c u a r e n t e n a | día XXXVI.
— ¡Oh vamos, Zayn! ¿Yo te enseñé esa actitud? —le reprochó su padre.
—No, tú no me enseñaste nada. Mitad de mi vida estuviste fuera, genio. —apretó el grafito más fuerte contra la hoja, haciendo que el color negro se oscureciera aún más.
—Detente ahí. Ni se te ocurra volver a hablarme de esa manera, Zayn Malik. —el muchacho podía notar como la furia de su padre crecía.
—Digamos que si me enseñaste algo. Estoy diciendo la verdad. Eso es bueno. —esta vez, el grafito atravesó la hoja, y sin más, Zayn la arrugó y la lanzó debajo de su cama. Y no es porque ya lo ha hecho millones de veces en lo que va del día, claro—. ¿Cuál es tu afán en que hable con Vera?
—Tu madre de metiche le preguntó a su madre por Zachary, y, ¿sabes que le dijo?
Zayn lo miró—. Ilumíname.
— ¡Terminaron, tonto! Y, ¿sabes por qué? —Zayn tragó saliva y agrandó sus ojos—. Pregúntale a tu cerebro de genio, yo me largo de aquí.
Su padre junto a su espíritu juvenil cupido se fueron y trancaron la puerta de un solo golpe.
Él si que sabe hacer sus jugadas.
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