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Capítulo 9 - Destino o casualidad.



Zero.

Camino lejos de Jake sintiendo el vacío en mi pecho y las incontrolables ganas de girarme y volver a ella. Pedirle perdón y rogarle porque se quede a mi lado, pero continuo andando alejándome de ella. Esto es lo mejor para ella, a mi lado solo le espera pura mierda. Mierda con la que no quiero que lidie porque es mía y ya he arrastrado a varios a ella.

Entro a mi última clase perdido en mis pensamientos, cuando es mi turno de exponer mi pequeña maqueta lo que hago con rapidez dejando en claro los puntos a favor de una construcción como la que diseñe y todos quedan satisfechos aplaudiendo mi ingenio y argumentando que soy digno hijo de del mejor arquitecto de la ciudad.

Entre halagos que me desagradan tanto como las comparaciones con mi progenitor termina la clase y se instala en mi cabeza un fuerte dolor de cabeza. Que adjunto a lo que bebí el día de ayer y a toda la presión que representa contener mis emociones. Antes de salir del salón el profesor Miller me detiene.

— Evans...— me giro con la maqueta en manos y expresión vacía.

— Dígame...

— Muchacho este tipo de estructuras serán maravillosas en un futuro, tu padre debe sentirse muy orgulloso de ti...— sonrió sin ganas y asiento.

— Oh sí, es todo una bendición para el tenerme...— suelto con sarcasmo solo que el viejo no lo capta y sonríe ampliamente.

— Me ha invitado a una pequeña recepción el viernes, espero verte allí...— comenta con colocando una mano sobre mi hombro y me tenso ante la idea.

— No lo creo tengo planes para ese día...

— Ah pero si tu padre nos dijo que ese día presentarían juntos su último proyecto...— mi cuerpo se tensa aún más y lo veo con expresión asesina.

El hombre no tiene culpa de las mierdas que pasan entre mi padre y yo, pero detesto que haga este tipo de movidas para asegurar mi asistencia.

— Entonces te veré el viernes...— comenta pasando junto a mí.

Maldigo para mis adentros y tomo el teléfono marcando su número. Esta demente si cree que estaré allí, primero porque no deseo verlo, segundo mi madre estará allí y es la primero persona a la que menos deseo ver en mi vida y tercero ese proyecto era de él y Niko, no mío.

Después del segundo tono responde una voz femenina que no reconozco y frunzo el ceño.

— Bueno

— Eh...— despego el teléfono de mi oreja para asegurarme que he marcado el numero correcto.

— ¿Sally quién es? — la voz de mi padre suena al fondo y a los pocos segundos lo escucho — ¿hijo? — me tenso porque de pronto pienso en algo que me hace hervir la sangre.

— ¿Quién es ella? — suelto entre dientes.

— ¿Sally? — pregunta Ethan confundido.

— Si, esa mujer ¿Quién es?

— Es una colega, está ayudándome con la presentación del viernes...— responde tranquilo y aunque me relaja un poco no me fio — ¿pasa algo?

— Si, ¿Qué te hace pensar que iré el viernes a esa mierda? — suelto exasperado.

— Dijiste que vendrías Zero...— me asegura y rio.

— Jamás dije que lo haría...

— Lo prometiste...— me corta y mi ceño se frunce — se lo prometiste a el...— mis ojos se abren como platos y de pronto lo recuerdo.

El día que enterramos a mis hermanos, las lágrimas acuden con velocidad a mis ojos y el nudo crece en mi garganta. Había olvidado por completo aquello. Ese día prometí delante de la tumba de mi gemelo que acompañaría a papa en la presentación del proyecto, el cual había sido iniciado por Niko y secundado y apoyado completamente por mi padre. Mis manos tiemblan y la maqueta que sostengo cae de ella haciéndose añicos en el suelo.

Siento las lágrimas correr por mis mejillas, la culpa y el dolor se avivan en mi pecho impidiendo el paso del aire.

— ¿Zero? — La voz de papa del otro lado del teléfono me regresa a la realidad — ¿hijo que pasa? — finalizo la llamada y paso encima de la maqueta sin importarme una mierda.

Limpio las lágrimas con brusquedad y camino sin mirar a nadie a mi alrededor directo a mi auto. En cuanto subo lo enciendo y cierro los ojos apoyando mi cabeza al borde del volante conteniendo todas las emociones revolviéndose en mi interior, emociones que evocan uno de los tantos recuerdos que tengo con mi gemelo.

— Esto será magnifico Zero, ayudaremos a muchas personas que no tienen forma de comprar viviendas enormes pero vivirán bien...— la voz de mi gemelo me hace mirarlo y rio al verlo tan entusiasmado delante de la maqueta que está terminando.

Mientras yo afino la guitarra eléctrica que sostengo, Ash nos mira divertida desde el suelo mientras come palomitas de maíz.

