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16. noche de seda

"Solo quería ver el jardín" pensó Choi Eun hee, mientras contemplaba el paisaje más allá de la ventana. La noche había caído y el espectro de una niebla espesa agudizó sus sentidos y le llenó de cierto sentimiento agridulce, parecido a la congoja.

—¿Con quién estuviste el otro día? —preguntó Kang Soo jin.

Choi Eun hee dejó de mirar por la ventana y se concentró en el interior de la sala. La biblioteca de la escuela a esas horas de la tarde, aunque cálida e iluminada, se advertía solitaria y silenciosa. El sosiego era tal, que el sonido uniforme del tictac de un reloj —que la joven Choi nunca logró avistar— resultaba atronador.

—¿Cuándo?

—La otra noche que estuvimos en mi casa, el sábado. Saliste y no volviste en mucho rato.

A Choi Eun hee no le interesaba mentir. O al menos no a Kang Soo jin. Lo consideraba una pérdida de energía innecesaria y un desaire.

—Han Seojun fue a verme. Dijo que quería verme.

Kang Soo jin suspiró, terminó de apuntar en su libreta y volvió a mirar a Choi Eun hee.

—¿Y qué? ¿Se besaron?

—No —respondió con premura. Sus ojos volvieron a concentrarse en la ventana. Debido a la humedad de la noche, el vidrio se había empañado y Choi Eun hee notó que ligeras gotitas de lluvia comenzaban a golpearla—. Dijo que no podíamos porque yo estaba borracha.

La joven Soo jin no respondió, siguió mirándola mientras apoyaba el rostro en su diestra.

—Pero quería darle un beso, Soo jin. Quería mucho.

La opacidad de la ventana se reflejaba en sus ojos centelleantes.

El sonido de la lluvia se atizó.

—Al menos es un tipo sensato.

La mirada de Eun hee se agazapó y en sus labios se distinguió el fantasma de una sonrisa que nunca se llegó a corporizar.

—¿Le dijiste que te gusta? —preguntó la joven Kang.

—No. Es que creo que lo sabe.

—¿Le dijiste que lo quieres?

—No, no se lo diría.

—¿Por qué?

—Pienso que se espantaría. O no sé. Tú sabes por qué.

—Dale la posibilidad a que Lim Yukyung ya no sea una de sus prioridades. En una de esas, ya no está enamorado de ella.

—No quiero hacerme tamañas ilusiones.

Kang Soo jin encogió los hombros.

—Yo solo digo. Han Seojun no es santo de mi devoción, pero es verdad que hoy te miró mucho.

—Es probable que haya estado preguntándose si me acordaba de lo del sábado, no más. Yo me hice la loca, la verdad.

—¿Pero te acuerdas?

Choi Eun hee asintió.

—Ojalá no recordar tanto.

El silenció reinó después de eso, ambas jóvenes volvieron a concentrarse en los estudios. El sonido de la lluvia sacudió la estancia, la biblioteca se tornó de un color ambarino y por unos segundos, Choi Eun hee tuvo la sensación de que la noche era de seda.

Mientras escribían, Eun hee miró a Kang Soo jin. Notó que la joven Kang sonreía audaz y enigmáticamente. Algo en el gesto le provocó a Eun hee un débil estremecimiento.

—¿Qué pasa? —preguntó Eun hee.

La joven Kang le miró.

—¿De qué?

—Te estás sonriendo, ¿en qué piensas?

Soo jin demoró en responder.

—Nada —Soltó una risa débil y se encogió de hombros—. O en realidad, puede que pronto te enteres.

Choi Eun hee arrugó el entrecejo y sonrió nerviosamente. Nunca le quitó a Kang Soo jin el mérito del misterio, pero algo en la inflexión de su voz le molestó.

—Me voy. Papá está esperándome en la entrada. ¿Quieres que te llevemos? —preguntó acomodando sus pertenencias. Pronto su bolso colgó de su hombro derecho.

—No, gracias. Me gustaría caminar—respondió y pegó su mirada a la ventana.

— ¿En serio? ¿Con este clima? —Kang Soo jin elevó una ceja—. Kang Jenam está en casa. Ayer preguntó por ti, dice que no te ve desde ese día en el hospital. Quizás deberías pasar y saludarlo —quiso convencer.

Choi Eun hee sonrió genuinamente. Sintió que el pensamiento de Kang Jenam le aligeraba el alma, que disipaba cierta bruma espesa que se había anclado en su pecho.

—Tal vez lo llame luego. Pero ahora, de verdad, quisiera caminar.

Soo jin suspiró.

—Como quieras —dijo despidiéndose—. Pero todavía no entiendo que te guste cagarte de frío.

Choi Eun hee río.

—Como siempre digo, hay cosas entretenidas. Más entretenidas que el amor.


En esa lluvia suave que el era sirimiri, las flores y los arbustos aleteaban dulcemente. Choi Eun hee pensó que algo más el viento les hacía aletear, semejante a una fuerza de origen sobrenatural y desconocido. Bajo aquel invierno de trazos suaves, Eun hee entendió que el patio de la escuela nunca se había sentido tan confortable para ella como esa noche. 

Mientras caminaba, cerró sus ojos y abrió la boca. Con su cabeza de cara al negro cielo, dejó que pequeñas gotitas de lluvia cayeran en su cavidad bucal, humedeciéndole sus labios agrietados por el frío.

Un brusco balanceo y el roce de una mano cálida en su cintura la sacaron de su ensueño y le arañaron el corazón. Abrió sus ojos, y el contraste entre el miedo y la ternura de la imagen de Seojun frente a ella le turbaron el pensamiento. La había arrastrado bajo el alero de un refugio apartado de la escuela, solo iluminado por un farol añoso, a la suerte del abandonado. 

La mochila en su espalda se aplastó suavemente contra la muralla y tembló cuando volvió a sentir la mano cálida de Seojun en su cintura. Lo miró a los ojos, Han Seojun parecía luchar. Él le dio la posibilidad de alejarlo cuando acercó su boca, pero cuando ella no hizo ningún movimiento y en cambio cerró sus ojos y separó sus labios humedecidos de lluvia, Han Seojun decidió que era hora de jugar un poco, y le besó el cuello.

"Han Seojun me está besando el cuello", pensó, con sus ojos cerrados y sus labios soltando suspiros. Enredó su mano derecha en su pelo húmedo y se ciñó con fuerza a su chaqueta. Su olor a té de naranja y canela pareció intensificarse bajo la lluvia. "Bésame, tócame", pensaba Eun hee, y su pensamiento se materializó en un gemido.

Cuando ella se separó, seguía turbada y su cuello le ardía. Tuvo la seguridad de que Seojun lo había amoratado.

—Si sabías que estaba en la biblioteca y estabas esperándome, eso es harto perturbador, Han Seojun —bromeó, con la respiración pesada.

Él rió y bajó la mirada antes de volver a pegar sus ojos en los de ella. Su cálida respiración le abrazó el rostro. Choi Eun hee tuvo un escalofrío.

—Oye, yo me ocupaba de mis asuntos con el profesor Han. Después te vi salir de la biblioteca y pensé, "¿por qué mejor no preguntarle por qué me ignoró durante el día?"

Choi Eun hee no respondió, evitó su mirada.

Han Seojun le enderezó el rostro y masajeó su cintura suavemente.

—¿Por qué me ignoras? ¿No te acuerdas de nada...? ¿del sábado?

—Sí que me acuerdo... Me acuerdo bien.

Han Seojun sonrió.

—Qué bueno, porque ya descargué la película para que la veamos —dijo, y le acarició un pómulo.

Choi Eun hee sonrió abiertamente, le tomó de la nuca y lo acercó para un esquimal.

—Si no quieres que nos vean juntos en la escuela, lo entiendo —explicó Seojun, con cierto redolor en los ojos—. Pero al menos, háblame.

—No es eso, Han Seojun. No quiero eso, que nos ignoremos. Perdona por hoy, es solo que no sabía lo que querías tú.

—¿Pero qué querías tú?

—Darte un beso.

Han Seojun le apretó la cintura y le pasó la lengua por los labios.

Choi Eun hee gimió, le agarró el cuello y lo besó agudamente. Lo estaba devorando y le rasguñó la nuca cuando ya no pudo tenerlo más cerca. Enlenteció el beso y fue con más cuidado; tuvo la sensación de que se desvanecía en su cavidad bucal y que una languidez extenuante se posicionaba en su vientre bajo y en sus pezones. "Bésame, tócame", volvió a pensar, y soltó un suspiro de satisfacción cuando la mano de Han Seojun le acarició por debajo de la blusa y le subió una pierna hasta engancharla a su cadera.

—Te follaría aquí mismo —dijo él.

—Y yo quiero que lo hagas, quiero que me folles, mucho —respondió ella, con la voz temblorosa. 

—Mucho...—Han Seojun le apretó el muslo, cerró sus ojos y soltó un bufido— Cuando te tenga a solas, te voy a hacer de todo, Eun hee. Me vas a rogar que pare.

—Seguramente te ruegue, pero para que sigas y me lo hagas toda la noche —Choi Eun hee se alejó de a poco, sonrojada y mordiéndose el labio. Lo miró y sintió que la luz frenética de la bujía se anclaba en sus ojos. 

Después de un rato, cuando Han Seojun terminó de "calmarse", rompió el silencio y le preguntó si podía acompañarla a su casa, dándole un beso corto e incandescente que la aturdió, Choi Eun hee no tuvo fuerzas para negarse. Mientras caminaban, él le tomó la mano y ella pensó que su tacto era muy cálido y suave.

En medio de la bruma de aquella tormenta que diluía los rostros, la joven Choi sintió pánico, incapaz de entender qué significaba todo eso. No se hacía una idea del rumbo de sus movimientos y emociones, le aterraba no tener certeza de lo que Han Seojun planeaba con ella. Choi Eun hee recordó las veces en que estuvo ahí para apoyar a los mártires del amor, y por un momento anhelo profundamente volver a ese lugar cálido y acogedor, en donde lo errático de un beso y la calidez de una mano atañían a un mundo ajeno que no le interesaba conocer.

Recordó a su mamá y a su papá, y tuvo muchas ganas de correr, de fundirse en un universo a la inversa, para ojalá no haber conocido a Han Seojun; deseó que su mano estuviese temblando por el frío glacial de esa noche y no por él.

Cuando Han Seojun sintió un tirón en su brazo, él se aferró a la mano de Choi Eun hee como la brisa a las sales del mar. Le sonrió con calidez y entonces ella cedió. En las calles oscuras, la calidez de Seojun tranquilizó el corazón de Choi Eun hee, que sintió como si estuvieran en una esquina remota de la noche, despojados de la locura malsana y del incierto porvenir del mañana.


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Hola queridxs lectores, ¿cómo están? 

Lamento profundamente la tardanza, he tenido mucho trabajo últimamente, pero todavía disfruto escribir este fic y apenas tengo tiempo avanzo en él 💕

Cuéntame qué te está pareciendo la historia en comentarios y por favor, no olvides votar.

¡Tus comentarios y votos me incentivan a seguir escribiendo! 

A todo esto, el próximo cap se viene fueeerte (ups), así que prepárensee 😶‍🌫️

 

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