Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10.

Sky


—¡No, no, no!— Gritaba papá sin parar.

Días antes todo era perfecto, era el cumpleaños de mamá. Papá y yo le habíamos preparado una rica comida y un delicioso pastel.

Mamá se había ido de compras porqué se lo había pedido mi padre como excusa para que ella saliera de casa y así poder prepararlo todo para cuando llegara, se encontrara con nuestra sorpresa.

Pero eso nunca llegó a ocurrir... Mi madre no llegó, ni por la noche, ni al día siguiente, ni al otro... 

—¡Amélia no puede estar muerta!— Gritaba papá desesperado —Ella no... ¡Mi esposa no!— Exclamaba desolado mientras el oficial de policía lo detenía para que no saliera por la puerta y cometiera una estupidez.

Se dejó caer de rodillas al suelo y empezó a llorar como un niño. Un hombre tan rudo como mi padre lloraba como un bebé. Nunca me creí el cuento de que había sido un asesino en serie, o la teoría de que fue obra de una secta satánica. Nada de eso tenía sentido, nada encajaba en el rompecabezas que yo misma había armado en mi cabeza.

Cuando todos esos recuerdos se reproducen de nuevo en mi mente, unas extrañas sensaciones se apoderan de mi cuerpo.

Me ahogo, me falta el aire...

Mareada e hiperventilando, mis pulmones se contraen y expanden eufóricos como si fueran a explotar dentro de mí.

Instintivamente, empiezo a correr hacia la primera salida que encuentro y sin pensarlo salgo fuera como si me fuera la vida en ello.

Una vez los rayos de sol tocan mi cara inspiro profundamente cogiendo una gran bocanada de aire mientras me agacho llenándome de oxígeno. Apoyo mis manos en mis piernas intentando retomar el control de mi cuerpo que ahora tiembla como si fuera gelatina resistiéndome a caer.

Hacía años que trataba de suprimir esos dolorosos y destructivos recuerdos pero, no sé por qué, en este maldito instante todo el pasado ha regresado de nuevo.

Una vez que mi cuerpo se ha estabilizado y mis nervios remiten, levanto la vista observando a mi alrededor. Tomo conciencia de donde estoy y unos bancos frente a mí llaman mi atención. Me dejo caer sobre uno y dejando sin cuidado mi mochila en el suelo mi vista se fija en unos chicos que juegan al fútbol. Conozco a algunos pero otros nunca los había visto por aquí...

—¿Estás bien?— Me preguntan sobresaltándome.

Levanto mis ojos y veo a Sara de pie junto a mí. Sin decirle nada, le hago sitio para que se siente y ella lo hace a mi lado.

—Sí, eso creo— le contesto finalmente centrando mi atención en ella.

Nos giramos de nuevo las dos observando a los chicos jugar junto con otras chicas. Parece que se lo pasan bien y eso me hace sonreír.

—¿Qué haces aquí?— Me pregunta demasiado directa sin siquiera mirarme.

—Tengo libre las dos primeras horas ¿y tú?— Pregunto curiosa.

Una de las chicas que creo que se llama Erika le ha hecho una falta muy dura a Axel tirándole al suelo haciéndole rodar. Ambos equipos se juntan enfrascándose en una pelea verbal dirigida por ambos.

—Yo igual, la profesora no ha venido hoy— me confiesa atenta a la disputa futbolística.

Seguimos en silencio cotilleando lo que pasa en el campo de juego.

—Erika y Axel siempre se están peleando... Es divertido ver como pierden su tiempo discutiendo en vez de follar. Porqué está claro que se gustan...— Explica Sara riéndose de forma malévola mientras se tapa la boca con el dorso de su mano.

Su reflexión me hace pensar. Apenas conozco a Sara pero tal vez ella tenga las respuestas que necesito.

—Sara— la llamo con voz segura.

—Dime— replica mirándome.

—¿Tú naciste aquí, no?— Le pregunto algo inquieta.

—Sí nací aquí ¿por qué me lo preguntas?— Me pregunta sonriente.

—Si naciste aquí entonces sabrás todo lo que pasa en este lugar— afirmo segura.

Sara asiente con la cabeza mirándome a los ojos expectante.

—¿Qué sabes de los Bartholy?— Pregunto de nuevo con mirada seria.

Mi pregunta le coge por sorpresa y sus ojos se abren de más.

—¡Vaya!— Exclama riéndose nerviosa —Pues no hace mucho tiempo que llegaron aquí, son una familia...— Sara se calla un momento pensativa —Normal o eso creo... Sé que son tres hermanos, y una hermana. Nicolae es el mayor de los Bartholy y ejerce de padre con ellos. Luego está Peter que es el mediano, Drogo es el menor y el más conflictivo y la pequeña Lorie, la princesa de la familia. Los señores Bartholy nunca están y nunca se les ha visto por aquí por eso Nicolae es el responsable de todos ellos.

—Nicolae, Peter, Drogo y Lorie...— Repito en voz alta grabándome sus nombres.

—Así es. Viven en una mansión muy grande y lujosa con no sé cuantas hectáreas de terreno que abarca un gran bosque. Se encuentra en las afueras de la ciudad, a una media hora de Berlín. Son una familia adinerada, nadie habla mal de ellos y no creo que haya ningún motivo para hacerlo, ya que, son muy buenos ciudadanos y todo el mundo les conoce. Hay épocas del año que desaparecen o simplemente se esfuman como por arte de magia y nadie sabe a dónde van. Circulan rumores que dicen que se quedan en sus terrenos pasando el tiempo y los chicos no vienen a la universidad durante meses. ¿Por qué me lo preguntas?— Pregunta Sara levantando una ceja.

—Es solo curiosidad— respondo con una sonrisa sincera.

—¿No me digas que te gusta uno de ellos?— Pregunta de nuevo dándome con el codo en las costillas mirándome con cara de sorpresa y una sonrisa divertida aparece en sus labios.

—¿Qué? ¡No, no!— Exclamo mientras me quito algunos cabellos de la cara con nerviosismo.

—Que bien, por qué déjame decirte que tanto Peter como Drogo tienen muy mala fama en el campus. Drogo es el típico de todas son mías, el que se mete en las bragas de cualquier chica pero con ninguna mantiene una relación y Peter es el antisocial de la familia, es un chico muy serio, reservado y callado y no se le ha visto nunca ninguna novia desde que llegaron aquí...

Sara sigue hablándome sobre la enigmática familia Bartholy, pero nada de lo que me ha dicho me sirve de algo. Peter y Drogo parecen dos chicos normales, excepto por lo que me dijo Kristen y lo que nos contó John. Parece que en la Universidad nadie sabe nada acerca de su verdadera naturaleza y necesito saber exactamente cuáles son todos los oscuros secretos que esconden tras las paredes de esa poderosa mansión.

Sara y yo charlamos durante un buen rato sobre todos los chicos y líos que hay en la Uni. Después de más de una hora cotilleando, Sara se levanta y se va. Ha quedado con Kristen para ir a tomar un café. Me ha invitado a ir con ellas pero prefiero dar un paseo por el campus porqué aún no he tenido la oportunidad de recorrerlo completamente. Estos últimos días han sido una locura con todos los trabajos y clases... Apenas hemos tenido tiempo para respirar.

Cojo bien la correa de mi mochila pero me detengo en seco cuando veo a Peter a lo lejos cerca del campo deportivo fumándose un cigarrillo al lado de su hermano. El rubio también me ha visto y mirándome de arriba abajo con una sonrisa le susurra algo a Peter que solo me mira de reojo ni siquiera se gira para mirarme. Sin moverme, plantada a pocos metros de ellos, veo como Peter le dice algo cerca del oído de Drogo y ambos me dan la espalda ignorando mi presencia y continúan hablando con los chicos que les acompañan.

Pensándolo bien, estos días no le he visto ni tampoco me ha dirigido la palabra y ahora me ignora, es como si yo ya no existiera para él...

¿Y eso te preocupa o te molesta? ¿Y por qué debería molestarme?

Porque su atención ya no está dirigida a ti.

—Que raro— digo para mí.

—¿Qué es raro?— Me preguntan tras de mí

Pego un respingo y cuando me giro, veo a Joseph cerca de mí. Sonríe mirando en dirección donde mis ojos estaban puestos segundos atrás.

Su cabello castaño se mueve con la ligera brisa de la mañana y sus orbes cafés con destellos verdes ahora me observan curiosos. Puedo apreciar la textura suave de su piel blanca y su delgada y alta figura. Joseph se queda a mi lado fijando su atención en mí y en el grupo de chicos intercaladamente.

—¿Lo raro es que Peter y Drogo estén rodeados de chicas?— Pregunta levantando una ceja mirándome con curiosidad —Eso no es raro, lo raro es que lo estén— se responde a sí mismo.

Joseph levanta la barbilla y ahora soy yo quien mira hacia ellos.

Los chicos están sentados en las gradas riendo y hablando animadamente. Mi boca se abre al ver que una castaña se ha unido a ellos sentándose descaradamente entre las piernas de Peter. Él sonríe ante su gesto y ella sensualmente pasa sus brazos por detrás de su cuello y empieza a devorarle la boca con hambre mientras él la coge fuerte con una mano por su cintura mientras que con la otra, sostiene el cigarrillo entre sus dedos.

—Mierda— espeto entre dientes apretando la mandíbula.

¿Pero a mí que me importa lo que ese pedazo de basura haga?

De hecho, mucho mejor que se haya alejado de mí y que ahora le esté comiendo la boca a otra, un problema menos en mi jodida vida...

¿Pero por qué siento esta horrible molestia en el pecho? ¡Estoy bien jodida!

—¿Sky?— Pregunta Joseph poniendo su mano en mi hombro.

Suspiro y vuelvo mi vista hacia él.

—¿Estás bien?— Pregunta de nuevo con preocupación.

Asiento en silencio con la cabeza instalándose un gran nudo en mi garganta.

—¿Podemos irnos de aquí?— Le pido a Joseph que sigue mirando en dirección a Drogo y su grupito.

—¡Vamos!— Exclama con una sonrisa.

Caminamos en silencio hacia dentro del edificio.

—¿Todo bien?— Vuelve a preguntar con curiosidad.

—Sí, no... Es que yo... ¿Te puedo hacer una pregunta?— Pregunto insegura fijando mis ojos en los suyos llenos de confusión.

Debe pensar que estoy loca o es que quizá lo estoy...

—Dime— reclama Joseph amablemente.

—¿Tu crees que una persona puede dejar de interesarse por otra de un día para otro? Quiero decir, cuando antes mostraba mucho interés, hablaban, había roces pero...— Me callo un momento y aprieto los labios sacudiendo la cabeza.

—¿Lo dices por alguien en particular?— Pregunta sorprendido.

Mierda, ahora no sé qué decirle...

—No solo...— Susurro rascándome la cabeza, un poco nerviosa.

Joseph no deja de mirarme sin entender nada

—Solo es una pregunta— murmuro con vergüenza.

—Bueno...— Suspira Joseph pateando una piedra que se encuentra en el camino —Quizá podría deberse a una gran decepción. Puede ser sí, ya que si alguien te decepciona eso hace que todo cambie— expresa pensativo.

Yo solo le observo mientras sus labios se mueven con movimientos sutiles.

—O al menos eso es lo que yo pienso— explica encogiéndose de hombros de manera inocente.

—Quizá sí— contesto con un hilo de voz.

—¿Quieres ir a por un café?— Me pregunta de repente haciendo que le mire y parpadee un par de veces sorprendida.

—¡Sí!— Exclamo feliz.

Joseph coge mi mano, me lleva con él, paga los cafés diciéndome que la próxima vez si me parece bien, invito yo. Agradezco su gesto ya que, a mi no me gusta aprovecharme de las personas y mucho menos de alguien tan lindo y amable como Joseph.

—¿Está rico?— Pregunta Joseph observándome a la vez que le doy un trago al café.

—Sí— contesto un poco avergonzada por qué Joseph no deja de mirarme y no estoy acostumbrada a que un chico me mire de esta manera como lo está haciendo él o como lo hacía Peter.

Debo dejar de pensar en ese imbécil. Es lo mejor para mí...

La verdad es que no suelo hablar mucho y con los chicos aún menos. Soy muy tímida y reservada, no como Kristen que es mucho más extrovertida y divertida. No puedo evitar pensar que les aburro solo con mi simple voz ya que, no tengo nada divertido que contar que no tenga que ver con series de asesinos en serie o de fantasía; No como otras chicas que siempre tienen un tema de conversación. Es por eso que no he tenido muchos novios y los pocos chicos que se me acercan terminan alejándose. Si buscáis un repelente de chicos aquí estoy yo, Sky Cooper para servirles.

—No hablas mucho ¿verdad?— Pregunta Joseph buscando mi mirada pero la rehuyo.

—La verdad es que me da vergüenza porque no sé de qué hablar y no quiero que pienses que soy una obsesa de las series sobre asesinos en serie— explico rápido apretando la taza entre mis pálidos y delgados dedos.

—A mí también me gustan ese tipo de series— levanto rápidamente mi vista junto con una enorme sonrisa en los labios.

Pero todo se congela en el momento en que Peter Bartholy aparece por la puerta de la cafetería junto con esa chica castaña que estaba sentada entre sus piernas e irremediablemente siento que el mundo se detiene solo con su presencia.

Sus cabellos oscuros, su perfecta y pálida tez junto con sus hermosos y celestes ojos me impresionan cada vez que le veo. Sus pendientes y su estilo a la hora de vestir me hacen sentir cosas que nunca había experimentado.

No lo niegues más, te gusta, Sky...

La voz de Joseph y el contacto de su mano rozando con intención la mía, hacen que todo vuelva a ponerse en movimiento. Yo como la gran perra que soy y que pocas veces llega a salir de mis más profundos y oscuros sentimientos la recibo apretándola entre mis dedos. La ira y la confusión se apoderan de los claros orbes de Peter que sin desviar su vista de nuestro acercamiento con Joseph empieza a caminar más lento examinando cada uno de mis movimientos frunciendo el ceño con molestia.

¿A que jode? ¡Pues te aguantas!

Aprovecho que su mirada no se separa de nosotros para molestarle aún más dándole un tierno beso en la mejilla de Joseph. No se lo esperaba porqué mi gesto le sorprende tanto que empieza a parpadear con rapidez.

—Gracias— musito un poco sonrojada.

—¿Por qué?— Me pregunta mirándome incrédulo.

—Por el café— contesto levantando el vaso.

—De nada, Sky— replica sonriendo.

Su mano sigue abrazando a la mía y no la aparto con toda la intención.

Vuelvo a girarme y veo como Peter sigue mirándonos negando con la cabeza con una sonrisa burlona. Sus gestos me confunden todavía más.

¡Maldito hijo de su vampírica madre que lo parió! ¡Sufre cucaracha rastrera!

Bufo con molestia en el momento en que le susurra algo en secreto al oído a su compañera y como los dos se ríen, de quien sabe qué pero lo hacen. Eso aumenta la ira que yace en mi interior empezando a crepitar por cada uno de mis huesos. Todo mi ser arde cual lava ramificándose en mis carnes volviéndose una con ella, estallando.

Siento una explosión aferrándose a cada hebra de todo mi cuerpo, concentrándose en las yemas de mis dedos. Es fuerte, poderosa, algo que no había sentido jamás pero a la vez me hace sentir tan bien... La energía acumulada dentro de mí, me abraza, me calienta, me consuela, me llena... Envolviéndome en una especie cautivador y adictivo limbo.

De repente, el viento se vuelve frío soplando furioso a la vez que mis dedos se contraen cada vez más. Mis ojos no dejan de mirar a esos dos, los causantes de todo mi malestar. Las nubes cubren rápidamente el sol y el cielo gruñe cual bestia salvaje.

—¿Sky?— Pregunta Joseph.

Su voz se escucha muy lejos, como si fuera un eco y no pudiera entrar en la burbuja que yo misma he creado a mi alrededor.

¡Maldigo la maldita hora en la que Peter tuvo que cruzarse en mi camino!

Como si hubiera escuchado mis venenosos pensamientos, Peter se gira mirándome y enfocando sus sorprendidos ojos en mí. La rabia que me envuelve se hace más y más y más grande... Cegada por algún tipo de manto me transporta lejos de aquí creciendo sin parar y haciéndose cada vez más poderoso. Atónito, Peter sigue fijando su atención en mí sin siquiera pestañear, pero ahora mismo lo único que quiero es que le caiga un rayo y le destroce por completo.

Joseph sacude mi hombro al mismo tiempo que la taza de café se rompe en mil pedazos debido a la fuerza que ejerzo sobre ella haciendo que el líquido caliente se derrame en mi mano derecha. Pego un chillido de dolor, me quema y arde como el mismísimo infierno.

—¡Demonios!— me quejo sacudiendo las manos.

Las nubes se disipan y todo vuelve a estar en calma. El ambiente deja de estar cargado de electricidad estática. Miro a mi alrededor con algo de miedo y sin creer lo que acaba de pasar.

—¿Estás bien?— Pregunta Joseph preocupado.

Levanto la vista encontrándome con sus ojos y niego con la cabeza.

—No es grave, solo me arde mucho— confieso con un hilo de voz

Joseph coge mi mano con la suya y veo como busca algo dentro de su mochila. Saca un pañuelo la examina y la envuelve haciendo que la molestia vaya calmándose.

—No te has cortado y con un poco de pomada yo creo que ya estará— replica Joseph con media sonrisa.

—Gracias— Murmuro con una sonrisa tímida.

Sin pensarlo me pongo de pie y empiezo a recoger los trozos de la taza rota.

—Yo debería irme ya... Y gracias de nuevo, Joseph— Manifiesto con voz baja haciéndole un gesto con la mano.

Acomodo la correa de la mochila en mi hombro y con paso decidido cruzo la cafetería sin mirar a nadie.

Estoy tan molesta conmigo misma por ser tan tonta y creer... No sé ni siquiera qué es lo que pretendo con estas estúpidas rabietas. Lo mejor para mí es alejarme de Peter, tal y como lo acordamos con Kristen. Además no debo olvidar de que esa familia son unos vampiros asesinos.

¡Vampiros, Sky! Ellos te pueden drenar toda la sangre y deshacerse de ti con solo chasquear los dedos.

Aún no soy capaz de creer que Peter sea esa monstruosa criatura pero tengo que hacerme a la idea de que es mejor así, al menos para mí.

Kristen

Buscar información acerca de esa especie me ha hecho comprender muchas cosas. Los vampiros se mueven mayormente por sus impulsos, los instintos básicos de todo vampiro son: acechar, seducir, acorralar, cazar y por último matar... Todo eso les produce un tremendo deseo convirtiéndose en una adicción irrefrenable para cualquier vampiro.

Está claro que Drogo cumple todos esos requisitos, así que, no hay duda de que es uno de ellos. También he leído que cuando una persona se convierte en vampiro, los rasgos de su personalidad como humano aumentan, es decir, que si alguien tiende a ser agresivo, impulsivo y egocéntrico acaba por ser una criatura violenta y maníaca, convirtiéndose así en la máquina perfecta para matar... En cambio, si eras una persona amable, tierna y cariñosa el hecho de haberte convertido, puede trastocarte tanto que o eres indefenso o el peor peligro de todos.

Pero aún así no acabo de entender qué es lo que Drogo Bartholy quiere de mí, primero me amenaza con matarme si le contaba a alguien lo que vi cuando nos conocimos, luego se muestra cariñoso conmigo entre la oscuridad de la clase, y cuando marco mi territorio y le digo lo que pienso se vuelve agresivo...

Como bien has dicho soy un vampiro y podría matarte aquí mismo, pero por alguna extraña razón no lo haré...

—¿Porqué no? Sería divertido verlo intentándolo...— Escupo divertida.

Empiezo a reírme como una chiflada.

¡¿Quién coño eres Plum?!

—No puede saberlo nadie...— Susurro pensativa.

Nimbus trama algo y curiosamente no me apetece que sufras ni que te hagan daño.

John no es de fiar, solo quiero advertirte. Debes tener mucho cuidado con él.

—Mierda... ¿Enserio? ¿Por qué coño me dijo todo eso? ¿Qué significa? ¿Debería hablar con John? Quizá es porque Drogo sabe que la familia Nimbus son cazadores y por lo tanto enemigos declarados pero ¿qué tengo que ver yo con todo eso? ¿Porqué debo tener cuidado con John? ¿Acaso John se ha dado cuenta de algo y me ha descubierto? Además, como cojones se ha enterado de lo que paso entre nosotros la noche de la tormenta?—

Pensándolo bien, lo que Drogo piense de mí me la suda completamente. Pero John... A la mañana siguiente huí como si fuese una ladrona para no tener que enfrentarme a él después de haber follado pero tampoco me ha dicho nada al respecto, es más, me ha invitado a salir el jueves por la noche y aunque tenga millones de ganas de ir y divertirme no sé si es buena idea... No quiero que John piense que eso va a volver a repetirse porqué no es mi estilo...

Quiero que sepas que te estaré vigilando...

—No conozco lo suficiente a Drogo pero cualquiera diría que intenta protegerme pero ¿De qué? ¿De quién? ¿De John? Y ¿porqué?—

Debería estar haciendo el trabajo que tengo pendiente y sin embargo estoy divagando en voz alta dando vueltas por mi habitación.

Suelto un gran bufido mientras me rasco la cabeza.

—¡Aaaaahhhhh, qué puto lío todo!— Grito fuerte.

Bajo a la cocina, abro la nevera, saco una botella de vino blanco, me sirvo un vaso y vuelvo a subir a mi habitación. Me lo bebo de un trago así que vuelvo a bajar y esta vez subo con la botella entera y sin vaso.

—Va a ser una tarde dura...— Suspiro ofuscada.

De repente, mi móvil empieza a sonar.

—¡Mierda mi madre! ¡Qué oportuna ella!— Exclamo frunciendo el ceño.

—¿Hola cariño cómo estás?— Pregunta al otro lado del mundo.

—Hola mamá, estoy bien ¿y vosotros, cómo estáis?— Le pregunto entusiasmada.

—Aquí estamos todos bien, tu padre se ha dedicado a pintar tu habitación, eso le distrae. Te echa mucho de menos hija y así se siente más cerca de ti. A Finn le va bien en el instituto, ya le conoces, todo excelentes— oigo cómo se ríe tras el teléfono —Tengo unos hijos maravillosos y muy trabajadores— su voz suena orgullosa.

—¡Qué bien mami, me alegro!— Exclamo sonriendo.

—¿Va todo bien por ahí, te adaptas bien a la ciudad y a la Universidad?— Pregunta curiosa.

—Sí, más o menos vamos haciendo. Es un sitio muy diferente al igual que su gente pero las clases molan mucho y en pocas semanas hemos aprendido muchísimas cosas— hablo con entusiasmo.

—¿Hay algo que debas contarme?— Pregunta seria.

—Como me conoces madre...— Confieso riendo.

—Soy tu madre y la que mejor te conoce en este mundo, soy capaz de percibir tu estado de ánimo aunque estés en Marte— replica burlona.

—Verás me han pasado algunas cosas un poco extrañas y difíciles de explicar... Quisiera preguntarte algo pero prométeme que no te vas a reír ni me vas a tomar por loca— advierto con voz seria.

—Te lo prometo niña, dime— contesta mamá.

—¿Tú crees que los vampiros existen?— Le suelto sin tapujos.

Un largo silencio se instala entre nosotras haciéndome pensar que la llamada se ha cortado.

—¿Mamá, sigues ahí?— Pregunto indecisa.

—¿Con quién has hablado? ¡Cuéntamelo todo!— Reclama alzando la voz.

—Bueno... Es largo de contar pero la primera noche que llegué aquí me topé con dos chicos y vi como mataban a alguien. Esa noche mientras huía del asesinato conocí a otro chico que me ayudó a encontrar mi casa. Se llama John y me ha confesado que los Bartholy, una familia muy conocida en Berlín son vampiros. Uno de esos hermanos vampiros también me ha advertido acerca de los Nimbus, la familia de John y tengo la cabeza como un bombo mamá, no entiendo nada y no debería contártelo porqué parece ser que el menor de los Bartholy se huele algo e insiste en que se lo cuente, me ha amenazado con matarme varias veces mamá...—

—¡Joder Kristen, ya basta!— Exclama enfadada.

Me aparto rápido el altavoz de la oreja por su fuerte grito. ¡Uf! Creo que la he liado más, hacía mucho tiempo que no me llamaba así...

—Me equivoqué enormemente cuando te dejé ir a esa maldita ciudad, Sky y tú deberíais volver inmediatamente— exige con voz seca.

—Pero mamá, este sitio me encanta, el grado que estamos estudiando aquí es el mejor que hay en el mundo, no nos iremos...— Replico arrugando la nariz.

—No es una sugerencia niña, si os quedáis puede ser muy peligroso para ambas— reclama intranquila.

No recuerdo haberla visto titubear ni ponerse así de nerviosa...

—Pero madre, ¿te crees todo lo que te he dicho acerca de los vampiros?— Pregunto sorprendida.

—Claro que me lo creo, si tu me lo dices es que es verdad y ya sabes que siempre te he dicho que no estamos solas compartiendo este mundo, que no lo veamos no significa que no exista. ¡Sobretodo, haz todo lo posible para que no te descubran y ten muchísimo cuidado!— Exclama alterada.

Me quedo en silencio unos segundos.

—¡Prométemelo!— Vuelve a exclamar más fuerte.

—Te lo prometo mamá, nadie lo sabrá nunca y voy a ir con mucho cuidado...— Bufo enfadada.

—¿Y quién es ese Bartholy que te tiene amenazada?— Pregunta curiosa.

—Se llama Drogo y se ha dado cuenta de que sus dones vampíricos no me afectan. Ni siquiera yo me había dado cuenta de que los estaba usando conmigo cuando me lo encontraba por la Universidad...— Confieso recordando.

—¡Mierda cariño, a Drogo es al que más debes evitar si no quieres tener más problemas!— Advierte histérica.

—¿Pero es que acaso le conoces?— Pregunto intrigada.

Mamá se queda en silencio pensando que decirme y eso no me da buena espina...

—Además antes me has dicho que te equivocaste cuando me dejaste venir a Berlín ¿me estás ocultando algo?— Sugiero bastante mosqueada.

—No niña no le conozco y tampoco te oculto nada, a cualquier sitio que hubieras ido fuera de mi casa igualmente hubiese sido un error. Una madre sabe lo que es mejor para sus hijos y eso es a mi lado— sentencia.

A veces parece una madre loba con sus lobeznos...

—Tranquila madre, no me va a pasar nada, lo tengo todo bajo control, Sky también sabe perfectamente lo que son los Bartholy y que ambas debemos evitarlos lo máximo posible. Por nuestro secreto no debes padecer, no soy estúpida y tampoco quiero que nadie lo sepa, ni siquiera Sky...— Explico con fingida tranquilidad.

La entiendo, soy su hija y estoy muy lejos de ella, y encima estamos rodeadas de peligros poco habituales y no puede evitar sufrir.

—Sigo sin entender que tengo que ver yo con todo esto...— Bufo ofuscada.

—Yo tampoco lo sé pero mantente al margen de cualquier disputa y al mínimo problema os volvéis a casa o si no vendré yo misma a buscarte— advierte seria.

—De acuerdo mamá— acedo con voz tranquila.

—Y eso no quiere decir que si pasa algo malo no me lo digas porqué no quieres volver. Sabes perfectamente que si no me cuentas algo lo sabré igualmente— sentencia con voz dura.

—Está bien madre pero debo colgar ya, tengo que hacer un trabajo y voy fatal de tiempo— confieso desanimada.

—De acuerdo cariño, cuídate mucho, te llamaré otro día, un beso enorme de parte de todos, ¡te quiero!— Exclama cariñosa.

—¡Yo también os quiero, adiós!— Contesto y cuelgo.

—¡Ufff!— Suelto un largo suspiro.

Dejo el teléfono encima del escritorio y veo que en la pantalla de mi portátil solo hay tres hojas del trabajo escritas. Mi vista se fija en la botella de vino y sin pensármelo me la bebo entera y sin respirar.

—¡Guau Caperucita si que tienes buen estómago!— Exclaman cerca de mi ventana.

Me giro sobresaltada encontrándome a Drogo subido a la rama del árbol frente a mi habitación.

—¡Aaahhh!— Grito.

Por el susto dejo ir la botella que cae al suelo rompiéndose en mil pedazos.

—¡Mierda Drogo! ¿Cuánto llevas ahí?— Exclamo mirándole a él y luego al desastre que he montado en mi cuarto.

—Lo suficiente como para saber que como todos, tienes problemas familiares— Confiesa con una sonrisa de suficiencia.

La ventana está cerrada pero le oigo perfectamente y aunque yo le susurrara, con su desarrollado oído me oiría igual.

—En serio Drogo, ¿qué has escuchado?— Pregunto entornando los ojos con intención de ir hacia él.

—¡Kristen ten cuidado!— Exclama levantando el brazo —No vayas a cortarte o no respondo...— Gruñe con mirada seria.

Observo el suelo y sin dudar doy un salto plantándome frente a él. Nos miramos unos segundos a través del cristal que nos separa.

—Si quisieras atacarme tampoco podrías si no te invito a pasar antes— replico sonriendo de lado.

—No me tientes Caperucita... Y si lo haces entonces déjame entrar— sugiere guiñándome un ojo sonriendo.

—Ni loca— escupo decidida.

Sus ojos me observan con un brillo divertido, afuera hace frío pero él ni siquiera se inmuta vestido solo con una sudadera y unos tejanos.

—¿Se puede saber que haces emborrachándote tan pronto y sola?— Pregunta burlándose.

—Eso a ti no te importa ¿Qué haces aquí Drogo? ¿No te ha quedado claro aún que no quiero tenerte cerca de mí? ¿Cómo has sabido dónde vivo? ¡Eres un maldito acosador!— Le gruño empañando el cristal.

Mi nariz roza la ventana y con un movimiento rápido Drogo acerca su cara a pocos centímetros de la mía pudiéndole ver más de cerca. Ese gesto me sobresalta pero no me muevo de donde estoy.

—Solo me ha hecho falta seguir el rastro de tu olor para encontrarte— confiesa con voz ronca.

Puedo ver claramente como sus cristalinos ojos escrutan todo mi rostro buscando cualquier señal de duda o temor, lo que no sabe es que no los hay.

—¿Podrías abrir tu ventana? Parece que estemos en un zoo...— Sugiere frunciendo el ceño.

—¿Y arriesgarme a que me tires por la ventana? No gracias...— Replico con voz burlona.

La mirada de Drogo se entristece y después de pasar su mano por su rubio cabello la apoya en el cristal.

—Abre por favor, no voy a hacerte nada— suplica torciendo el labio.

—¿Te crees que no sé a qué os dedicáis? Primero acecháis luego seducís y por último os hartáis de nuestra sangre hasta que rebentáis, no voy a abrir— expreso tajante cruzándome de brazos

—No tengo ninguna intención de matarte— confiesa fijando sus ojos en los míos.

—¿Porqué debería creerte?— Le pregunto levantando una ceja.

—Solo si abres podré demostrártelo— replica sonriendo.

Me quedo pensativa unos segundos hasta que finalmente pongo mi mano en el picaporte y bajo la atenta mirada de Drogo abro las ventanas con un movimiento rápido apartándome unos pasos atrás vigilando de no cortarme con los cristales. Una ráfaga de frío choca contra mí estremeciéndome. Sin poderlo evitar me abrazo a mi misma, ya que, voy en manga corta. Drogo observa todos mis gestos con sus curiosos ojos y sonríe de lado satisfecho.

—¿Contento?— Pregunto sarcástica.

—Lo estaría si me dejaras entrar pero con poder sentir tu olor ya me doy por satisfecho— contesta cerrando los ojos oliendo mi fragancia con intensidad.

Sus palabras tan directas encienden mis mejillas y eso provoca que sus pupilas se dilaten. Apartando mis ojos de los suyos me acerco al armario, cojo una chaqueta y me cubro con ella.

—¿Porqué has venido a mi casa Drogo?— Le pregunto con voz seca.

—He venido para decirte que no soy tu enemigo Caperucita... Soy tu aliado. El otro día fui poco ortodoxo contigo y he venido a arreglar las cosas contigo. En contra de lo que pueda llegar a pasar dentro de esa pelirroja cabecita, no tengo ninguna intención de hacerte daño. Lo que viste esa noche no es lo que parece... Aunque mi hermano mayor diga lo contrario hay gente que sí merece morir...— Escupe enseñando los dientes

—¿Tienes más hermanos a parte de Peter?— Le pregunto curiosa.

—Tengo dos hermanos más pero no estoy aquí para hablar de mi familia...— Contesta molesto.

Sigo sin moverme con mis manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y con la capucha puesta sobre mi cabeza. Mis pantalones cortos dejan al descubierto mis pálidas piernas y las uñas pintadas resaltan en mis pies descalzos sobre la peluda alfombra.

—Siento haberte asustado esa noche y las veces que he sido un imbécil contigo— confiesa con culpabilidad en sus ojos.

—Está bien Drogo, supongo que tus instintos a veces toman las riendas de tu vida y eso puedo llegar a comprenderlo pero no pretendas que confíe en ti. No puedo y quiero que lo entiendas, normalmente no confío en nadie y mucho menos en un vampiro— le explico con voz suave y pausada.

Los ojos de Drogo se oscurecen y mis sentidos se ponen en alerta.

—Que mentirosa que eres Caperucita... Tampoco conoces a Nimbus y sin embargo te lo llevaste a la cama— escupe con odio.

—¿Eso es un reproche o es que estás haciendo todo este teatro porqué quieres terminar durmiendo en ella?— Pregunto arrugando la nariz.

Drogo se ríe negando con la cabeza.

—Te equivocas, simplemente te lo digo porqué me mientes diciéndome que no puedes confiar en mí pero si en ese imbécil— gruñe enseñando los dientes.

—¿Cómo lo has sabido?— Cuestiono tímida.

—El otro día tuve una charla con él y me lo contó fardando de que él se había metido entre tus piernas como si hubiera conquistado un castillo, es patético...— Murmura entre dientes con asco.

—¿Enserio? ¡Es increíble! Los tíos a veces no sois más estúpidos porqué el día no tiene más horas...— Bufo incrédula.

Drogo se queda callado maldiciendo para sí mismo.

—Por eso mismo te advertí que no te fiaras de él, es un gilipollas que se pasea con esa cara de niño bueno pero en realidad es un lobo vestido con la piel de un corderito indefenso. No confíes en él Kristen hazme caso. Confía en mí, yo no te engaño— inquiere serio clavando sus iris en los míos.

—Si quieres que empiece a confiar en ti, cuéntame qué sabes de John y si es verdad lo que dices podrás contármelo, ¿no?— le sugiero acercándome a él.

Siento como Drogo recula un poco por mi repentina cercanía y con una sonrisa inocente alargo el brazo fuera del umbral de la ventana rozando el dorso de su mano con el dedo índice incitándole a hablar.

—No juegues conmigo Caperucita...— Advierte cogiendo mi mano con fuerza atrayéndome hacia él.

—Entonces cuéntamelo— susurro sensual.

Su mano coge la mía con fuerza. Estamos tan cerca que su respiración acaricia mi rostro. Su aliento huele a whiskey.

¿También ha bebido?

La vista de Drogo aterriza sobre mis labios y en un acto reflejo muerdo mi labio inferior. Un brillo aparece en sus ojos convirtiéndose en un acercamiento íntimo y mágico y no pienso desaprovecharlo. El alcohol me ha subido a la cabeza sintiéndome más atrevida y el contacto de su fría mano con la mía ardiente me quema como si tuviera vida propia. Curiosamente, no me parece que sea la primera vez que siento algo así. Me acerco aún más a la bestia que tengo frente a mí posando mi otra mano sobre su pecho, Drogo se estremece con mi gesto y aprovechando su desconcierto acerco mis labios a su oreja.

—No voy a confiar en ti si tu no lo haces— murmuro suavemente en su oído.

—Kristen...— Gruñe incómodo.

De repente, algo llama su atención tras de mí.

—¿Eso es el violín del que me hablaste?— Pregunta curioso.

Ruedo los ojos molesta y vuelvo a poner distancia entre nosotros.

—Cuando te toca responder desvías el tema pensando que se me va a olvidar, ¿verdad?— Cuestiono sarcástica.

—No te preocupes, cuando llegue el momento te lo contaré todo pero antes, me encantaría oírte tocar— suplica señalándolo el estuche con la cabeza.

—Está bien pero luego tu y yo tendremos una buena charla— replico seria.

—Te diré todo lo que quieras saber Caperucita— admite sonriendo.

—Voy a barrer este desastre porqué al final terminaré cortándome— replico haciendo una mueca.

Bajo a la cocina, cojo la escoba, recojo todos los vidrios del suelo y después de tirarlos a la basura, abro el estuche, saco el violín, me lo coloco en el hombro izquierdo y con el arco en mi otra mano afino el instrumento antes de ponerme a tocar.

Cuando estoy lista miro a Drogo que espera sentado sobre la rama del árbol sonriendo impaciente a que comience su concierto personal.

—¿Alguna pieza en particular?— Sugiero con una sonrisa dulce.

—Cualquier cosa que toques me parece perfecto— contesta guiñando un ojo.

Me resulta muy extraño estar así con él. Su actitud amable y supuestamente sincera me sorprende cuando siempre nos hemos comunicado discutiendo y amenzándonos.

¿Será verdad cuando dice que somos aliados o está fingiendo como un cabrón? ¿Debo fiarme de él y dejarle entrar en mi vida tan fácilmente? De momento es mejor que vaya con pies de plomo.

Me quedo unos segundos pensando y analizando todas las preguntas que se formulan en mi mente.

—¿Todo bien?— Me pregunta intrigado.

—¡Sí, sí!— Exclamo sacudiendo la cabeza.

Coloco el arco sobre las cuerdas haciendo que el violín empiece a sonar con mis caricias. La pieza que he escogido es la banda sonora de la "Lista de Schindler" del compositor John Williams.

Es una canción muy triste pero a la vez expresa de forma maestral la genuina voz del violín hablándote, contándote su historia con un lenguaje único cobrando vida propia haciéndote viajar junto a él.

No puedo evitar cerrar los ojos. La íntima conexión que siento por mi instrumento es especial e inigualable. Cuando el arco roza las cuerdas, las notas me abrazan recorriendo todos mis sentidos sintiéndome llena. Abro un ojo observando a mi único espectador y me sorprendo al verle apoyado sobre el tronco con sus brazos levantados apoyando su cabeza sobre sus manos y los ojos cerrados. Su expresión es serena, tranquila, imperturbable...

¿Será verdad que la música amansa las fieras?

Vuelvo a cerrar los ojos disfrutando de este maravilloso momento los tres juntos, en armonía. Cuando termino de tocar, vuelvo a abrirlos y Drogo ya no está...

—¡Mierda, será cabrón!— Escupo con ira.

Drogo

Franz y yo estamos sentados en la barra del bar mientras la música y las voces de la gente resuenan por todo el lugar. Sin embargo, estoy muy lejos de la realidad que me rodea y solo veo su rostro. Mi cabeza no para de dar vueltas reproduciendo nuestra última conversación.

—¿Drogo, va todo bien?— Pregunta Franz preocupado.

Asiento en silencio sin levantar la vista de mi vaso de whiskey.

—¿Es por lo que dijo John acerca de tu Caperucita?— Cuestiona frunciendo el ceño.

—No es mía Franz... No vuelvas a decir eso— reclamo fijando mis ojos en los suyos.

—No será tuya pero está claro que esa chica te tiene bien rayado...— Replica molesto.

Le doy un buen trago a mi vaso, engullo y bufo ofuscado.

—La he cagado Franz, se me da fatal tratar con los humanos y esa chica me saca de quicio. Me enfurece y me hace decirle cosas que no quiero decir...— Expreso pasando la mano por mi pelo.

—No sé qué le has dicho pero todo tiene solución— confiesa sonriendo.

Me giro sorprendido por sus francas palabras.

—¿Cuál?— Pregunto curioso.

—Fácil, ve a buscarla y discúlpate, demuéstrale que no eres un capullo y arregla las cosas con ella— explica levantando varias veces las cejas.

Mis carcajadas invaden el lugar.

—¡Estás loco si crees que voy a hacer eso! No tengo permitido acercarme a ella y ni siquiera sé porqué...— Escupo enseñando los dientes.

—¿Desde cuando Drogo Bartholy obedece órdenes y se dedica a compadecerse en un bar de mala muerte?— Pregunta Franz levantando una ceja.

—Tienes razón pero si se entera Nicolae estoy muerto...— Bufo hastiado.

—Ya lo estás colega, ve a por esa chica y si realmente te interesa empieza a hacer las cosas bien, y el primer paso es dejar de amenazarla— sugiere golpeando mi espalda con la mano abierta.

—¡Voy a hablar con ella! No hago nada aquí— exclamo con una sonrisa.

—¡Así me gusta!— Exclama Franz devolviéndome la sonrisa.

Me levanto de un salto, choco mi puño con el de Franz y desaparezco por la puerta.

En menos de cinco minutos me planto frente a la casa de Caperucita y sin pensármelo dos veces trepo por el árbol que está frente a su ventana y agachado encima de una rama miro hacia el interior.

—Está bien madre pero debo colgar ya, tengo que hacer un trabajo y voy fatal de tiempo— se excusa con cara de pocos amigos.

Está hablando con su madre...

—¡Yo también os quiero, adiós!— Exclama y cuelga.

—¡Ufff!— Suspira desanimada.

Observo ensimismado sus delicados gestos, en silencio, sin moverme y escondido entre las ramas

Joder tiene razón, parezco un puto acosador pero es que eres demasiado bonita Caperucita y no puedo dejar de mirarte...

De repente, Kristen se amorra a la botella de vino y se la bebe entera dejándome flipado.

—¡Guau Caperucita si que tienes buen estómago!— Exclamo alucinado.

Kristen se asusta y después de convencerla conseguimos hablar sin discutir. No quiero presionarla así que no insisto mucho en entrar y me quedo fuera. Sin embargo, logro que abra la ventana para poder olerla...

La pieza que toca con su violín me atrae rápidamente en una peligrosa y oscura espiral removiendo todos mis demonios. Las agudas notas que escapan de su instrumento me sumergen en una especie de limbo sin salida.

—Mira Drogo te presento a mi hija Isis— sonríe alegre.

El pequeño bulto se mueve inquieto entre los brazos de su madre haciendo pequeños ruiditos de bebé. Mis ojos se abren quedando atrapados al instante en su terso y redondito rostro.

Es la cosa más hermosa que he visto nunca...

—Encantado de conocerte Isis— digo dejando un tierno beso en su frente.

La niña se remueve cuando mis labios tocan su cálida piel. Saca su lengua y sin abrir los ojos se refriega uno de ellos con su diminuto puño. Los mechones rojizos y sus mofletes rosados resaltan en su pálido rostro siendo la cosa más adorable que haya visto jamás. Con solo verla, siento como dentro de mí empieza a formarse el instinto inevitable de protección. Su simple existencia despierta todos mis sentidos revolucionándolos fijando un único objetivo, la seguridad de esa bolita ardiente.

—¿A qué es bonita?— Pregunta su madre.

—Mucho, es preciosa Nut— contesto sonriendo con ojos tiernos.

Los ruidos de la fiesta de bienvenida se oyen en el piso de abajo.

—Vamos mi amor, la familia nos espera— expresa con una sonrisa radiante.

Las sigo bajando las escaleras tras ellas encontrándonos con toda la sala llena de gente.

—¡Aquí llegan mis reinas!— Exclama Víctor eufórico levantando la copa de cava —¡Brindemos! ¡Por Isis Bartholy!— Exclama aún más fuerte.

—¡Por Isis Bartholy!— Exclaman todos al unísono.

De repente, abro los ojos. Kristen sigue tocando su violín. Pero la paz que me evocaba hace unos minutos desaparece después de ese extraño recuerdo que no sabía que había vivido.

¿Qué ha sido eso?

Me empiezo a poner muy nervioso, mi sangre empieza a hervir sintiendo la inevitable necesidad de huir de ahí. La música que hasta ahora calmaba mis demonios ahora los está despertando dominándome por completo. Siento que estoy perdiendo el control... Kristen sigue con los ojos cerrados, le he prometido contárselo todo pero ahora me siento totalmente incapaz de hacerlo.

Y como un puto cobarde huyo sin decirle nada.

Corro, es más, vuelo saltando por los árboles como si me fuera la vida en ello.

—¡Drogo, Drogo! ¡Abrázame, quiero mimos!— Reclama con su pueril voz.

—¡Ven aquí pequeña!— Exclamo sonriendo y agachándome a su altura.

Su encantadora e inocente cara se ilumina y con un rápido movimiento se lanza sobre mí acurrucándose entre mis brazos. Su delicioso olor es mi fragancia favorita y su cálido contacto me completa sin necesidad de querer nada más. Cuando está entre mis brazos lo tengo todo. Sus pequeños brazos me aprietan con muchísima fuerza como si tuviera miedo de que me escape. La suave brisa mece su preciosa y ardiente melena haciendo bailar su blanco vestido de volantes.

—¡Te quiero Drogo!— Confiesa con voz dulce.

—Yo también te quiero Isis...— Murmuro en su cuello.

Dejo de correr parándome sobre la parte más alta del árbol y con la respiración agitada gruño tan fuerte que resuena por todo el bosque. Mi cuerpo tiembla y empiezo a abofetearme la cara con ira intentando sacar toda esa mierda y esos recuerdos que no acabo de entender y que invaden mi mente perturbándome desde hace semanas.

—¡MIERDA! ¿Qué me está pasando? ¿Porqué no soy capaz de recordar de quiénes son esos rostros?— Escupo furioso —¿Porqué no recuerdo nada más? ¿Quién cojones es Isis? ¡Necesito respuestas o voy a volverme loco!— Gruño de nuevo —¿Y qué tiene que ver Caperucita en todo esto? ¿Qué interés tiene mi padre con Kristen? ¿Porqué me siento tan atraído por ella?— Sigo preguntándome en voz alta.

Cuando consigo relajarme emprendo el camino hacia la mansión, en silencio, con los hombros caídos y muy desanimado...

🍂🍂🍂🍂

¡Hola! Les dejamos este capítulo y lamentamos la demora pero lo hemos escrito un poquitin largo para compensar la espera. Les agradecemos de antemano si dejan un voto y un comentario, no les va a tomar de un minuto dejar algún comentario con alguna duda, pregunta o sugerencia. Mil gracias por sus mas de 4 mil lecturas.

Instagram:

zenitwattpad

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro