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Capítulo 3.

Sky

Hoy ha sido un día agotador, nunca me hubiera imaginado que el viaje sería tan cansado y el jet lag tan duro... Me he pasado el día luchando contra el sueño, deshaciendo todas las maletas que he traído y arreglando la casa. Me tumbo en la cama, estoy agotada, miro el techo sobre mi cabeza, pero no puedo conciliar el sueño. Pienso en cómo ha cambiado mi vida, en todo lo que he hecho hoy... Cierro los ojos y recuerdo lo extraño que fue todo anoche cuando Kristen llegó tan asustada. Aunque dijo que no le pasaba nada sé que miente. No quiero obligarla a hablar, ya me lo contará cuando ella quiera, pero me tiene muy preocupada... Escucho los sonidos que provienen del exterior, los pasos de las pocas personas que aún hay por la calle. El ruido de las hojas de los árboles moviéndose con el suave soplar del viento es suficiente para no dejarme dormir. Me doy la vuelta de nuevo maldiciéndome y mis pensamientos viajan hasta mamá, recuerdo sus ojos color café, su sonrisa y su largo cabello castaño cayendo por su espalda. Con su cálida voz siempre decía que todo saldría bien y en situaciones como esta, ella sabía como hacerme sentir mejor. Como la extraño... La nostalgia me hace suspirar llenando la alcoba mientras el sueño se acerca vacilante hasta mí y poco a poco mis ojos se cierran pesados...

Una noche de invierno en Melbourne. El viento mece las ramas de los árboles, sigiloso, deslizándose por debajo de la ventana entreabierta. Un escalofrío recorre mi cuerpo estremeciendo cada parte de mi. Un pequeño sollozo se me escapa pero intento no llorar. Llevo varios días que me encuentro perdida sin saber donde ir, nada parece lo mismo y temo que jamás vuelva a serlo. Las esperanzas se desvanecen con el paso de los minutos y mamá ya no está aquí.... ¿Cómo seguir adelante con esta pérdida? ¿Cómo continuar cuando las fuerzas te han abandonado? ¿Cómo hacerle entender a la gente que el dolor no es pasajero y que el tiempo no cura las heridas? Es tan difícil...

—¡Sky, ven aquí hija!— Papá asoma la cabeza por la puerta de mi habitación, sus ojos están rojos e hinchados y tiene el cabello despeinado. Minutos atrás escuché la puerta de la entrada abrirse, salgo a la sala y ahí le veo, el alguacil Jefferson con una libreta en sus manos y su sombrero cubriendo la calva de su cabeza.

—Buenas noches, Sky— Exclama Jefferson cuando estoy frente a él

—Buenas noches— le contesto un poco confundida.

—Hija...— Articula papá con un suspiro situándose a mi lado. —¿Qué hace él aquí?— Pregunto nerviosa. No me atrevo a mirar a Oliver Jefferson a los ojos, no quiero... —Oliver está aquí por la desaparición de mamá— explica.

Trago saliva y un nudo se forma en mi estómago. Mamá lleva varios días desaparecida y nadie de los alrededores sabe nada. Vivimos en un pueblo pequeño y aquí todo el mundo se entera de todo, así que es muy extraño que la gente desaparezca así, sin más...

—¿La habéis encontrado?— Pregunto ansiosa mientras miro al inspector con los ojos llenos de ilusión —¿Saben dónde está?— Insisto. Oliver mira a papá esperando su aprobación, él asiente con la cabeza. Jefferson y papá son muy amigos, se conocen desde antes de que yo naciera.

—Encontraron a tu madre Amélia en las afueras del pueblo, tenía algunas heridas en el cuerpo...—

¿Tenía?interrumpo asustada.

—Parece que fue atacada por un animalConcluye con voz firme.

—¿Qué?— Exclamo horrorizada.

—Lo lamento mucho Sky...— responde afligido. Se agacha para darme un abrazo y se va.

—¡No!— Grito. Un sollozo se me escapa al mismo tiempo que me llevo una mano a la boca. Papá me agarra entre sus brazos con fuerza y mi llanto estalla dando paso a un desasosiego imparable. —Hija lo siento mucho...— Escondo mis lágrimas en su pecho sintiéndome como una niña pequeña que necesita ahora más que nunca el amor de su padre. La garganta se me cierra y no puedo decir nada, las palabras no salen de mi boca, mis manos tiemblan y las piernas no me responden. Siento que me voy a desmayar, pero mi padre me tenía bien sujeta. —¡Lo siento cariño, lo siento!— Repite papá una y otra vez sin dejar de abrazarme. Besa mi cabello e intenta consolarme pero nada hará que me sienta mejor...

—¿Sky, estás bien?La pregunta se cuela sin permiso por debajo de la puerta de mi habitación, despertándome de repente empapada de sudor e interviniendo en mis dolorosos recuerdos...

Peter

—¡Qué hace ella aquí!— Exclamo furioso —¿Qué hago ahora Nicolae? ¡Dime!— Insisto lleno de cólera —Cometí muchos errores en el pasado y no quiero cometer otro ahora. Ya no soy así, pero esto... Esto me supera Nico, lo sabes— Explico ansioso mientras Nicolae se limita a escucharme.

Su ceño se relaja y se acerca un poco hacia mí. Su melena oscura justo por debajo de sus hombros hacen resaltar su juventud, su camisa de seda se adapta a la perfección a su torso, Nicolae es un hombre muy apuesto y formal. Sus ojos con forma de almendra me observan y sus anillos brillan entre sus dedos mientras los hace girar buscando las palabras correctas.

—Lo sé— Aclara finalmente Nicolae —Sabes muy bien que si ella está aquí, es peligroso para todos. Lo único que puedes hacer es mantenerte lejos de ella, solo eso— expresa Nicolae de forma contundente.

—Ese es el maldito problema Nico— Exclamo agitado alejándome de él mientras paso las manos por mi cabello con frustración —¡Desde esa maldita noche estoy atado a ella!— Gruño y me giro para mirarle directamente a los ojos —¡Es un lazo que no se puede romper!— Concluyo serio.

—Tiene un ángel  que la protege y si te ve cerca de ella actuará sin pensarlo— Explica Nicolae. Y sin dejarme añadir nada más, se pone de pie y me señala con su dedo índice firme y determinado. —¡No puedes arriesgar tu inmortalidad por una simple humana!— Sentencia furioso.

—¡No es una simple humana, es una protegida!— Replico ágil.

—Por eso mismo Peter, es una protegida que carga con un ángel en su espalda y ella ni siquiera lo sabe— Dice apenado.

—Un ángel no es capaz de dañar a nadie, nunca antes lo han hecho— Objeto decidido. Nicolae niega con la cabeza, se pasa las manos por la cara y suelta un suspiro. Sus ojos oscuros vuelven a mirarme preocupados.

—No lo sé, hace muchos años que dejamos de verlos, pero estoy seguro de que están aquí— Explica con voz formal.

—¿Crees que ella me reconocerá?— Pregunto azorado.

—Borraste su memoria ¿cierto?— Pregunta levantando una ceja.

—Sí. No recuerda que yo y los demás matamos a su madre. Amélia era una bruja, le quitó los poderes a Sky y para protegerla a ella y a su padre hizo un pacto con él.— Me aclaro la voz nervioso.

Esto es tan irreal...— Escupe Nicolae y acto seguido se sienta de nuevo dejando caer su cabeza en el respaldo de su sillón —Esa chica no tiene ni idea de lo que ocurre a su alrededor... Su mundo es tan pequeño... Para ella solo eres un chico entre tantos, así que no le dirijas la palabra mientras pensamos qué hacer. No quiero que te veas envuelto en problemas por no obedecer cómo años atrás— Exige Nicolae refregando sus sienes con las puntas de los dedos con fuerza y preocupación.

—Ya te pedí disculpas por todo lo que pasó entonces. El único que no puede olvidarlo eres tú— Le acuso sin titubear.

—Te equivocas, quien no quiere olvidarlo eres tú, Peter, te has recriminado la muerte de esa mujer desde entonces, y no fue culpa tuya. Salvaste la vida de esa niña pero no puedes ver más allá, tus errores siempre te esconden tus buenos actos— Reseña Nicolae con los ojos fijos en las estrellas que se dejan entrever por las nubes que viajan rápido arrastradas por el viento que anuncia la llegada del otoño.

—Yo fui partícipe de esa muerte, salvar a su hija era lo menos que podía hacer después de todo lo que pasó por mi culpa— Insisto angustiado.

