Huir era la palabra que me define a la perfección desde que podía recordarlo, el aeropuerto se había convertido en mi segundo hogar porque siempre terminaba aquí al menos una vez por semana, había perdido la cuenta de las veces que fui y vine de  Madrid para buscarlo acompañarlo y entregarle mi dignidad sin más.

Estaba sentado en la sala de espera mientras llegaba la hora de abordar ese sería el penúltimo vuelo que tomaría, debía volver a Roma cerrar algunos tratos y después me volvería a Londres el lugar del que nunca debí salir y menos solo por seguir a alguien que ya me tenía fuera de su vida, pero solo le gustaba a ver el poder que ejercía sobre mí con solo decir que me necesitaba, siempre terminaba corriendo detrás de él.

Mis pensamientos me estaban consumiendo al grado de no escuchar el anuncio de abordaje no hasta que note un olor peculiar era más o menos como las fragancias que yo mismo solía usar pero era más intenso, estaba muy seguro de que no era una simple fragancia, era un olor propio, levante la mirada y un rostro con una sonrisa muy linda me recibió.

— Hey no quiero soñar como un psicópata o algo por el estilo, pero — el chico sonaba algo nervioso, algo que me resultó gracioso o tierno tal vez, no lo sé, no estaba pensando con claridad — el punto es que ibas delante de mí en la fila y el vuelo a Roma nos dejara sino nos vamos ahora.

Solo atiné a tomar mi bolso  el que siempre solía llevar conmigo de viaje y caminé a la puerta de abordaje todo de manera automática, mire una vez más por la ventanilla y negué - una parte de mí esperaba que llegara al aeropuerto pero solo fantaseaba más de la cuenta-, seguía sin creer cómo le di todo de mí, incluso más de lo que podía dar y aún así no fue suficiente, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas cuando el avión despegó. Pues a pesar de todo en este momento estaba dejando de manera definitiva a quien por un largo tiempo yo considere era el amor de mi vida.