ANTES DE LEER:

Esta historia no influirá en la trama, es solo un especial de Navidad para entretener un poco.

Esta historia se centrará en la Navidad de Milo, pero decidme personajes que queráis para próximos especiales.

Da un poco de información sobre el personaje, pero seguramente lo vuelva a explicar en los capítulos normales.

Espero que disfruten de este mini especial. 🤗

Una noche buena más, en el orfanato asomado a la ventana, viendo la nieve caer. Niños haciendo muñecos de nieve encima del gran manto blanco al que llamamos nieve.

Me levanto del filo de la ventana y me pongo mis zapatillas, la izquierda tiene un agujero en el dedo grande y están desgastadas.

Bajo las escaleras y me encuentro con una de las monjas del orfanato. Me mira de arriba abajo y se va sin decir nada. A veces pienso que están como decoración en este sitio.

Me asomo por la puerta principal y veo uno de los camiones del mercado, lo pienso por un momento. El mejor regalo que me podía dar a mi mismo este año es escapar de esta cárcel, paso de estar aquí encerrado mientras los demás juegan en la nieve y se toman chocolates calientes.

Me acerco al camión y lo pienso por última vez. Subo a la parte trasera del camión rezando porque nadie se de cuenta, de todos modos no soy muy querido en el orfanato y no creo que nadie note mi ausencia.

El camión arranca y por el rato que llevamos conduciendo deduzco que estamos en el centro, lo más seguro es que estemos en el mercado, no es como si el camión fuera de ahí.

Bajo del camión corriendo para no ser descubierto, pero como el mundo no está de mi lado el conductor se da cuenta y sale detrás de mi.

Corro todo lo que mis pequeñas piernas me permiten y consigo esconderme en un puesto del mercado. Un hombre que es Tines me mira extrañado, pero al darse cuenta que estoy siendo perseguido guarda silencio.

—¿Qué te trae por aquí pequeño? — me dice el hombre algo confuso e intrigado.— Es más, no eres muy pequeño para estar solo y no vas abrigado, vas a pillar un resfriado. — yo no sé cómo responder a sus preguntas y simplemente le miro, pidiendole a la Creadora que me ayude.

Miro a todas partes mientras pienso en que decirle al hombre, mi mirada se posa en una manzana roja. No sé por qué me llama la atención, pero es verdad que llevo mucho tiempo sin comer una, sin hablar que anoche me castigaron sin cenar por buscar un radiador en la guantera.

El señor, que seguramente a seguido mi mirada, coge la manzana y me la da.

—Cometala— me dice con una gran sonrisa —Venga que si no lo haces tú lo haré yo y me vería muy egoísta.

Me rio de su comentario y acepto la manzana, está tan buena que no puedo evitar grabar este momento en mi cabeza.

— Bueno... — me interrumpe el hombre— ¿ me dirás mínimo tu nombre?

—Soy Milo.— digo sin pensarlo mucho, pues este hombre me transmite seguridad.

—¿ Y qué haces aquí Milo? — me dice mirándome con algo de pena.

— Es que... Me he escapado del orfanato, es que no lo soporto. — al darme cuenta de lo que digo me tapo la boca e intento arreglarlo a mi manera — Porfavor no se lo diga a las monjas, porfavor.

Mis ojos se cristalizan de solo pensar en volver a ese horrible lugar. El hombre se pone a mi altura y me revuelve el pelo.

— Si me hechas una mano con la tienda, te prometo que no diré nada. — me ofrece la mano y yo lo abrazo muy fuerte. No había sentido esta sensación desde que mis padres me abandonaron en aquella cárcel.

Estuve ayudando al señor y me dijo que su nombre era Anthony, su mujer y él vivían a unas cuantas manzanas de aquí. Hablemos de muchas cosas, yo le conté mis aventuras en el orfanato, mientras qué él me contó como era la vida en el mercado.

Todo iba genial, hasta que apareció la monja de esta mañana. Al verme allí llamó de inmediato a los del orfanato para que me llevasen.

No me dejaron despedirme de Anthony. Cuando llegué me encerré en " mi habitación ". Sin querer hable con nadie, no sólo había perdido mi libertad, si no que no vería más a Anthony.

Cuando me desperté, pude ver las caras de los niños de mi alrededor, tristes por no tener un regalo debajo de una caja de cartón que habíamos usado de árbol de navidad.

Una monja me llamó para que fuera hablar con la directora, seguramente para ver qué castigo atroz me pondrán esta vez.

Pero para mí sorpresa al abrir la puerta del despacho de la directora, ví a Anthony y la que debía ser su esposa.

Corrí a abrazarlo, me enseño un certificado de adopción. Y empiezo a llorar de la felicidad y terminan los papeles.

Este año tuve el mejor regalo que me hubiera imaginado. Una familia que me quiere y me cuidan. Por fin pude experimentar el espíritu navideño y disfrutarlo con las personas que quiero.

Ahora tengo una familia espectacular y es el mejor regalo que podía haber pedido.

Gracias por leer este especial, prometo mejorar para el próximo.

FELIZ NAVIDAD 😄🎄🎁❄🎅