Capítulo 7. (+18)
Peter
Observo a Lorie jugar en su habitación con el cuerpo de una muñeca y digo su cuerpo porqué su cabeza ya no está, seguramente la habrá quemado o tirado a la basura como acostumbra hacer con todas ellas. Su otro muñeco favorito con el que también juega mucho es ese peculiar y aterrador peluche de dientes blancos y puntiagudos de aspecto siniestro.
Lorie luce un moño alto, algunos rizos se escapan de él cayendo con gracia por sus hombros, dejando ver su rostro ovalado. Su aspecto de niña buena puede engañar a cualquiera pero la realidad que oculta tras esa fachada es la de un pequeño demonio con cara angelical.
Lorie puede llegar a ser un verdadero tormento si se lo propone, y más veces de las que puedo contar ha hecho que las niñeras que la cuidaban salieran huyendo de esta casa.
—Tengo curiosidad por saber porqué le gusta tanto jugar con esa cosa— escupo con voz baja.
Tras de mí se encuentra Nico de pie, con los brazos cruzados y semblante relajado apoyado en el marco de la puerta, observando a nuestra pequeña hermana.
—Se lo regaló Víctor— murmura Nico.
De reojo veo que su mirada se mantiene fija en Lorie que sigue jugando con sus peluches ajena a todo.
—Sé que has visto a esa niña y te has acercado a ella— confiesa Nicolae con voz neutra.
Manipulo la cadena que mi dio mi padre con mis dedos, aquella que había estado guardando durante mucho tiempo y que ni siquiera me acordaba de que la tenía en mi poder.
—Eso no es importante...— susurro alzando mis hombros.
—¿Cómo que no es importante Peter? Sabes de sobra que no es bueno para ti acercarte a ella, eso puede traer muchos problemas a tu vida— advierte con voz profunda.
Nicolae se separa de la pared mirándome fijamente a los ojos frunciendo el ceño. Su expresión me hace reír con burla y niego con la cabeza despreocupado.
De repente, la tensión que existe entre nosotros se instala en la habitación pudiéndose palpar en el ambiente. Estoy cansado de esta situación y las ganas de estamparle un buen golpe en la cara crece exponencialmente y antes de que pueda pestañear, me levanto de golpe cogiéndolo fuerte con mi puño del cuello de su camisa llevándolo conmigo fuera de la habitación de Lorie en contra de su voluntad. Un golpe seco resuena por todo el pasillo cuando lo estampo contra la pared del pasillo haciéndole rugir enfurecido por mi repentina osadía.
—¡Deja de repetir lo mismo cada día y a cada hora joder! ¡Sé lo que debo o no hacer y estoy hasta los cojones de que me digas que no me acerque a ella!— Exclamo lleno de rabia dejando salir mis colmillos afilados.
—¡Por más que te lo repita no escuchas ni quieres entenderlo!— Ruge Nicolae con los ojos rojos.
Ahora es él quien me coge por el cuello y con un solo movimiento me arrincona en la pared presionando su cuerpo al mío con fuerza.
Afuera los relámpagos iluminan el cielo y rugen cual bestia enjaulada.
—¿No recuerdas que fui yo quien te sacó de Melbourne la última vez que la viste? ¿O acaso ya se te ha olvidado que casi mueres por defender a esa maldita bruja?— Inquiere molesto.
Su agarre en mi ropa se hace más fuerte ciñendo mucho más los puños. Sus ojos claros son ahora de color rojo carmín y sus afilados colmillos se asoman entre sus labios creyendo que en cualquier momento va a desgarrar mi cuello con ellos.
—Desde la noche que llegaste a la vida de los Cooper todo se jodió y todo por ser un niñato inmaduro que nunca escucha a los demás—
—Estaba huyendo de Víctor y sus malditas reglas, Nicolae, por si no lo recuerdas— escupo clavando mis ojos en los suyos con furia.
—Nunca has sabido cómo enfrentar los problemas Peter, ese será siempre tu maldito problema— sentencia soltándome bruscamente.
Nicolae se separa de mí y con mirada vacilante apoyo mi cabeza en la pared sonriendo de lado satisfecho.
—Pero salvé la vida de Sky y su padre, no me importa lo que digas, hice lo correcto y me siento bien por eso. Sky no debería preocuparte, es solo una humana que no tiene ni idea del mundo que le rodea— bufo colocándome bien la camisa
Nicolae niega con la cabeza dejando escapar una risa burlona escrutando con los ojos entornados.
—Sky heredó los poderes malignos de su madre Peter, ¿sabes de qué es capaz una bruja que le ha entregado su alma al diablo?— Pregunta Nicolae con soberbia.
Le observo atento tragando fuerte.
—He visto lo que son capaces de hacer y si ella llegase a tener esos poderes te podría destruir con solo parpadear, Peter— Escupe pronunciando mi nombre con rabia.
—Pero su madre se los quitó antes de morir, así que no debemos preocuparnos por eso. A menos que....— Hace una pausa para mirarme atentamente —Tú le devuelvas la memoria, pero estoy seguro de que no harás eso, ¿verdad Peter?— Pregunta Nicolae levantando las cejas.
Niego con la cabeza mientras me examina durante unos segundos dubitativo hasta que desaparece dejando atrás una misteriosa y sombría aura.
Sky
Por fin es sábado. La primera semana de clases en la Universidad ha sido muy dura e intensa.
Kristen y yo nos pasamos todo el día encerradas en nuestras habitaciones repasando los apuntes y estudiando sin ninguna sorpresa ni contratiempo.
Cuando terminamos, nos preparamos un par de gin tonics y para acompañarlos una cena de picoteo sentadas en el sofá con un poco de música.
¡Qué paz! Esta casa es muy tranquila, y espaciosa.
—¡Salud!— exclamo acercando mi copa a la de Kristen.
—¡Salud Sky!— sonríe Kristen brindando conmigo
—Necesitaba esto... Un día de relax después de tanto trabajo y ajetreo— le digo dando un trago a mi gin.
—Los principios siempre son duros, debemos tener paciencia. Terminaremos adaptándonos y esto que estamos viviendo aquí lo recordaremos siempre, acuérdate de lo que te digo— me guiña el ojo comiéndose una oliva.
No se si es un buen momento para sacar el tema pero he notado que Kristen no está bien y si no lo digo reviento...
—¡Oye Kristen!— Exclamo mirándola.
