
Como si mi cuerpo fuera un robot y el la voz que lo hace moverse, camino hasta el auto y entro en el asiento delantero junto a él. Zero se quita las gafas y me observa serio unos instantes, luego suspira y sonríe negando con la cabeza.
— pensé que no te encontraría — murmura y recuesta su cabeza del asiento
— Estaba por irme — me sincero y el vuelve a observarme
— lo supuse
— Zero esto
— lo sé, no puedo ir por la vida haciendo lo que me da la gana con los demás, nadie me ha dado ese derecho... — hace una pausa y me ve con una sonrisa en los labios — ya me lo has dicho, pero esto no se trata de eso
— ¿entonces de que se trata?
El suspira y cierra los ojos.
— vamos Nico necesito un poco de ayuda — murmura para sí mismo y sonrió al escuchar el nombre de su hermano.
— ¿tú y Nico son muy unidos verdad? — en cuanto hago la pregunta su cuerpo se tensa y su expresión cambia, su ceño se frunce y abre sus ojos
— No es asunto tuyo — suelta con brusquedad y me tenso — no hables de Nico ni siquiera lo menciones — continua con rabia sorprendiéndome
— has sido tu quien lo menciono
— Basta no quiero hablar de eso — me cruzo de brazos y lo veo mal
— ¿puedes explicarme que es lo que pasa? — el presiona el volante con fuerza y respira profundo con frustración
— olvídalo ¿sí?
— No Zero, si estoy aquí es porque quiero aclarar esto, empezando por estos jodidos cambios de humor cuando nombro a tu hermano — da un golpe sobre el volante y me sobresalto
— te he dicho que lo olvides
— sí, tienes razón debo olvidarlo al igual que la jodida oportunidad que estaba pensando darte — sin más me giro y salgo del auto dando un portazo.
Segundos después otro portazo se escucha y en cuestión de nada sus manos me giran con brusquedad, nuestras miradas se cruzan y esos hermosos ojos que han estado apareciendo demasiadas veces en mis sueños están brillando por las lágrimas que se acumulan en ellos.
— solo olvídalo ¿sí? — su voz es un susurro ronco que me desarma, toda la molestia se extingue con una rapidez que me abruma y sin poder evitarlo salto sobre él y lo abrazo con fuerza.
Zero no reacciona de inmediato, pero luego de unos segundos, sus brazos me rodean con fuerza y entierra su cabeza en mi cuello.
— no sé qué está pasando Zero, pero si quieres que esto — hago una pausa y suspiro — si quieres que esto funcione de alguna forma o que logramos entender lo que sucede necesito que me digas que demonios ocurre — su cuerpo se tensa y no responde — Zero — sus brazos me liberan y suspira
— Lo siento Jake — da un paso atrás y esa expresión fría ha vuelto a su rostro, pero sus ojos aun brillan con intensidad — no debí hacer esto — da otro paso se gira y regresa al auto, cuando esta por subirse sin poder contenerme le grito
— ERES UN COBARDE — se detiene de golpe y levanta su mano en el aire.
Vamos Zero gírate y explota, suéltalo todo de una vez. Pienso, pero el simplemente deja caer su brazo, se gira sin siquiera verme y entra al auto, lo enciende y se va como alma que lleva el diablo, dejándome con miles de preguntas y un sentimiento de vacío que ya conozco.
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