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Capítulo 19.

Peter


La atmósfera se siente pesada, distinta a lo que era minutos atrás. Nicolae mira a Sky de una manera tan despectiva que hasta yo puedo sentir el odio emanar de cada poro de su piel. La odia y entiendo sus motivos pero al menos podría disimular un poco que no es de su agrado. No le quita la mirada de encima y sigue cada uno de sus movimientos pero sus ojos felinos se enfocan en sus manos hechas puños y aquella mirada aguerrida que muy pocas veces le he visto.

—Sky Cooper, vete de aquí —ordena mirando la puerta. Es evidente que no es bien recibida en esta casa.

—¿Qué le hicieron a Kristen? —da un paso cerca pero Nicolae no se amedrenta y se queda en su lugar. Doy un paso hacia ella pero ese ángel la detiene cogiendo su mano .— ¿¡Qué le hicieron a mi amiga!? —Alcanzo a distinguir un dejo de preocupación en su rostro, está alerta por cualquier cosa que llegue a pasar.

—Nosotros no le hicimos nada, ella saltó por la ventana y se fue —encoge un hombro despreocupado. Un gesto que pone más nerviosa a Sky tanto que su mandíbula se tensa, puedo sentir la ira emanar de su cuerpo y si no la detengo puede lastimarse.

—¿Cómo que se fue? ¿Por qué? —interrumpo logrando captar la atención de Nico solo en mí, olvidándose unos segundos de la existencia de la pequeña bruja. Drogo aparece al pie de las escaleras observando la escena sin decir ni una palabra con las manos en los bolsillos, se mantiene en su lugar serio pero le conozco tan bien que sé que dentro de él alberga una gran preocupación por lo que le pueda pasar a Kristen. Su mirada es triste y apagada.

—No sé, ¿por qué no se lo preguntan a ella? —la voz de Nicolae es fría, como cada movimiento que hace —. Lo mejor que pueden hacer es mantenerse lejos de esta casa y de mis hermanos —advierte serio, mirándonos a Drogo y a mí sutilmente. Sin decir más se da la vuelta y sube las escaleras sin mirar atrás. Mi hermano le mira alejarse hasta perderlo de vista y enfoca sus ojos felinos en la pequeña bruja con la que compartimos espacio.

—¿Por qué se va? —Sky me mira entre sorprendida y molesta —. ¡No te vayas! —le grita pero Nico la ignora como si fuera un cero a la izquierda. Su presencia en esta casa le es indiferente, le molesta pero sé que por ahora no hará nada contra ella, o eso espero.

—Sky, vámonos, no tenemos nada que hacer aquí —sugiere el tal Haniel con voz apacible y dulce.

No sabes cuanto te odio.

Se gira para verme pero me ignora también y camina junto a Sky hacia la puerta. No puedo dejar que se vaya así, de por sí las cosas entre nosotros van bien y con esto que ha hecho Nico no creo que vayan mejor, lo ha jodido todo.

—Sky...—se detiene en seco sin mirarme —. Te acompaño —la mirada fría y severa con la que me mira me provoca un sentimiento de vacío en el pecho. Nunca me había mirado de esta manera tan despectiva, siempre fue dulce y tierna conmigo.

¿Dónde quedó la chica dulce de la que me enamoré?

—Gracias, Peter —escupe mi nombre como si fuera ácido en su boca —. Conozco la salida —le hace una seña a su ángel que la sigue como un fiel perro a su dueño. Antes de abandonar la casa mi hermano dice su nombre lo que la hace detenerse en seco mirándolo de reojo.

—¡Sky! Yo te busco después —hace un asentimiento con la cabeza. Haniel entiende de inmediato que deben salir de aquí y juntos abandonan la casa dejando a su paso solo un aire tibio lleno de paz. Se lleva con ella cada una de las esperanzas para retomar aquella bonita relación que teníamos antes de que todo se fuera al demonio.

—Pet...—me llama Drogo —. ¿Vienes? —señala el pasillo.

