c u a r e n t e n a | día XXVIII.
Un poco después de terminar sus deberes, la puerta de su cuarto sonó. Tragó saliva, pensando en lo peor (ya saben quién).
—P-Pase.
Giró su rostro y observó desde su lugar al mayor superhéroe de todos, todavía con su uniforme.
Su padre sonrió—. Hola, mi capitán.
— ¡Capitán!
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