Capítulo 9.
Drogo
Peter me ha soltado la bomba y se ha ido como una alma en pena dejándome solo con mis salvajes impulsos. Mis colegas siguen charlando y riendo tirados en el césped ajenos a todo.
—¡Götz, Franz!— Exclamo sin mirar atrás.
De inmediato aparecen uno a cada lado de mí.
—¿Qué pasa?— Pregunta Franz atento.
—Espero que las clases que tengáis ahora no sean importantes porqué tengo algo que hacer y necesito vuestra cooperación— explico mirándoles a los ojos intercaladamente.
—¿Qué hay que hacer?— Pregunta Götz sonriendo.
—Te pregunté qué coño hacía Kristen con John ¿has averiguado algo o tu hueca cabeza lo ha olvidado?— Le pregunto enseñándole los dientes.
Clavo mis ojos con agresividad en los suyos para enfrentarlo directamente y descubro cierto temor en sus claros iris.
—Lo-lo siento Drogo... No sabía que fuera tan importante...— Balbucea incómodo retrocediendo.
Inquieto, levanta sus brazos moviendo las manos frente a su pecho en un patético intento de protegerse de mí. Sin pensarlo me abalanzo sobre él tumbándolo al suelo y colocándome encima. Le agarro fuerte de su camisa con los puños cerrados, agacho mi cabeza y pego mi nariz a la suya incrustando mis rojos ojos en sus miedosas pupilas.
—¿Yo qué te pedí? ¡Que vigilaras que ese puto imbécil no se acercara a Kristen!— Exclamo furioso.
Mi voz resuena por todos lados, estoy perdiendo el control según pasan los segundos, mis colmillos salen ansiosos y mis ojos empiezan a arder enrojeciendo mi visión.
—¡Drogo tío cálmate! No es precisamente el mejor lugar donde pelearse— Exclama Franz cogiendo mi hombro con fuerza.
Con un rápido movimiento de hombro me saco de encima la mano de Franz y empiezo a repartir puñetazos por toda la cara de Götz con una ira descontrolada.
—¡Eres un puto inútil Götz!— Gruño fuera de sí.
—¡Ya está bien Drogo, para!— Gruñe Franz.
El rostro de Götz se deforma a cada puñetazo que le propino pero instantáneamente vuelve a su estado normal. Eso me incita a seguir pegándole aún más y con más fuerza. Sus quejidos me traen sin cuidado, solo necesito desfogarme con alguien.
Franz agarra mi chaqueta por la espalda con ambas manos, me levanta y me lanza varios metros con fuerza hacia un lado hasta que mi cuerpo choca contra el suelo rodando diversas veces aterrizando finalmente en el césped.
—¡¿Qué mierda crees que haces Franz?!— Rugo levantándome veloz.
Paso un mano por mi pelo y en un movimiento rápido me planto de nuevo frente al objetivo de mi rabia fulminándolo con la mirada desde arriba con decisión. Pero Franz se interpone deteniéndome.
—Ya basta Drogo, la has pagado con él pero Götz no es tu problema. ¿Me equivoco?— Replica mostrándome sus dientes.
—Tienes razón, ¡pero se ha pasado por el forro lo que le ordené y eso no se lo puedo dejar pasar Franz!— Bufo calmándome.
Franz estira su mano y Götz la recibe levantándose mientras me mira con mala cara
—¿Y bien, nos lo vas a contar o vas a seguir liándola en medio del campus para que se entere todo el mundo?— Pregunta Franz con voz calmada.
—John Nimbus ha delatado a mi familia y hay que acabar con él, o algo peor, hacerle sufrir donde más les duele a esos malditos cabrones— escupo entre dientes.
—Entonces dinos, ¿qué hay que hacer?— Cuestiona Franz con mirada decidida.
—Vamos a hablar con él para dejarle las cosas claras— replico chocando mi puño contra la palma de mi mano.
—¡Esta vez no voy a fallarte Drogo, por su culpa me he llevado una paliza!— Exclama Götz enseñando los dientes.
—¡Vámonos!— Ordeno seco.
En cuestión de minutos nos plantamos delante de la Universidad donde estudia el muy miserable. Desde una distancia prudencial le vemos salir acompañado de sus hermanos. John luce tranquilo, hablando y riendo junto a ellos.
Al verle, mi ira supura de nuevo envolviéndome en un aura oscura difícil de controlar.
—¡Ahí está el malnacido!— Gruñe Götz.
—¿Cómo lo vamos a hacer? Si nos acercamos a lo loco no tenemos nada que hacer ante esos milagreros...— Pregunta Franz sin apartar su mirada de ellos.
—Esperaremos a que se separen e iremos uno por uno— replico con seguridad.
—¿Vas a matarlos? Eso desatará una guerra, ¿lo has pensado bien?— Cuestiona Franz locuaz.
—Tienes razón Franz, iremos a hablar con John primero— confieso con voz pausada.
Franz es mi mejor amigo junto con el idiota de Götz. Es un tipo tranquilo alto y fuerte, de cabello castaño y unos ojos azules que transmiten serenidad. En su rostro tiene varias pecas esparcidas que le dan un toque juvenil. Aunque nuestra naturaleza se rige por los impulsos y la sed de sangre Franz siempre encuentra el punto para poder pensar con claridad y hacer que yo también lo haga. Se ha convertido en alguien imprescindible para mí, ya que, muchas veces consigue calmarme y hacer que reflexione mejor las cosas cuando me ofusco con algo o mi primer impulso es matar o reventarle la cara a alguien como he hecho con Götz. Franz es la voz de la consciencia racional que me abandonó hace décadas dejándome solo con el monstruo que llevo dentro. En cambio, Götz es todo lo contrario, cabello rubio, ojos verdes y mucho más nervioso e inquieto. No es tan alto como nosotros pero nuestro carácter es muy semejante sin embargo en temas de inteligencia y perspicacia, estamos a años luz. Götz es demasiado despistado y algo bobalicón, pero cuando se enfada su ira es infinita e insaciable.
Cuando llegamos a las afueras de Berlín en medio del bosque Grunewald, John se queda solo andando tranquilamente con las manos dentro de sus bolsillos.
Escondidos entre los árboles observo a mis compañeros a ambos lados y cuando voy a hacer la señal de ataque, de repente, John se para en seco.
—¿Qué os pasa sanguijuelas queréis un autógrafo?— Pregunta burlón.
Esa estúpida voz...
Sin decir nada, nos dejamos ver colocándonos en posición de ataque tras él. Sin embargo, John, lejos de parecer nervioso se gira pasivamente enseñándonos su estúpida cara adornada con una gran sonrisa.
—¿Qué hay John, que haces solito por estos lugares? ¿No te han dicho que puede ser peligroso?— Le pregunto con sorna cruzando los brazos.
John se ríe a carcajadas desafiándome con la mirada.
—¿Lo dices por si me encuentro con monstruos como vosotros? No tenéis nada que hacer, dáis pena escondidos entre las sombras en grupito— sugiere John con media sonrisa moviendo su mano con desprecio.
—¡Matémosle Drogo!— Gruñe Götz dando un paso adelante.
Estiro mi brazo cortándole el paso y disuadirlo de su ataque.
—He venido a hablar contigo, no nos tientes o esto terminará mal para ti— explico con voz calmada.
—¿Ah sí? ¿Y de qué quiere hablar ahora el gran y temeroso Drogo Bartholy?— Pregunta John con voz burlona cruzándose de brazos.
Le fulmino con la mirada pasando la lengua por mis colmillos.
—No me tientes Nimbus... ¿De qué conoces a Kristen y Sky?— Cuestiono con voz amenazante.
John se ríe de nuevo crispando mis nervios hasta el puto límite.
¡Qué ganas tengo de matarte John Nimbus!
—¡Vaya, me sorprendes Bartholy, no se te escapa ni una!— Exclama metiendo sus manos de nuevo en los bolsillos.
—¡Responde imbécil!— Gruño enseñando más los dientes.
—Si no fuerais tan estúpidos la chica Plum no os habría descubierto la primera noche que llegaron a Berlín y no me la hubiera cruzado por la calle huyendo de ti asustada...— Confiesa entornando los ojos con prepotencia.
Intento controlar la opresión que siento apretando los puños con fuerza pero mi ira empieza a arremolinarse en el centro de mi pecho formando una ardiente bola de fuego. Si no descargo pronto mi rabia irá creciendo hasta nublar todos mis sentidos. Franz percibe mi inestabilidad e interfiere en la conversación.
—¿Qué cojones tramas Nimbus? ¿Porqué has delatado a la familia Bartholy ante esas chicas mortales?— Pregunta Franz acercándose a él imponente.
—Está claro que Plum no es una chica cualquiera. Sentimos su extraña energía en el momento en que puso un pie en el país. No tendría porqué contároslo pero creo que si lo hago esto será aún más divertido de lo que me esperaba— explica John acariciando su mentón.
—¿Extraña energía? ¿A qué te refieres?— Pregunto curioso.
Acorto la distancia que nos separa acercándome unos pasos hacia John. Franz a mi derecha y Götz a mi izquierda le observan estudiándolo detenidamente preparados para atacar ante cualquier señal mía.
John sonríe de nuevo satisfecho.
—Vuestra sed de sangre os obsesiona tanto que no sois capaces de ver más allá de vuestro repugnante instinto. Pregúntale a tu hermano mayor, quizá él sabe algo que no te cuenta Bartholy...— Confiesa con voz socarrona.
—¡Míralo el embaucador se nos pone chulo!— Exclama Götz sonriendo burlón.
—¿Qué cojones os creéis? ¡No sois más que cuatro mataos que sólo sabéis recitar mierdas en vuestras mugrientas cabañas!— Intervengo con sorna.
—¡Me importa una mierda vuestra deplorable opinión! Kristen me gusta y no quiero que se mezcle con alimañas como vosotros— escupe John con repulsión.
¡No puedo más, voy a matarlo!
Me lanzo sobre él con un gran salto atrapándolo por el cuello de la camisa y levantándolo del suelo.
—¡No sé qué tramáis pero deja en paz a Kristen!— Mi orden resuena por todo el bosque.