—Dime— se gira dejando la copa encima de la mesa de centro.
—¿Te pasa algo?— Le pregunto apartando un mechón de su cara —Te he notado un poco rara estos días y quería que supieras que estoy aquí, que si necesitas cualquier cosa solo tienes que decírmelo— confieso seria.
Kristen duda rascándose la cabeza y poniéndose nerviosa.
—Bueno, en realidad... Sí que hay algo que debería contarte respecto a los Bartholy— explica moviendo sus piernas con nerviosismo.
Bufo rodando los ojos, ya estamos otra vez con ese rollo...
—¿Enserio Kristen? ¿Vas a seguir insistiendo en lo que nos dijo Sara y toda esa historia sin fundamento de que no son buena gente?— Pregunto levantándome del sofá inquieta.
—Sky...— Me advierte Kristen.
—¡No Kristen, ya basta con eso! No tienes pruebas ni nada que lo demuestre, no puedes basarte en suposiciones absurdas que inventa la gente cuando se aburre. Te creía más inteligente...— Exclamo furiosa pasando las manos por mi cabello haciéndome un moño.
Afuera el cielo se ha oscurecido repentinamente invadido por unas nubes negras que amenazan con una buena tormenta. El viento comienza a soplar muy fuerte sacudiendo los árboles con virulencia haciendo temblar las ventanas.
De repente, vislumbro una sombra extraña con forma de persona cerca del ventanal, plantado, mirándonos...
Asustada palidezco echándome para atrás tapándome la boca.
—¡Mierda Kristen, qué coño es eso?— Grito señalándolo.
Kristen se gira hacia la sombra pero de repente, cae un rayo cegador y las luces de la calle se apagan seguido de un intenso estruendo que nos hace gritar al unísono abrazándonos.
—¡Qué puto susto!— Exclamo alterada.
Miro a Kristen que se ha quedado blanquísima igual que yo sin dejar de mirar afuera donde está todo oscuro y no se ve nada.
Nos quedamos quietas sin movernos y la luz de la calle vuelve a encenderse. La extraña sombra ha desaparecido.
—¡Joder, qué ha sido eso?— Pregunto apretando los brazos de Kristen con fuerza.
Antes de que Kristen pueda contestar, suena el timbre alarmándonos.
—¿Tú crees que es el tipo que había fuera hace un momento? — Me pregunta Kristen mirándome con los ojos muy abiertos.
El timbre suena de nuevo varias veces.
—¡Mierda Kristen, ve a abrir!— Exijo poniéndome detrás suyo.
—¿Enserio Sky? ¡Qué morro tienes! Que tuviera que defenderte en la escuela cada dos por tres no significa que me tengas que usar siempre de escudo...— Se queja Kristen frunciendo el ceño.
—Yo te cubro— le digo cogiéndole fuerte de las mangas.
—Está bien...— Suspira armándose de valor.
Nos acercamos hacia la puerta y justo cuando estamos enfrente el timbre vuelve a sonar insistente.
Kristen observa por la mirilla y sus facciones se relajan.
—¡Es John!— Exclama aliviada
Me aparto de ella y Kristen abre la puerta dejando ver a John que luce con mirada seria.
—¿Por qué no abríais?— Pregunta extrañado.
—Hallo John, pensábamos que eras un ladrón...— Confiesa Kristen avergonzada
—¿Y eso porqué?— Cuestiona arqueando las cejas.
—Es que acabamos de ver a un tipo extraño ahí fuera espiándonos— le cuenta Kristen nerviosa.
—¿Ah sí? Pues yo no he visto a nadie...— confiesa John despreocupado.
—No importa, olvídalo ¿Qué haces aquí?— Le pregunta Kristen sonriendo.
—Pasaba por aquí y he pensado en venir a veros. Creo que el otro día no me expliqué bien y quería hablar con vosotras. ¿Puedo pasar?— Pregunta sonriendo.
Kristen y yo nos miramos unos segundos y asiento con la cabeza.
—Está bien, pasa— dice Kristen finalmente invitándole a entrar.
John entra y justo en ese momento empieza a llover intensamente.
—Vaya tormenta...— Exclamo mirando por la ventana.
—Aquí llueve muy a menudo— confiesa John sentándose al sofá sin dejar de mirar a Kristen.
—¿John quieres un gin tonic?— Le pregunto acercándome a la cocina.
—¡Oh, sí! Muchas gracias Sky— sonríe amable.
Entro en la cocina para preparar la bebida mientras Kristen se sienta al lado de John bebiendo de su copa. John la devora con los ojos pero creo que ella no se da cuenta de eso.
Cuando vuelvo a la sala le ofrezco la copa a John que la coge con una gran sonrisa.
—Eres muy amable, Sky— confiesa guiñándome un ojo.
—Y bien, ¿de qué nos querías hablar?— Pregunta Kristen comiéndose una patata frita.
—El otro día cuando nos vimos, te advertí que os fuerais a Melbourne y no volvierais— explica John mirándonos a las dos fijamente.
—¿Qué? ¿Qué significa eso Kristen?— Le pregunto extrañada con el ceño fruncido.
—Sí, no lo acabé de entender pero supongo que has venido para explicarte, ¿no?— Le pregunta a John ignorando mi pregunta.
—Verás... El día que nos conocimos te oí pronunciar el nombre de Drogo cuando estabas en shock por lo que fuera que te pasara. En ese momento no le dí importancia pero, cuando quedamos en la Universidad, lo vi allí, cerca de ti, siguiéndote y vigilándote constantemente, me di cuenta de que hablabas de Drogo Bartholy— explica John mirando fijamente a Kristen.
—¿Le conoces?— Le pregunta sorprendida.
—Sí, conozco a los Bartholy y debo advertiros de que son una familia muy peligrosa y no deberíais tener ningún tipo de relación con ellos si no queréis tener problemas...— Sentencia John mirándonos a ambas.
—¿Qué tipo de problemas?— Pregunta Kristen preocupada.
—No sé qué viste esa noche pero eso no es nada comparado con lo que son capaces de hacer esas bestias inmundas...— Escupe John con rabia.
—¿Bestias inmundas? ¿De qué está hablando Kristen? ¿Qué pasó esa noche?— Le pregunto cogiendo su mano.
—Sky...— Suspira Kristen con mirada triste.
—Cuéntanoslo— le ordeno apretando su mano.
