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Capítulo 23.

Sky

Salimos de la mansión acompañadas por Peter y ese tal Sirius hasta la entrada. No sé que es pero hay algo que no me gusta de Sirius. Tal vez estoy siendo demasiado paranoica pero mi sexto sentido me dice que no es de fiar y que deberíamos tener cuidado con él.

Cruzamos los cuatro juntos la reja y Peter se gira hacia mí para decirme algo mientras Sirius con el brazo derecho arropa a Kristen por detrás de su espalda sujetándola con fuerza del brazo con su pálida mano. Con su mano libre le sujeta la otra mano ayudándola a caminar y que no se caiga.

¡Joder! Se la ve bastante mal. Nunca la había visto tan débil... Ahora que lo pienso, nunca he visto a Kristen enferma...

Mi última reflexión me extraña mucho. De momento la aparco y me centro en Peter que me mira sin pestañear.

—Gracias por... Todo— le hago saber mirándole directamente a los ojos. Su respuesta se manifiesta con forma de una bonita sonrisa de labios apretados y junto con ese particular brillo en los ojos, me resulta una imagen demasiado tierna para ser verdad.

La noche es tan fría que siento como corta la piel de mis mejillas mientras el viento congelado sopla sutilmente moviendo mis cabellos con delicadeza.

—Sabes que si necesitáis cualquier cosa podéis llamarme, ¿verdad?— Me pregunta cogiendo mis manos entre las suyas, frías como el hielo.

En silencio, observo sus manos unidas a las mías mientras que, de reojo, veo como Sirius le dice algo a Kristen. Pero por más que intento escuchar de qué están hablando no consigo entender nada, además de que no sirvo para leer los labios.

Finalmente, asiento levemente con la cabeza y mordiéndome el labio, dejo de mirarlo durante unos segundos. Por fin puedo respirar tranquila. Alejarme de la mansión Bartholy que tantas malas vibraciones me produce por todo el cuerpo, realmente es un gran alivio.

—¿Estás bien?— Me pregunta Peter ladeando la cabeza en busca de mis oscuros ojos. Los míos, con timidez acuden a su encuentro y, soltándome de su agarre, le contesto insegura.

—Me dirás que estoy loca pero...

No consigo terminar la frase. Necesito una pausa antes de seguir y decirle lo que pienso y siento sobre todo lo que está pasando. Vampiros, brujos, lobos, ángeles... ¿Qué será lo siguiente? ¿Qué pasa, que aquellos cuentos sobre seres sobrenaturales que mi madre me contaba, existen en realidad y que las brujas se llevan a los bebés?

¡Todo esto es una auténtica locura! Y yo, ya no tengo tan claro que lo que he visto hasta ahora solo sean simples fantasías, y que todo lo que mi pobre mente pueda llegar a imaginar, realmente es posible.

¡Joder, yo solo soy una humana cualquiera inmersa en este mundo sobrenatural que hasta hace poco, desconocía totalmente!

—Pero... ¿Qué?— indaga con voz baja, algo ronca pero con un toque de preocupación.

—Nada— respondo seca alejando los malos pensamientos mientras sonrío.

Más bien me veo obligada a hacerlo, ya que, este lugar me perturba demasiado induciéndome un sinfín de pensamientos macabros.

—¿Estás segura?— Pregunta rascándose la nuca con inquietud.

Ignorando su nerviosismo provocado por mi malestar emocional, asiento despreocupada, pongo distancia entre nosotros y observo de nuevo como Kristen se sujeta de la chaqueta de Sirius con ambas manos ocultando el rostro en su pecho. Mientras él, la abraza fuerte contra sí mismo intentando que Kristen deje de temblar.

Mis ojos se encuentran con los suyos. Unos oscuros ojos azul marino que no dejan de observarme, hipnóticos, juzgando, analizando, penetrando y rebuscando hasta el fondo de mi insignificante ser. Su intrusión me eriza la piel, haciéndome sentir alguien totalmente ajeno, una intrusa que intenta colarse dentro de la burbuja que han creado a su alrededor.

Finalmente, aparto la vista ignorándolo. Y sintiéndome totalmente fuera de lugar, busco refugio en los ojos de Peter que me vigilan atentos a cada uno de mis movimientos.

—Pensé que solo tenías dos hermanos y una hermana— escupo con desprecio, casi en un susurro para que Sirius no consiga escucharme.

—Es una... Larga historia Sky— confiesa acariciando mi mejilla helada por el clima invernal.

Ya lo creo que si...

—Moonlicht... Cualquier cosa llámame, a la hora que sea, me importa una mierda que ese ángel esté en tu casa— ahora es él quien escupe las palabras con molestia

—Haniel es una buena per... Bueno, es un ángel, literalmente lo es, así que, no hay peligro. Estamos a salvo con él, confío en él.

Mis palabras hacen desaparecer la ternura con la que me contemplaba, y su rostro apacible se ve eclipsado por unas sombras misteriosas invadiéndole. Inhala profundamente y por una fracción de segundo sus ojos se tornan rojos. Solo ha sido un instante pero ese cambio en él me estremece helándome la sangre.

—De todos modos no me agrada. ¿A qué ha venido?— Pregunta apretando los dientes intentando controlar su ira.

—Ha venido a cuidarme Peter...— Confieso con un suspiro cansada de su actitud agresiva contra el inocente ángel.

Peter aprecia que su forma de actuar me duele e involuntariamente, sus manos me estaban apretando con demasiada fuerza. Repara en ello, se estremece, e inmediatamente suaviza el agarre acariándolas suavemente con sus largos pulgares.

De repente, una fuerte luz inunda el lugar descubriéndonos. Ha llegado el taxi y la despedida ha llegado a su fin. Antes de poder hacer o decir nada, Peter me sorprende dejando un fugaz y casto beso en la esquina de mis labios. Todo es tan rápido que no tengo tiempo de procesar lo ocurrido, y cuando quiero darme cuenta, las manos de Peter ya han soltado las mías y se ha alejado de mí.

—Buenas noches Sky...—

Atónita parpadeo, e incapaz de nada más, asiento con la cabeza mientras mis mejillas enrojecen entrando súbitamente en calor.

El taxi se detiene frente a nosotros, Kristen se acerca, me da un empujón con el hombro sacándome de mi espejismo. Entonces entrecierra los ojos, se dirige hacia él y pronuncia un.

—Gracias, Peter— con voz gruesa. Este levanta la mano y hace una señal de despedida.

Kristen abre la puerta y espero que suba para entrar detrás de ella. Cuando estamos dentro, siento como me juzga con la mirada.

—No me mires así— me quejo cual niña pequeña.

—No te estoy mirando de ninguna forma especial...— Suelta cruzándose de brazos.

Disimuladamente, mis ojos viajan a través de la ventanilla para verle por última vez. Y antes de desaparecer entre las berlinesas calles, veo a Sirius decirle algo a Peter luego le da un empujón y ambos ríen.

Al cabo de unos minutos en el que solo se oye la música de la radio y el coche moverse con destreza entre el trafico, me decido a hablar.

—Si hay algo que quieras decirme, adelante, no te cortes— suspiro descansando el codo sobre el alfeizar de la ventanilla y apoyando la cabeza sobre el puño observo su reacción.

—No sé qué está pasando entre tú y Peter pero...— La corto alzando una ceja.

—¿Pero?— Kristen hace una mueca. Está disgustada y lo sé, no le gusta que le interrumpan mientras habla.

—Mira Sky, si quieres mi consejo, aléjate de ese chico. No te va a traer nada bueno. Todo en esa familia suena a peligro...— Sentencia expirando por la nariz. Y después de otra pausa silenciosa, vuelve a hablar —¿Tú crees que es sano familiarizarse con seres como ellos? ¿Lo has pensado bien?— cuestiona posando su mano sobre la mía que descansa en mi regazo. Razón tiene, porque hasta yo me he dado cuenta de que todo esto es una locura. Los Bartholy son vampiros, matan gente, Kristen los vio asesinar nada más llegar aquí. Y por su culpa los brujos Nimbus casi me matan en ese callejón y ahora, por su culpa Kristen se muere...

—Es verdad— confieso apenada.

—Sky, yo no soy nadie para decirte lo que puedes hacer o con quien relacionarte pero, lo mejor para ti sería alejarte de él. Te conozco, me conozco esa cara de "me estoy pillando por un tío de forma inminente"— Hace comillas con los dedos mientras yo trago saliva intentando deshacer el nudo que se ha formado en mi garganta. —También me he dado cuenta como te mira y la forma en que se comporta Peter contigo, pero, no puede ser. Ellos en su mundo y nosotras en el nuestro. Será lo mejor para todos.— Sentencia tajante sin ningún tipo de tacto hacia mis pobres sentimientos.

Kristen siempre ha sido así, si piensa algo te lo va a decir, aunque duela. Pero me doy cuenta que esta vez, sus propias palabras también le afectan a ella cuando veo como una mueca triste inunda su rostro. Sin poderlo evitar un par de lágrimas se precipitan por mis mejillas muriendo en mi mentón. Kristen se da cuenta, se gira hacia mí y me abraza con fuerza.

—Joder Sky, no llores que me vas a hacer llorar a mi también...— susurra con voz temblorosa.

—Lo sé, lo siento. Es que todo a su alrededor es tan oscuro y atrayente...— Asiente dándome la razón acariciando mi pelo con dulzura.

Nos separamos deshaciendo nuestro abrazo y cuando vuelve a su sitio veo como se limpia los ojos con el dorso de la mano disimuladamente. Se me parte el corazón cuando pienso en todo lo que tuvo soportar estos días. Si pudiera evitarle todo este dolor juro que lo haría sin pensarlo. Pero aquí estamos, ella se muere y sin embargo, aquí está, consolándome.

¿Porqué soy tan débil?

—Por cierto, Kristen— me giro para mirarla llamando su atención —Hay algo que necesitas saber...— Le confieso apartando la vista jugueteando con mis dedos.

—¿Qué más necesito saber, a ver?— Resopla cerrando los ojos apoyando la cabeza en el asiento —¿Qué pasa? ¿Es algo malo?— Pregunta alzando una ceja pero yo niego sacudiendo la cabeza con rapidez.

No creo que tener un ángel en la casa sea malo, ¿o sí?

Mi mente divaga buscando la mejor forma de decirle que tenemos nuevo inquilino.

—Malo, malo no es, perooooo es raro...— Sugiero poniéndome nerviosa.

—¿Qué quieres decir con que es raro? ¿Qué has hecho?— Kristen entorna los ojos y su acción provoca que me muerda el labio con inquietud.

Observo las ojeras bajo sus ojos y su mirada apagada es el vivo reflejo de la preocupación. Yo no quería que nada de esto pasara, solo quiero que ella esté bien en casa y que todo esto termine volviendo a ser como antes. Pero por alguna extraña razón algo muy dentro de mí me dice que eso no va a ser posible.

—No es nada malo, lo juro— sentencio desviando la mirada para observar a través de la ventanilla.

—Eso espero porque contigo me puedo esperar lo que sea— confiesa apoyando la cabeza en mi hombro. Y sin decir nada más, suspira pesadamente mientras el silencio nos envuelve nuevamente.

Dios, ¿en qué problema me has metido?

Cuando llegamos a casa, bajamos del coche y después de darle las gracias al señor quien nos desea buenas noches, ayudo a Kristen a subir las escaleras. Abro la puerta, la empujo y el rechinar de las bisagras advierte a Haniel de que hemos llegado. Porque antes de cruzar la puerta, aparece frente a nosotras con ese gesto de preocupación tan suyo y que me parece tan dulce...

¿Pero en qué estoy pensando?

—Ya estáis aquí— suspira aliviado cerrando la puerta tras nuestro.

Observo a Kristen quien tiene los ojos abiertos como platos sin apartar la vista de Haniel y sin ningún ápice de miedo, más bien sorprendida.

—¿Y este quien es?— Pregunta girándose hacia mí y levantando una ceja.

—Esta es la sorpresa que tenía para ti— le contesto apretando los labios.

Kristen observa detenidamente a Haniel analizándolo de arriba a abajo mientras Haniel se queda de pie frente a ella sin mover un músculo. Después de un largo silencio, me mira de nuevo y suelta.

—¿Por qué no me has dicho que te acostabas con alguien?— Me pregunta sonriendo de lado mientras se pone a buscar algo dentro de su bolso.

—¿¡Qué!? ¡No!— Exclamo ofendida sacudiendo las manos al aire —¡No es nada de eso!— Niego chillando.

Haniel se inquieta rechazando cualquier pensamiento impuro.

—Nosotros no, nos hemos...— Ni siquiera es capaz de repetir lo que Kristen acaba de decir. Es tan puro y angelical que las palabras de Kristen le han hecho sentir sucio.

Kristen enciende un cigarro inundando la sala de humo y sin quitarnos ojo se sienta en el sofá.

—Eso es, ponte cómoda que te voy a explicar lo que está pasando aquí— le sugiero temblando de los nervios por sus posibles reacciones.

—No necesito ponerme cómoda para que me cuentes que ya no eres virgen...— Responde soltando el humo entre sus labios.

—¡Dios!— Exclamo poniéndome las manos en la cabeza —¡Qué no está pasando nada de eso! ¡Haniel ven aquí!— Le exijo al ángel que sigue sin moverse.

Me sorprende la rapidez con la que se acerca a nosotras quedándose de pie a una distancia prudencial. Con sus brillantes y claros ojos observa primero a Kristen y después a mí.

—¡Explícale ahora mismo lo que está pasando!— Le reclamo poniéndome roja como un tomate.

Haniel niega con la cabeza apretando los labios haciendo crecer mi enfado.

—¡Díselo!— Le ordeno señalándole. Pero de nuevo dice que no —¿Y ahora por qué no hablas cuando conmigo eres tan hablador?— Le pregunto cruzándome de brazos indignada esperando a que diga algo pero parece que le hayan sellado los labios con cemento.

—No sé qué le has hecho a tu chico pero creo que no va a decir nada— sonríe al verme desesperada y molesta con Haniel.

—Verás...— me siento a su lado —Haniel es un ángel y apareció de la nada en nuestro baño, que por cierto, estoy intentando arreglar, el mismo día que tu desapareciste. No sé cómo pero él no estaba y de repente ¡puf! estaba ahí desnudo en medio del baño.

Ambas miramos a Haniel que camina de un lado al otro.

—Sé que parece irreal y un tanto confuso pero con todo lo que ha pasado no suena tan descabellado, ¿verdad?— Le pregunto frunciendo el ceño pero antes de que pueda decir nada sigo insistiendo —Tienes que creerme, Kristen por favor...— Le suplico haciendo un puchero cogiéndole de la mano.

—Sky, ¿estás bien?— Me pregunta apagando el cigarro en el cenicero.

Después de soltar el humo que le resta en los pulmones, vuelve a mirarme con esa expresión de incredulidad, como si yo estuviera loca y no, no lo estoy.

—No, no estoy bien, ni tampoco estoy loca, ¡joder!— Mi grito lleno de frustración resuena por toda la casa dejándolos clavados en sus sitios.

De repente, una fuerte opresión se instala en medio del pecho impidiéndome respirar con naturalidad. Me siento impotente, un cero a la izquierda que no es capaz de hacer nada. Está pasando lo mismo que en la escuela cuando había alguna actividad en grupo y siempre hay algún niño que se queda colgado, solo, mirando todo lo que pasa a su alrededor, de pie, como un mero espectador, sin que nadie repare en él. Ese niño solitario soy yo.

—Sky— Me llama Kristen chasqueando los dedos frente a mi cara esperando alguna reacción por mi parte.

Ignoro sus gestos y mis mejillas se empapan de las lágrimas que caen sin cesar.

—¡Sky! — Exclama Kristen sacudiendo mis hombros —¿Qué coño te pasa?— Pregunta preocupada cogiendo mi cara obligándome a mirarla

—Todo esto no puede ser real, ¿no? Vampiros, lobos, brujos, ángeles...— Murmuro y señalo a Haniel con desdén —Y luego, estoy yo... Una insignificante humana— mi amiga niega con la cabeza.

—¿Pero qué tonterías dices? Que no se te vaya la olla Sky, yo también soy una humana cualquiera, y tan feliz. ¿O es que preferirías ser un monstruo?

Me aparto del sofá, me pongo de pie con los puños cerrados y los ojos empapados

—Siempre creí que éramos solo nosotros, que todo eso que escribían en los libros de fantasía, no era cierto— furiosa me deshago del bolso y lo arrojo al suelo con fuerza —. Pero no, es real y está pasando. Hubo un momento en el que llegué a creer en Dios pero después de la muerte de mi madre, yo ya no...— El nudo que se ha formado en mi cuello me impide terminar de hablar.

—Sky...— Me advierte Haniel serio. Pero le ignoro señalándole con el dedo.

—¡No, tú te callas!— Exclamo enseñando los dientes —Sé que todos me estáis ocultando algo pero nadie me quiere decir que es. Porqué tú, si tú, mi mejor amiga, ¿Cómo te explicas qué interés pueden tener los Nimbus en hechizarte? ¿A ti? Antes has dicho que tú también eres una humana cualquiera, pero déjame decirte que ya no lo tengo tan claro. Y si os creéis que soy estúpida, estáis muy equivocados— escupo echa una fiera con la cara encendida.

—Sky, cálmate, nadie piensa ni cree nada. Espera voy a traerte un vaso de agua— Kristen se pone de pie pero ahora la señalo a ella.

—No te crees nada de lo que digo. Haniel es un ángel pero me tomas por loca cuando tu me dijiste que te han echado una maldición, que los Bartholy son vampiros y que has estado con hombres lobo— después de decir eso un escalofrío recorre mi columna de arriba abajo —Nada de esto tiene sentido, nada lo tiene...— Confieso con una risita nerviosa que se escapa de entre mis labios.

—Hay muchas cosas que debes saber pero no es mi deber decirlas— sentencia Haniel con voz serena. Sus palabras me crispan todavía más, entrecierro los ojos y fulmino a Haniel con la mirada.

—¿Por qué? ¿Crees que soy tan imbécil que no puedo comprender lo que pasa a mi alrededor?— Le pregunto con sarcasmo

Estoy temblando de rabia. Mi respiración cada vez es más irregular y mi pecho sube y baja con rapidez. Las lágrimas no paran de bajar por mi rostro.

—No quieres que me acerque a Peter pero tú no te despegas de Drogo, por no mencionar los abracitos que os estabais haciendo hace un rato con Sirius. De hecho, ¿Quién coño es ese Sirius? ¿También te lo estás tirando? ¿En qué orden? Primero a Drogo y después a Sirius o ambos a la vez?— Antes de que pueda continuar atacándola, Kristen me calla la boca con un bofetón que me gira la cara totalmente.

—Entiendo que estés alterada y que todo esto te sea muy difícil de asimilar pero ¡no te consiento que me hables así! Así que, o te calmas o te calmo yo— sentencia con una expresión tan seria que aterroriza —Y si no te cuento algunas cosas es precisamente por esto, porqué no eres capaz de gestionarlo.

Sigo en silencio con el rostro oculto tras mi cabello a la vez que lo sujeto con la mano intentando calmar el calor que me ha causado su ostia.

—Sky...— Suspira Kristen y oigo sus pasos acercarse a mi. Pero yo me aparto.

—No te me acerques...— Le gruño —Tú sabes más de lo que dices y hace tiempo que sé que me ocultas cosas. Pensaba que éramos amigas...— Kristen abre la boca pero la vuelve a cerrar sin saber qué contestar a eso.

—No hay ningún secreto, Sky. Los vampiros son sinónimo de peligro y el peligro lleva a una muerte segura. Peter es un vampiro, cualquiera con dos dedos de frente se alejaría de alguien así— bufa Kristen molesta.

Indignada clavo mis ojos en los suyos y con los puños apretados con fuerza, la miro con enojo.

Claro pero esas lecciones de mierda no se aplican a ti, ¿verdad? Que perra...

—Sky... No digas nada de lo que te puedas arrepentir...— Irrumpe Haniel pero ahora mismo, no quiero hablar con él porqué volveré a explotar.

—¡Tú no me defiendas, esto a ti no te incumbe!— Le replica Kristen molesta.

—¡Le incumbe porque por algún motivo el señorito ahora vive aquí! ¡Nos guste o no, Haniel se queda!

—Está bien, cuando se te pase el berrinche, hablamos— suspira derrotada.

En cambio yo, respiro con dificultad sin dejar de mirarla de mala manera. No quiero hacerlo, pero no puedo evitarlo, la ira se ha apoderado de mí y todavía no he acabado con ella.

—No intentes evadir el tema...— Escupo enfurruñada. Kristen con la poca paciencia que le queda se cruza de brazos y bufa.

—No te entiendo tía, enserio. No sé qué coño te pasa. Si quieres morir, adelante, ve y sírvete en bandeja, yo estoy empezando a hartarme de hacerte de niñera...— Confiesa de pie frente a mí con el ceño fruncido y señalándome con el dedo.

—Nadie te lo ha pedido. Siempre has sido muy creída y estoy furiosa contigo porqué no logro entender cómo puedes estar tan tranquila con todo esto mientras a mí me aterra la idea de lo que está pasando. Pareces muy familiarizada con ellos, ¿Qué pasa, que eres uno de ellos?— Le pregunto juzgándola mientras a Kristen se le escapa una risa fuerte al oírme decir eso.

Me quedo observándola apretando la mandíbula a la vez que me limpio debajo de los ojos.

—No hay mucho que pueda decir cuando tu solita te estás dando cuenta de la realidad...— Soltó girando la cara cogiéndose de los codos.

Nos quedamos varios minutos en silencio intentando relajar el ambiente. No recuerdo que Kristen y yo hayamos discutido nunca. Nunca nos habíamos enfadado hasta este punto y eso después del subidón empezó a hacerme sentir triste.

Sin poder parar de mordisquear mi labio me di cuenta de que tiene razón. Todo este tiempo he estado ciega, como si una venda de mentiras cubriera mis ojos de la verdad. Ahí afuera siempre ha habido un mundo lleno de magia y oscuridad, pero mi error fue encerrarme en una burbuja de ignorancia e inocencia que me impedía ver más allá de mis propias narices. 

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