—¿Sino qué?— Pregunta desafiándome con un brillo en sus ojos
—¡Te mataré John Nimbus!— Exclamo hecho una furia.
Aprieto aún más mi agarre dificultándole la respiración, John coge fuerte de mis manos intentando soltarse, balanceando los pies suspendido en el aire. Como puede, empieza a recitar palabras indescifrables. De repente, se levanta una extraña brisa y aparecen tres de sus hermanos rodeándome con las manos extendidas hacia mí.
—¡Suéltalo Bartholy o muere aquí mismo!— Exclama el más alto de los tres.
—¡Si hacéis cualquier cosa le parto el cuello!— Gruño amenazante mirándolos intercaladamente.
—Entonces las sanguijuelas que te acompañan pagarán el pato por ti— grita el más bajo apuntando sus manos hacia ellos.
John sonríe de medio lado mirándome con suficiencia. Levanta su brazo y da golpecitos con una de sus manos en la mía para que le libere. Resoplo frustrado y le suelto de golpe. Se oye un ruido seco cuando John cae de culo al suelo. Me separo de él dando un gran salto hacia atrás juntándome con mis colegas. Rápidamente sus hermanos se colocan delante de él en forma de barrera protectora.
—No sois bienvenidos en este bosque sagrado, ¡marchaos!— Ordena el más joven que todavía no había hablado.
—¡Ya me has oído Nimbus, no te acerques a las chicas!— Le advierto señalándole con el dedo fijando mis ojos en los suyos.
John se levanta con la ayuda de sus hermanos, sacude su ropa y vuelve a mirarme con una sonrisa de oreja a oreja.
—Tu advertencia llega un poco tarde Bartholy...— Declara riéndose.
No entiendo qué quiere decir con eso cuando vemos que sus hermanos se miran entre sí riéndose junto al imbécil.
—¿Qué coño os hace tanta gracia gilipollas?— Gruño hastiado.
—¡Venga John díselo! Quiero ver que cara pone y divertirme un poco más con él...— Revela el mayor con voz burlona.
John se acerca lentamente hacia mí con la cabeza altiva y pasos decididos. Se planta frente a mí y fijando sus ojos en los míos sonríe de medio lado. Mi rabia está esperando para poder salir sin freno y vaciar su sangre de su cuerpo entero. Soy el mayor depredador que hay en la faz de la tierra y a veces vale la pena ser paciente y esperar el momento idóneo.
John apoya una mano en mi hombro y acercando sus labios a mi oreja me suelta su confidencia
—Creo que te gustará saber que el sabor de Caperucita es realmente delicioso...— Susurra con voz suave pasando su lengua por los labios.
Me aparto un poco de él escrutando sus ojos intentando averiguar qué quiere decir con eso.
—¿Qué?— Pregunto atónito sin moverme.
—Lo que has oído, después de delatarte me la follé en su cama— declara triunfante —Sus gemidos pronunciando mi nombre fueron música celestial...— Revela sonriendo con malicia.
La cólera que acompaña mi ser y que guardo muy dentro de mí manteniéndola siempre a raya explota despertando y comenzando a dominarme por momentos. Sin poderla contener, mis ojos se encienden quemándome y nublando mi visión volviéndose escarlata. Mis colmillos salen inmediatamente sin preguntar y una poderosa sed rezuma por mis poros descontrolándome sin freno. Mi cuerpo tiembla enloquecido, mis dientes rechinan por la presión desmesurada que ejerzo con mi mandíbula, los huesos de mis manos van a reventar por lo fuerte que aprieto mis puños. El aura oscura que se oculta dentro de mí emerge envolviéndome entero.
—¡Drogo cálmate!— Exclama Franz tras de mí.
Mi razón me ha abandonado dejándome solo ante el instinto más básico de todo vampiro, matar. Su revelación me ha alterado por completo convirtiéndolo en mi primera víctima de hoy. Con un movimiento rápido levanto el brazo con intención de desgarrarle el cuello pero uno de sus estúpidos hermanos se mete en medio y con un movimiento de manos intenta no sé qué mierda mística que para su sorpresa y la mía no le sirve de nada. Se queda petrificado ante mí cólera desenfrenada y sin que pueda hacer nada para evitarlo, rodeo su cuello con una sola mano y clavo mis letales colmillos directos en él.
—¡Ah!— Grita el menor agonizando.
Intenta separarme de él sacudiendo todo su cuerpo sin parar de gritar de horror incrementando mi insaciable sed absorbiendo con ansiedad hasta la última gota. El sabor de su sangre es especial, no me disgusta, es más, su extraña naturaleza le da un toque picante que lo hace aún más adictivo.
En menos de un minuto deja de moverse y sin pestañear lo lanzo a los pies de John cayendo pesadamente con los ojos muy abiertos, inerte. John lo observa atónito sin creer aún lo que acaba de pasar.
—Este ya está seco, ¿el siguiente?— Pregunto sonriendo lamiendo mis labios con la sangre que regalima de ellos.
—¡Eugen!— Grita John horrorizado arrodillándose frente a él.