— ¿Por qué es tan importante esa cosa? — Pregunta señalando la maqueta — yo la veo igual que cualquier otra casa — Niko sonríe y deja la pega que sostenía para acercarse a nuestra hermana y se sienta junto a ella.

— No todo el mundo tiene las oportunidades que tenemos nosotros...

— ¿Qué quieres decir? — pregunta ella frunciendo el ceño.

— Que hay personas pobres destinadas a vivir en la mierda y Niko intenta ser su héroe...— digo con simpleza haciendo que mi gemelo me vea mal.

— Zero no le hables así a tu hermana...— me regaña mamá a mi espalda y rio.

— Lo siento Ash, lo que quise decir es que hay personas...

— Ya no le hagas caso...— me interrumpe Niko sonriendo a mi hermanita y haciéndome reír una vez más — la cosa es que este edificio hará que las personas sin un hogar como el nuestro tengan uno acogedor y cómodo...— Ash se pone en pie y camina hacia la maqueta que ocupa la mitad de la sala.

Es enorme ya que es un complejo entero de edificios con espacios recreativos y demás, mi gemelo ha pensado en todo.

— ¿Los parques no están muy lejos de los edificios? — pregunta Ash de pronto haciendo que Niko se ponga en pie y la acompañe, yo rio en cuanto veo el ceño fruncido de mi gemelo.

Ya está, mi hermana lo hecho pensar y seguro querrá cambiar algo.

— Están en el área destina para ello, en un complejo como este es mejor tener todo sectorizado hija...— explica papa entrando a la sala con otro bol con palomitas — ahora ustedes pónganse cómodos, que es viernes de películas...— asegura sentándose junto a mi mama que toma un puñado de palomitas y la mete en su boca.

Ashley corre y se deja caer a mi lado acostándose baca abajo mientras mi gemelo, rodea la mesa recoge las cosas que estaba usando y se regresa para sentarse junto a ella. Mi hermana me mira con una amplia sonrisa y murmura divertida.

— El único héroe en la familia eres tu...— mi sonrisa se ensancha y Niko ríe a su lado.

— He escuchado eso...

— Era la idea...— me burlo chocando mi puño con el de Ash que ríe.

El timbre de mi teléfono me regresa a la realidad, una opresiva y dolorosa realidad que me asfixia. Los recuerdos de mi familia me atormentan y me destrozan a partes iguales. El teléfono continua sonando pero lo ignoro, levando el rostro y salgo del estacionamiento para irme lejos de aquí, necesito respirar y aquí no lo hare.

Conduzco todo el rato perdido en mis pensamientos y ahogándome en la culpa que siento. En el dolor que siento al saber que tengo que estar allí porque lo prometí, prometí continuar con sus planes y el no hacerlo solo significa fallarle y no puedo permitírmelo. De pronto un relámpago ilumina el cielo y me doy cuenta que esta por llover, sin embargo ignoro el peligro que representa ir al acantilado y continúo conduciendo.

Después de un rato llego al estacionamiento, mientras que afuera se desata una tormenta. Abro la puerta sin importarme una mierda y salgo disparado hacia el camino ignorando el frio. Camino hacia el sendero que me llevara a la sima y demoro más del tiempo que normalmente me toma llegar a ella. El recorrido se me hace eterno pero una vez llego necesito detenerme para acompasar mi respiración.

Los músculos me duelen, estoy empapado y hace frio, por no hablar de cuanto me cuesta respirar por las lágrimas que siguen cayendo de mis ojos. Camino hacia el borde pero me detengo cuando veo una persona tendida en el suelo muy cerca del borde, mi ceño se frunce y camino hacia ella al notar que no se mueve. Mientras me acerco mi corazón empieza a latir con fuerza.

Es una chica, el cabello largo esta desperdigado en el suelo entremezclándose con el agua y el barro. Cuando la alcanzo mi corazón se detiene y todo se desmorona a mi alrededor.

https://youtu.be/3AaL_2vPAHo

(Darle play al tema y leer la escena con el de fondo... no es lo mismo si esta canción no esta sonando de fondo)

— ¿Jake? — pregunto agachándome junto a ella.

Cuando giro su rostro un hilo de sangre sale de su nariz y me paralizo. Su rostro luce pálido y de pronto no sé qué hacer, no puedo ni moverme. Mi cuerpo empieza a temblar y no estoy seguro que sea por el frío que nos rodea. Trago con fuerza y aparto el cabello de su rostro, mientras las gotas de lluvia lavan la sangre que sale de su nariz y ensucia su rostro.

— No, no, no, no Jake vamos hermosa no...— empiezo a golpear sus mejillas sintiéndome desesperado. Miro a mi alrededor tratando de buscar donde refugiarnos de la lluvia.

Pero aquí en la cima no hay lugar, aunque si un poco más abajo, la alzo en mis brazos sintiendo su peso absoluto entre mis brazos, su cuerpo inerte me deja sin respiración y el pánico amenaza con paralizarme. Camino con pasos inseguros y resbalándome cada tanto en el barro hasta alcanzar el camino.

Con sumo cuidado pero dándome toda la prisa que puedo, alcanzo una pequeña saliente cubierta de rocas en la que no cae el agua y me meto allí con Jake, me siento en el suelo con ella entre mis brazos y aparto su cabello buscando su rostro, ya la sangre no sale de su nariz pero sus ojos siguen cerrados.

— ¿Brook? — Jadeo asustado — Brooklyn despierta...— la muevo con cierta brusquedad pero nada sucede.

Sé que respira porque su pecho se mueve con suavidad y su cuerpo se estremece.

— Brooklyn despierta...— insisto.

Pero no reacciona y siento que estoy perdiendo el control, que las cosas se me escapan entre las manos como el agua. Cierro los ojos y me obligo a centrarme. Está lloviendo, bajar con ella el camino es peligroso pero no imposible, me quito la cazadora y con cuidado la coloco sobre ella, admirando sus facciones y sintiendo el pecho compungido.

Aparto los mechones de cabello que caen sobre su rostro absorbiendo todo lo que ella significa para mí, lo imbécil que puedo llegar a ser, lo estúpido que he sido. Cierro los ojos y apoyo mi frente sobre la suya, dejando que el nudo en mi garganta se haga más grande y sin poder evitarlo todo explota justo allí y en ese momento.

— No quiero a otra que no seas tú...— murmuro con voz ronca, trago duro para poder continuar — no quiero dejarte Jake, simplemente no puedo hacerlo...— cierro los ojos con fuerza tratando de contener las lágrimas y el miedo que siento de perderla.

— No quiero perderte, pero tampoco sé cómo hacer esto...— confieso.

Las lágrimas caen de mis ojos y muerdo mi labio conteniendo el sollozo. Debería estar moviéndome, bajando de este maldito risco y llevándola a un lugar donde puedan revisarla. Pero el miedo me ha paralizado, no quiero perderla. No quiero perder a nadie más, no sé si podría seguir si la pierdo a ella también. No cuando fue tanto, no cuando es tanto.

— ¿Zero? — una temblorosa y suave mano se apoya en mi mejilla y siento mi corazón detenerse.

Abro los ojos y me encuentro con esos hermosos, grandes y expresivos ojos café que me roban el aire con solo parpadear. Confusión en su mirada pero también cierto alivio.

Sus ojos miran mi rostro con detenimiento, mientras sus dedos se desplazan con suavidad hasta mi cien y acaricia mi cabello para luego descender hasta mi barbilla, su mano tiembla y desciende lentamente hasta apoyarse sobre mi pecho.

— Tengo frío...— murmura y movido por la imperiosa necesidad de sentirla aquí junto mis labios a los suyos.

Mientras las lágrimas continúan saliendo de mis ojos entremezclándose con el agua que moja mi rostro. Sus labios se mueven con demasiada suavidad, con demasiada calma. Pero para mí no puede ser más perfecto el sentir sus frío labios sobre los míos. Avivando lo que sea que muere a diario cuando abro los ojos y recuerdo que mis hermanos no están en mi vida.

Aquello que me hunde un poco más cuando recuerdo que mi gemelo no vive por mi culpa. Aquello que se ha empeñado en alentarme a salir de la oscuridad desde que ella apareció y solo ha intentado ser el soporte y la luz que alumbra el camino. La guía para poder avanzar hacia la vida que creo nunca debí dejar.

— Perdóname...— murmuro sobre sus labios.

— Zero, tengo frío...— repite esta vez mucho más bajo y es en ese instante en que caigo en cuenta que estoy ocupado sintiendo cuando debería estar corriendo lejos de aquí para llevarla al hospital.

— Tranquila te llevare a un lugar caliente...— trago con fuerza y me pongo en pie, haciendo un esfuerzo sobre humano aparto la mirada de su pálido rostro y suspiro mirando hacia el frente.

El mundo afuera luce como es mi día a día, gris, húmedo y vacío.

— Está lloviendo, va hacer más frío, pero pronto entraras en calor, no vuelvas a dormirte ¿de acuerdo? — mi voz suena suplicante y ella sonríe apenas un poco.

— Te preocupas por mí...— murmura y sonrió con pesar, sintiéndome terriblemente mal.

Soy una mierda y no merezco una chica como Brooklyn Jones, pero si algo se de la vida es que a veces no es justa y aunque no quizás no sea lo mejor para ella, ella es todo lo que necesito y quiero.

— Siempre Jake...— doy un paso y mi pie resbala en la tierra mojada asustándonos a ambos — los súper héroes nunca se rinden...— comento mirándola a los ojos, recordando lo que dijo Niko en aquella playa cuando apenas éramos unos niños.

Sintiendo hoy más que nunca sus palabras, sé que no puedo simplemente hacerlo con ella.

— No me puedo rendir contigo...— su sonrisa se ensancha y cierra los ojos — Jake abre los ojos...— la apremio y me obedece con algo de lentitud.

Salgo de la pequeña saliente, el agua cae sobre mi cabeza y sobre su cuerpo, como puedo empiezo a descender por el camino, tropiezo cada tanto, pero no me detengo, necesito sacarla de aquí rápido. Por obra y gracia de algo allá arriba, la lluvia para y logro bajar con más rapidez. Mis ojos se desvían cada nada a su rostro que cada vez luce más pálido, su respiración es acelerada y superficial, sus ojos me ven con pesadez y cada instante que pasa tarde más en volver abrirlos.

Finalmente logro descender, para cuando lo hago Jake permanece con los ojos cerrados y el terror abarca todo mi cuerpo, corro hacia el auto resbalando en los charcos de agua pero manteniendo de alguna forma el equilibrio y no caer con ella al suelo. Abro el auto y la dejo en el asiento del copiloto. Cierro la puerta y rodeo para abrir la cajuela de donde saco un bolso.

Corro a la puerta y abro entrando con rapidez, enciendo el auto y luego coloco la calefacción a toda mecha. Me giro para acomodar su cabeza en el asiento y me desespero otro poco cuando no hace más que dejarse caer a un costado. Con rapidez empiezo a quitarle la ropa mojada, la tiro al asiento de atrás y luego como puedo le quito el jean que lleva puesto y le coloco la sudadera que llevo en el bolso, luego me quito mi franela y tiro de ella abrazándola con uno de mis brazos. Con el otro tomo el volante y empiezo a conducir para salir del estacionamiento.

Mi corazón late con tanta rapidez que lo escucho martilleando en mis oídos, el miedo crece con cada segundo que pasa. Aumento la velocidad olvidándome que la vía esta mojada y es peligroso pero me cago en todo necesito llegar a un hospital, cosa que hago quizás en menos del tiempo que me tomaría. Detengo el auto de golpe en el área de emergencia y cargo a Jake entre mis brazos.

Desciendo el auto con ella y corro hacia el interior, en cuanto me ven un par de enfermeras corren hacia mí.

— ¿Qué le ocurre? — pregunta ella mientras continuo corriendo en busca de una camilla.

— No lo sé, la encontré desmayada bajo la lluvia, tenía sangre saliendo de su nariz...— me guían hacia un área donde ya espera otra enfermera y un medico corre en nuestra dirección.

En cuanto la dejo sobre la camilla, me obligan apartarme y una vez más me sumo en la tormenta angustiante que amenaza con acabar todo mi mundo. Los veo atenderla en la distancia, pinchan su brazo izquierdo colocando una vía y pronto están revisándola.

— ¿Sabes si es alérgica algún medicamento? — pregunta una de las enfermeras y niego con la cabeza siendo incapaz de apartar la mirada de su rostro pálido.

— No lo sé...— murmuro.

La mujer se mueve de mi lado y me quedo solo en un pasillo lleno de personas que corren y caminan con prisas, médicos, enfermeras, pacientes y familiares se mueven a mi alrededor y yo siento que solo soy una roca en el lugar, fría, vacía y sola. Las cortinas se cierran y pierdo el contacto con la chica que ha estado revolucionando mi existencia.

Cierro los ojos y siento como todo cae sobre mí.

— ¿Oye estas bien? — pregunta una mujer a mi lado.

Cuando abro los ojos una señora me mira preocupada

— Estas empapado y sin camisa, deberías ir por algo de ropa, vas a enfermarte y no creo que sea bueno con ella así...— murmura señalando hacia el lugar en el que se encuentra Jake.

Asiento pero no consigo moverme. Ella sonríe y suspira mirando en dirección hacia el cubículo.

— Iré por un Café, espérame aquí...— con eso se va y vuelvo a quedarme solo en el mismo lugar, incapaz de moverme.

Minutos después, la misma mujer regresa con un café en las manos, me lo tiende y sonríe con calidez, recordándome a mama cuando hacia chocolate para nosotros en los días de lluvia. Mi pecho se estruja, pero no me muevo, por lo que la mujer, toma mi mano con cuidado y deja el café en ella. Luego aprieta con suavidad mi muñeca y se gira caminando hacia una de las sillas donde también se encuentra un hombre mayor.

Él le sonríe con amor y luego posa su mirada azulada en mí y sonríe asintiendo en un gesto que se me antoja amable. Desvió mis ojos hacia el vaso térmico en mis manos y mis ojos arden y pican. Todo se vuelve borroso y comprendo que son lágrimas que están acumulándose en ellos. Trago duro y los cierro sintiendo como estas caen sin más.

Aprieto un poco más el vaso entre mis manos sintiendo demasiadas mierdas. Pero pronto me veo obligado abrir los ojos cuando siento algo cálido cubrir mis hombros.

— Hace frio y puedes resfriarte...— el mismo hombre que acompaña a la señora aprieta con suavidad mi hombro y se gira alejándose de mí, después de haber colocado su chaqueta sobre mí.

Finalmente después de un rato, el medico sale del cubículo y se acerca a mí. Su expresión sería solo me impacienta más y me llena de ansiedad.

— ¿Estabas con ella cuando se desmayó? — niego con la cabeza y el asiente — no sabemos a qué se debió el desmayo pero ya está más estable, su temperatura corporal había descendido bastante, pero la hemos logrado estabilizar...— sonríe apenas y suspira — asumo que eres Zero ¿no? — Mi ceño se frunce y ante mi expresión su sonrisa se ensancha — lo primero que ha dicho ha sido tu nombre...— mi pecho se calienta y doy un paso en dirección del cubículo pero el médico me detiene — tienen que hacerle algunos exámenes, necesito que me des la información sobre ella.

Asiento y me guía hacia el stand de enfermeras donde respondo las preguntas que me hace, dándome cuenta que no se mucho de ella. El medico asiente y me permite ir a verla, en cuanto entro al pequeño espacio rodeado de tela, sus ojos se encuentran con los míos y sonreímos al mismo tiempo.

De pronto todo tiene un color distinto solo por verla sonreír de esa forma. Camino hasta ella, y acuno sus mejillas entre mis manos antes de inclinarme y besarla. Una de sus manos va a mi nuca y me regresa el beso con intensidad. En cuestión de segundos debemos apartarnos porque nos hemos quedado sin aire.

— Perdóname...— es lo primero que digo.

— ¿Por qué? — pregunta frunciendo el ceño y mis ojos se abren.

— Por ser un estúpido que no hace más que cagarla...— ella sonríe y ladea su rostro.

Ese que sigue pálido, pero el brillo en su mirada ha vuelto y con eso me basta por ahora.

— Esta bien Zero estas aquí y es lo que importa...— murmura y me siento aun peor.

Pero lo dejo estar, por ahora lo que me importa es que despertó y está a mi lado.


Brook.

Zero me mira con intensidad sin soltar mis mejillas y de alguna forma que todo vuelve a su cauce. Cierro los ojos sintiendo la suave caricia que deja su pulgar sobre mi piel. El respira profundo y se separa de mí besando mi frente. Para luego abrazarme con fuerza. El abrazo se siente cálido, pero necesitado. Entonces recuerdo que llevamos más de una semana sin vernos.

Que si yo le he extraño posiblemente el también a mí. Sonrió acomodando mi cabeza sobre su pecho en busca de su corazón para escuchar sus latidos. Su mano se desliza sobre mi cabello húmedo y muerdo mi labio inferior antes de decir lo que siento.

— Te extrañe...— su cuerpo se tensa un poco y respira profundo.

— No tienes idea de cuánto te extrañe yo a ti...— cierro los ojos y sonrió.

Ninguno de los dos vuelve a decir algo, permanecemos en silencio. Después de un rato una enfermera entra y nos mira con una sonrisa pícara en los labios, revisa la bolsa que cuelga del paral y luego mira a Zero con el ceño fruncido.

— Jovencito deberías ir a cambiarte, nos basta con ella...— mis ojos se desvían hacia lo que señala la mujer y noto que el pantalón de Zero esta empapado y que lleva una chaqueta que no es suya.

— Claro...— responde el sin mirar a la mujer y con cierta deje de irritación en la voz y rio.

— Siempre tienes ropa en tu auto...— murmuro y sus ojos se abren como platos de golpe.

— Mierda el auto...— suelta separándose de mí.

Lo veo sin comprender y luego niega con la cabeza, rascándose la nuca.

— Tengo que salir, cuando llegue deje el auto mal estacionado al frente...— la enfermera ríe negando con la cabeza y la imito.

Zero se acerca a mí y vuelve acunar mis mejillas, sus ojos me miran con tanta intensidad que mis mejillas se calientan con rapidez y siento como queman. Él sonríe y se inclina para dejar un cálido y suave beso sobre mis labios.

— ¿Estarás bien mientras vuelvo? — hay preocupación en su tono, pero también miedo en su mirada.

Asiento y vuelvo a besarlo.

— Si, ve tranquilo...— me encojo de hombros — no creo poder moverme de aquí en un buen rato...— digo señalando la bolsa que acaba de colocar la enfermera y esta ríe.

— Puedes ir y venir, estará aquí algunas horas...— el asiente y vuelve a mirarme.

Sus preciosos orbes me miran con intensidad y ciento que hay tanto en ellos que de pronto siento que estoy perdiéndome de algo. Lo veo tragar duro, sus labios se separan y espero que diga algo pero no lo hace, simplemente apoya su frente en la mía y suspira.

— Te amo...— murmura muy bajito y mi pecho late sin control.

Su pulgar se mueve contra mi mejilla con suavidad y para luego girar mi rostro y encontrarme con ese tono azul y ese verde que me maravillan. Sonrió.

— Yo también te amo Zero...— vuelve a besarme con suavidad y se separa.

Su cuerpo esta tenso y su mandíbula igual. Algo le pasa pero no sé qué es. Luego se gira y sin agregar nada más sale de la habitación dejándome sola con la enfermera, que ríe suavemente.

— Es un muchacho muy atractivo...— comenta y rio con nerviosismo asintiendo.

— Si, es muy guapo y sexy...— confirmo y ella ríe.

— Y está loco por ti...— esas palabras me hacen mirarla sorprendida.

— ¿Qué?

— Cuando llego creí que íbamos a tener que atenderlo a él también, estaba pálido y temblaba sin control, claro también estaba muy mojado pero además de eso solo se veía que estaba a punto de sufrir un colapso nervioso por ti...— me cuenta lo que me deja impresionada.

— Es raro...— murmuro desviando los ojos y ella ríe.

— Creo que eres afortunada, una no tiene la suerte de conseguirse un chico así de sexy y que además se preocupe como él lo hace por ti...— con eso se gira y sale del cubículo.

No sé si soy afortunada, porque amar a Zero Evans es complicado. Aunque para muchos es solo un chico rebelde y frio conozco la calidez que hay en él y aunque si puede ser un hijo de puta si quiere. Es sin duda alguna una de las personas más cálidas que conozco. Sonrió jugueteando con mis dedos y dejo mi cabeza caer sobre mi almohada.

Otra vez estoy en el hospital pero al menos esta vez él está aquí y no tengo que lidiar con la sensación de vacío y que algo falta. Me concentro en tratar de recordar en que momento me he desmayado esta vez pero no logro hacerlo, de hecho gracias al esfuerzo empieza a dolerme la cabeza por lo que lo dejo estar y trato de dormir un poco.


#


Me remuevo entre las sabanas pegándome más a la calidez del cuerpo que se encuentra pegado a mí. Inhalo profundamente llenándome con ese aroma que me deja atontada y abro los ojos para mirarle. Sus parpados cubren esos hermosos ojos de distintos colores, sus labios adornados con esa argolla están entreabiertos y respira con pausa y calma.

La habitación esta en penumbras, pero soy capaz de ver su rostro a la perfección y recuerdo lo que dijo la enfermera cuando hablamos. Sonrió mordiendo mi labio y regreso mi cabeza sobre su pecho para dedicarme a escuchar el latido lento y acompasado de su corazón.

Su cuerpo se remueve debajo de mí y uno de sus brazos me aprieta más hacia él, para luego acariciar con suavidad mi brazo, lo siento tomar una respiración profunda y sonrió cuando su estómago y pecho descienden con el movimiento. Permanezco despierta un rato pensando en las cosas que han pasado estas semanas. Me pierdo en el recuerdo de una tarde en su departamento.

— Esa pieza no va allí...— Zero estira su mano y me quita la pieza del rompecabezas que armamos en el suelo de su habitación.

— Que sí, devuélvemela...— me coloco a gatas para intentar quitársela y una de sus cejas se eleva, sus ojos se deslizan de mi rostro a la parte baja donde su camisa deja expuestos mis pechos debajo de esta.

Mis mejillas se calientan y el muerde su labio inferior, el brillo deseoso en sus ojos es evidente y la malicia cubre sus facciones.

— Si la quieres ven por ella...— me reta apartando su mano y alejándola aún más de mí alcance.

— Según tu ¿dónde va? — le reto, él sonríe y se encoje de hombros inclinándose hacia el frente.

Su rostro queda a escasos centímetros de mí, sus asombrosos ojos de distintos colores recorren mi rostro hasta caer en mis labios, remoja los suyos con su lengua con lentitud y ya mi cuerpo se siente varios grados más caliente.

— Aquí...— murmura con voz ronca, encendiendo todo en mi.

Mis ojos tardan en desviarse de su perfecto rostro para ver donde la ha puesto y rio al ver que encaja perfecto. Su sonrisa suficiente me recibe cuando elevo el rostro y niego con la cabeza.

— Seguro lo has armado unas mil veces...— comento y el ríe, apartando un mechón de cabello de mi rostro y colocándolo detrás de mi oreja.

— Pues no, solo soy bueno en esto...— rio cuando oigo su tono arrogante — pero me gusta más armar el rompecabezas que somos tú y yo...— coloca su mano detrás de mi nuca y tira con suavidad de mí.

Nuestros labios se encuentran y empezamos a besarnos con suavidad. Gateo hacia el mientras él se aleja un poco pero sin dejar de besarnos, su cuerpo se va echando hacia atrás hasta que su espalda queda sobre el suelo y mi cuerpo lo cubre. Sus manos siguen en mis mejillas y sus dientes atrapan mi labio inferior.

Abro los ojos encontrándome con esos tonos oscurecidos, un espectáculo maravilloso de colores en su mirada. Sonríe liberándolo para luego abrazarme y pegarme más hacia él. Luego simplemente me gira y queda su cuerpo parcialmente sobre el mío.

— ¿Somos un rompecabezas? — pregunto divertida y el ríe.

— Y uno jodidamente complicado — responde seguro y rio.

— Tu eres el complicado...— le culpo y el eleva una de sus cejas.

— Jah, acaso tienes idea de lo jodido que es tenerte de amiga...— mi ceño se frunce — eres un puto grano en el culo Jake...— rio echando mi cabeza hacia atrás cosa que aprovecha para apoyar sus labios en mi piel.

Un jadeo entrecortado sale de mis labios, mientras una de sus manos se cuela debajo de la camiseta negra que llevo puesta, sus dedos traviesos se deslizan con suavidad sobre mi abdomen, acariciándome de arriba hacia abajo, mientras sigue dejando un montón de besos húmedos.

— Un grano en el culo que no quiero dejar...— susurra y rio una vez más.

— ¿Porque es muy sencillo tratarte a ti no Evans? — el separa su rostro de mi cuello y me mira.

Su mano sigue moviéndose sobre mi piel, ascendiendo hacia uno de mis pechos, se detiene justo en la curvatura inferior de uno de ellos y siento como su pulgar se mueve rosándolo a penas.

— Eres hermosa Jake...— suelta de la nada y mis mejillas se calientan él sonríe como solía hacerlo antes de tener todo lo que tenemos.

Antes de volver a inclinarse y besarme. Su mano finalmente alcanza mi pecho y lo amasa, mientras una de sus piernas se acomoda parcialmente entre las mías. Mis manos se van a su pecho desnudo y empiezo a trazar el patrón de sus abdominales hasta alcanzar el botón desabrochado de su pantalón.

El gruñe cuando siente mi rose y abandona mi boca para mirarme con esa intensidad característica en él.

— Quiero follarte...— suelta sin más una vez más y mi cuerpo se calienta reacciona instantáneamente.

— ¿Que te detiene? — pregunto y el ríe.

— ¿La verdad? — Sus dedos se cierran sobre mi pezón y pellizca un poco, gimo cerrado los ojos — nada pero me gusta causar ese rubor en tus mejillas cada que te lo digo...— con eso vuelve a lanzarse a mis labios, besándome con intensidad.

Su cuerpo se mueve quedado ahorcadas sobre mí, sus manos apoyadas en el suelo frio, sus lengua entra a mi boca buscando la mía que se lanza a su encuentro deseosa, el frio de la argolla jugando sobre mis labios me prende aún más y me remuevo buscando sentir su cuerpo. En respuesta se deja caer sobre mí y logro sentir la erección que se esconde debajo de su pantalón.

Mis manos se mueven hasta el borde de su pantalón, deshaciendo los demás botones, su pelvis se eleva dándome más acceso hasta alcanzar su miembro, él se tensa y abandona mis labios para soltar una maldición cuando aprieto ligeramente mi mano sobre ella.

Busco su mirada y la sonrisa traviesa que decora sus labios me emboba, muerdo mi labio y el cierra sus ojos respirando profundo cuando muevo mi mano de arriba abajo. Disfruto de las expresiones de su rostro mientras me dedico a acariciarlo. El sexo con Zero siempre es intenso y distinto a lo que experimente antes.

Con el todo parece ser más intenso, más profundo, más perfecto... mas real. Con él las cosas que aprendí en ese momento de absoluta oscuridad de mi vida no se sienten tan mal, hacerlas de hecho se me antojan interesantes. Por lo que muevo mi pulgar hasta su glande y allí acaricio rosando el piercing, el suelta una maldición y jadea sobre mi rostro.

— Dios Jake...— sonrió complacida y elevo el rostro para besarlo.

El tira su cuerpo a un costado volviendo a tumbarse sobre el suelo llevándome con él, rio liberándolo pero el lleva sus manos a mi trasero y me empuja contra su miembro. Nuestras pieles chocan y se frotan sobre la ropa, gimo elevando el cuerpo para apoyarme en su pecho. Ese cubierto de tatuajes que cuentan un poco más sobre las emociones y sentimientos del chico frio debajo de mí.

Una de sus manos eleva un poco mi cuerpo y aparta la tela de mi braga que esta empapada y se introduce esparciendo mi humedad.

— Tan húmeda, tan hermosa y tan perfecta para mí...— murmura sobre mis labios antes de guiar su miembro a mi entrada.

Apoya sus manos sobre mis glúteos y poco a poco se va empujando en mi interior, jadeo cerrando los ojos como nuestros cuerpos se unen y se rosan, recibir a Zero siempre es algo intenso y que disfruto, siempre lo hace así lento, como si temiera romperme pero sé muy bien que es porque disfruta de lo mismo que yo, sentirnos.

La puerta de la habitación se abre y mi recuerdo se ve interrumpido por una cabellera castaña, ojos claros que me miran llenos de preocupación pero luego de unos segundos y notar la presencia de Zero a mi lado su expresión cambia tornándose seria, incluso molesta.

Spencer entra sin hacer mucho ruido y niega con la cabeza sin decir nada, eleva el bolso que tiene en su mano y lo deja sobre el sillón, antes de dar un paso hacia atrás. La decepción decora sus facciones y me remuevo incomoda por la forma en que me mira. Desde que escape de casa Spencer no ha dejado de mirarme de esa forma.

Lo decepciono constantemente y aunque me duele que me vea de esa forma, no me arrepiento de mis decisiones al menos las relacionadas con Zero.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta tenso metiendo las manos en los bolsillos de su jean.

Zero se remueve a mi lado y despierta antes de yo poder responder, sus ojos me observan y sonríe con calidez, antes de girarse y ver a Spencer al pie de la cama y justo en ese instante la tensión en el ambiente sube tanto que creo que cualquiera de los dos está por lanzarse contra el otro.

— Mejor, gracias por traerme las cosas...— me apresuro a contestar, mientras Zero sale de la cama y da un paso en dirección de Spence.

— Niño bonito...— lo saluda y yo retengo la respiración.

Spencer me da una mirada significativa antes de girarse y no responder nada.

— Nos vemos cuando estés acompañada por este imbécil...— suelta alcanzando la puerta.

— Este imbécil está aquí y tu estas por irte...— acota Zero y pongo los ojos en blanco.

Que ganas de molestar a otros, joder.

— Hasta que ella se canse y se dé cuenta que no lo vales...— en ese instante Zero se tensa y yo quiero matarlos a ambos.

— Gracias Spence...— respondo antes que puedan decirse algo más, abre la puerta y sale dando un portazo.

El silencio que le sigue a su partida me incomoda y me preocupa. Zero permanece en el mismo lugar mirando el piso, sus manos presionadas con fuerza a sus costados y su espalda tensa. Me muevo saliendo debajo de las sabanas y bajo de la cama para caminar hasta él. Cuando lo alcanzo un ligero mareo me asalta por lo que cierro los ojos.

Cuando los abro Zero esta frente a mi mirándome con intensidad. En serio no sé cuántas veces lo he dicho, pero sus ojos son un espectáculo increíble. No decimos nada, hasta que sus dedos se elevan y con el dorso de sus nudillos acaricia mi mejilla, cierro los ojos disfrutando de la sensación y sonrió.

Con Zero todo puede ser muy caótico casi siempre, pero no me cabe la menor duda que la tranquilidad que siento en momentos como este es maravillosa. Sus dedos descienden hasta mis labios y traza el contorno de estos hasta descender al inferior, cuando abro los ojos y su rostro está a escasos milímetros y vuelvo a cerrarlos una vez junta su boca a la mía.

— No me rendiré...— murmura sobre mi boca y sonrió.

— Yo tampoco...— aseguro y esta vez es el quien sonríe antes de besarme con ganas.

No sé qué tantas cosas tengamos que pasar juntos, porque ya hemos pasado por bastante, pero no quiero dejarlo, no solo porque lo amo sino porque de alguna forma siento que el destino me trajo a él, no creo que solo sea casualidad que sintamos lo mismo. Zero está roto, una vez estuve hecha pedazos y poco a poco fui reconstruyéndome.

Zero unió las piezas que quedaban por allí sin unirse y equilibrio mis mundo con su caos existencial. Si es una locura lo nuestro, si nos hemos hecho daño, si es un idiota la mayor parte del tiempo, pero también sé que es no es fácil salir de un pozo sin fondo como en el que hemos estado. Yo más que nadie lo sé y espero que cuando él lo sepa entienda porque nunca me daré por vencida con él.


Nota del autor: hola mis bellezas, se que he estado ausente en mis otras historias pero es la razon que ya conocen se llama "bajon Darkness" jajajaja pero alli voy, ahora si pasemos al capitulo. 

Que demonios tiene Jake Tamy? por que nos haces esto y a Zerito? lo se estan preocupadas y ansiosas por lo que pasa, pero solo me queda decirles que vayan comprando los antidepresivos porque lo que viene es *DRAMA* de ese que dan por los tubos. 

A ver hablando de Evans, no se uds pero yo amo cuando se abre y se deja de gilipolleces y acepta que esta loco por Jake y no se pone estupido en plan tengo que alejarme. Pero tambien lo entiendo, no quiere lastimar a Jake y sabemos que es experto en ello. 

Ahora nuestra Jake hermosa, nuestra peque;a ha pasado por mucho y lo que falta. En fin un beso enorme les amo y gracias infinitas por seguir aqui y bancarse mi ausencia! Les amo infinitamente y *GRACIAS TOTALES*

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