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6. de las lágrimas que no terminan de caer (part I)

—Tiene que parar —susurró Eun hee, y palpó con delicadeza la mejilla de Kang Soo jin. Su blanca piel mostraba la huella de lo que hace poco había sido una brutal golpiza. Un impacto dado con rabia, y producto de la ira de un hombre enojado con la vida.

—Está bien. Solo avísame cuando se salga el maquillaje para retocarlo —Soo jin sacó sus polvos y con ellos se cubrió la mancha violácea en el rostro.

Choi Eun hee vio los ojos de Soo jin aguados. Las briznas de pasto se reflejaban en aquellas lágrimas destinadas a no caer. Choi Eun hee se preguntó a qué lugar irían si no estaban consagradas a perecer en las mejillas, o en los dedos, o en el aire.

¿A dónde van a parar las lágrimas que no terminan de caer?

—No puedes permitir que lo vuelva a hacer. Si sigue así, vas a tener que hacer la denuncia.

—Se trata de papá, Eun hee. No de un extraño. No puedo llegar y denunciarlo.

Choi Eun hee pensó que sí podía, aún considerando las dificultades astronómicas que se le presentarían. Pero no quiso insistir, de todas maneras no estaba en los zapatos de su amiga. Aunque quisiera, nunca podría imaginar lo que se sentía tener un padre maltratador.

—Sabes que el día que sea y a la hora que sea, voy a acompañarte a hacer la denuncia. O a enfrentarlo. Lo que prefieras. Y cada que no quieras verlo puedes ir a casa, aunque yo no esté. Y si se trata de las notas, puedo sacar una calificación baja adrede si con eso disminuyen las posibilidades de que te golpee.

—Ya, Eun hee, cálmate. No se trata de ti con las notas, es Lee Suho con su primer lugar de siempre.

Eun hee le tomó la mano con fiereza, y Kang Soo jin solo le sonrío, silenciosa. Tomó un mechón del cabello de Eun hee y empezó a trenzarlo.

—Tienes el pelo muy lindo ahora último. Muy sano —comentó Soo jin.

La joven Choi suspiró y se relajó con el toque de Soo jin en su pelo. Se quedaron un rato tendidas en el césped, contemplando el ir y venir errático de los estudiantes a la hora de la salida. Con Choi Soo ah de novia y Lim Jukyung dándoselas de misteriosa, Choi Eun hee y Kang Soo jin se la pasaban a solas. A lo lejos, se veía a Lim Jukyung escapando a zancadas de Han Seojun, que corría como fiera detrás de ella. Un poco más cerca, Lee Suho les miraba con rostro furibundo, aunque tan inexpresivo como siempre. Choi Eun hee suspiró ante la escena.

—¿Crees que deberíamos advertirle a Jukyung? —habló Kang Soo jin.

—¿Qué? ¿De qué?

—De que el loco ese puede lastimarla.

Eun hee se quedó pensando, no estaba segura de si se refería a Han Seojun o a Lee Suho. Hasta que concluyó que por el tono sosegado con que expresó su preocupación de seguro se trataba de Han Seojun.

—Ah, Han Seojun.

—Sí, ¿quién más anda detrás de Jukyung?

Choi Eun hee la miró. No le gustaba mentir, había visto las miraditas solapadas que se mandaban Jukyung y Suho, y una noche les pilló muy abrazaditos en una cancha de básquetbol cerca de la casa de Jukyung. Con solo ver la mirada que le daba Jukyung a Lee Suho, Eun hee ultimó que estaba enamoradísima de él. Pero el tema no le concernía, no tenía ningún derecho a afirmar o a divulgar información sobre ella o de los tipos a su merced.

—Pues no sé. No me contó nada —dijo Eun hee, y elevó los hombros—. Pero volviendo al tema, veo poco probable que Han Seojun le haga daño.

La joven Eun hee vio a Han Seojun sonreír junto a Lim Jukyung. Pensó que sonreía mucho cuando estaba con ella. Sonreía y se veía contento, satisfecho y tranquilo. 

—Es posible, pero igual se me hace un poco intimidante para Jukyung.

— No es nada más que una fachada. Seojun es...

Kan Soo jin la miró fijo, dudosa, y elevó una ceja.

—No estoy segura. Pero si te preocupa Jukyung estaría bueno que hables con ella.

Pronto decidieron irse. Se pararon y se fijaron en el caminar seco de Lee Suho que justo pasaba frente a ellas. Choi Eun notó que Soo jin le miraba. Aprovechó entonces para hacer esa pregunta que hace algún tiempo fue una constante.

—¿Todavía te gusta? —preguntó Choi Eun hee, con recate.

Kang Soo jin no respondió, pero en su rostro dibujó una sonrisa tal, que a Choi Eun hee le costó convencerse de que le pertenecía a la Kang Soo jin que ella conocía. Lee Suho era de naturaleza tan parca, frío como el hielo glacial y, en apariencia, tan carente de emociones, que creyó que si a Soo jin le gustaba era porque era la única figura masculina que durante algún tiempo demostró preocupación por ella. Un tipo de afecto del que Soo jin carecía, considerando los malos tratos de su padre. Aunque se sentía descarada por sacar conclusiones que no le venían a cuento, creyó que en cuanto a intereses románticos su amiga estaba fuertemente trastocada por sus problemas familiares. 

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