Aprovechando el desconcierto, me lanzo encima de John pero el mediano de los hermanos me placa desviando mi trayectoria cayendo ambos al suelo. En un movimiento rápido me coloco encima de él y antes de que pueda decir nada con un ágil gesto le parto el cuello.
—¡Lutz, no!— Grita el último hermano de John.
Me levanto raudo inspeccionando a los demás decidiendo cuál será mi próxima víctima cuando veo al chico al lado de John hacer unas posturas extrañas con sus manos apuntando hacia mí. Su baile me provoca una risa que resuena por todo el frondoso bosque. Götz y Franz observan expectantes en la distancia sin decir nada. Saben perfectamente que cuando estoy en mi estado letal soy imparable.
—¡No entiendo porqué no funciona, John!— Exclama el chico asustado.
Finalmente, John se levanta y mirándome fijamente con ojos llenos de ira una especie de luz emana de su cuerpo. Sus iris oscuros empiezan a brillar volviéndose de un naranja claro recordándome a las llamas del infierno.
De repente, un pitido insoportable invade mi mente aumentando de intensidad gradualmente. Sin poderlo soportar, un grito desgarrador sale de mi interior. Siento como mis neuronas explotan una por una, me está friendo el cerebro lentamente... Franz y Götz también gritan sufriendo lo mismo que yo. El dolor se vuelve tan insoportable que mi capacidad para oír, pensar o ver se anulan por completo. Caigo de rodillas al suelo sujetando mi cabeza agonizando.
—¡Me las pagarás Bartholy! ¡Tú y tus amigos vais a morir aquí y ahora!— Exclama John furioso envuelto en llamas.
—¡Pa-para desgraciado!— Balbuceo entre alaridos.
De pronto, el pitido se para, dejándonos a los tres respirando profundamente exhaustos. Levanto la mirada para saber qué ha pasado y veo a Peter cogiendo a John por detrás de los brazos bloqueando sus movimientos.
—¡Ya basta!— Exclama Nicolae con voz grave apareciendo entre los árboles.
Al oírle nos giramos todos asombrados ante su presencia. Como puedo, me levanto aún aturdido por el ataque. Me acerco a Götz y Franz ayudándoles a levantarse.
—¿Qué es todo esto?— Pregunta Nicolae cruzando los brazos.
Una aura oscura emana de él envolviéndole por completo observando todo el desastre que he montado con mi ira genuina. John forcejea con Peter quejándose.
—¡Déjame ir Bartholy!— Exclama retorciéndose furioso.
—¡Quieto sabandija! No te muevas si no quieres terminar como tus hermanos— escupe Peter cerca de su oído con repugnancia
—Te soltaremos si prometes estar quietecito sin usar tus trucos contra nosotros— declara Nicolae entornando los ojos.
—¡Tu estúpido hermano ha matado a mis hermanos!— Exclama irado sacudiendo su cuerpo.
—¿A quién llamas estúpido imbécil?— Pregunto apretando mis dientes.
—¡Ya basta chicos!— Gruñe Nicolae.
—Drogo nos ha seguido hasta aquí y se ha despachado a gusto con ellos— explica señalando con los ojos a los cuerpos sin vida.
—¡Suéltale ya Peter!— Ordena Nicolae con voz seca.
Peter libera a John y se planta a mi lado de un salto. Nicolae se acerca hasta mí y posando una mano en mi hombro me mira con decepción.
—Ya hablaremos en casa Drogo, de momento, os sugiero que dejéis estar esta absurda contienda o esto acabará muy mal para todos. John siento mucho lo sucedido, llévate a tus hermanos y dadles un entierro digno. Ya hablaremos cuando las cosas se calmen—. Sugiere Nicolae con voz solemne.
John observa con rabia a su hermano y ambos cargan uno de sus muertos y cuando empiezan a alejarse en silencio John lo rompe con voz desgarradora.
—Esto no va a quedar así, ¡me vengaré de ti Drogo Bartholy!— Exclama John desapareciendo entre los árboles.
Una vez que cruzamos la puerta de la mansión, sin decir nada, Nicolae me asesta un duro puñetazo en la cara que me tumba a varios metros de él. No lo he visto venir...
—¿Qué te dije acerca de hacer estupideces?— Pregunta Nicolae fulminándome con la mirada.
Nuestras mirada se cruzan haciendo saltar las chispas entre mi hermano mayor y yo.
—En realidad todo esto ha pasado por mi culpa...— Confiesa Peter avergonzado.
Nicolae se gira hacia Peter escrutándolo de arriba a bajo.
—¿Porqué dices eso Peter?— Cuestiona Nicolae con voz más calmada.
Aún en el suelo, Peter me mira dubitativo y yo asiento con la cabeza para que hable.
—Yo le he contado a Drogo que John había estado en casa de las chicas y que nos había delatado— relata Peter mirando con timidez a nuestro hermano.
—¿Y cómo lo has sabido?— Nos pregunta de nuevo mirándonos intercaladamente
—Lo-lo leí en la mente de Sky Cooper...— Confiesa Peter pasando una mano por su pelo.
Nicolae cierra los ojos pellizcando el puente de su nariz con el dedo pulgar y el índice resoplando profundamente.
—¿Qué os tengo dicho acerca de usar nuestros poderes con los humanos?— Pregunta decepcionado.
—Que no son cobayas y que no debemos jugar con sus mentes— contesto a regañadientes levantándome del suelo.
—¿Qué os pasa? ¿Os habéis vuelto idiotas o qué? Desde que han llegado esas chicas no os reconozco... Está claro que pese a vuestra edad seguís siendo dos estúpidos adolescentes impulsivos— revela Nicolae paseándose ante nosotros con sus manos tras su espalda.
—Me dijiste que protegiera a Kristen Plum y eso estoy haciendo— confieso acercándome a Nicolae.
—¡Te dije que la vigilaras desde la distancia! ¡NO QUE MATARAS A DOS BRUJOS NIMBUS!— Grita Nicolae con una ira que nunca había visto en él.
—¡Se lo merecían, Nicolae! ¡Están tramando algo en contra de Kristen!— Exclamo frustrado enseñando mis dientes.
—¡Nadie merece morir, Drogo!— Gruñe enseñando también los dientes.
Me planto ante Nicolae con seguridad, le cojo fuerte por su camisa y clavando mis ojos en los suyos le pregunto.
—¿Sigues sin tener nada que contarme? John me ha dicho que cuando Kristen llegó al país sintieron una energía extraña emanar de ella— replico frunciendo el ceño.
Nicolae cierra de nuevo los ojos y soltándose de mi agarre vuelve a fijar sus iris en los míos hablando de nuevo.
—No puedo entrar en detalles pero, digamos que la presencia de Kristen en la ciudad ha despertado varios intereses... Por eso Él me ha pedido que la vigilemos de cerca— confiesa Nicolae seriamente.
—¿Y eso porqué? ¿Quién es ella?— Pregunto abriendo mis ojos curioso.
—Lo siento Drogo, eso no te lo puedo decir... Cuando llegue el momento y sea necesario lo sabrás, hasta entonces procura no seguir haciendo tonterías. No necesitamos que las cosas se compliquen más todavía...— Explica Nicolae pausadamente.
—Te quejas de que solo hacemos tonterías pero deberías saber que estamos muy hartos de tus secretitos de hermano mayor estirado. Si hacemos todo esto es por qué nos falta información— escupe Peter con cara desafiante.
—Si me hicierais caso todo iría bien. Es muy sencillo, dejad a las chicas tranquilas y no os metáis en más problemas. Por vuestra culpa deberé enfrentarme a los brujos y espero que, por nuestro bien, no quieran vengarse.
—Al menos sabrás decirme porqué las mierdas místicas de los Nimbus no me afectaban, ¿no?— Pregunto levantando una ceja.
—Tu aura se alimenta de tu ira y en ese momento era tanta ira la que sentías que sus ataques no conseguían atravesarla para herirte, solo John pudo hacerlo porqué su poder es enorme. Ahora desapareced de mi vista. Voy a ver a Lorie que siendo la más pequeña es la que mejor se porta en esta maldita casa— sentencia Nicolae subiendo las escaleras centrales del hall.
Esto no va a quedar así...
Una vez encerrado en mi habitación, las imágenes de Caperucita desnuda y gimiendo de placer invaden mi mente encendiendo todo mi cuerpo. La sangre hierve en mi interior y mi amigo empieza a inquietarse. Intento calmarlo apretándolo con mi mano soltando un gran suspiro impotente.
Joder...
—Caperucita, te prometo que no voy a dejar que los Nimbus te hagan daño...— susurro observando la luna llena a través de la ventana.
Kristen
Hace un par de días que no veo a Drogo por la Universidad y por increíble que parezca me resulta extraño...
Llego tarde como siempre y casi corriendo me dirijo para llegar a tiempo a mi aula. Sky y yo nos hemos separado en el piso de abajo, hoy nos toca en clases separadas. Miro mi reloj de muñeca.
—¡Mierda, pasan cinco minutos!— Bufo.
De repente, siento una fría brisa y como alguien se cruza en mi camino.
—Buenos días Kristen...— Murmuran cerca de mi oído.
Me giro y me encuentro con Peter mirándome con media sonrisa.
—Bu-buenos días Peter...— Balbuceo nerviosa deteniendo mi paso.
Peter me mira de arriba abajo escrutándome como si estuviera investigándome e intentara averiguar algo. Sus claros ojos se clavan en los míos, estáticos y en silencio. Yo también fijo mi mirada en él sin saber que hacer ni qué decir...
¿Estará pensando en comerme?
Parpadeo un par de veces y con toda la serenidad posible me dirijo de nuevo a él
—Esto... No te lo tomes mal pero... Llego tarde y...— Me excuso señalando hacia atrás con mi pulgar.
—No importa, que pases un buen día Plum, adiós— responde con voz tranquila.
Igual como a venido se va. Joder, este tío da muy mal rollo...
Cuando llego frente a la puerta de clase me la encuentro cerrada. Con nerviosismo levanto la mano y con los nudillos temblorosos doy un par de toques.
—Adelante— ordenan des del otro lado.
Abro la puerta y me encuentro con todas las miradas de la clase puestas en mí, pero solo un par de ojos me llaman la atención.