—No importa Peter, haremos lo que sea para alejarte de ella. Si tengo que elegir entre los dos, sin dudarlo te elijo a ti, eres mi hermano y ella solo es una simple humana— aclara con tono serio.

Lo que mi hermano no entiende es que Sky Cooper no es una humana común, puede ser que para él lo sea pero para mí no, no lo es y nunca lo será. En lo único que coincidimos es que debo mantenerme alejado de ella, por su seguridad y por la mía; Ella no sabe nada de su pasado y es mejor que siga así, prefiero que crea que su madre murió por culpa de un animal.

Siempre supe que mi pasado regresaría, pero no de una manera tan abrupta. No quiero que las cosas cambien y espero que nunca tenga que cruzar palabra con Sky.

Sky

Abro los ojos súbitamente al escuchar mi nombre tras la puerta. Parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la luz del día. Sigo confundida por ese recuerdo que creía olvidado, no me puedo permitir este tipo de alusiones, solo me hacen daño.

—¿Estás despierta? No quiero llegar tarde por tu culpa— Replica Kristen desde el otro lado de la puerta.

—¿Eh? ¡Mira quien habla, la que en la primera noche se ha ido quién sabe dónde!— Le contesto molesta, pero ella solo refunfuña —¡Ya voy ansiosa!— Exclamo cerrando los ojos y volviéndolos a abrir.

—¡Espabila!— Exige desde el umbral y sus pisadas se alejan.

Hoy es nuestro primer día en esta hermosa ciudad, este será un nuevo comienzo, tanto para Kristen como para mí. Ayer se la veía muy feliz por haber salido de casa, sin embargo hoy está muy extraña, como pérdida en sus pensamientos. Su expresión de susto y la piel pálida no me gustan nada, pero sé que si le pregunto tampoco me dirá que le ha pasado.

Me levanto de la cama y cuando mis pies descalzos tocan el frío suelo, se enroscan. Bostezo. Intento abrir los ojos que por inercia se cierran solos acto seguido, he dormido muy poco por culpa del maldito jet lag...

Me arrastro hasta el cuarto de baño, estiro los brazos por detrás de la espalda que cruje sonoramente. Después de varios minutos bajo el chorro de agua de la ducha, salgo más animada. Me visto con un conjunto que ya tenía preparado para esta ocasión y cojo todo lo que creo necesitar para la Universidad. Estoy muy emocionada, demasiado diría... Nunca me había sentido así, bueno sí, una vez, el día que nos concedieron la beca.

Salgo de la que desde ayer y durante los próximos años espero que sea mi habitación. Bajo a desayunar con Kristen y al terminar recogemos la mesa y dejamos la casa en dirección al campus. Tenemos tiempo suficiente para poder ir con calma y aprendernos bien el camino. Estoy tan nerviosa que no puedo parar de sonreír como una tonta, en cambio Kristen me mira y lo intenta, pero es mala disimulando.

—¡Vaya, ya hemos llegado!— Exclamo de repente —¡Esto es muy grande, nos podemos perder aquí!— Expreso asombrada.

Hay un montón de estudiantes por todos lados. Oigo cómo hablan entre ellos y el ambiente me emociona aún más. Kristen me coge del brazo mientras farfulla cosas como que no me despiste observando a la gente que soy demasiado torpe y que sería capaz de perderme solo yendo al baño. ¡Pf! como si eso pudiera pasar... Y como si ella no fuera un desastre a la hora de orientarse...

—¡Deja de mirar! Ya haremos un tour más tarde— Me ordena Kristen mientras observa los pasillos concentrada —No quiero llegar tarde a mi primera clase— Gruñe buscando su aula mientras yo hago lo mismo.

—¡Es aquí tu aula!— Exclamo señalando la puerta que tengo justo en frente. Me detengo, miro a Kristen a los ojos y le deseo con fuerza mucha suerte. Le sonrío y me dispongo a seguir buscando la mía.

—¡Sky!— Grita Kristen. Me doy la vuelta y me encuentro con su sonrisa —¡Suerte!— Exclama diciéndome adiós con la mano.

Camino abrazando mis libros y cuando llego al tercer piso de repente un escalofrío recorre mi piel. Sigo creyendo que el vacío que se está formando en mi estómago es a causa de los nervios. Miro a todos lados buscando mi clase, y al fin la encuentro. Aula doscientos dos, suspiro, cojo el picaporte con la mano, y temblorosa empujo la puerta hacia adentro.

Una vez que cruzo el umbral siento como todas las miradas de los alumnos que ya están dentro se fijan en mí. La profesora todavía no ha llegado y continuo hacia la bancada que está dispuesta en hileras semicirculares. En cuanto subo el primer escalón empiezo a escuchar murmullos que se centran en mi presencia. Pero como dice mi padre "ignora todo eso". No es hasta la mitad de las escaleras que no veo un lugar libre, me siento en la silla y dejo mis cosas sobre la mesa.

Los murmullos cesan cuando una mujer adulta y formal entra con un maletín en una mano y un café en la otra. Deja sus cosas en el escritorio no sin antes darle un sorbo a su vaso, acto seguido coge una tiza y empieza a escribir en la pizarra.

—¡Guten Morguen!— Exclama mientras sigue escribiendo. —Algunos ya me conocéis, quizá del año pasado, pero para los que no, porque he visto algunas caras nuevas...— Su voz es suave y denota seguridad. La señorita se da la vuelta y mira hacia su público. Su nombre está escrito detrás de ella —Mi nombre es Hanna Storm— Confiesa dejando la tiza en la ranura de la pizarra. —Soy vuestra profesora de Biología avanzada— Revela limpiándose las manos. Storm nos explica cómo va a enfocar la asignatura, cómo va a evaluar y qué trabajos y prácticas vamos a tener que realizar.

Lo apunto todo, ya que no me gusta que nada se me olvide. Mientras todos mis sentidos están puestos en mi bloc de notas algo llama mi atención, e inconscientemente mi vista se gira hacia atrás.

El mismo escalofrío de antes vuelve a recorrer mi piel de arriba abajo. De reojo veo un chico que ocupa la silla justo detrás de mí, le dedico una sonrisa cordial pero no me corresponde, solo está jugando con su bolígrafo mientras me mira fijamente sin apenas pestañear. Mirada intensa y penetrante. Su cabello es negro como la noche más oscura, sus ojos tan pálidos que me recuerdan al cielo de Melbourne en verano. Su piel blanca desprende un aire enigmático y peligroso, es cómo si solo lo rodeara oscuridad, la cual no deja de emanar de él. Sin prestarle más atención vuelvo mi vista al frente, pero sigo sintiendo su indomable mirada atravesando mi nuca y un nuevo aire gélido me estremece haciendo sentir mis pies y mis manos fríos.

Al terminar la presentación, antes de salir del aula lo hace el chico raro. A su paso escucho murmullos, miradas de soslayo, suspiros y hasta alguna crítica. Creo que a alguien se le cayeron las bragas, pero ese no es mi caso.

Ya es hora de almorzar. Debo confesar que soy una gran amante de la comida, es mi debilidad. Hoy hemos quedado con Kristen para comer juntas, aunque quizá no siempre sea así, esperemos conocer gente con quien entablar nuevas amistades. Vivimos juntas y nuestras tardes de lluvia mirando películas e hinchándonos a palomitas no nos las quita nadie. Kristen se ha convertido en alguien muy especial para mí y quiero que esta nueva vida nos una aún más.

Me dirijo hacia la cafetería, voy con cuidado de no cometer ningún tropiezo que me pueda hacer quedar en ridículo y poder pasar desapercibida lo máximo posible. Miro toda esta gente que de momento son extraños para mí, de momento... ¡Ahí está él! El chico de mi clase, ese chico callado con mirada penetrante. Su cabello negro azabache hace que el azul de sus ojos resalten sobre su piel blanca. Me mira, ¡Me está mirando! Parece como si sus ojos pudieran ver en lo más profundo de mi ser. Sin dejar de mirarlo descubro que otro chico está con él, de cabellos claros, tez blanca y ojos hipnóticos. En realidad los dos me están observando mientras se dicen cosas al oído. Ahora el de ojos azules asiente con la cabeza y se va. ¿Estarán hablando de mí? Con este presentimiento finalmente entro a la cafetería. En una mesa del fondo veo a Kristen esperándome mirando su móvil.

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¡Hola!, les dejamos el capítulo 3, y esperamos que les esté gustando la historia.

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