—Ahora te alcanzo —se aleja sin decir nada quedándome solo en la estancia. Puedo sentir una presencia aterradora y dulce a la vez que me acompaña como una sombra que siempre está ahí, al acecho.

—¿Peter? —escucho a Lorie a lo lejos. Levanto la cabeza hacia su pequeña y delgada figura —. ¿Estás bien? —niego con la cabeza lenta y dolorosamente.

—No, muñequita, no estoy bien —sus cejas se hunden y en sus labios se esboza un gesto triste y melancólico.

—¿Puedo hacer algo por ti? —Su voz es un hilo que me estruja el pecho.

—Por ahora no, pero gracias por preguntar —le regalo una sonrisa fingida. Me cuesta tanto estar bien cuando lo único que quiero en este momento es ir con ella y llevarla hasta su casa, asegurándome que se encuentra bien, sana y salva, pero me dejó muy en claro que no quiere verme.

Lorie desaparece por el pasillo dejándome solo con todos los fantasmas y demonios que llevo conmigo, la soledad me acompaña un par de minutos en los que observo la puerta por donde Sky ha salido con ese maldito ángel. No puedo creer que ya esté aquí cuidando de ella, tan cerca como yo nunca he estado y dudo que alguna vez pueda estar.

Me encamino a mi habitación pero al entrar me detengo bajo el umbral al ver a Drogo sentado en mi cama mirando un libro que deja a un lado en cuanto doy un paso dentro. Cierro la puerta y me quito la chaqueta. Las cortinas de la ventana se mueven con la ligera brisa de la noche, a lo lejos alcanzo a ver los árboles que son una mancha oscura en la distancia. Todo se siente tan gris y triste.

—Así que te han mandado a la mierda... —se mofa de mí miserable situación —. ¿Eh?

—Cierra la boca, no estoy de humor para tus putas bromas —sus cejas se hunden y levanta las manos en señal de paz. Creo que se va a quedar callado pero mi hermano no conoce el significado de esa palabra, ni siquiera existe en su diccionario.

Me dejo caer al sofá que se encuentra en la esquina y cierro los ojos un par de segundos. Este día ha sido una locura y dudo mucho que las cosas regresen a la normalidad dentro de poco.

—¿Cómo estás con lo de Kristen? —le pregunto abriendo los ojos. Bufa molesto —. ¿Por qué no has ido a buscarla?

—¿Tú por qué crees? El idiota de Nicolae no me ha dejado ir en su búsqueda, sabe los peligros que acechan en el bosque y se ha puesto en su maldito plan de protegerme —suelta una risa seca —. Estaba sangrando y...—Una idea cruza por su cabeza pero la desecha de inmediato, se niega a pensar que algo malo puede pasarle, que esté en peligro mortal.

Levanto una ceja esperando que termine la frase pero se queda callado mirándome con lástima.

—¿Qué tal fue la sorpresa al saber que tu Sky ya tiene quien la proteja de ti? —no respondo —. Debe ser duro, ¿no? —Lo ignoro porque no tengo ganas de discutir con él.

—¿No tienes que lamentarte en tu habitación? —no responde, al contrario, sigue atacándome con más preguntas que no quiero responder. Me paso las manos por el rostro, con frustración, harto de todo esto.

Me levanto del sofá molesto, Drogo sabe como llevarme al límite, usando todo lo que sabe en mi contra y lo odio por eso. Es un maldito que se alimenta de los miedos de los demás.

—¿De qué te ha servido ser este Peter? La chica a la que amas está con un puto ángel y tú estás más solo que nunca —frunzo el ceño sin entender a que quiere llegar con todo esto.

—¿Qué idioteces estás diciendo? —se pone de pie para quedar frente a mí, a unos pocos centímetros de separación.

—¿Sabes? —se lleva dos dedos a la barbilla —. Me gustaba más el Peter que mataba sin piedad, el que no tenía compasión por nadie —su tono de voz es sugerente y ya sé por donde va, pero está loco si cree que ese Peter va a regresar algún día.

—Drogo...—no me deja terminar porque me interrumpe. Sube sus manos a mis mejillas, debajo de mis orejas abarcando mi nuca también. Apoya su frente contra la mía rehusándose a dejarme ir.

—Déjalo salir, hermanito, deja que ese monstruo regrese y arrase con todo. Ya no te contengas, no temas a ser tú, lo que eres en verdad, no un pobre emo que se la pasa lamentándose por su mísera existencia —sacudo la cabeza en negación. Me rehúso a dejarlo salir —. Deja que queme todo lo que hay a su paso, libéralo antes de que te consuma...

—¿Estás loco? —nos miramos fijamente a los ojos —. No puedo hacer eso —su mirada clara se torna roja, como la sangre a la que somos adictos, diviso la perversión danzar en sus fanales, el morbo y la oscuridad que tanto lo caracteriza —. Tengo miedo.

—¿Miedo por qué? —inquiere molesto —. No debes temer a lo que eres, no te avergüences, hermanito. No somos santos y estamos lejos de serlo, nuestra alma está condenada al infierno —su agarre se hace más fuerte, siento que me puede romper los huesos del rostro en un santiamén.

—Por ella —confieso con la voz temblorosa —. Tengo miedo de hacerle daño. Si lo dejo salir va a quemar todo lo que hay a mi alrededor.

—Sky Cooper no es un ángel, es una bruja y cuando encuentre sus poderes será más peligrosa que tú. Un demonio siempre será un demonio, Pet, nunca olvides eso. ¿No te gustaría arder a su lado? —me tienta tanto que lo siento crepitar mis huesos, apoderándose de la poca bondad que aún yacía en mí —. ¿No te gustaría ser el mismo sádico y sin escrúpulos que solo pensaba en él? Recuérdalo, recuerda lo bien que te hacía sentir.

Obedezco las palabras de mi hermano y después de tanto tiempo dejo salir ese lado salvaje que había mantenido oculto, retenerlo era lo mejor para mí en aquel momento donde aquella pequeña bruja me cautivó, pero ahora no tenía porqué seguir fingiendo algo que no era. Como dijo Drogo, yo soy un monstruo, un demonio que nunca dejará de hacerlo.

Asciende por mis huesos y mi carne, se apodera de mí, me consume y me arrastra a lo más profundo de la oscuridad, lo dejo fluir en todo mi cuerpo. Ya había olvidado lo bien que se sentía ser así, sentirme tan invencible. Una capa me cubre por completo y esta vez no la aparto, nos volvemos uno solo para destruir todo lo que hay a nuestro paso.

—Este es el Peter que a mí me gusta ver —hago crujir los huesos de mi cuello. La sensación es tan embriagadora que parece una droga más letal que la misma sangre. Drogo se separa cuando se da cuenta de que por fin ha logrado su cometido, ha traído al Peter que conoció hace años.

—¿Tú qué ganas con todo esto? —su sonrisa se ensancha pero detrás de toda esa maldad hay un corazón roto, lo veo moverse por la habitación impaciente, como si quisiera atravesar la pared y salir corriendo dentro del bosque para encontrar a Kristen y temo que lo haga, que ignore las advertencias de Nicolae y vaya detrás de ella.

—Un aliado —frunzo el ceño. Me dejo caer en el sofá llevando una mano a mi barbilla.

—¿Un aliado? —inquiero alzando una ceja. Estoy confundido.

—No sé, llámame loco pero creo que no podemos confiar en nadie de esta casa. Ni siquiera en Nico —señala.

Tampoco se me hace raro, de un tiempo para acá nuestro hermano se ha estado portando un poco raro y temo que su lealtad esté con Víctor y no con nosotros.

—Acepto —lo señalo con un dedo en alto —. Pero si me traicionas te puede ir muy mal —sonríe de lado. Sabe perfectamente que si me apuñala por la espalda no dudaré en arrancarle el corazón.

Drogo

Cuando por fin consigo reventar la puerta nos encontramos con una habitación vacía. La cama está deshecha, hay cristales rotos esparcidos por todo el suelo y la cortina baila frenética por el frío viento que entra por la ventana rota.

No puede ser... Caperucita... ¿Porqué has hecho algo tan insensato? ¿Porqué? Me pregunto apretándome fuerte la cabeza con ambas manos con los ojos fijos en la ventana.

Soy incapaz de entrar en la habitación, su olor todavía sigue impregnado en ella y mi cuerpo se niega a mover un músculo. Sirius es el primero que se acerca corriendo a la ventana, Nicolae le sigue y ambos miran hacia abajo esperando encontrar el cuerpo de Kristen estampado contra el suelo sobre un enorme charco de sangre. Nicolae y Sirius se miran mutuamente sorprendidos y antes de que alguno de los dos pueda decir algo me lanzo sobre Sirius agarrándole por el cuello.

—¡¿Qué le has hecho?! ¡¿Qué mierdas le has dicho?!— Exclamo con furia haciendo que la mitad de su cuerpo sobresalga por el hueco de la ventana.

—¡Drogo cálmate!— Ordena Nicolae levantando los brazos hacia mí.

—¡No me voy a calmar joder! ¡Por tu culpa Kristen está muerta!— Rujo apretando mi frente contra la suya dejando salir toda la rabia contenida.

—¡Drogo, suéltame!— Sisea Sirius agarrando mis manos con las suyas intentando zafarse de mí.

Mi cuerpo tiembla furioso e incapaz de mirar abajo y encontrar su cuerpo inerte, estrangulo a Sirius con más fuerza obligándole a doblar todavía más su espalda contra la madera de la ventana y con sus pies apenas rozando el suelo.

—Tienes razón, debería soltarte y que tu puto cuerpo putrefacto se reviente contra el suelo junto a ella...— Farfullo con los dientes apretados y los ojos inyectados en sangre.

—¡Drogo, para! Kristen sigue viva— expresa Nicolae sujetando mi hombro con voz calmada.

—¡¿Qué?!— Exclamo atónito.

—Ven, acércate— sugiere Nicolae obligándome a soltar a Sirius.

Nervioso, asomo la cabeza y aunque afuera todavía está muy oscuro, compruebo que lo que dice mi hermano es verdad. Ni rastro de Kristen.

—¿Cómo..?— Le pregunto buscando una respuesta en su expresión.

—No sé cómo, pero ha escapado hacia el bosque— revela Nicolae cogiéndose de la barbilla pensativo.

—¿Y eso cómo lo sabes?— Le pregunto de nuevo torciendo el labio.

—Si te concentraras un poco y por un momento dejaras tus impulsos habrías percibido que su olor se pierde en medio de los árboles— revela observándome de reojo.

—Mierda, es verdad...— Confieso olisqueando su fragancia —Deberíamos ir a buscarla Nicolae, ese bosque es...

No puedo dejar que se pasee sola por ese bosque y mucho menos en noche de luna llena... El impulso que me empuja hacia ella desde la primera noche que la vi se manifiesta en forma de necesidad vital amordazando la vocecilla de la sensatez. Y antes de que nadie diga nada, pongo un pie sobre el alféizar y cuando estoy a punto de saltar, Nicolae me empuja hacia dentro. Aterrizo de espaldas con un golpe seco. Me rasco la cabeza asesinando a Nicolae con la mirada.

—¿Qué cojones crees que haces, Nicolae?— Rujo indignado.

—No, ¿qué haces tú? ¡Te he dicho miles de veces que no te acerques a esa niña!— Exclama levantando la cabeza altivo.

—¡Pero Kristen está herida! ¡Tengo que ir a por ella! ¿Es que no lo entiendes?— Le reclamo apoyando mis manos en algo mullido y húmedo.

Pero Nicolae ya no me escucha, su vista se pierde en las profundidades del bosque, mientras Sirius se mantiene callado sumergido en sus propios pensamientos.

De repente, un delicioso olor invade mis fosas nasales abstrayéndose de todo. La alfombra donde he caído está manchada de...

—Sangre...— Susurro levantando la mano manchada.

—¿Qué?— Nicolae se gira hacia mí con los ojos fuera de sus órbitas.

Antes de que mi lengua consiga rozar el dulce elixir de mi Caperucita, Sirius sujeta mi muñeca y con un ágil movimiento retiene mi brazo tras la espalda poniéndose detrás de mí.

—Sht... Quieto Drogo, ni se te ocurra hacerlo— susurra Sirius en mi oreja mientras bloquea mis brazos levantándome del suelo.

—¡Mierda, Sirius! ¡Suéltame!— Exclamo retorciéndome y respirando agitadamente.

—Llévatelo de aquí y procura que se limpie entero, ropa incluida— exige señalándome con el dedo.

Una vez en el pasillo sigo forcejeando para que me suelte pero el cabrón de Sirius es el más fuerte de la casa y no consigo soltarme.

—Eres un puto imbécil, ¿lo sabías?— Escupo con veneno.

—Sí, sí... Lo sé, Drogo, todos somos imbéciles menos tú— dice con tono indulgente.

—No me vaciles porqué cuando me suelte te vas a enterar...— Farfullo siendo arrastrado por él.

Sirius se ríe y eso me enciende todavía más.

—Nunca has conseguido ganarme, no creo que ahora sea diferente...— Confiesa suspirando.

Dejo de mirarle y noto a donde me lleva. No...

—¡Ni se te ocurra Sirius!— Exclamo frenando nuestro camino con los pies.

—Oh si... Va a pasar— informa con voz sugerente.

—No voy a ducharme contigo, Sirius, por mucho que quieras verme desnudo— inquiero apretando los dientes.

—Ya lo has oído, Nicolae te quiere bien limpito para la cena— revela soltando una risita.

—¿Y también vas a enjabonarme los huevos?— Le pregunto mirándolo de reojo con voz socarrona.

—Ya eres mayorcito para hacerlo tú, solo voy a supervisar que lo haces bien— sentencia Sirius sonriendo de lado.

—¡Joder, esto es demencial! ¡Deberíamos ir a buscar a Kristen en vez de jugar a papás y mamás!— Exclamo airado.

Una vez dentro del baño me empuja dentro de la ducha y enciende el grifo empapándome entero, ropa incluida como ha ordenado Nicolae. Ambos nos quedamos en silencio inmersos en un reto visual el cual los dos tenemos claro que el primero que baje la vista pierde.

—¿Para qué la has ayudado si luego ibas a dejarla tirada? Sabes lo que ese bosque alberga. Si no tenéis lo que hay que tener para meteros allí, dejadme que lo haga yo— explico frunciendo el ceño.

—No te preocupes por eso ahora, ella sola se las apañará— confiesa Sirius cruzándose de brazos.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?— Pregunto levantando las cejas.

—Simplemente lo sé...— Exhala torciendo el labio.

—¿Por qué has vuelto? ¿Qué sabes que yo no sepa?— Inquiero apretando los puños.

Sirius suspira siendo el primero en apartar la vista.

—Nicolae y tú sabéis quien es ella pero no me lo vas a contar, cierto?— Deduzco cerrando el grifo del agua.

Sirius se queda callado para finalmente, negar con la cabeza.

—Aunque no puedas comprenderlo, es mejor así, por tu bien, por el bien de ambos...— Confiesa con expresión seria.

—Muy bien, ¡pues podéis iros a la mierda todos!— Exclamo desapareciendo en un suspiro.

...

Han pasado tres días y Kristen todavía no ha aparecido. He ido a la Universidad, he preguntado por ella, he ido a su casa y tampoco... Sky está destrozada. Estas últimas noches las he pasado rondando por nuestros terrenos cual Rottweiler sin sobrepasar los límites del frondoso bosque esperando algún indicio. Anoche encontré su teléfono que no paraba de sonar, era su madre. Lo dejé sonar pero a la cuarta llamada, descolgué.

—¡KRISTEN! ¡¿CÓMO TIENES LOS OVARIOS DE NO LLAMARME EN TRES DÍAS?!— Gritó histérica al otro lado.

Tuve que apartar el teléfono porqué estuvo gritando durante un minuto seguido sin dejar que dijera nada.

—¿Qué? ¿No dices nada?— Pregunta finalmente con la voz más tranquila.

—Hola— contesté secamente con el ceño fruncido.

—¿Quién eres? ¿Y qué haces con el móvil de mi hija?— Preguntó alterándose de nuevo.

—Kristen no está— mi respuesta fue escueta y sin emoción.

La mujer se quedó tan callada que tuve que comprobar que la llamada no se hubiera cortado. Pero lo que dijo después me descolocó totalmente.

—¿Drogo? ¿Eres tú?— Preguntó con tono de sorpresa.

—¿Pero qué...?

No pude terminar la pregunta que Nicolae me arrancó el móvil de la oreja poniéndose él.

—Hola, sí soy yo— Oí que le decía mientras se alejaba de mí con prisa.

—¡Eh, Nicolae, espera!— Exclamé alargando el brazo.

Pero ya estaba fuera de mi alcance cuando mis oídos percibieron la respuesta de la madre.

—¿Qué coño hace Drogo con el móvil de Kristen?—

¿La madre de Kristen me conoce?

Tercer día sin ella... El sol empieza a esconderse tras el horizonte. Acostado en mi cama construyo una rosa con papel, un pequeño hobbie para poder ordenar mis ideas y a modo de relajación. Mis ánimos son inexistentes, nunca me había sentido tan apático, ni siquiera cuando morí.

—Caperucita, perdóname... Si volvemos a vernos te prometo que las cosas serán muy diferentes. Me he portado como un imbécil contigo y el culpable de todo soy yo. He sido yo quien te ha alejado de mí...—

Los estridentes gritos de Lorie irrumpen mis pensamientos que acaba entrando en mi habitación cuál tornado.

—Lorie... ¿Qué te tengo dicho sobre llamar antes de entrar?— Le pregunto sin apartar la mirada de la figura de papel.

—¡Es que nadie me hace caso! ¡Hace rato que os estoy gritando y ninguno de mis hermanos aparece!— Sigue gritando indignada.

—Lorie, no grites... ¿Qué pasa?— Le pregunto soltando un suspiro de fastidio.

—¡Hay un cadáver al lado de mi tobogán que me molesta!— Exclama furiosa.

—¡¿Qué?!— Grito levantándome como un rayo.

Antes de que Lorie replique ya estoy en el jardín, de pie, frente a su zona de juegos. Y tiene razón, hay un cuerpo acurrucado al lado del tobogán. Dudo si acercarme o no cuando diviso una cabellera roja mezclarse entre la blanca nieve.

—¡Mierda, no!— Gruño corriendo hacia el cuerpo.

—Que no sea ella, que no sea ella...— Deseo mentalmente.

Nunca le he temido a nada, pero la posibilidad de que ese cuerpo sea el de Kristen ha despertado sensaciones tan desagradables que nunca creí que llegaría a sentir. Me arrodillo frente al cuerpo y con la mano temblorosa aparto los mechones pelirrojos que le ocultan la cara. Pero antes de verle la cara se mueve murmurando algo que no logro entender.

—¡Joder!— Exclamo incrédulo.

Lo primero que veo son esos ojos azules que me fascinan y que tanto he echado de menos pero ahora lucen agotados y casi sin brillo...

—¿Drogo?— Murmura con voz muy débil.

—¡Kristen!— Exclamo estrechándola contra mi pecho acariciando su pelo con delicadeza —Joder, estaba muy preocupado— Le pregunto sujetando su cara con mis manos obligándola a mirarme.

—Abrázame, tengo mucho frio...— Reclama parpadeando con pesadez.

La cojo en brazos y cuando llego a mi habitación la acuesto en mi cama tapándola con varias mantas. Enciendo mi chimenea y me siento en una silla a su lado. La observo en silencio, ya que, se ha vuelto a quedar inconsciente pero al menos ya no tiembla.

—¿Dónde te habías metido?— Le pregunto con media sonrisa apartando el pelo de su frente.

Kristen vuelve a abrir levemente los ojos, me mira y suelta.

—Con los lobos...

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