Drogo Bartholy...
—Disculpe...— Susurro dirigiéndome a la profesora.
—Está bien, toma asiento— ordena la profesora.
Escruto con ojos ávidos toda el aula pero solo veo un sitio libre.
Genial, lo que me faltaba...
Trago saliva, me lleno de valor y sin dudar cruzo la sala sentándome con agilidad a su lado. Saco con rapidez el super libro de biología junto con la libreta y un boli. Siento su enorme presencia a mi izquierda pero intentando no hacerle mucho caso empiezo a escribir lo que está explicando la profesora Müller.
Según van pasando los minutos siento su pesada mirada clavarse en mí.
No quiero girarme y tener que encararlo...
Sigo escribiendo ajena a todo pero de repente, mi codo choca con su fría piel y todo mi cuerpo se estremece al instante.
—¡Ups, perdona!— Murmuro sorprendida girándome hacia él.
Drogo se queda observándome varios segundos. Su mirada es indescifrable y una media sonrisa adorna su rostro pálido. Sus labios se acercan a mi oído y su respiración mece mis mechones haciéndome cosquillas. Mi piel responde a su cercanía erizándose.
—Los zurdos siempre invadiendo a los diestros...— Susurra Drogo con sorna.
Sin poder evitarlo mis ojos no pueden separarse de él y su estúpido comentario me hace reír.
—¿No será al revés?— Le pregunto con burla.
Ahora es Drogo quien se ríe con una sonrisa encantadora.
Rompiendo nuestro contacto visual volvemos a fijar nuestra atención en la explicación. De repente, el codo de Drogo choca con el mío y nuestras miradas vuelven a cruzarse, analizándose, escrutándose, retándose en silencio.
Mi ojos viajan curiosos por su pálido y terso rostro. Sus ojos claros me observan traviesos. Lucen diferentes con la luz del día. Tienen otro brillo, más sereno, calmado, dócil... No son los mismos que querían devorarme la noche que le conocí... Ese recuerdo invade mi mente y un escalofrío recorre mi cuerpo, estremeciéndome. Aparto rápido mi brazo de él bajando mis ojos hacia la libreta. Apenas he escrito un par de líneas... De reojo veo como Drogo levanta una ceja extrañado por mi reacción y inevitablemente mi vista vuelve a él paseándose curiosa descubriendo la bestia que tengo a escasos centímetros de mí. Mientras sigo perdida en su potente figura, Drogo estira su brazo lentamente encima de mi mesa acercándolo cauteloso pegándolo al mío. Su piel es tan fría que su contacto me quema... Sus dedos largos y sus manos grandes y anchas me dan la impresión de que deben ser muy fuertes. No me había dado cuenta hasta ahora que sus desarrollados músculos se marcan debajo de su sudadera. Puedo adivinar la anchura de su espalda y hombros. Seguramente bajo ese torso duro y tonificado esconde unos potentes abdominales...
Su encanto es arrollador, realmente es un ser muy hermoso...
Sin poder evitarlo mis mejillas enrojecen sorprendiéndome a mí misma.
—¿Te gusta lo que ves?— Pregunta con voz seductora clavando sus iris en los míos.
Sus ojos juguetones me cautivan como si una especie de hipnosis se hubiera apoderado de mí haciendo que la voz de la profesora desaparezca junto a todo lo que hay a nuestro alrededor. Su pelo rubio desordenado le da ese aire arrogante que tanto me crispa. Drogo vuelve a sonreír haciendo que mi vista aterrice ahora en sus labios quedándose estancada en ellos. Mis nervios resurgen cuando divertido por mis expresiones su sonrisa se ensancha, pudiendo visualizar las puntas de sus colmillos.
Armándome de valor le respondo con todo el desinterés que puedo mostrar.
—No es para tanto... — Escupo desviando la mirada de nuevo hacia mis apuntes.
Entonces Drogo me regala la sonrisa más franca que he podido ver hasta ahora y sin dejar de mirarme, me susurra al oído.
—Sé que sabes lo que soy Caperucita— confiesa con voz ronca.
—¡¿Qué?!— Exclamo dando un pequeño brinco.
Mi bolígrafo rueda por la mesa pero Drogo lo coge al aire con un gesto ágil que me impresiona aún más.
—Toma...— Susurra devolviéndomelo.
Sus pupilas se han dilatado tanto que sus iris se han oscurecido tornándose de un azul añil enigmático. No puedo apartar mis ojos de los suyos intentando descifrar todo lo que me esconden.
—Muy bien chicos, vamos a ver ahora un vídeo de los cromosomas metafásicos visto desde un microscopio— irrumpe la profesora con voz decidida.
Apaga las luces del aula y los alumnos se levantan para cerrar las ventanas quedándonos todos a oscuras. La luz del proyector es lo único que ilumina el espacio.
Drogo percibe mi incomodidad y aprovechando que nadie nos ve posa su mano encima de la mía y con unos brillantes ojos azules abre sus labios de nuevo.
—No es justo que sepas algo tan importante de mí y yo no sepa nada de ti...— Murmura con voz suave.
Se acerca sigilosamente hacia mí y su hombro encuentra el mío enviando miles de señales eléctricas de peligro por todo mi cuerpo. Petrificada siento sus labios y su respiración cada vez más cerca de mi cuello. Su pulgar acaricia dulcemente el dorso de mi mano hundiendo su rostro en mi cuello.
Mierda... ¿Kristen qué coño estás haciendo? ¡Es un puto vampiro! ¿Qué hago? ¿Va a beberse mi sangre enmedio de clase? ¿Sería capaz? ¿Yo lo disfrutaría?
Miles de preguntas invaden mi mente una tras otra en bucle mientras oigo como Drogo inhala mi olor llenándose de él como si fuera una droga. Mi corazón va a mil por hora y sin poderme mover espero expectante a sus impredecibles movimientos. Siento sobre mi piel como Drogo sonríe dejando un pequeño y húmedo beso sobre la vena yugular de mi cuello que bombea desbocada, poniéndome los pelos de punta.
—No tengas miedo, no voy a devorarte, todavía...— Susurra de nuevo muy cerca de mi oído moviendo sus labios con una lenta sensualidad muy estudiada.
Intento soltar mi mano y darle un buen puñetazo pero incluso antes de moverme, la atrapa aprisionándola bajo la suya. Un pequeño gemido ahogado se me escapa muriendo en mi garganta por la fuerza de su agarre. Drogo se sorprende y siento como se estremece soltándome de golpe como si mi contacto le quemara.
Le observo desconcertada intentado recuperar la respiración que había estado conteniendo por culpa de su peligrosa cercanía. Su rostro se ha vuelto muy serio y ni siquiera me mira, poniendo toda su atención en el vídeo que se está proyectando.
De repente, mi móvil vibra. Con disimulo lo saco de mi bolsillo y leo el mensaje que acaba de llegarme.
¡Es de John!
Miro a ambos lados para cercionarme de que nadie me ve pero me encuentro de nuevo con sus ojos. Han vuelto a cambiar de color y con la oscuridad no acabo de verlos bien pero diría que se han vuelto rojos... Veo furia en su cara, sus puños están apretados encima de la mesa y sus colmillos se dejan entrever amenazantes.
Desvío mis ojos sin entender nada fijándolos sobre la pantalla del móvil.
"¿Puedo distraerte un rato esta tarde?"
Inmediatamente mis mejillas arden mientras siento como Drogo tiembla a mi lado.
Decidida contesto.
"Lo siento John, tengo que entregar un trabajo esta semana, quizá el jueves..."
Y antes de bloquearlo vibra de nuevo
"De acuerdo, conozco un pub donde hacen sesiones de dj's los jueves por la noche que te encantará. Un beso preciosa ;)"
Una sonrisa estúpida se instala en mi cara. Ya tengo ganas de que llegue el jueves para salir un rato a divertirme. De reojo veo a Drogo que sigue con el ceño fruncido con sus ojos fijos en la nada.
La clase termina, recojo las cosas con prisa ignorándole. No quiero seguir en su campo de visión o al final voy a perder los papeles con él...
Cuando estoy saliendo por la puerta me encuentro con Sara que me sonríe alegre
—¡Hallo Kristen! Casi no llegas a clase hoy, ¿te has dormido o qué?— Reclama curiosa
—Más o menos...— Le contesto un poco avergonzada por mi impuntualidad.
—¿Quieres que vayamos a hacer un café después de clase y seguimos con el trabajo?— Me pregunta con una sonrisa
—De acuerdo, yo...—
De repente, alguien me coge del brazo tirando de él con firmeza.
—¿Podemos hablar un momento?— Pregunta Drogo con rostro serio.
—¿Aún no has captado que no quiero tener nada que ver contigo?— Pregunto tocando mi sien con el dedo índice.
Drogo gruñe enseñando sus dientes y bajo la mirada preocupada de Sara atrapa mi muñeca con su fría mano arrastrándome hasta el final del pasillo donde nadie puede oírnos.
Drogo se queda de pie frente a mí escrutándome de arriba abajo con una expresión que no sabría definir en sus azules ojos.
—¿Vas a explicarme qué eres realmente?— Pregunta rompiendo el silencio.
—¡Joder Drogo no soy nada especial! ¡No sé qué quieres de mí pero déjame tranquila de una vez!— Exclamo cruzando mis brazos enfadada.
Su rostro cambia de repente poniéndose muy serio acercándose decidido hacia mí. Retrocedo chocando contra la pared y sin desviar mis ojos de los suyos pega las palmas de sus manos a ambos lados de mi cabeza con un golpe seco.
—¡¿Quién coño eres Plum?!— Me reclama gritando.
—Ya te he dicho que no soy nada extraordinario— confieso levantando el mentón retándole.
—¿Seguro? Yo creo que escondes algo y tarde o temprano lo voy a descubrir. Debes saber que a mí no se me escapa nada— replica con una sonrisa arrogante posando el dedo índice bajo mi barbilla.
—Creía que habías dejado atrás tus infantiles amenazas para empezar a hablar conmigo como adultos pero ya veo que no...— Le chincho sonriendo de lado levantando una ceja.
Drogo me observa con una mirada indescifrable acercando su rostro al mío para mirarme de más cerca.
—No quiero seguir amenazándote, ya me has dejado claro que no me tienes miedo, ¿verdad?— Pregunta cogiendome un mechón acariciándolo con...
¿Nostalgia?
—Cierto, no te tengo miedo Drogo Bartholy...— Admito con mirada decidida.
—No sé porqué pero tus labios me dicen eso aunque tu olor desprende miedo a raudales Caperucita temerosa...— Murmura con voz dulce.
Drogo acerca su mano y con la punta de los dedos acaricia mi mejilla con ternura.
Aparto su mano de un manotazo fulminándolo con los ojos.
—¡Ni se te ocurra volver a tocarme Drogo!— Grito con voz aguda.
Drogo retrocede entornando los ojos y metiendo sus manos en los bolsillos sonriendo de lado. Se queda unos segundos pensativo hasta que se decide a hablar.
—Es verdad, eso solo se lo dejas hacer al gilipollas de John Nimbus...— Escupe con un tono amargo.
—¿Qué?— Pregunto abriendo los ojos como platos.
Eso no me lo esperaba.
Drogo parece perdido en sus pensamientos y mi rostro arde de rabia
—¿A qué te refieres? ¿Le conoces?— Pregunto entre dientes.
—No tanto como tú según parece...— Confiesa divertido picándome.
—Mira, no sé de donde sacas todas esas tonterías y me importa una mierda... Ya he perdido bastante tiempo contigo y no quiero perder también los papeles...— reclamo dándole la espalda —¡Adiós Drogo, piérdete!— escupo con cólera.
Empiezo a andar hacia la siguiente clase cuando de repente Drogo se pone frente a mí en un segundo.
—¡No tan rápido, no he terminado contigo!— Exclama con mirada seria.
—Esto ya es acoso, ¿lo sabes verdad?— Pregunto muy cabreada.
—¡Escúchame Kristen!— Gruñe alargando sus brazos hacia mí.
Con la clara intención de cogerme por los hombros se detiene recordando mi petición anterior y vuelve a meter sus manos dentro de sus bolsillos. Suspira frustrado y vuelve a clavar sus ojos en los míos.
—John no es de fiar, solo quiero advertirte. Debes tener mucho cuidado con él— revela con voz seca y mirada preocupada.
Rompo a reír. Mis carcajadas resuenan por todo el pasillo.
—¿Estás de coña? ¡Te recuerdo que tú eres un puto vampiro!— Escupo con tono desagradable señalándolo con el dedo.
Creo que la he cagado...
Drogo empieza a temblar de rabia, sus ojos se vuelven rojos, los colmillos asoman entre sus labios y envuelto en aura oscura vuelve a acercarse con pasos amenazantes plantándose a pocos centímetros de mí mirándome desde arriba enfurecido. Visto así su tamaño impone e inevitablemente me siento más pequeña que de costumbre. Mi reacción es huir pero vuelve a interceptarme empujándome contra la pared con fuerza. Grito pero Drogo tapa mi boca con su enorme mano ocupando media cara y poniendo un dedo sobre sus labios me hace la señal de silencio. Sus ojos encendidos me perturban e intento resistirme sin éxito.
—Sht... Como bien has dicho soy un vampiro y podría matarte aquí mismo, pero por alguna extraña razón no lo haré... Quiero saber quién eres y porqué mis dones no sirven contigo. Nimbus trama algo y curiosamente no me apetece que sufras ni que te hagan daño. Te lo estoy diciendo enserio Caperucita, no es un chiste, sé lo que John te dijo y que no me crees pero, quiero que sepas que te estaré vigilando— confiesa sin dejar de mirarme a los ojos.
Su voz agresiva se ha ido calmando a medida que me iba explicando todo lo que llevaba dentro. No sé si creerle pero...
¿Qué gana él diciéndome todo esto? ¿Ser el bueno de la historia? Lo vi matar a un hombre y eso le convierte en alguien despreciable a mis ojos...
Su cuerpo sigue presionando el mío con fuerza, su mano continúa bloqueando mis palabras mientras la otra descansa sobre la pared tras de mí. Sus ojos brillan más amables y su olor varonil me abraza sumiéndome en una especie de extraña nostalgia.
Cuando intento hablar, Drogo libera mi boca con suavidad alejándose de mí pero algo llama su atención dirigiendo ahora su mano hacia mi collar y posándolo sobre su palma lo observa extrañado
—¿De dónde lo has sacado?— Pregunta visiblemente desconcertado.
—Lo tengo desde que era pequeña es una réplica de mi violín...— Balbuceo nerviosa.
Mis palabras le perturban aún más y veo en su expresión como crece su inquietud.
—Tengo la impresión de haberlo visto antes...— Murmura para sí mismo parpadeando varias veces confundido.
—¿Cómo?— Pregunto con un hilo de voz.
—Ten mucho cuidado Caperucita, nos vemos por ahí...— Replica aún pensativo.
Antes de poder contestarle Drogo desaparece de mi vista dejándome sola con mis pensamientos.
¿Será cierto lo que me ha dicho de John?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro