Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6.

Kristen

"¡Corre caperucita, corre mientras puedas!"

No puedo salir, ni correr, ni moverme. Mis pulmones luchan frenéticos por deshacerse del inmenso nudo que se ha instalado en medio de mi pecho dificultando la entrada de oxígeno. El autor de mis terrores nocturnos me atrapa con sus garras de lobo feroz, sus ojos hipnotizantes de basilisco hielan mi sangre y mi cuerpo no reacciona. Esto es horrible, el pánico me ha paralizado totalmente dejándome a su merced. ¿Por qué no puedo hacer nada? ¡Soy más fuerte que todo esto!

El chico de pelo oscuro y mirada serena sonríe de medio lado con los brazos cruzados en su pecho, indiferente, imperturbable...

Sin saber qué hacer, en silencio le suplico con mirada cómplice que me ayude, pero este, no mueve ni un solo músculo ante mi petición desesperada.

Drogo, mi pesadilla hecha realidad se acerca sigilosamente hacia mí con elegancia e indolencia, examinándome de arriba a bajo satisfecho ante la impotencia que se ha apoderado de todo mi ser. Retrocedo ante sus pasos hasta que mi espalda choca nuevamente contra la pared de ese maldito callejón. Su figura imponente se planta finalmente delante de mí, excesivamente cerca, invadiendo mi espacio vital. Con todo el valor que consigo reunir en una situación tan delicada, alzo la vista topándome con sus oscuros ojos llenos de deseo. Sin dudarlo ni un instante, levanta su brazo con una sutileza demasiado estudiada apoyando su mano contra el muro tras de mí, su mirada felina se sitúa a la altura de mis ojos quedándose fija en ellos, como si intentara descifrar todo lo que ocurre en mi interior.

—¿Qué pasa, no te acuerdas de mí?— Interpela curioso con voz suave.

La profundidad de sus palabras dispara todas mis alarmas, esa voz tan lejanamente familiar hace que mi consciencia se remueva inquieta luchando por despertar y romper la brecha que se abrió la primera noche que le vi. Cuando siento su voz, una fuerza sobrehumana me atrae irremediablemente hacia él y el terror que sentía hace un momento se disipa rápidamente dando paso a una serenidad que se apodera de toda mi esencia.

Una sonrisa sospechosamente tierna se escapa de entre sus labios mientras se separa un poco para poderme contemplar mejor. Ese distanciamiento me perturba y como si él lo sintiera acerca de nuevo su mano acariciando mi rostro con ternura.

—Te tengo caperucita, el lobo te ha encontrado y nunca más podrás escapar— susurra con esa voz ronca que tanto me inquieta.

Y sin siquiera pestañear se abalanza sobre mí clavando sus colmillos en mi cuello con voracidad.

—¡No!— Grito con fuerza dando un salto en la cama empapada de sudor y la respiración entrecortada.

Poso mi mano en mi pecho intentando tranquilizarme repitiéndome a mi misma que solo era un pesadilla cuando de repente, entre la oscuridad de la noche le vislumbro fuera frente a mi ventana ¡observándome!

Presa del pánico busco rápidamente el interruptor de la luz y cuando se enciende ¡ha desaparecido!

Pálida como la nieve me levanto corriendo y cierro la ventana por donde el aire entra para poder mecer mis cortinas. Aún con la respiración agitada escruto el exterior moviendo mis ojos de un lado a otro frenéticamente pero no veo a nadie.

Suelto un suspiro profundo.

—Solo era una pesadilla, no hay de qué preocuparse...— Expulso en voz alta intentando convencerme a mí misma.

Me acerco a la cama con la duda dando vueltas sin parar en mi mente y me acuesto. Mi mirada se clava en el techo rememorando ese extraño sueño e intentado entender su significado

¿Qué pasa, no te acuerdas de mí?

Me tapo hasta la cabeza al recordar esa frase e intento dormirme de nuevo con la luz encendida, ya que, las propias sombras de la habitación me hacen verlo por todas partes.

A la mañana siguiente mis ojeras no se podían disimular con nada, mi falta de horas de sueño se veían claramente reflejadas en mi pálido rostro. Mi preocupación por la pesadilla de anoche y la advertencia que me hizo John junto con su actitud extraña y repentina se sumaban a mi malestar general.

—¡Buenos días Kristen!— Exclama Sky con un entusiasmo exagerado.

Me la encuentro sentada en la mesa de la cocina bebiéndose su café con leche y unas tostadas de mermelada.

—Buenos días...— Murmuro

—¡Oh! ¿Y esa cara?— Pregunta muy sorprendida.

—No he dormido muy bien... Eso es todo...— Concluyo bostezando mientras me siento en la silla a su lado sirviéndome una taza de café.

Llegamos a la Universidad apresuradas porque como siempre, vamos con el tiempo pegado al culo...

Hoy tenemos clase grupal y eso significa que estaremos juntas en la misma aula. Entramos rápidamente y tomamos asiento una al lado de la otra.

—¿Has hablado con tu padre?— Pregunto seria.

Sky niega con la cabeza mientras saca una libreta de su mochila y me sonríe inocente.

—Sky... Deberías hacerlo, le afectó mucho que te fueras de casa— insisto fijando mi mirada en ella. Sky duda unos segundos y exclama.

—Ya lo sé, es mi padre y solo le tengo a él...— se encoge de hombros y desvía su mirada hacia un lado con los ojos temblorosos.

—Llámale tú— propongo.

Sky me mira dubitativa

—Vamos Sky, deja el orgullo a un lado— exijo.

—¡Está bien!— Protesta mientras busca su móvil entre sus cosas.

De repente, se exalta cuando ve un chico moreno cruzando la puerta del aula junto con Drogo, ¿será ese tal Peter? Supongo que están aquí por ser la clase conjunta... Refregando mis manos con nerviosismo intento disimular mi inquietud para que ese demonio no me distinga entre la multitud...

Drogo levanta su vista clavando sus ojos en los míos, no le ha hecho falta buscarme, me ha localizado enseguida y su mirada maliciosa revela que sabe quien soy... No sé cómo ha sabido que estaba aquí. Empalidezco y un sudor frío me invade.

Nos quedamos las dos embobadas mirando como los chicos se sientan uno al lado del otro al final de todo. Cuando me giro de nuevo hacia delante atrapo a Sky mirando a los chicos y eso me hace fruncir el ceño.

—¿Ese es Peter, el chico del que me has hablado?— Le pregunto mientras le cojo fuerte del brazo.

—Sí, ese chico que está siempre con su hermano Drogo es Peter Bartholy y hace Microbiología conmigo— Relata Sky y mi ceja se arquea sin dejar de mirarla —. Es un poco extraño pero lo encuentro atractivo...— Suspira Sky bajando la mirada sonrosada.

En ese momento oímos un ruido fuerte tras nuestro. Nos giramos a la vez y vemos que a Peter se le ha caído la cartera al suelo.

—¿Estás loca?— Pregunto nerviosa girándonos a la vez hacia la pizarra.

—Relájate Kristen, solo es un estudiante inquietante, no tiene nada de malo— se excusa inocente.

—¿No te acuerdas lo que nos dijo Sara? "Sobre todo no os acerquéis a Peter Bartholy"— Replico haciendo comillas con mis dedos —. ¡No deberías acercarte a él y ni siquiera mirarle!— Exijo mientras le agarro fuerte de la manga y miro de reojo a Drogo hablando con Peter.

—¿Por qué? ¿Les conoces?— Pregunta Sky frustrada.

—No, pero yo...— Me interrumpe.

—Entonces, ¿por qué me lo prohíbes? Solo porqué Sara lo haya dicho no significa que sean malas personas, no les conocemos Kristen, ¿y si Sara se equivoca?— Argumenta serenamente.

—Pero...— La interpelo de nuevo pero antes de que pueda seguir replicando la voz del profesor irrumpe la sala.

—¡Hola a todos! Como ya sabéis esta asignatura es conjunta y los grupos del grado compartiremos el mismo horario y la misma aula. Lo primero que vamos a hacer será que cada uno de vosotros se levantará de su silla y dirá su nombre, edad y lugar de procedencia para irnos conociendo mejor— Explica el profesor apoyándose en su pupitre —. Bien, ¡Comencemos! Yo soy Adam Quirrell vuestro profesor de Biología Celular e Histología — Exclama chocando sus manos empezando la ronda de presentaciones.

La primera que se levanta es una chica de pelo largo y oscuro.

—Hola soy Emma Frei tengo 21 años y vengo de Hamburg — El profesor asiente.

Ahora se levanta el chico que se sienta al lado de Emma.

—Hola soy Joseph Koch soy de Berlín y tengo 27 años— Mientras se van presentando Sky se acerca a mi oído y me susurra.

—Kristen los hermanos tenebrosos nos están mirando...— Cuando me cuenta eso me tenso inmediatamente y un remolino de sensaciones se mezclan dentro de mí.

Son estudiantes, pero esa noche vi como... Ese hombre...

—¡Señorita, señorita! Preséntese por favor— Oigo las reclamaciones del profesor pero sigo absorta en mis pesadillas hasta que Sky me pega un codazo en las costillas.

—¡Kristen, te toca!— Me alerta haciéndome reaccionar y como si me hubiera dado un calambre salto de la silla dando un bote.

—Hallo me llamo Kristen Plum soy de Melbourne y tengo veintidós años— Me presento con decisión, la primera impresión es la buena y yo ya la he fastidiado...

Antes de volverme a sentar me giro ligeramente con disimulo para mirarle y inevitablemente vuelvo a chocar con sus ojos que no se separan de mí hasta que rompo el contacto y me siento con toda la tranquilidad que me queda.

Sky se presenta después de mí.

—Hallo soy Sky Cooper tengo veintidós años y también soy de Melbourne...

Joder... ¡Sabe nuestros nombres, de donde venimos y encima vamos a la misma clase! Drogo, ¿me vas a destrozar como a ese tipo que vi esa tétrica noche? Estás perdida Kristen... Saben quien eres y lo peor de todo es que Sky también ha atraído su atención.

"¡Corre caperucita, corre mientras puedas!"

Esa frase no para de perturbarme ¿Qué vamos a hacer? Mi cabeza no deja de dar vueltas en bucle buscando una solución y mis piernas debajo del pupitre no dejan de trotar mientras aprieto incesantemente el botón de mi bolígrafo.

¿Y si John tenía razón? ¿Y si deberíamos irnos de Berlín y no volver? ¿Él sabe algo o ha sido casualidad?

—Me llamo Peter Bartholy— Escupe apático

Cuando oigo la voz de Peter vuelvo a girarme hacia ellos, Sky también les observa como el resto de la clase.

Acto seguido se levanta Drogo con su genuina seguridad aplastante que le caracteriza

—Me llamo Drogo Bartholy y somos de Berlín— Exclama pero esta vez no me mira.

Drogo... No puedo dejar de mirarle. Peter y Drogo Bartholy.

Sky

Peter Bartholy es tan...

Extraño. Esa sería la palabra correcta para describirle.

Después de la presentación el profesor Quirrell empieza a impartir la materia explicando en que va a consistir y sus métodos de evaluación.

Sin embargo la presencia de Peter me sigue incomodando irremediablemente, como si un aura negra lo rodeara y formara parte de él o fuera él quien le da forma. No creo que solo sea sus aires de chico malo lo que le rodea no, hay algo más y no estoy segura de querer saber exactamente de qué se trata...

Esos orbes tan pálidos, llenos de tristeza revelan un interior muy oscuro y si indagas mucho en el pasado de alguien puedes encontrarte en el fondo de un pozo hasta el cuello de mierda. No quiero pensar mal de todo el mundo y eso no quiere decir que todas las personas sean así pero, estamos solas aquí, no conocemos a nadie, no es nuestro hogar y debemos ser precavidas porqué no sabemos las intenciones que pueden haber detrás.

A veces, no sabes muy bien como ha pasado, en qué momento ni el motivo pero encuentras a alguien con quien haces clic en un segundo y se acaban convirtiendo en una parte muy importante para tu vida, se vuelven indispensables como nos pasó hace años con Kristen.

Des del primer día que la conocí supe que era una buena persona, compartíamos aficiones y teníamos cosas en común, desde que la vi sabía que sería mi mejor amiga. A Sara no la conozco mucho pero parece una chica genial, siempre tiene una sonrisa en los labios y temas de los que hablar, no le para la boca...

Pero con Peter...

Es cómo si un muro lo separara de este mundo y del que parece habitar. No tiene pinta de ser de esos chicos que dejan entrar a nadie en su vida, ni siquiera a su propio hermano.

¿Y si Drogo no es realmente su hermano? No se parecen en nada, uno es rubio, el otro tiene el pelo tan negro cómo el carbón y sus rasgos son muy distintos...

¿Y yo, por qué de repente tengo tanta curiosidad por él?

Miro el reloj y me doy cuenta de que ya es la hora y veo como los compañeros empiezan a recoger sus cosas dando la clase por terminada.

Kristen y yo guardamos nuestras cosas y salimos juntas en silencio hacia la zona ajardinada donde nos gusta tumbarnos para tomar el sol y repasar los apuntes.

Cuando cruzamos la puerta que da al exterior del campus recuerdo que tengo que llamar a papá.

—Sky— me llama Kristen

—Por favor...— Suplica mientras me doy la vuelta y la veo con cara de preocupación, pero antes de que siga hablando nos interrumpen.

—Lo siento si interrumpo chicas, pero necesito hablar contigo Kristen— exclama Sara sonriendo.

Kristen y yo nos miramos fijamente a los ojos durante unos segundos. No necesitamos decirnos nada.

—De acuerdo Sara, dame un segundo— le dice Kristen finalmente —. Tú y yo tenemos una charla pendiente— me advierte con mirada seria y señalándome con su dedo índice.

Niego con la cabeza y le sonrío mientras se alejan riéndose.

La verdad es que para hablar con mi padre debo tener las bragas bien puestas por qué mantener una conversación con Timothy Cooper es como hablar con una pared vieja y destartalada.

Es un buen hombre eso no lo niego, pero es muy terco, dicen que a perro viejo no se le puede enseñar truco nuevo y eso puede aplicarse a mi padre.

Me alejo del campus cogiendo fuerte la correa de mi mochila acomodándola encima de mi hombro armándome de valor.

Empiezo a andar sin rumbo pensando qué le voy a decir cuando llego a Lustgarten, un parque que hay cerca de la Universidad. Me siento en el césped, saco mi móvil y busco el número de mi padre.

Aquí son las dos del mediodía; Espero que no se haya ido a dormir, ya que allí son las diez de la noche y mi padre se acuesta pronto...

Después de varios tonos descuelga.

¿Si?— Su voz suena ronca y adormilada.

—Papá... Soy yo, Sky— revelo apoyándome en un gran y frondoso árbol.

¡Sky! ¿Cómo estás niña?— pregunta papá contento

Ruedo los ojos. Odio esa manera que tiene de referirse a mí, ya no soy una niña...

—Bien papá...— contesto fastidiada dejando la mochila a mi lado mientras cruzo las piernas observando como unos chicos juegan a fútbol en el parque.

¿Cómo te va tu primera semana de clases?— Pregunta curioso

Me imagino su frente arrugándose y eso me hace sonreír.

Sé que para él, esta situación le resulta muy difícil. Prácticamente se ha quedado solo en Melbourne. No tiene a nadie, solo me tenía a mí y ahora estoy en la otra punta del planeta viviendo mi vida, lejos de él y de todo mi pasado.

—Pues la semana aún no ha terminado papá...— Explico suspirando —, pero hemos llegado e instalado bien. La casa es grande y tranquila y la Universidad nos gusta mucho.

Sabes que cualquier cosa que necesites puedes llamarme ¿verdad?— sugiere con voz profunda.

Mi silencio responde a su sugerencia y papá tose varias veces incómodo.

Nuestra conversación continúa y le cuento como es la ciudad de Berlín y su gente.

¿Has conocido algún chico?— Pregunta curioso.

—¡Oh, por dios papá, no! No he venido a eso...— Respondo alterada.

Se establece otro largo silencio entre nosotros. No quiero que se preocupe tanto por mí como hace siempre desde que mamá...

Está bien hija— Contesta después de una larga pausa.

Papá es importante para mí y no quiero que esté preocupado todo el día por su única hija.

Pensativa, levanto mi mirada al frente y visualizo a Peter hablando con algunos chicos del parque. De repente, se gira y cuando me encuentra sonríe de lado y continúa charlando con ellos.

Bajo la cabeza con vergüenza sintiendo mis mejillas ponerse rojas. Niego con la cabeza ¿Qué demonios me pasa?

Sky cálmate por favor.

Te quiero Sky, que acabes de pasar un buen día— Dice Timothy con un hilo de voz.

—Yo también te quiero papá, buenas noches que descanses...— Pronuncio apresurada y mi padre cuelga.

Es complicado hablar de chicos con papá, esto solía hacerlo con mamá. Teníamos mucha más comunicación y complicidad, pero desde que falleció, todo empezó a complicarse.

Fue difícil para él tener que cuidar de una adolescente solo, sin alguien a su lado para poder lidiar y gestionar con los sentimientos y cambios que iba experimentando en esa etapa tan inestable física y emocionalmente. No digo que hizo las cosas mal, pero me hubiera gustado tener una madre en los momentos importantes y cuando más dudas tenía. Recuerdo que fue muy vergonzoso cuando por primera vez me vino la menstruación y él no sabía muy bien cómo explicármelo y qué hacer, pero con el paso del tiempo los dos nos fuimos acostumbrando y ahora solo es una anécdota que nos hace reír.

—Eres la nueva— exclama

Me sobresalto cuando siento a alguien sentarse a mi lado.

Me giro sin decir nada observando sus facciones. Es entonces cuando entiendo perfectamente porqué algunas chicas no le quitan los ojos de encima, pero por otra parte, otras pasan de él cómo si fuese una plaga.

—¡Mierda!— Exclamo

¿Cómo ha hecho eso?

Me llevo una mano al pecho, abro los ojos y mi corazón empieza a latir con mucha fuerza.

Al verlo tan cerca de mí una extraña familiaridad me recorre todo el cuerpo, es como si ya lo hubiera visto antes. Intento buscar en mis recuerdos más recientes pero no, no hay nada de él pero aún así, esa sensación no me abandona.

¿De qué le conozco si nunca nos habíamos visto?

—¡Me has espantado, imbécil!— Grito molesta mientras guardo mi móvil en el bolso.

—Lo siento...— Contesta con una risita traviesa

Como si eso tuviera alguna gracia me pongo seria observando sus ojos. Unos bonitos ojos azules tan pálidos con un toque grisáceo convierten su mirada en única y enigmática.

—Por favor no lo vuelvas hacer— le ruego.

—No prometo nada niña— contesta Peter.

—No me llames así, no soy una niña...— Refunfuño rodando mis ojos cruzándome de brazos con molestia.

—Eres una niña— reafirma poniéndose de pie junto al árbol.

Lo dice como si él fuera mucho mayor que yo, diría que como mucho, uno o dos años más

—Por favor... No eres tan mayor, así que, si no te importa no vuelvas a llamarme así— escupo sarcástica.

Acto seguido, me levanto y cojo mi mochila alejándome de él.

Sin prestarle mucha atención a lo que hace saco una manzana y la muerdo. Tengo poco tiempo para comer así que hoy toca un tentempié para pasar el día.

Siento los pasos de Peter tras de mí, siguiéndome...

—¡Oh, una manzana! ¡Me encantan!— exclama observándome devorar la manzana con deseo

—¿Ah sí?— pregunto extrañada

—Sí...— contesta con un hilo de voz

—¿Quieres una? He traído dos— le sugiero ofreciéndole una con una sonrisa tímida

Peter se planta delante de mí y coge la mano con la que sujeto la manzana y se la acerca a los labios, pero no la muerde.

—No gracias, antes solía comer muchas...— explica con nostalgia mirándome fijamente a los ojos durante unos segundos.

Los observo en silencio y entonces diviso unas sombras pasearse entre sus iris azulados que me hacen estremecer

—¿Antes?— Pregunto extrañada

Entonces Peter deshace el contacto visual y físico apartando su mirada y soltando mi mano, se adelanta unos pasos pero vuelve a girarse para mirarme de nuevo.

—¿Eres de Melbourne, verdad?— Pregunta curioso cambiando de tema de forma abrupta

—Sí, lo dije antes en la presentación de clase— Respondo aburrida acelerando el paso

¿Qué habrá querido decir con eso de "antes solía comer"?

—Sky Cooper, veintidós años de Melbourne, tengo buena memoria— Repite sonriendo.

Resoplo y cuando me giro veo que vuelve a estar a mi altura.

¿Cómo lo hace?

—Nos vemos luego Sky Cooper— Exclama sonriente alejándose y dejándome con la palabra en la boca

Le observo alejarse tranquilamente con ese aire de superioridad y elegancia, como si no tocara el suelo a cada paso que da, como si flotara.

No sabría decir el qué pero hay algo raro en ese chico que no logro sacar de mi cabeza.

Cuando vuelvo a la facultad confundida, le encuentro paseando entre los alumnos y veo como algunos se le quedan mirando extrañados, otros se apartan como si tuviera la peste y también algunas chicas murmuran a su paso.

Decido ignorar todo lo que ocurre a mi alrededor y centrarme en buscar donde está la siguiente clase que tengo en veinte minutos.

—¿Eres Sky Cooper?— Me preguntan y doy un pequeño salto.

No otra vez, no...

Me giro y me encuentro con un chico de ojos marrones y pelo castaño que está a mi lado mirándome.

—¿Qué le pasa a la gente de esta Universidad, sois todos así o soy yo?— Pregunto molesta.

El chico se encoge de hombros caminando a mi lado

—¿Qué os ha dado a todos de repente por asustarme?— Pregunto de nuevo, fatigada.

—Lo siento, no era mi intención, quería hablarte cuando estabas bajo el árbol pero has desaparecido...— Explica inocente.

—Está bien— exclamo aburrida

Intento relajarme expulsando un poco de aire por la boca

—Dime, ¿qué quieres?— Pregunto mientras caminamos por los pasillos de la ala norte.

—Me he enterado de que eres nueva y quería... Quiero decir que vamos a la misma clase de Microbiología y quisiera que supieras que si necesitas cualquier cosa no dudes en preguntármelo— Sugiere con despreocupado

Le miro fijamente y frunzo el ceño.

—Gra...gracias, creo— Balbuceo nerviosa

—Mi nombre es Joseph...— Sonríe ofreciéndome su mano.

Me quedo quieta observando su mano sin hacer ningún gesto por aceptar su mano y justo cuando Joseph va a decir algo más, una chica se acerca a él, lo coge del brazo y se lo lleva lejos de mí.

Que raro todo... No sé si solo es en este lugar que son así de extraños o soy yo que le doy demasiadas vueltas creyendo que no encajo.

Eres tú que nunca has sido normal.

Mientras mi mente sigue torturándome entro al aula, me siento cerca de la pizarra, saco el libro y un bolígrafo y cuando me dispongo a buscar el temario que vamos a dar alguien se sienta a mi lado.

Ni más ni menos que Peter Bartholy.

Antes de que pueda protestar, la profesora, una mujer rubia y muy alta entra empezando a impartir la asignatura.

Genial...

Todo transcurre con normalidad sin mencionar que, a mi lado, está el taciturno de Peter quien cada vez que puede, hace que me ponga más nerviosa por su culpa.

¿Cuándo he estado yo nerviosa por qué un chico se sentara a mi lado? ¡Nunca! Nunca había pasado eso...

—¿Qué es el material genético?— Pregunta la profesora

Levanta la vista esperando que alguien responda pero como nadie levanta la mano lo hago yo

—Dígame señorita— sugiere la profesora Adler.

—Es...— Pero me cortan

—Es un componente de las células que da las características a estas, además de darles una actividad específica— Explica Peter satisfecho

Miro con mala cara al idiota de mi lado

¡Me ha robado la respuesta!

—Gracias por su respuesta joven Bartholy, pero la próxima vez, levante la mano y no le robe las respuestas a sus compañeras — Remarca la profesora Adler.

Se escuchan unas risas generalizadas en el aula y yo sonrío moviendo la cabeza hacia los lados prestando atención a lo que explica la profesora mientras camina de un lado a otro del aula.

Peter

No sé en qué momento se me ocurrió acercarme a ella e incluso hablarle...

El impulso por saber más cosas sobre ella, poder escuchar su melodiosa y tierna voz, deleitarme con su fragancia que tanto me absorbe y que es capaz de espantar todos mis demonios, fue superior a mí, cediendo ante mis propios miedos.

Desde que era niña siempre ha tenido la capacidad de calmar a la bestia que yace en mi interior.

El mismo día que la conocí supe que aquella chiquilla de hermosos luceros y sonrisa tierna, sería un problema en mi vida, y que yo solo sería una desgracia para la suya.

Aún recuerdo perfectamente el día que nuestras vidas se cruzaron por primera vez...

No sé si fue por pura suerte o por mis estúpidas decisiones, fui a parar a la casa de los Cooper, una familia hermosa y unida, algo que nunca tuve y que nunca voy a tener.

Ella tenía una madre maravillosa, yo siquiera conocí a la mía, y un gran padre que siempre tenía tiempo para su pequeña hija. Por que aunque él llegara tarde, cansado y de mal humor lo dejaba todo tras la puerta de casa en cuanto cruzaba la linde de su hogar. Timothy quería que su hija lo viera feliz y radiante aunque por dentro se estuviera cayendo a pedazos.

—¿Qué es eso, Peter?— Pregunta Sky curiosa señalando el collar que cuelga entre mis dedos.

Esta noche es más fresca que de costumbre ya que aquí en Melbourne el clima es muy cálido. Esa misma tarde había estado lloviendo regalándonos un hermoso cielo libre de nubes dejándonos contemplar las millones de estrellas suspendidas en el firmamento.

Sky y yo estamos sentados en el porche de los Cooper bebiendo té frío y escuchando el sonido de la naturaleza.

El señor Cooper me ha ofrecido su ropa de cuando era más joven y creo que no me queda nada mal teniendo en cuenta que es de hace años y huele a ropa vieja.

—Esto me lo dio mi padre el día que llegue a su vida— le explico con una sonrisa nostálgica

Le muestro el collar con las iniciales P y B grabadas en él.

—¿El día que naciste?— su pregunta curiosa me sobresalta

Me giro para mirarla y me encuentro con una mirada llena de preguntas, su sonrisa es sincera y dulce, esa manera de mirar hace años que no se la he visto a nadie, ni siquiera a Lorie.

—Se puede decir que sí— respondo ambiguo

—¿Y como es tu padre?— Pregunta inocente escondiendo sus manos detrás de su espalda con los brazos bien estirados.

Eso lo hace cuando le da vergüenza dejando ver su timidez.

—Mi padre es un hombre recto al que tienes que obedecer sin rechistar, lo que él dice se hace y sino...— Hago una pausa tragando saliva.

—No te pareces a tu padre— afirma Sky levantando su vista al horizonte.

La observo y niego con la cabeza quedándonos en silencio unos largos segundos.

—Espero no ser nunca como él — sentencio guardando el collar en mi bolsillo.

Pensar que algún día puedo llegar a ser como Víctor me pone los pelos de punta, sería lo peor que nos podría pasar a Drogo y a mí.

Sky coge la taza de té, le da un sorbo y fija sus ojos en mí —¿Tienes hermanos?—

—Sí, tengo tres, Drogo, Nicolae y Lorie— afirmo con una sonrisa

—¿Lorie es tu hermana?— Pregunta abriendo sus orbes con sorpresa

—Sí — confirmo sonriendo de nuevo

—¿Y cuantos años tiene?— sus ojos brillan con ilusión

—¿Cuantos años tienes tú?— Pregunto amable

—Tengo diez años y medio, en agosto haré once— argumenta divertida

—Pues ella es un poco mayor que tú— le guiño un ojo

—A mí que encantaría tener hermanos, pero mamá dice que en Australia ya no quedan cigüeñas a quien pedirles un hermanito— explica jugando con sus dedos nerviosa mientras un deje de tristeza invade su rostro

—No te lo recomiendo— confieso dejando escapar una carcajada.

Solo quiero verla sonreír...Sin embargo, abraza sus piernas con los brazos y clava sus pueriles ojos oscuros en los míos.

—Siempre se están peleando, tocan tus cosas hasta que las acaban rompiendo, además casi nunca nos ponemos de acuerdo porqué cada uno tiene su forma de pensar y hay veces que son peor que una pesadilla...— Argumento con cara de fastidio

—Es mucho mejor tener buenos amigos, a ellos los escoges, la familia es la que te toca— concluyo suspirando

—¡Tienes razón! Creo que ya no necesito hermanos, te tengo a , ¿porqué somos amigos, verdad?— pregunta ilusionada conmoviéndome

—Sky— escuchamos que alguien la llama detrás nuestro

Nos giramos a la vez y encontrándonos con su madre plantada frente a la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Ya es hora de acostarse pequeña— revela con voz dulce sin dejar de mirar a su hija.

Un solo gesto con la cabeza es suficiente para que la pequeña niña se ponga de pie.

—Hasta mañana, Peter— exclama Sky despidiéndose de mí con la mano.

—Buenas noches Sky, que descanses— le deseo con una sonrisa sincera

Cuando Sky desaparece por la puerta me quedo en silencio apreciando la tenue luz de la luna pero cuando me levanto descubro que Amélia sigue de pie bajo el umbral de la puerta con mala cara.

—No sé qué haces aquí todavía pero te recomiendo que te vayas ya.

Posa su mano sobre mi brazo mirándome contrariada.

—No eres bueno Peter y no sé qué has hecho con mi esposo para que te tenga tanto cariño últimamente pero si le llegas a poner un dedo encima a Sky no dudaré en romper cada uno de tus huesos— amenaza Amélia con dureza

De repente, levanta una mano y sus dedos se vuelven rígidos al mismo tiempo que un horrible dolor empieza a crepitar por todos mis huesos que empiezan a romperse uno a uno.

Una especie de pitido se instala en mi mente intensificándose por segundos. Siento como si mi cerebro fuera a estallar en cualquier momento dentro de mi cráneo.

Como puedo tapo mis orejas con las manos al mismo tiempo que mis piernas fallan cayendo de rodillas frente a ella. Mi mandíbula está tan apretada por la fuerza que ejerce sobre mí que creo que se me van a romper a pedazos los dientes.

—¡Para, para por favor!— Le suplico abriendo los ojos desesperado

Sus labios se mueven recitando una especie de hechizo que es el que me está provocando este horrible dolor

—¡Basta!— le ordeno furioso sacando los dientes.

Con un simple gesto Amélia me arroja al suelo cayendo de espaldas aún con el dolor presente en mi cuerpo.

—¡Te lo advierto, Peter Bartholy!— Exclama señalándome con el dedo

Me incorporo todavía en shock apoyando una de mis rodillas al suelo intentando reponerme de su ataque deliberado.

—Como le pongas un dedo encima a mi familia te juro que no tendré piedad por pobre alma condenada— exclama furiosa

—¡No les haré nada, bruja!— Escupo rabioso —Si quisiera hacerles daño lo hubiese hecho el día que tu esposo me vio tirado frente a tu puerta. ¿Crees que no he tenido la maldita oportunidad de drenar toda su sangre mientras duermen?— argumento poniéndome de nuevo en pie.

Los ojos de Amélia se abren como platos dispuesta a atacar otra vez en caso de que fuera necesario.

—Pero no lo haré, y menos aún sabiendo que hay una bruja que les protege. No lo haría nunca porque les tengo aprecio, son buenas personas, sobretodo tu pequeña hija Sky quien parece poseer los mismos poderes que tú— relato todas mis intenciones con sinceridad, no quiero que vuelva a poner ese puto truco en práctica conmigo...

—Ella no sabe nada acerca de su origen— confiesa Amélia bajando sus brazos

—No se lo diré nunca— confieso con concencimiento.

—Más te vale Bartholy...— Advierte levantando sus cejas como aviso

Lo que le he dicho a Amélia es verdad.

En el preciso momento que conocí a su hija enseguida le cogí mucho cariño, es una niña muy peculiar, llena de paz y luz, sin ninguna maldad en su interior.

No como su madre que se dejó corromper por la oscuridad que acabó renunciando haciéndola a un lado siendo ahora una madre cariñosa para Sky y buena compañera para Timothy.

Si Amélia hubiese sabido que sus actos iban a traer consecuencias nefastas para ella y su familia y que estas les iban a poner en peligro, creo que nunca se hubiera dejado seducir por la oscuridad hasta destruirla.

Examino como la pequeña humana interactúa con sus amigos, ajena a todo lo que la rodea, tan ingenua e inocente que solo conoce una gota del inmenso océano del mundo que su madre le ocultaba y en el que ella también pertenece.

Sus labios se mueven de forma sutil cada vez que una palabra abandona su boca, dibujando una sonrisa o meneando la cabeza al negar algo.

Como sus dedos peinan las finas hebras de su cabello y el aroma a pureza impregnándose entre mis fosas llegando a lo más profundo de mi ser.

Entonces pasa, su mirada se fija en mí pero com un ágil movimiento me oculto para no ser descubierto y sepa que la estoy vigilando.

—¿Cuando vas a dejar de espiar entre las sombras?— su voz burlona detrás de mí me sobresalta

Me giro lentamente hasta que veo a Herman muy cerca de mí mirando en la misma dirección que yo, justo donde está Sky.

—Yo no estoy espiando a nadie— escupo levantando los hombros restándole importancia

—Pues desde que esa humana a puesto los pies en esta ciudad no le has quitado los ojos de encima— explica Herman subiendo sus cejas con diversión.

—Eso no es verdad... Y aunque así fuera no tiene nada de malo, ¿o sí?— Le pregunto con aire inocente

—No lo sería si fueras un "adolescente normal"— remarca haciendo comillas con los dedos —. Pero no lo eres Peter, no hay nada de normal en ti y lo sabes— concluye señalándome con su dedo.

Engullo fuerte apartando mi vista de Herman poniéndola de nuevo sobre Sky.

—¿O es que se trata de tu nueva víctima y vas a chuparle hasta la última gota de sangre?— sugiere Herman poniéndose serio

—¡No, claro que no!— exclamo exaltado

—Entonces tengo tu permiso para hacerlo yo— afirma olisqueando profundamente dilantandosele las pupilas llenas de placer.

Sé que el aroma que desprende su cuerpo puede volver loco a cualquiera y aún más a un vampiro tan joven como Herman.

Inspiro y expiro un par de veces contando mentalmente hasta diez para no golpearlo con todas mis fuerzas pero, si sigue diciendo estupideces le romperé el cuello sin pensarlo.

—Huele muy bien— confiesa pasando la lengua por sus labios saboreandola —. Es una mezcla...— No termina de decirlo que sus colmillos se asoman y un atisbo de maldad se forma en sus orbes cambiando de color.

Sin dudarlo lo cojo del cuello y lo estampo contra la pared mientras se oyen murmullos y algunas miradas se fijan en nosotros pero las ignoro rápidamente abstrayéndome y poniendo toda mi atención en un objetivo, disuadir a Herman aunque sea a la fuerza.

—Como le pongas un dedo encima te juro que yo mismo me voy a encargar de arrancarte la cabeza, sacarte el corazón y quemar cada una de tus extremidades hasta que solo queden cenizas de tu asquerosa existencia— escupo rabioso enseñándole mis colmillos bajando la voz para que solo él pueda oírme.

Mi respiración se ha acelerado, mis manos cogen con fuerza las ropas de Herman sin soltarlo mientras mis ojos arden sintiendo la necesidad inhumana de romper cada uno de sus huesos.

—Calma, Peter— exclama Herman levantando las manos en señal de rendición —. Solo era broma— exhala con voz temblorosa

Lo suelto de golpe empujándolo lejos de mí antes de que cumpla todo lo que tengo pensado hacerle

—Más te vale — le amenazo clavando mi mirada encendida en sus arrepentidos ojos

—Tranquilo hombre— exclama de nuevo Herman colocándose bien el cuello de su camiseta

¿Qué demonios pasa contigo?

Solo es la necesidad de cuidar de ella, se lo debo.

Esto se me está yendo de las manos...

Lo primero que me dijo mi hermano que no hiciera y es lo primero que hago... No está bien, si ella llegara a recordar tan siquiera una pequeña parte de lo que pasó esa noche todo se irá a la mierda para mí y para toda mi familia.

Su peculiar olor se queda grabado en cada sitio por el que pasa y me sigue cómo si fuera un camino de dulces que atrae a los niños a la casa de la bruja.

Por más que intento borrar su esencia no puedo, no desde hace muchos años.

Alejarme de esa humana sería lo mejor que podría hacer en la vida pero sé, que como las otras veces que lo he intentado no podré hacerlo no va a ser nada fácil.

Kristen

Sara y yo nos despedimos al salir de la biblioteca donde habíamos estado preparando el trabajo que hacemos juntas durante las dos horas que teníamos libres.

Me dirijo con tiempo hacia el laboratorio donde me toca la asignatura de Laboratorio Integrado I.

De repente, veo a Sky hablando con Peter en la otra ala del edificio a través del ventanal que nos separa. Les veo muy confiados y cercanos. El temor de que ese loco le pueda llegar a hacer algo enciende todas las luces rojas de mi interior. Cambio de rumbo drásticamente en su dirección para evitar que le pueda hacer daño.

Empiezo a andar con rapidez sin dejar de mirarlos hasta que choco con alguien.

—¡Oh, disculpa!— Exclamo frotándome la mejilla

—¿Te has hecho daño?— Esa jodida voz tan segura y frívola ahora suena dulce y tierna interrumpiendo todas mis intenciones anteriores dejándome totalmente desconcertada.

Levanto la vista encontrándome con unos ojos claros como el cielo de Melbourne en verano que me observan amablemente junto con una sonrisa sincera que se escapa de entre sus labios.