—Lo he intentado varias veces pero no me escuchas...— Me confiesa fijando sus ojos en los míos.
—Tienes razón, y lo siento, pero ahora estoy dispuesta a escuchar todo lo que tengas que decir— le prometo cogiéndole un mechón de su rojo cabello poniéndolo detrás de su oreja.
—El día que llegamos a Berlín, cuando salí después de cenar, me perdí, llegué a un callejón y ahí estaban los dos...— Empieza su relato pero la interrumpo.
—¿A quienes Kristen? ¿De quién hablas?— Le pregunto nerviosa.
Kristen apoya su cabeza en el respaldo del sofá y suspira profundamente.
—Déjala hablar Sky— me ordena John mirándome serio poniendo su mano en el muslo de Kristen dándole apoyo.
—Perdona Kristen, continúa por favor— me excuso mordiendo mi labio inferior.
—Esa noche conocí a Drogo y a su hermano Peter— revela Kristen.
Me río incrédula, pero a ninguno de los dos les hace gracia.
—¿Enserio?— Pregunto incrédula.
—¡Enserio Sky! Te estoy hablando en serio y tú solo te burlas de mí— exclama enfadada señalándome con el dedo índice.
—Lo... Lo siento, pero dime, ¿qué tienen que ver ellos dos en todo esto? Son solo dos chicos normales...— Le explico convencida.
Ella niega con la cabeza mirando a John.
—¡Sky no son normales, estaban torturando y devorando vivo a un hombre en ese puto callejón!— Exclama girándose hacia mí aterrada.
—¿De qué estás hablando?— Le pregunto asustada mirando a ambos. —No entiendo nada— confieso moviendo mis manos exageradamente tratando de entender algo.
Kristen me coge de las manos y las aprieta.
—Fue horrible, el hombre gritaba pero ellos ignoraban sus gritos de súplica, había sangre por todas partes y...— Su voz se corta llevándose las manos a la boca sin poder continuar.
Sin dudarlo la abrazo fuerte contra mí bajo la atenta mirada de John.
—Sky, los hermanos Bartholy son unos asesinos, unos caníbales. Por eso insistía tanto en que no te acercaras a Peter, es malo, y no quiero que te haga daño— explica entre mis brazos.
—Pero Kristen, ¿porqué no me habías dicho nada?— Le pregunto abrazando su cara con mis manos —Tendrías que habérmelo dicho el mismo día que pasó todo esto, no me puedo imaginar lo asustada que has debido estar todo este tiempo...— Le confieso comprensiva.
—Tenía mucho miedo por ti Sky, miedo de decirte lo que pasa con ellos, no quería involucrarte en todo esto. No entiendo cómo es posible que una persona pueda ser capaz de comerse a otra viva, no lo comprendo Sky... Y para colmo, me descubrieron y no sé por qué motivo no me mataron esa noche. Ahora Drogo me tiene en su punto de mira, no deja de acosarme y amenazarme con que lo que vi traerá consecuencias. ¡Me van a matar Sky!— Exclama Kristen temblando.
Se hace un silencio largo en la sala.
—Eso no va a pasar, no mientras viva— confiesa John rompiendo el silencio.
Kristen y yo lo miramos sorprendidas.
—Por eso he venido a veros, no os va a pasar nada, mi familia os ayudará, ya están advertidos, y creedme cuando os digo que son muy peligrosos, no son seres naturales, el clan Bartholy son una familia de vampiros...—
—¿QUÉ?— Exclamamos al unísono mirando a John escandalizadas.
Nicolae
La discusión con Peter no ha hecho más que empeorar las cosas.
No está pensando con claridad y lo único que conseguirá será buscarse su propia ruina y la de toda la familia. No pienso permitir que su insensatez nos hunda con él cavando nuestra tumba. No quería llegar a este extremo pero si no son capaces de obedecerme deberé tomar medidas drásticas.
Busco su número en mis contactos. Debo informarle de todo esto antes de que se nos vaya de la manos y tengamos algo que lamentar. Pero cuando iba a apretar la tecla verde, alguien llama a la puerta.
—¿Sí?— Levanto mi vista del teléfono hacia la puerta, ya sé quien es.
—¿Podemos hablar?— Pregunta Drogo tras la puerta.
—Pasa— ordeno seco guardando el teléfono en el bolsillo.
La puerta se abre y entra Drogo con su habitual cara de pocos amigos sentándose en silencio en el sillón frente a mí. Si quiere hablar conmigo debe ser importante. No es de los que les gusta charlar por la mera diversión de relacionarse.
—Dime Drogo, ¿de que quieres hablar?— Le pregunto apoyando mis codos sobre el escritorio que nos separa
—Es sobre la chica Plum— escupe desviando su mirada.
—¿Te refieres a Kristen Plum?— Insinúo poniéndome serio.
—Sí— responde seco, sigue sin mirarme directamente.
—¿Qué pasa con ella? Espero que no hayas hecho ninguna estupidez de las tuyas— le reprocho serio.
—¿Por qué no me dices la verdad?— Pregunta Drogo clavando sus ojos en los míos.
Apoyo mis manos en la mesa levantándome de la silla sin dejar de mirarle. Me acerco a la ventana y suelto un suspiro.
—No sé de qué me hablas Drogo, no entiendo por qué crees que te oculto algo...— Le confieso masajeando mis cejas con una mano.
—¡MIENTES!— Exclama Drogo levantándose furioso de un salto golpeando el escritorio con los puños haciéndolo crujir.
Me giro fulminándole con los ojos encendidos.
—¡Ni se te ocurra volver a hablarme en ese tono!— Exclamo plantándome delante de él en un instante.
Drogo levanta su mirada desafiándome altivo, mi acercamiento no lo ha perturbado en absoluto. Nuestras miradas siguen retándose en una batalla de poder silenciosa. Un brillo especial en sus ojos no augura nada bueno...
Drogo levanta el brazo posando su mano sobre mi hombro apretándolo con fuerza junto con una prepotente sonrisa de medio lado.
—Si es verdad que no me estás ocultando nada sobre esa chica, te interesará saber que mi control mental no funciona con ella— explica enseñándome los dientes frustrado.
—¿De qué hablas, qué has hecho?— Le pregunto apartando su mano de encima.
Drogo rompe nuestra distancia paseándose en silencio por el estudio.
—No he hecho nada, simplemente tuvimos un encuentro y me vi obligado a usar el don para que me dejara en paz, pero no funcionó. Supongo que tendrás una respuesta para eso, ¿verdad hermanito?— Pregunta con voz socarrona.
—¡Te dejé bien claro que no te acercaras a ella ni que le hablaras!— Exclamo cogiéndole del cuello de la camisa —¿Es que estás sordo?— Gruño apretando mi mano con fuerza estampándole contra la pared con violencia. Los huesos de su espalda crujen con el impacto.
—¿Quién coño es Kristen Plum y por qué me lo estás ocultando?— Reclama entre dientes con dificultad por la fuerza que ejerzo sobre él con los ojos encendidos en un rojo intenso.
—¡Obedece Drogo! ¡Si lo que queréis es que él venga a hacernos una visita de cortesía por qué tu hermano y tú no sois capaces de respetar unas normas tan sencillas, lo estáis consiguiendo!— Exclamo levantándole un palmo del suelo mientras un aura oscura envuelve mi cuerpo.
Drogo se queda en silencio observándome desde arriba mientras sus ojos vuelven a su estado normal dejándome ver el miedo en ellos.
—¡Joder Nicolae, suéltame! ¡No entiendo esa estúpida norma que intentas que cumplamos si no nos lo explicas!— Escupe furioso clavando sus manos en la mía intentando soltar mi agarre.
—No puedes saberlo, son órdenes directas suyas y debemos respetarlas. Si no quieres que tengamos problemas y ya sabes a qué me refiero con eso, haz caso y no hagas el imbécil como haces siempre— confieso frunciendo el ceño soltándole de golpe.
Me aparto de él y vuelvo a sentarme en el sillón apoyando el mentón sobre mis manos entrecruzadas intentando calmarme.
—¿Ella es su próxima víctima, es eso, verdad?— Me pregunta Drogo con preocupación.
—No puedo decírtelo— respondo tajante.
Drogo se mueve nervioso pasando las manos por su cabello con frustración.
—Solo es una chica inocente Nico, no podemos permitirlo, ella no ha hecho nada...— Confiesa inquieto enseñando los colmillos.
—No nos concierne Drogo, hazte a un lado y todo irá bien— le advierto sereno observándole.
—¿Entonces esa sombra que vi la noche que fui a visitarlas vagando entre la penumbra espiando su casa es uno de sus secuaces?— Pregunta Drogo sentándose de nuevo en la silla frotándose la cara con nerviosismo.
De repente una cegadora luz invade toda la ciudad seguida de un gran trueno ensordecedor.
—¿Cómo?— Pregunto atónito.
—La noche que discutimos y me ordenaste que no me acercara a ella descubrí donde viven. Fui a su casa y me encontré con un tipo encapuchado rodeando la casa. Pero cuando me vio, desapareció sin dejar rastro— explica rascándose la nuca culpable.
—¡Joder Drogo!— Exclamo golpeando la mesa.
—¡Estaba furioso contigo y tenía mucha curiosidad!— Replica excusándose.
—No sé de quién se trata pero lo averiguaré, de momento y solo por el momento, debes vigilarla, pero mantén las distancias hasta que sepamos algo más sobre el asunto. ¿Me has oído bien?— Exijo serio.
—De acuerdo Nico, pero no pienso hacer de niñera de nadie— concluye con voz seca.
Y sin que pueda replicar desaparece.
John
Kristen y Sky me miran atónitas, sus rostros han empalidecido quedándose de piedra.
Nos quedamos los tres observándonos en silencio. Lo único que se oye son los truenos romper el cielo junto con rayos que iluminan tanto que parece de día. Ya han dicho en los medios que la tormenta durará hasta mañana.
—¿De qué hablas John? ¿Te ha caído un rayo?— Pregunta Kristen con los ojos muy abiertos rompiendo el silencio.
—¿Pero esas mierda existen? Nos está vacilando Kristen ¿qué no lo ves?— Pregunta Sky frunciendo los ojos y cruzando los brazos contrariada.
—Os lo digo enserio. Sé que cuesta de creer pero esas bestias existen, conviven entre nosotros como si fueran simples humanos mortales y los Bartholy no son los únicos monstruos que hay por aquí...— Respondo serio bebiendo un trago de mi copa.
—¿Nos estás intentado decir que esos seres sobrenaturales que salen en las películas existen en realidad?— Me pregunta Kristen con los ojos como platos.
No debería estar pensando en esto ahora porqué es un tema serio pero Kristen es tan bonita e inteligente que no me deja pensar con claridad...
Preocupada por mi silencio, se acerca ligeramente hacia mí apretándome la mano con la suya haciéndome sentir un escalofrío con su cálido contacto.
—Sí, eso es lo que os intento hacer entender. ¿O os creéis que alguien se lo ha inventado para hacer pelis?— Les pregunto acariciando con mi pulgar el dorso de la mano de Kristen con suavidad.
No quiero que me suelte ni que sus ojos azules dejen de mirarme como lo hacen ahora, amables y tiernos, me gusta sentirla tan cerca de mí.
—¡Esto es de locos! No me puedo creer que un chico tan dulce como Peter sea esa especie de bestia inmunda...— Exclama Sky indignada.
—¿Y tú eso cómo lo sabes?— Me pregunta Kristen dando un trago a su gin tonic.
—Mi familia se dedica a cazar monstruos sobrenaturales, por eso lo sé, hace tiempo que vamos tras los Bartholy intentando que cometan algún error para darles caza. Cuando vi la manera con la que te miraba Drogo en la Universidad supe que no podemos perder tiempo, van tras de ti Kristen, lo que viste en ese callejón es su excusa perfecta para hacerte desaparecer...— Relato apartando un mechón de su cara —No voy a permitir que te haga nada...— Le prometo poniéndome serio.
Con mis nudillos acaricio su mejilla con afecto y Kristen me mira con ojos de preocupación torciendo su cabeza contra mi mano aceptando mi caricia.
Sky carraspea haciéndonos volver a la realidad y sin poder evitarlo me sonrojo rompiendo cualquier contacto con ella.
No sé que me ha pasado, me he dejado llevar sin darme cuenta...
—¿Y porqué crees que nos tienen en su punto de mira? ¿Porqué nosotras?— Pregunta Kristen colocando su melena sobre uno de sus hombros.
