14. lata desechable
Cuando Han Seojun intentó besar a Choi Eun hee, preso de una desesperación ajena e incauta, al quedarse a solas con ella en su habitación compartida del hospital, supo que se había perdido a sí mismo. Cegado por el miedo del accidente y la certeza prematura de la muerte, había tomado aquellas mejillas sonrojadas entre sus manos y acercado su boca a la de ella como si su vida pendiera de sus labios. "Perdona", le susurró cuando ella ladeó ligeramente el rostro para evitar el encuentro. Tenía la mirada ida y las mejillas húmedas. Choi Eun hee había estado llorando.
Permanecieron en silencio. Choi Eun hee mantenía la mirada baja, evitando el contacto visual. Han Seojun la miraba con el entrecejo fruncido y con una ligera nota de dolor en sus ojos. Sus manos todavía acariciaban sus mejillas. Repentinamente, se sintió confundido y ofuscado. No se entendía a sí mismo ni a Choi Eun hee.
—¿Qué tienes? —el joven Han terminó con el silencio.
Choi Eun hee le miró al fin. Además de la exagüe luz de la lámpara a un lado de la camilla, la luminiscencia de la luna que se colaba por entre las cortinas era la única fuente de luz en la habitación, y se proyectaba en el rostro imberbe y pálido de Han Seojun. No era demasiado tarde, pero durante la temporada de invierno se oscurecía muy temprano.
Después de unos segundos, Eun hee respondería.
—¿Cómo que qué tengo? Estaba preocupada por ti, y no me gustan los hospitales.
—Perdona.
Ella negó con la cabeza.
—No es tu culpa. O al menos no tanto. Igual debiste ser más cuidadoso, Han Seojun.
—Lo sé. Perdona.
Choi Eun hee volvió a negar.
El se sintió extrañamente vulnerable.
—Es bueno saber que estás bien después de todo.
—Y a mí me hace feliz que hayas venido a verme.
—Sí, bueno...A ti y a Lee Suho.
Han Seojun frunció los labios y miró a su derecha. El joven Suho dormía profundamente.
—¿Ya hablaste con él?
—Sí, mientras tú dormías.
—Debiste despertarme antes.
—Tenías que descansar.
Un cómodo silencio se cernió sobre ellos. Cuando Han Seojun tomó la mano de Choi Eun hee y la acarició, una extraña adrenalina se agazapó en su pecho. Con Lee Suho durmiendo a un lado y la oscuridad de la habitación, la caricia tomó la apariencia de un secreto expuesto a tientas, que decantó en un deseo fiero de romper las reglas.
—Quiero besarte —confesó Han Seojun, palpándole el cuello con el pulgar.
—Seojun —ella regañó—, no es momento para esto.
—¿Por qué no? Te extraño. Te extraño de hace tiempo. Perdón por lo de tu libreta, si eso es lo que te molesta, de verdad lo siento.
El rumor de una ventisca tronó en la habitación.
El cuerpo de Lee Suho al otro lado del cuarto se removió.
—Han Seojun, está bien, pero no tiene que ver con eso —dijo Choi Eun hee, bajando tenuemente el volumen de su voz.
—¿Entonces qué? —susurró él.
La joven Eun hee no supo por qué, pero su voz susurrante en medio de aquella tenue oscuridad le provocó una cálida languidez en el centro de su estómago, y estuvo tentada de comerle la boca a besos, de subirse en su regazo y hacerle soltar gemidos de satisfacción.
—Seojun, ¿por qué quieres besarme? —inquirió, con la respiración un tanto agitada por el asalto de unos imprevisibles nervios.
El joven Han se silenció, no era de darle demasiadas vueltas a las cosas, cuando sentía algo, simplemente iba por ello. ¿Para qué buscar razones si lo importante era conseguirlo? En todo caso, la pregunta de la joven Eun hee no le fue indiferente y despertó cierta inquietud en él, pensó que aquello era justo lo que quería evitar. Hacía años que Choi Eun hee avivaba sentimientos en él, desde su despertar sexual hasta ahora último, en que su ausencia le evocaba sentimientos de pérdida y desolación que no sabía lo que significaban. Para Han Seojun había sido más importante hallar la forma de mantenerla cerca que saber el trasfondo de sus deseos y anhelos por ella.
—¿Ves? Ni siquiera sabes. Y no podemos andar así por la vida.
—¿Por qué no? —él preguntó, con una ingenuidad que a Choi Eun hee le puso de nervios.
—Han Seojun, tú estás enamorado de Lim Jukyung, no puedes andar besándote con otras porque sí. Tienes que caminar recto y firme si quieres conseguir algo con ella.
—No entiendo qué tiene que ver una cosa con la otra.
A Choi Eun hee le lloriquearon los ojos.
—Eres tan insensible y ciego —la joven Eun hee se levantó.
—Señorita Eun hee, no te vayas —suplicó él, le tomó de la mano y la sentó cerca de su cadera.
—No voy a ser solo la chica con la que te quitas las ganas de tirar, Han Seojun.
—Yo no hablé de follar, solo.... quería un beso —no supo por qué, pero su voz se tiñó de quebranto, Han Seojun creyó que se pondría a llorar frente a ella e hizo todo lo posible para velar su angustia.
—Pues no entiendo para qué.
—Yo tampoco entiendo, lo único que sé es que en este momento quiero hacerlo, lo quiero, y te quiero, y solo a ti.
A la joven Eun hee se le escapó un gemido.
—No quieras confundirme, yo también soy una persona y tengo sentimientos.
—Entonces dime cuáles son —apremió.
Choi Eun hee meneó la cabeza negativamente.
—Tengo que irme, me están esperando —se levantó y tomó su bolso.
—¿Quién?
—Un amigo. Necesité apoyo para atreverme a venir —ella le sonrió quedamente.
—¿El chico del café? —el joven Han preguntó con cuidado, evitando sus ojos.
—Sí —respondió, sorprendida de que lo recordara.
—¿Te gusta?
Eun hee frunció el ceño.
—Es primo de Kang Soo jin.
Han Seojun elevó ambas cejas.
—¿Y...?
—¿Y por qué me preguntas eso?
El joven alzó los hombros, aparentando indiferencia. Choi Eun hee blanqueó los ojos y suspiró.
—¿Vas a venir a verme de nuevo? -se atrevió a preguntar.
Choi Eun hee no respondió.
—Ven acá —Seojun abrió sus brazos.
Cuando Han Seojun la abrazó, le dolió notar que había olvidado su aroma. Choi Eun hee hundió su nariz en su cuello y su pecho se sintió ligero. Pese a estar en el hospital, la esencia de su aroma estaba impregnada en su piel. Su olor le recordó la vez que se acostaron, y sintió que la distancia entre ellos le dolía. Le hubiese gustado pasar más tiempo de calidad con él. Le hubiese gustado invitarle a pasar el rato en su casa, cocinar, ver una película, reír y hacer el amor. Aquel abrazo fue suficiente para confirmar que a ella le gustaba Han Seojun. Si no podía ser honesta con él, al menos debía serlo con ella misma. Le gustaba lo suficiente como para no arriesgarse a sentirse como una lata desechable una vez que él se cansara de follar con ella.
Han Seojun se despidió de ella con un beso en la frente y uno en su mejilla derecha. Y cuando Choi Eun hee pensó que se detendría, el joven Han se atrevió a dejar un beso en su cuello, junto a un suspiro que le humedeció la piel, la piel y algo más, pero no se atrevió a pensar en ello.
Unos minutos después de que se fuera, sentado en su cama, Han Seojun lloraría silenciosamente pensando en ella, en sus palabras y en su negativa con el beso. Incapaz de comprender por qué le dolía tanto, incapaz de entender el motivo de sus lágrimas, sintió que algo desconocido guarecía dentro de él, un sentimiento foráneo que le estaba costando desenmascarar, o que se negaba a ser descubierto.
Y por segunda vez consecutiva, se sintió impotente y ridículo al imaginarse a su querida Choi Eun hee pasando la noche con alguien más. Aquel sentimiento de pérdida le nubló aún más la vista, costándole un par de lágrimas extra, se sintió enfermo cuando a su mente llegó la imagen de Eun hee besándose con el chico del café bajo la misma luna que ahora le daba a él en el rostro. Completamente ofuscado y aturdido, se obligó a detener su llanto y se limpió las lágrimas.
—No le hagas daño —escuchó la firme voz de Lee Suho. Han Seojun le miró y su corazón se aceleró. Lee Suho permanecía con los ojos cerrados, pero supo que lo había escuchado todo, o casi todo.
—¿Eh?
—A Choi Eun hee. No juegues con ella. Él la quería —dijo terminantemente, le dio una mirada gélida antes de voltearse de espaldas a él y disponerse a dormir.
El suspiro trémulo que soltó Seojun se aunó al que soltaba Choi Eun hee cuando llegó al lado de Kang Jenam, que la esperaba pacientemente mientras se fumaba un cigarrillo y sostenía su bici fuera del hospital, bajo el alero de la luz amarillenta de un farol.
"¿Cómo te fue?", preguntó él, con una sonrisa suave. La luz cálida se proyectaba en sus negros mechones de cabello. Choi Eun hee se limitó a alzar sus hombros y sonreír silenciosamente. "Dime lo que necesitas", dijo él. Ella suspiró antes de decir "solo una pequeña caminata, para respirar". El joven Jenam sonrió, tiró su cigarrillo al suelo, sostuvo con su diestra el manubrio de su bicicleta y le ofreció la izquierda a Choi Eun hee. Ella dudó por unos segundos antes de tomarla. Cuando la tomó, notó que su mano era cálida en comparación al viento gélido que corría a esas horas.
Cálida y suave, pensó.
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Nota de la escritora:
Les presento a Kang Jenam. Sí, sí, en la vida real él sería mucho mayor que nuestra Choi Eun hee. Usted imagíneselo no más como un joven de unos 19 años.
Para quiénes leen, lamento la tardanza con la actualización. La verdad es que entre el trabajo y algunos problemas personales, me ha quedado re poco tiempo, pero espero poder actualizar pronto.
Qué feliz me hace la cantidad de vistas que ha tenido la historia, así como también los votos, ¡que ya casi llegan a los 300! Muchas gracias a todos por eso.
Por favor, no olvides seguir votando, como siempre digo, escribir un fic toma tiempo y energía 🍵💕
Ahora cuéntame, ¿qué opinas de los sentimientos de Choi Eun hee? ¿Qué crees que le está pasando a Seojun? 😶🌫️
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