—No... Estoy bien, gracias— le hago saber arqueando mis labios formando una sonrisa poco convincente.

Este Drogo no parece el mismo que hace unas horas... ¿Se ha dado un golpe en la cabeza o qué?

—Cualquiera lo diría, tienes mala cara— Sugiere sin dejar de sonreír

Está siendo demasiado simpático y eso me parece muy sospechoso... Mi instinto no falla... ¡Tengo que salir de aquí!

—Eres muy amable pero si me disculpas tengo que ir a un sitio ¡nos vemos!— Me largo lo más rápido que puedo y cuando llego donde había visto a Sky y Peter ¡ya no están!

—¡Mierda!— Exclamo furiosa

—¿Buscas a alguien? Vas a llegar tarde a clase— Su voz detrás de mí me sobresalta

Me giro y ahí está otra vez, Drogo Bartholy

—¿Me estás siguiendo en plan acosador?— Le pregunto sarcástica levantando las cejas y apoyando las manos en mis cadera en forma de jarra, mostrando seguridad.

¿Qué coño le pasa? ¿A qué juega? ¿Me está acechando?

—Tienes razón, me gusta acechar a las presas antes de devorarlas— Escupe con voz ronca y sensual

¿Qué? ¿Cómo ha sabido lo que estaba pensando? ¿Va a matarme? ¿Aquí en medio de la Universidad?

No voy a quedarme a comprobarlo y sin pensármelo más, le doy la espalda e intento huir de nuevo pero me intercepta cogiéndome con fuerza de la muñeca tirándome hacia él.

Mi espalda choca contra su duro torso haciéndome escapar un pequeño grito de sorpresa.

—¿No has dormido bien esta noche?— Susurra Drogo muy cerca de mi oreja sin borrar su estúpida sonrisa de su preciosa cara forzando su agarre en mi muñeca.

Con su otra mano aparta el cabello que cae por mi espalda y lo coloca a un lado de mi cuello dejándolo desprotegido.

—¿Alguna pesadilla en particular?— Susurra de nuevo mofándose con voz socarrona.

Drogo pasa su dedo recorriendo la curva de mi cuello con suavidad deleitándose y su respiración rozando mi cuello me provoca escalofríos. Su extraña pregunta me sorprende tanto que empiezan a subirme los colores a la cara.

¿Acaso sabe que he estado soñando con él y con nuestro primer encuentro?

—¡Puto engreído! ¿Y a ti qué coño te importa?— Exclamo enfurecida girando mi cara para enfrentarlo directamente con los ojos encendidos de rabia.

—Sht... Esa bonita boca sucia caperucita...— Baja la voz y los bonitos ojos azules de antes se transforman en los oscuros ojos del depredador que ya he conocido antes.

Intento zafarme de su agarre pero ni siquiera consigo moverme, tiene mucha fuerza...

¿Debería defenderme? Podría hacerlo sin problema...

¡Ahora te vas a enterar de quién soy en realidad! Pero la voz de mi madre interrumpe todas mis intenciones

"Cariño, nadie debe saberlo, no dejes que los demás sepan de qué eres capaz, ¡recuérdalo siempre! Es nuestro secreto"

Está bien mamá, método tradicional... ¡Que remedio!

—¡Suéltame Drogo!— Exclamo con determinación

Finalmente, me suelta y me alejo unos pasos mientras Drogo sigue observándome divertido

—Hueles demasiado bien, caperucita. Tu olor es embriagador...— Confiesa pasando su lengua por sus labios con un brillo misterioso bailando en sus ojos.

—¿Pero a ti qué coño te pasa? Estás enfermo y deberías hablar con un profesional— Exploto harta de él.

Drogo suelta una gran carcajada que me sorprende.

—¿Tú crees que lo que viste no tendrá consecuencia alguna?— Pregunta amenazante acercándose lentamente, acorralándome...

¡Mierda! Esperaba que lo hubiera olvidado.... Mi bello se pone de punta y otro escalofrío me recorre entera.

—No, no sé de qué me hablas...— Intento poner cara de inocente. No se me da bien mentir y mi voz tiembla delatándome cuando siento mi espalda topar con las taquillas

Drogo coge una bocanada de aire mientras levanta su puño y lo incrusta contra la taquilla con un fuerte golpe destrozándola a pocos centímetros de mi cara.

Esta vez creo que mi corazón se ha parado.

Saca su puño y lo acerca hacia mí e instintivamente cierro los ojos aterrada, me va a matar...

Sin embargo, no lo hace. Y cuando abro los ojos lentamente veo como Drogo coge un mechón de mi cabello y lo aprieta fuerte.

Su expresión ha cambiado, es más relajada.

Acerca su rostro a pocos centímetros del mío como si estuviera escrutando cada parte de mi esencia.

—¿De verdad crees que he podido olvidar ese cabello rojo como la sangre?— Está tan cerca de mí que su respiración acaricia mis labios y no puedo evitar contemplarlos.

Se da cuenta y sus ojos se encienden con lo que parece ser un deseo irrefrenable y el brillo en ellos se hace más intenso.

—¿Qué es lo que quieres de mí?— Balbuceo con mirada desafiante

Entonces Drogo rompe nuestro acercamiento y da un paso atrás con sonrisa burlona.

—Pronto lo sabrás caperucita...— Y en un parpadeo se esfuma como por arte de magia.

El timbre suena y los pasillos se empiezan a inundar de estudiantes, pero soy incapaz de moverme.

¡Ya estoy harta de esto!

Los alumnos pasan por delante de mí y me miran, pero yo los ignoro. Una gran fuerza se apodera de mi cuerpo y salgo corriendo en busca de Drogo. ¿Pero cómo ha podido desaparecer tan rápido este cretino?

Me giro, y lo veo entrar en el ascensor a lo lejos. Corro hacia él y consigo entrar justo antes de que las puertas se cierren e inmediatamente aprieto el botón para que el ascensor se pare.

Drogo me mira incrédulo, debe pensar que estoy loca.

Drogo

Las puertas del ascensor se están cerrando pero de repente, veo como Kristen se cuela entremedio de ellas y con rabia le da al botón de stop parando la máquina dejándonos encerrados dentro.

—¿Tú de qué vas? ¡¿Eh?!... Solo eres un capullo engreído. ¿Quién te crees que eres para ir por ahí metiéndole miedo a la gente?— Me reclama furiosa y sus ojos azules llenos de ira me desafían sin titubear y eso, sin que ella lo sepa, está lejos de disgustarme.

Intento hablar pero me interrumpe.

—Pues déjame decirte algo— exclama Kristen acercándose a mí acorralándome contra la esquina tras de mí dejándome ver mejor sus pequeñas pecas en su rostro

—No te tengo miedo Drogo Bartholy, no. Solo eres un imbécil que piensa que puede amenazarme sin que yo no haga nada, pero te has equivocado conmigo— sentencia frunciendo el ceño.

Sus mejillas sonrojadas me provocan una agradable sensación desconocida.

Un silencio se instala entre nosotros mientras nuestras miradas se desafían. Este juego me está gustando más de lo que creía

—Solo eres una caperucita temerosa— respondo con voz profunda y grave incitándola a desafiarme aún más.

Vacila un momento y aprovecho para abalanzarme sobre ella agarrando con fuerza sus pálidos hombros.

—No sabes con quién estás hablando...— La amenazo con seriedad.

—¡No, no!— Grita Kristen de repente.

La suelto de inmediato y sin saber por qué el pánico se apodera de su cuerpo. Sus manos empiezan a temblar y su respiración se entrecorta.

—¡Joder!— Escupe asustada moviendo la cabeza hacia los lados con desesperación. Sigo sin entender qué le pasa ahora... —¡No, no, no!— Balbucea histérica.

Me aparto de ella y observo expectante como empieza a aporrear la puerta del ascensor con fuerza.

—¡Ayuda, ayuda por favor!— Sus gritos me están torturando — ¡Sacadme de aquí!— Sigue gritando

Está en shock y creo que debería hacer algo para calmarla o su corazón va a explotar en cualquier momento...

Poso nuevamente mis manos en sus hombros con cuidado y la llamo.

—Caperucita— pero ella se deshace de mí con agresividad —. ¿Estás bien?— Pregunto con tacto, algo extraño viniendo de mí.

Ya no se resiste pero sigue atónita.

La cojo fuerte de sus pequeñas muñecas y solo con tocarla, mi mente se nubla provocándome sensaciones que no sabría describir, creando la necesidad de tener contacto con ella todo el rato.

—No... No estoy bien— habla finalmente con un hilo de voz tapándose la cara con las manos.

—Caperucita mírame— le pido suavemente quitando las manos de su cara obligándola a mirarme —. ¡A ver, mírame!— Le ordeno serio.

Sus ojos claros han enrojecido y sus pupilas dilatadas me revelan el horror que siente ahora mismo.

No sé cómo explicar lo que estoy experimentando en estos momentos, pero es como si con tan solo mirarla todo se detuviera.

Invoco mi don sin pensarlo clavando mis ojos en los de ella intentando transmitirle toda la paz que puedo encontrar en un ser tan inestable como yo. Sigue mirándome con la respiración errática sin dejar de temblar.

—No te va a pasar nada, respira, todo saldrá bien— Su corazón sigue alterado sin ponerse de acuerdo y las palpitaciones continúan sin cesar.

—Me va a dar un infarto, ¡apártate de mí!— Me empuja de nuevo intentando respirar profundamente sin éxito.

—Escúchame y haz lo mismo que yo caperucita— Insisto.

—¡No me llames caperucita!— Grita enojada.

—¿Qué es lo que te pasa, porqué no te relajas? Deberías estar más tranquila...— Confieso extrañado apartándome de ella.

No lo entiendo, mi don no funciona con ella... ¿Cómo es posible?

—¡Soy claustrofóbica, imbécil! Además, no sé qué miras tanto, ¡parece que estés tarado!— Confiesa gritando.

Me rasco la nuca e inspiro un poco frustrado.

—Ok caperucita, ya que no funciona, probaremos con el método tradicional— contesto decidido —. ¿De qué método hablas? —Pregunta extrañada.

—Inspira— le ordeno ignorando su pregunta.

Al fin, empieza a hacerme caso y coge aire cerrando los ojos. Sujeto sus cálidas manos que hacen contraste con las mías frías como el hielo.

—Expira... Así es caperucita, otra vez, inspira y expira— le indico sin dejar de observarla igual de absorto que anoche.

Tan pálida con sus mejillas rojas, sus singulares pecas, su melena pelirroja que tanto me atrae cayendo con gracia por sus finos hombros, sus labios rosados...

Después de unos segundos parece que la calma regresa a su cuerpo pero el mío ha entrado en conflicto. Yo también necesito salir de aquí con urgencia.

—Ya lo tienes caperucita— manifiesto con una sonrisa.

—Ya... Gracias, Drogo— susurra más tranquila separándose de mí creando un vacío entre ambos que me desconcierta.

—Puedes llegar a ser un verdadero incordio caperucita...— Confieso suspirando con ojos tiernos.

—Pero quién lo diría, también tienes tus miedos— Mi mirada se han convertido en mofa burlándome de ella.

No quiero que nos acerquemos, no quiero buscarla ni que ella confíe en mí, Nicolae me lo dejó claro.

"No te acerques a Kristen Plum"

¡Mierda! ¿Qué cojones estoy haciendo?

Kristen vuelve a ser la misma y rueda los ojos cogiendo su mochila del suelo con decisión y cuando aprieta el botón el ascensor empieza a moverse.

—Esto no cambia nada, quiero que me dejes tranquila. Ni se te ocurra mencionar a nadie lo que acaba de pasar— me advierte con mirada dura por encima del hombro.

—De nada caperucita— Una leve sonrisa se dibuja en mis labios cuando veo el enfado aparecer en su cara.

Las puertas se abren y sale hecha una furia pero se detiene en seco cuando se encuentra frente a Julie con cara de hastío y los brazos cruzados.

—Drogo— Chilla Julie —. Te he estado buscando ¿dónde te habías metido?— Golpea el suelo con un pie chocando su hombro contra el de Kristen, pasando de ella e ignorándola totalmente.

Kristen se da la vuelta sorprendida cuando paso mi brazo alrededor del hombro de Julie.

—Aquí estoy Julie— le revelo subiendo mis hombros despreocupado.

Pongo mis ojos en Kristen por última vez y le guiño el ojo mientras nos alejamos.

—Nos vemos pronto caperucita. 

Julie me rodea la cintura pidiéndome explicaciones.


🍂🍂🍂🍂

¡Hola!, un poco largo el capítulo para compensar que no habíamos podido subir en estos días. Esperamos que la historia les esté gustando porque se vienen cosas muy buenas y más secretos se irán revelando.

Instagram:

zenitwattapad

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro