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Capítulo 21.

Drogo


Drogo me estoy muriendo...

Esa puta frase no para de darme vueltas en mi cabeza. El débil tono de su voz al pronunciar esas duras palabras desvelándome esa cruda realidad me ha conmovido más de lo que me gustaría admitir. Con millones de dudas avasallando mi mente, acerqué mi mano para apartar su rojizo pelo y ponerlo tras su perfilada oreja repleta de pequeños aros dejándome ver sus preciosos ojos humedecidos. Sus labios intentaban esbozar una sonrisa que acabó en una mueca de dolor por culpa de la herida que se hizo con el cristal. Ya ni siquiera quiero saber porqué huyó de la mansión. Verla así ha derrumbado todas mis defensas. Kristen siempre se ha mostrado fuerte, desafiante y dura de pelar y que ahora esté decaída perturba mis demonios despertando algo dentro de mí que lucha por salir. Mientras me explicaba todo lo que había pasado yo me dedicaba a escucharla entrelazando mi mano con la suya y sintiera mi apoyo. Cuando terminó de contarlo todo, la imagen que tenía frente a mí era la de una chica muy poderosa que por culpa de esos putos desgraciados de mierda lucía con los ojos rojos, labios hinchados y el rostro empapado. Mi ira no llegó a salir por ella, no quería que se sintiera peor y simplemente cogí su cara entre mis manos y empecé a besar cada rastro que habían dejado sus dolorosas lágrimas, su mentón, barbilla, mejilla, nariz, pómulos, frente...

-Drogo para...- Susurró con los ojos cerrados sintiendo mis caricias.

-Shh... Todo saldrá bien, lo arreglaremos, y luego podrás reñirme todo lo que tu quieras- murmuré en su oreja estrechándola contra mi pecho.

Kristen se tensó pero me dejó abrazarla haciéndome sonreír.

-Te lo prometo Caperucita, no dejaré que te pase nada-

-¡No!- Exclamó poniendo las manos en mi pecho separándose de mí -No me prometas nada Drogo, la última vez que lo hiciste mira lo que ha pasado... Han ido a por mi. No digo que sea culpa tuya pero no me hagas más promesas por favor...- Dijo estirando el cuello de mi jersey tapándose la cara hasta la altura de su nariz.

Y sin decir nada más cogí su mano, cerré los ojos y besé sus nudillos bajo su atenta mirada intentando transmitirle todo lo que mis labios callan.

De golpe, la puerta se abrió sobresaltándome. Solté la mano de Kristen muy mosqueado por la intrusión y cuando levanté la vista me encontré con la comitiva Bartholy encabezados por mi "encantadora" hermanita.

-¿Veis? Os lo he dicho, Drogo se ha encerrado en su cuarto con el cadáver- Reveló Lorie señalándonos con el dedo plantada frente a nosotros con Sirius y Nicolae tras ella.

La expresión de Sirius reflejaba sorpresa y luego sosiego mientras que Nicolae me miraba con desaprobación y desdén. Tenía los brazos cruzados y me fulminaba con unos ojos más oscuros de lo normal. La figura de Nicolae lucía imponente y su enfado crecía junto a su aura llenando toda la habitación, asfixiándonos.

-¿Qué está pasando aquí, Drogo?- Preguntó apretando los dientes, conteniéndose.

Kristen se aferró a mi camisa, hundiendo la cabeza en mi pecho respirando pesadamente. Está demasiado débil como para enfrentar a nadie porqué sino estoy seguro de que haría volar a Nicolae muy lejos de aquí.

-A ver si lo he entendido bien, ¿esa maldita bruja Nimbus maldijo a Kristen con un hechizo que sólo John sabe cómo deshacer pero antes debe conseguir no se que mierda el cual está atado a ese maleficio? Suena fácil, claro que sí...- Explica Sirius echándose para atrás en la silla para luego restregarse la cara con frustración.

Después de que Nicolae me arrastrara hasta el salón de reuniones seguidos por Sirius para dar explicaciones, Lorie se fue de nuevo hacia su cuarto con una sonrisa de satisfacción pintada en su cara por habernos cortado el rollo. Kristen se ha quedado arriba dándose un baño y descansando en su habitación.

-Y por culpa de ese maleficio, Kristen ha perdido su poder y sin él, irá apagándose como una puta vela hasta morir. Pero todavía no ha querido explicarme qué implica tenerlo ni porqué lo tiene, ni que clase de ser es ella...- Confieso golpeando la mesa con el puño.

Nicolae carraspea anunciando que le toca intervenir.

-Eso no explica qué hacía ella en tu cama, en tus brazos y con tu ropa...- Expone apretando la mandíbula.

-Como si tu alguna vez nos dieras explicaciones...- Bufo apretando los puños.

-¡Basta Drogo! Soy vuestro hermano mayor, el responsable de todo lo que pasa en esta casa. Cuando Víctor no está aquí soy el cabeza de familia y debes obedecerme. Punto- sentencia arreglándose la corbata de su costoso traje.

-Lorie me dijo que había un cadáver en el jardín y resultó ser Kristen. Estaba helada y no se encontraba bien. Simplemente he hecho que entrara en calor. Y te recuerdo querido hermano que me ordenaste cuidar de ella sin ningún tipo de pretexto- explico recostándome en la silla desviando la vista con aire despreocupado.

-Te dije que la vigilaras no que os hicierais arrumacos, ¡ella no es ninguno de tus múltiples ligues, Drogo!- Gruñe golpeando la mesa sobresaltándonos.

Sirius se levanta rodeando la mesa.

-Tranquilo Nick, no importa...- Acaricia todo el largo de la mesa con la punta de sus dedos -No seas tan estricto con ellos, el destino es inevitable... Déjalos que disfruten mientras tanto- confiesa posando una mano sobre el hombro de Nicolae relajándolo.

-¿De qué coño estáis hablando? Me estáis dando mucha tirria con tanto misterio ¡Estoy más que harto joder!- esta vez soy yo el que me levanto arrastrando la silla -Es más, ¿de qué conoces tú a la madre de Kristen?- Pregunto señalando a Nicolae con el dedo.

El silencio se apodera de la sala. Sirius se detiene frente al gran ventanal con aire pensativo y sus manos tras de sí. Nicolae se pasa tranquilamente la mano por la barba peinándose hacia abajo, frunce el ceño y cierra los ojos.

-Está bien Drogo, tienes derecho a saberlo...- Sentencia Sirius parándose tras de mí, apoyando las manos sobre mis hombros obligándome a sentarme de nuevo.

-Sirius, no...- Advierte Nicolae apretando los puños -A él no le va a gustar y nos matará a ambos por haber abierto la boca.

-Tranquilo, Nick, voy a ser yo quien rompa la regla número uno. La pagará conmigo no contigo, y a mí, querido hermano no puede hacerme nada...- Sirius sonríe con suficiencia.

-Pero Sirius, ¡acabará conmigo por haberlo permitido!- Exclama Nicolae levantándose inquieto.

Nunca he visto a Nicolae tan nervioso, sus manos tiemblan mientras se sirve un buen vaso de whisky.

-Le diremos que yo te he obligado, que tú te has opuesto oponiendo mucha resistencia pero que al final, no has podido conmigo- argumenta Sirius la futura coartada para todos.

-¿Qué pretendes con todo esto? Vas a tirar por tierra todo lo que hemos hecho hasta ahora. Piénsalo bien, Sirius, no es una buena idea...- Rebate Nicolae con la esperanza de hacerle cambiar de opinión.

-¿De qué coño va todo esto?- Pregunto crispado interrumpiendo el diálogo.

Finalmente, Sirius se sienta a mi lado sobre la mesa y después de cruzar una pierna sobre la otra empieza a hablar.

-Seré breve y espero que esto no salga de aquí. Digamos que Kristen en realidad es una diosa, de hecho es nuestra reina y dentro de poco será mi futura esposa- sentencia Sirius con los ojos llenos de convicción.

Kristen

-John es el único que puede deshacer el hechizo. El collar que contiene todo tu poder está en manos de su hermana Erika. Ella es una bruja muy poderosa pero aunque Baal crea lo contrario, John es sin duda el más poderoso de todos los Nimbus. Ha superado con creces a su padre aunque él no lo sepa y Baal le haga creer lo contrario. Desde que sentí su energía en mi interior supe que sería un hombre extraordinario. De niño se pasaba el día riendo, llenando de alegría toda la aldea. Todos le adoraban y me decían: Anat, John es increíblemente encantador, es un amor de niño y eso a su padre y a mi nos enorgullecía sintiéndonos los padres más afortunados del mundo. Pero cuando Baal descubrió lo que nuestro hijo era capaz de hacer se propuso tener un ejército. Al principio, estaba encantada, siempre quise tener muchos hijos, una familia numerosa. John fue un niño muy feliz, confiaba en mí, estábamos muy unidos y me lo contaba todo. Incluso me confesó que se había enamorado de una hermosa niña pelirroja que lo traía de cabeza. Pero Baal acabó obsesionándose en obtener más hijos con gran poder y si no encontraba ningún potencial en ellos entonces los ignoraba y apartaba de su lado. Acabó centrándose en John, no le daba respiro, le entrenaba día tras día sin descanso, incluso cuando le decía que lo dejara estar aún era más duro con él. Vencer a Víctor Bartholy siempre ha sido su obsesión. Hasta que dejó de ser el hombre cariñoso y gentil del que me enamoré y entonces vi como su corazón se oscurecía lentamente hasta quedar reducido a cenizas arrastrando a John con él. Mi niño mayor dejó de sonreír, perdió todo lo que le hacía feliz, la perdió a ella y su alegría se apagó. Baal lo corrompió hasta el punto de convertirlo en su títere. Sé todo el dolor que te ha causado mi hijo y estoy segura de que no se detendrá mientras esté bajo el yugo de su padre. No es un mal chico, perdónale, él... Él te quiere Kristen, y no, no me pongas esa cara. Y la muestra de ello es que no fue capaz de arrebatarte tu poder, no pudo hacerte daño, se negó y créeme que eso le va a costar muy caro... Ayúdale Kristen, por favor, hazlo por mí, eres la única que puede hacerlo. Yo he hecho todo lo posible pero desde que él me condenó a ser esto... No puedo hacer nada, me arrebató todo mi poder y me vi obligada a ser la Alfa de esta manada. Búscale, él te ayudará si se lo pides, no se negará si eres tú quien lo hace. Prométemelo Kristen, prométeme que no le dejarás solo y que cuando esté listo se lo explicarás todo. Soy su madre, joder, mis niños... Dile que les quiero con todo mi ser, que nunca los he dejado solos y nunca lo haré...

-¿Kristen?- Una voz pregunta por mí tras la puerta. Me aclaro la garganta.

-¿Sí?- La puerta se abre y Sirius entra con una bandeja en las manos.

-He supuesto que tendrías hambre y te he traído un delicioso caldo de verduras como a ti te gusta- sonríe dejando la bandeja sobre mi regazo.

-¿Cómo sabes lo que me gusta?- Pregunto extrañada irguiéndome en la cama empezando a devorar la sopa.

Sirius se sienta a los pies de la cama y empieza a jugar con los dedos pensando que contestar.

-Intuición supongo- dice finalmente mientras el azul profundo de sus ojos se mezcla con el mío viendo como la preocupación crece en ellos -¿Cómo te encuentras?- Pregunta con cautela.

Tengo tanta hambre que me termino el cuenco sin siquiera respirar y después de limpiarme los labios pongo de nuevo mi atención en él.

-Bueno... Teniendo en cuenta que me estoy muriendo y que no he perdido el apetito, me atrevería a decir que estoy bien- Sirius sonríe apenado y antes de que pueda decir algo más le digo -quiero más sopa- le exijo extendiendo el cuenco hacia él como una sin techo hambrienta. Sirius sonríe enseñando todos los dientes, niega con la cabeza, coge el cuenco -No tienes remedio...- Dice desapareciendo de nuevo por la puerta.

Sintiéndome con más fuerza y después del reconfortante baño caliente con sales me levanto de la cama y empiezo a caminar por la habitación observando los muebles y objetos que hay en ella. Mis dedos rozan suavemente la madera del tocador victoriano perfectamente conservado y mi curiosidad me lleva a abrir los cajones. Los abro con cuidado y estos chirrían. Dentro encuentro unos papeles que parecen fotos pero antes de que pueda apreciar quien sale en ellas oigo cómo cruje el suelo. Me giro y me encuentro con la figura imponente de Drogo. Su apariencia no parece ser mejor que la mía y sus ojos me miran como si fuera a dejar de respirar en cualquier momento. Ambos nos miramos en silencio uno frente al otro sin mover ni un músculo hasta que decido romper el momento con una valoración poco importante ahora mismo.

-Bonita casa- confieso sonriendo de lado. Drogo sonríe y se acerca sigilosamente parándose frente a mí. Su fría mano coge la mía y entrelaza sus dedos con los míos estrechando su agarre con cuidado.

-Caperucita...- Me llama con un suave susurro de preocupación. Me suelto de su mano y una carcajada sale de mi liberando toda la tensión acumulada.

-¿A qué viene esa cara? ¿Desde cuándo Drogo Bartholy se preocupa por alguien que no sea él mismo?- Pregunto entrecerrando los ojos esbozando una sonrisa pícara. Pero Drogo no sonríe. Sus ojos se han oscurecido y me observa con expresión seria enseñando los colmillos.

-E-era broma... No tienes porqué ponerte así- sonrío nerviosa sacudiendo las manos en el aire reculando unos pasos. Entonces Drogo avanza imparable hacia mí. Su repentino acercamiento me obliga a sentarme sobre la cama y levantar la cabeza para poder mirarle a la cara. Sus ojos brillan con algo que parece ser... ¿Deseo? Antes de que pueda protestar, Drogo se mueve rápido apoyando sus manos sobre la cama a ambos lados de mi cintura agachándose para quedar a mi altura. Su mirada es demasiado intensa y tenerlo tan cerca me inquieta. Pongo distancia entre nosotros reclinándome hacia atrás observando detenidamente su precioso rostro, su cabello rubio desordenado, sus hermosos ojos azules eclipsados por esta repentina oscuridad. Mis ojos siguen detallando de cerca su perfilada nariz cayendo irremediablemente sobre sus rosados y carnosos labios trago grueso e incapaz de mantener el contacto visual, bajo la vista poniéndola sobre sus anchos hombros y sus musculosos brazos que ahora me rodean. Puedo notar que debajo de la sudadera que lo viste su torso está tenso por la postura. Drogo levanta su brazo derecho de la cama, aparta el mechón que cae a un lado de mi cara, abrazándola con la palma de su mano mientras sus dedos se enredan en el cabello de mi nuca obligándome a mirarle a los ojos interrumpiendo mi análisis. Cada vez lo tengo más cerca y puedo sentir su aroma rozar mi nariz, el olor a whisky que emana de sus labios me embriaga y con los pelos de punta ante este nuevo Drogo levanto la mano aferrándome con fuerza al bíceps del brazo con el que me tiene cogida tirando de la tela de su sudadera.

-¿Drogo, qué estás haciendo?- Le pregunto con una risilla nerviosa. Pero él sigue sin pronunciar palabra. Sus ojos viajan por toda mi cara como si estuviera contemplando la obra de arte más maravillosa que haya visto jamás posándose sobre mis labios. Sus labios se tuercen y ese gesto me dice que dentro de él se está llevando a cabo un debate crucial que decidirá lo que va a pasar a continuación. Drogo me quita las fotos y antes de que pueda protestar estampa sus fríos labios sobre los míos.

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