—Pues a parte de que les viste en acción y eres una testigo viviente, sois dos estudiantes de otro país que vivís solas y aquí no tenéis familia convirtiéndoos en el blanco perfecto para un vampiro— argumento frotando mi barbilla.
—¿Entonces cuál es tu plan? ¿Qué vamos hacer ahora?— Pregunta Sky inquieta mirándonos.
—No os preocupéis, dejádmelo a mí. Vosotras lo único que debéis hacer es seguir como siempre e intentar no tener ningún contacto directo con ellos, evitarles lo máximo posible— les explico mirándolas intercaladamente.
—No me parece tan fácil de hacer, vamos a la misma Universidad y les vamos a ver cada día, sin contar que tenemos clases en común con ellos— inquiere Kristen mirando a Sky preocupada.
—De momento no podemos hacer nada más pero aún hay otra cosa que podéis hacer— les digo dándole un sorbo a mi copa.
—¿El qué?— Pregunta Kristen sorprendida.
—Ya te lo dije, que volváis a Melbourne— le contesto torciendo mis labios.
—Eso no lo vamos hacer, nos a costado mucho llegar hasta aquí y poder entrar en Humboldt, eso no se contempla ¿verdad Sky?— Le pregunta Kristen a su amiga buscando su complicidad con la mirada.
—No se contempla, aunque sean muy peligrosos no dejaremos de hacer nuestra vida ni dejaremos nuestros objetivos de lado por esos tíos— escupe Sky decidida.
—¡Así se habla Sky!— Exclama Kristen levantando el brazo abriendo la palma de su mano hacia ella.
Sky abre la suya y ambas chocan sus manos sonriendo.
—¡Ah, una última cosa! No les invitéis a entrar en casa. Los vampiros no pueden entrar si no se les invita— advierto levantando el dedo índice.
Las dos asienten con la cabeza mirándome en silencio.
—Bueno chicos, yo he tenido bastante por hoy, si no os importa me voy a la cama, tengo muchas cosas en las que pensar. No hagáis ruido— dice Sky.
Se levanta del sofá, le da un beso en la mejilla a Kristen y luego a mí.
—¡Buenas noches chicos!— Exclama Sky desapareciendo por las escaleras.
—¡Buenas noches Sky!— Exclamamos Kristen y yo al unísono.
Kristen se levanta cogiendo nuestras copas vacías.
—¿Otra ronda?— Pregunta con una sonrisa.
—¡Venga!— Exclamo sonriendo también.
Kristen desaparece en la cocina y la oigo preparar las bebidas.
Me quedo en silencio unos segundos y cerciorándome de que Kristen no me ve, saco el móvil del bolsillo y después de marcar el número me lo pongo en la oreja.
—Sí, soy yo, escúchame, no tengo mucho tiempo. Ya he hablado con ellas. Sí, se lo han creído. No, ahora no puedo, haz lo que hemos hablado. Muy bien, adiós— digo entre susurros y cuelgo rápido.
—¡Aquí vienen dos gin tonics cargaditos!— Exclama Kristen sonriendo con ambas copas en las manos.
Un par de horas más tarde cuando ya llevábamos varios gin tonics en el cuerpo, nos estábamos partiendo de risa por un chiste que me acababa de contar Kristen. Estoy muy a gusto con ella y el tiempo a su lado pasa volando.
—¿Y tu familia como es? ¿Nos la vas a presentar?— Pregunta Kristen mirándome curiosa.
—Vamos muy bebidos Kristen, si te lo cuento, mañana no te acordarás de nada— suelto una carcajada.
—Tienes razón, dejémoslo para otro momento que estemos más sobrios— se ríe conmigo.
De repente, Kristen se deja caer apoyando su cabeza en mi hombro estirando sus piernas en el sofá dándome la espalda.
—¡Uf, voy muy pedo John! No debería haber bebido tanto... ¿Porqué me has dejado hacerlo?— Balbucea levantando la vista mirándome desde abajo.
Un tono rosado se ha instalado en sus mejillas y la tenue luz de la sala hace resaltar el típico brillo de embriaguez en sus pupilas.
Sin poder evitarlo, mi vista me traiciona aterrizando en su escote. Su posición me ofrece una panorámica que no dejaría indiferente a nadie.
Hasta ahora no me había dado cuenta de que no lleva sujetador y la forma de sus pechos firmes se marcan a través de su camiseta de tirantes.
Mi cara se ruboriza al instante. Giro mi cabeza de inmediato mirando hacia la ventana donde afuera sigue lloviendo intensamente. Mi rápido gesto llama su atención.
—Mierda, ¿se habrá dado cuenta?
Kristen levanta su brazo y roza mi mejilla con la punta de sus dedos.
—¿Qué te pasa John?— Susurra pronunciando como puede.
Incapaz de decir nada, me giro de nuevo hacia ella observando sus ojos claros que tanto me fascinan intentando no volver a mirar sus pechos y me descubra. Ella con expresión confusa, nota que algo pasa y se incorpora de un salto sentándose con las piernas cruzadas frente a mí, dejándome ver sus piernas pálidas y desnudas debajo de su corto pantaloncito.
Mis pupilas la escrutan de arriba a abajo con asombro mientras miles de pensamientos indecentes arrollan mi mente sin preguntar.
De repente, acaricia suavemente mi mejilla junto con una encantadora sonrisa haciéndome vibrar.
—Te has puesto muy serio, ¿va todo bien o es que vas tan pedo como yo?— Pregunta entornando los ojos.
En un acto reflejo le cojo fuerte de la muñeca. Mi expresión ha cambiado, es más intensa y su aspecto sonrojado acrecienta mi deseo por ella.
—Creo que he bebido demasiado y el alcohol me está haciendo pensar cosas que no debería...— Digo con voz ronca.
—¿Y qué es lo que estás pensando?— Pregunta sonriendo de lado.
Como si me quemara, suelto su muñeca. Ella, deja caer su brazo, y mi mano, por voluntad propia viaja hasta su barbilla.
Absorbido por su belleza paso mi pulgar sobre sus gruesos labios rosados que se entreabren por mi inesperado gesto.
—Ahora mismo solo pienso en besarte— confieso observándolos sin pestañear.
El cuerpo de Kristen es sacudido por un hipo de borracha que huye de su boca.
Sigue mirándome con asombro hasta que una inesperada sonrisa se escapa de entre sus labios.
—¿Estás de coña?— Pregunta riéndose —¡Creo que tienes razón, has bebido demasiado!— Exclama sonriendo sonrojada.
—Nunca he hablado tan enserio— escupo acercándome a ella acariciando uno de sus mechones pelirrojos.
Kristen carraspea apartando mi mano con sutileza.
—No quiero que las cosas se confundan entre nosotros John. He venido aquí a estudiar y mi único objetivo es trabajar de investigadora en los mejores laboratorios del mundo, y como comprenderás, no tengo tiempo para distracciones— explica Kristen mirándome con decisión.
—¿Y yo soy una distracción?— Le pregunto con sonrisa pícara.
—Es muy probable— afirma fijando la mirada en su copa.
—¿Vas a seguir estudiando hoy?— Insisto levantando la ceja.
—No...— Murmura con timidez.
—Pues déjame ser tu distracción esta noche— le propongo con voz profunda.
Antes de que pueda decir nada cojo su cuello acercándola a mí. La tengo tan cerca que nuestros labios se rozan, sintiendo la respiración agitada de Kristen chocar con los míos.
—Te deseo, Kristen— le confieso clavando mis ojos en los suyos.
Veo bajar su mirada hacia mis labios pasando su lengua humedeciendo los suyos. Ese gesto suyo tan simple a la vez que sensual, invoca una inquietud que me hace perder el poco control que me quedaba.
Kristen cierra sus ojos lentamente y sin pensármelo más le estampo mis labios.
En el momento en que se unen, mis sentidos se intensifican. Su boca dulce abraza la mía correspondiendo el beso a su antojo.
Kristen coloca sus manos en mis hombros acercándose más a mí.
Sus ardientes y deliciosos labios incitan a los míos a moverse más rápido, ansiosos, golosos, saboreándose, sintiéndose, devorándose en un frenesí imparable.
Envuelvo su cara con mis manos haciendo aún más profundo nuestro beso volviéndose voraz, apasionado e intenso.
Llevo toda la noche esperando este maldito instante.
Mi lengua roza sus labios, acariciándolos, lamiéndolos, tentándolos. Kristen aprieta más fuerte sus puños sujetando mi camisa. Entreabre su boca dejando escapar su húmeda y caliente lengua encontrándose con la mía impaciente, juguetona, sedienta. Ambas bailan en una fogosa danza haciendo que el tono vaya subiendo irremediablemente.
Se oye el ruido de la lluvia caer mezclándose con nuestras respiraciones aceleradas y nuestros besos hambrientos.
Todo mi ser empieza a encenderse cuando Kristen presiona su cuerpo al mío, apretándome fuerte del cuello con sus brazos devorando mi boca.
Mi corazón se desboca bombeando sangre hacia un punto muy concreto de mi cuerpo, haciéndolo arder y palpitar aumentando mi deseo por ella de forma irrefrenable.
Las manos de Kristen suben presionando mi nuca, acariciándola y atrapando fuerte mi cabello en ellas.
Me separo lentamente de ella pudiendo ver su sofocado rostro. Sus labios rojos e hinchados por mis besos, contrastan con el brillo intenso de sus ojos.
—Eres tan bonita...— Murmuro rozando mi pulgar por sus labios separando el inferior con él.
Kristen me observa con deseo agarrándose firmemente de mi camisa, insinuándose.
Mi colega empieza a molestarme demasiado dentro de mi pantalón tensándome por completo, excitado por sus caricias.
—John...— Susurra con la respiración alterada.
—Sht...— Silbo ligeramente.
Mis ojos son atraídos por sus pechos cual imán, cuando veo el fino tirante de su camisa caer lentamente por su hombro derecho. Eso me enciende inmediatamente y cogiéndola fuerte por su cintura la subo encima de mí sentándola a horcajadas sobre mi regazo.
Kristen deja escapar un pequeño grito de sorpresa cuando siente mi enorme y duro bulto debajo de ella. Con el dedo índice acaricio suavemente su rebelde tirante bajando lentamente por su sugerente escote besando su hombro desnudo.
Sin dejar de mirarla a los ojos, mi otra mano aparta sutilmente su preciosa melena pelirroja que tanto me fascina.
Es tan jodidamente sexy...
La abrazo fuerte por la espalda atrayendo hacia mí su fascinante cuerpo mientras ella pasa sus brazos por mi cuello.
Kristen deja escapar un jadeo que me quita el aliento, estremeciéndome aún más al sentir el contacto de sus pechos rozar mi torso a través de mi fina camisa.
Sujeto su cabello, ladeo su cabeza y ante su mirada curiosa le muerdo el lóbulo de su oreja con delicadeza. Kristen suspira apretando nuestro abrazo mientras beso suavemente su oreja, bajando lentamente por su cuello, lamiendo, mordiendo, besando.
Siento como el cuerpo de Kristen se estremece inquieto, ardiente y ansioso incitándome a continuar.
Echa su cabeza hacia atrás dejándome vía libre para poder seguir descendiendo por su pecho. Sus manos se cuelan debajo de mi camisa acariciando con deseo mis abdominales con los ojos cerrados y la respiración errática.
Deslizo su otro tirante y su camiseta de seda resbala por su torso dejando ver sus preciosos pechos desnudos. Me inclino hacia delante sujetándola fuerte por la espalda y cuando mis labios rozan su pezón rosado la oigo gemir. Eso me hace sonreír metiéndome su pecho entero la boca.
Siento como se endurece al pasar mi lengua en él, ella sigue gimiendo con su cabeza inclinada hacia atrás volviéndome loco.
Kristen entreabre los labios, cierra los ojos y acercándome más hacia ella se deja llevar sin parar de jadear deseosa de mí.
Me alejo ligeramente y sigo saboreando su otro pecho con la misma fogosidad y atención. Ella aprovecha y me quita la camiseta observándome pícaramente mi torso desnudo.
Sigo succionando, lamiendo y mordiendo su pezón excitándonos cada vez más. Mis manos se deslizan por toda su espalda sintiendo cada centímetro de su sedosa piel debajo de ellas.
Cuando llegan a su trasero, lo aprieto fuerte con mis dos manos apegándola más a mi enloquecido miembro. Los gemidos de Kristen no cesan estimulando a mi amigo que se muere por probarla.
Levanto mi vista poniéndome a su altura.
Su rostro excitado y sus mejillas enrojecidas resaltan con sus azules ojos que miran fijos los míos oscuros. Vuelvo a besarla apasionadamente como si lo necesitara para poder seguir respirando.
—Kristen... No puedo más, me vas a volver loco— Exhalo muy excitado.
Kristen me mira igual o peor que yo.
—Creo que tu compañero tiene ganas de fiesta— replica excitada.
—Tu le has provocado... Déjame decirte que sabe dar muy buenas fiestas— susurro pícaro.
—¡Vamos!— Exclama levantándose.
Sin embargo, cuando intenta levantarse tropieza cayendo de culo al suelo. No puedo evitar reírme y ella me mira frunciendo el ceño.
—Anda ven, yo te llevo borrachina...— Exclamo cogiéndola como si fuera un saco de patatas.
—¡No, John! ¡Bájame!— Grita Kristen moviendo sus piernas.
Le doy una palmada en el trasero haciéndola enfadar aún más conmigo.
—¡Sht fierecilla! Vas a despertar a Sky Además, si no te estás quieta nos vamos a caer— susurro subiendo las escaleras, como puedo, ebrio, tambaleándome y con Kristen encima.
Ella se calla al instante dándose cuenta de mi embriaguez y me indica con voz baja dónde está su habitación.
Abro la puerta, me acerco a su cama y la siento en el borde. La ligera luz de la calle que se cuela por sus ventanas me deja entrever su pálido cuerpo semidesnudo, su cabello rojo despeinado junto con su bonito rostro. La imagen que tengo ahora mismo de ella es lo más apetecible que he visto nunca.
Me quito los zapatos y los pantalones ante su atenta mirada.
—¿Preparada?— Pregunto sonriendo.
—Si tu lo estás, yo también— contesta con voz baja.
—No sabes cuánto...— Suspiro inclinándome hacia ella apoyando mis manos a cada lado de su cuerpo.
Con un rápido movimiento, separo sus piernas colocándome en medio de ellas y acercando mis labios a los suyos le doy un beso tierno cargado de deseo.
Cojo su cara entre mis manos depositando besos húmedos por todo su cuerpo, lamiendo, chupando, succionando. Sigo mi camino acariciándola entera hasta que llego a su pantaloncito.
Ella posa sus cálidas manos en mis mejillas mirándome fijamente con sus preciosos iris azules como me arrodillo frente a ella.
Le quito los pantalones junto con sus bragas sin apartar mis ojos de los suyos.
—Acuéstate— ordeno con voz ronca.
Kristen me mira sorprendida.
—¿Qué?— Pregunta sonrojándose.
—Sht...— Silbo empujándola suavemente sobre la cama.
Cojo sus piernas y lentamente las abro dejándome ver sus labios que lucen rosados y muy mojados.
Esta nueva vista de ella me pone a cien haciéndome lamer los labios con deseo cuando siento su cuerpo inquietarse.
—Quédate muy quieta, esto te va a encantar...— Susurro con media sonrisa.
Kristen jadea impaciente imaginando lo que le voy hacer.
Acerco mi dedo índice y lo paso por sus labios mojados, Kristen se estremece. Está tan mojada que mi dedo resbala.
—Eres hermosa Kristen— murmuro besando sutilmente su clítoris.
—John... No me tortures más...— Suplica bufando.
Antes de que pueda decir nada más, paso mi lengua con toda su amplitud por su vulva lamiéndola entera de abajo arriba. Kristen suelta un gemido tan fuerte que se tapa la boca mientras cierra sus ojos arqueando su espalda.
—Estás demasiado caliente, voy a solucionarlo...— Murmuro apretando sus muslos con mis manos.
—Mmm...— Exclama Kristen bajo su mano.
Continúo lamiéndola, primero lentamente de arriba abajo con suavidad, luego acelero el movimiento de mi lengua moviéndola en círculos por su botón mágico del placer con voracidad. Succionándolo, mordisqueándolo. Kristen se retuerce de placer, gimiendo, resoplando sin control.
—Esta chica me va a volver loco...
Lentamente levanto sus piernas doblándolas dejándome un mejor acceso para poder seguir degustando su delicioso fruto.
Acaricio su orificio con dos de mis dedos y los introduzco en ella sin dificultad. Está tan mojada que entran solos. Sin dejar de mover mi lengua, los meto y los saco sin parar, mojándose más.
Kristen vuelve arquear su espalda extasiada por mis lametones y mis dedos juguetones. Muerde su mano y con la otra coge tan fuerte las sabanas que parece que se van a romper.
—Tu sabor es realmente delicioso...— Jadeo en su vulva
—¡Ah, sí, John!— Exclama Kristen.
Cuando siento que su orgasmo está a punto de llegar, me paro.
—No puedo más Kristen, necesito follarte...— Suplico jadeando
Bajo sus piernas, limpio mi boca con mi brazo y me levanto. Me saco los calzoncillos dejando a mi colega libre, al fin.
—¿Tienes gomitas?— Pregunto respirando fuerte sin dejar de mirarla.
Estoy demasiado excitado y muero por sentirla.
Ella yace acostada, sonrojada y sorprendida al ver mi miembro. Sus piernas tiemblan y su pecho sube y baja frenéticamente.
—Sí... Aquí— susurra levantándose.
Se acerca a la mesita de noche, rebusca en ella y se gira con el paquetito en la mano sonriendo.
—Tienes eso pero no quieres distracciones...— Insinúo levantando la ceja sarcástico
Avanzo hacia ella apresando su cuerpo desnudo y caliente entre mis brazos.
—Nunca se sabe— replica burlona.
Abro mi mano y cuando va a dármelo me empuja sobre la cama cayéndome de espaldas.
—Ahora me toca a mí disfrutar del tímido y descarado John— exclama con sonrisa pícara
—Nunca dije que lo fuera...— Sugiero con sorna.
Abre el paquetito, saca la gomita y lo coloca con habilidad a lo largo de mi miembro.
Su contacto con él me hace estremecer y una corriente me recorre el cuerpo entero haciéndome bufar sofocado.
Ella se sube a horcajadas sobre mí posando una mano a cada lado de mi cabeza. Su vulva roza suavemente mi miembro enloqueciéndome.
—Tengo tantas ganas de penetrarla que creo que me va a explotar...
Sus gruesos labios me besan apasionadamente, lamiéndolos, chupándolos, mordiéndolos, poseyéndolos...
Mis gemidos de excitación mueren en su boca cuando su lengua se cuela encontrándose con la mía, jugando, bailando, saboreando.
Cojo su cara con mis manos y la separo de mí mirándola fijamente a los ojos, sorprendiéndose.
—Kristen, voy a explotar. ¡Fóllame ya!— Reclamo desesperado.
Kristen sonríe satisfecha y cuando coge con su mano mi miembro para colocárselo en su entrada, vibro impaciente. Estoy tan sensible y excitado que cualquier roce suyo me produce demasiado placer.
Sujetando con su mano a mi amigo lo roza y lo mueve a su antojo contra su mojada vulva sin metérselo en ella.
Todavía no me ha hecho nada y ya me estoy muriendo de gusto con solo imaginarlo.
—¡Ah, joder Kristen! Es demasiado, ah...— Jadeo sin parar cerrando mis ojos.
—Sht...— Silba —Esto te va a encantar— susurra vengándose.
Kristen sigue moviéndose restregando su vulva contra mi miembro sin metérselo, torturándome con este dulce placer.
—Me las pagarás...— Gimo cogiendo su melena en un puño.
Finalmente, Kristen decide penetrarse bajando poco a poco por mi miembro, sintiéndola al fin. Gemimos a la vez cuando nos sentimos el uno contra el otro.
—¡Oh joder!— Exclamo frenético.
Kristen se queda quieta unos segundos hasta que empieza a moverse encima de mí, entrando y saliendo con ritmo haciéndome sentir demasiadas sensaciones a la vez.
Posa sus manos en mi pecho impulsándose cada vez más rápido, gimiendo sin cesar. Jadeo perdiendo el control agarrando con fuerza su trasero empujándola hacia mí para poder sentirla hasta el fondo. Ella se recuesta sobre mi pecho besando mis labios fogosamente.
—Eres tan jodidamente estrecha que no voy a aguantar mucho más— murmuro.
—¡Ah, sí, John! ¡Estás tan duro!— Exclama abriendo su boca.
Atrapo sus labios y los muerdo doblando mis piernas moviéndome contra ella, para penetrarla más profundamente. Ella esconde su rostro en mi cuello y lo muerde.
—¡Así John, más rápido!— Exclama gimiendo en mi oído.
Acelero mis movimientos chocando contra ella sin parar. Se siente tan jodidamente bien aquí dentro... Es tantas cosas... Caliente, húmedo, suave, acogedor, blando...
Kristen se reclina arqueando su espalda hacia atrás gimiendo más alto por mis duras embestidas llenándola completamente.
Sus gritos me encienden aún más sintiendo un cosquilleo familiar que anuncia un orgasmo inminente. Los músculos de su vagina empiezan a contraerse indicando que ella también está a punto de llegar.
—¡Ah Kristen! No aguanto más...— Gimo echando mi cabeza hacia atrás.
Sus pechos rebotan por mis fuertes acometidas. Me inclino sentándome abrazándola. Lamo, muerdo y beso sus pechos sin dejar de penetrarla. Ella curva su espalda abrazando mi cuello apretándome contra ella.
—¡Ah John! ¡Sí, no pares! ¡Voy a correrme! ¡Ah!— Gime con voz ronca.
Sus músculos vaginales se contraen apresando mi miembro llevándonos a ambos al éxtasis.
Un orgasmo increíble invade todo mi cuerpo haciéndome ver las estrellas, temblando junto a ella, extasiándonos.
Sigo moviéndome, ya que, Kristen sigue disfrutando de su orgasmo. Atrapo su cuello con mis dientes hasta que los espasmos de su cuerpo disminuyen paulatinamente.
Con la respiración acelerada la observo gozar hasta que abre sus ojos fijándose en los míos con un brillo especial.
Su cabello despeinado se pega en su cara por el sudor. Con mis dedos lo peino hacia atrás y abrazo su rostro volviéndola a besar tiernamente.
Nuestros pechos suben y bajan apresurados. Una sonrisa se dibuja en su cara y yo se la devuelvo en silencio intentando recobrar el aliento.
—Eres increíble— confieso besando su frente.
—Tu también John... Has estado genial— replica sonriente.
Se levanta, saca lentamente mi miembro de ella y se pone de pie junto a la cama.
—Me voy a dar una ducha, ¿quieres ir tú primero?— Pregunta levantando una ceja mirándome.
—No te preocupes, después de ti— contesto con media sonrisa.
Kristen se mete en el baño y yo aprovecho para sacarme el condón. Le hago un nudo y lo guardo en el sobrecito.
Cuando sale del baño enrollada en una toalla, no puedo evitar mirarla con deseo recordando lo que acaba de pasar entre nosotros. Me gusta demasiado. Su melena mojada, los pechos que sobresalen de su toalla, su delicioso olor...
Me meto corriendo en el baño que hay contiguo a su habitación para dejar de pensar en estupideces. Creo que el alcohol aún corre por mis venas haciendo estragos en mi mente...
Cuando termino de ducharme, abro la puerta del baño y me encuentro a Kristen peinándose el cabello sentada sobre la silla de su escritorio vestida con otro pijama cortito.
Me subo los calzoncillos y cuando empiezo a vestirme Kristen me interrumpe cogiendo mi mano.
—Todavía está lloviendo, puedes quedarte a dormir si quieres— propone con voz dulce.
La observo sorprendido y asiento con la cabeza en silencio.
Nos acostamos sobre la cama y nos tapamos con el nórdico mirándonos sin decir nada.
Cojo un mechón de su cabello y lo acaricio ante sus adormilados ojos. Lo suelto y paso mi mano por su cuello besando sus labios con suavidad.
—Buenas noches Kristen, que descanses— susurro sonriendo.
—Buenas noches John— cuchichea cerrando los ojos.
—¿Puedo abrazarte?— Pregunto indeciso.
—Me gusta que me abracen— murmura Kristen medio dormida.
—Entonces date la vuelta— ordeno con voz suave.
Kristen se da la vuelta dándome la espalda. Me acerco a ella y cuando siento su cálida espalda en mi pecho, paso mis brazos a su alrededor estrechándola contra mí. Hundo mi cara en su cuello y su dulce fragancia me invade.
Cierro los ojos con una sonrisa en mi cara hasta que el sueño se apodera de mí, sumiéndome en él.
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¡Hola! Les dejamos este capítulo y esperamos que les haya gustado y que la historia también.
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