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CAPITULO 9

Alaya

Todo el día se pasó entre ir de compras y estar en la peluquería así estar listas para la fiesta de la noche. Los pequeños demonios se quejaron de no poder pasar más tiempo conmigo durante la mañana, que, como compensación, mañana tengo todo un día de juegos programados, "esos dos son incansables cuando se lo proponen".

La vista que me recibe en el espejo es una que me encanta ya que es todo lo que había imaginado cuando elegí el vestido, "le sacaré canas verdes a mi padre y hermano, pero vale la pena". La tela se pega a mi figura como segunda piel, resaltando lo necesario y mostrando lo suficiente para llamar la atención.

—¿No deberías llevar algo más cubierto considerando que afuera hace un frio que congela? — "esa voz". Me giro y encuentro al mismo Omer Baruk en mi cuarto.

—Pero, ¿Qué mierda haces aquí? —este sale de las sombras y veo que tiene un esmoquin totalmente negro, junto con su típico moño agarrando su cabello y la barba bien peinada, no puedo decir que la vista sea fea, es una muy sexy, más porque así de negro hace resaltar el verde de sus ojos, "deja de alabar la belleza del hombre, por dios".

Camina hasta estar delante mío y coloca en medio de ambos un cofre mediano negro, yo frunzo el ceño cuando lo veo —te dije que tengo mis trucos para ir donde estes —bufo sonriendo y este abre el cofre, en su interior hay unos aretes de diamantes que bien podrían ir de forma excelente con mi vestido —tenía que escoger una prenda la cual usaras como mi marca esta noche —mi mano toca mi cuello justo en la marca que para mi suerte pude cubrir ahora mejor con maquillaje, "fue un lio tratar de esconderla de Elena y Anoushka todo el día".

Tomo el cofre apreciando los aretes largos, me doy la vuelta y saco uno del estuche y lo coloco en mi oreja viendo como se ve —¿me permites? —mi respiración se entrecorta al ver nuestros reflejos en el espejo. El todo de negro viéndome con esos ojos que siempre creo que quieren tragarme entera, mientras yo voy de rojo y que aún de tacones altos, le llego al principio de los labios. Sin poder hablar asiento y Omer con suma delicadeza coloca ambos aretes en mis orejas, haciendo que la misma acción se vuelva una erótica, "¿Qué mierda tiene este hombre que todo lo que hace mi cuerpo reacciona?".

Güzel —susurra en lo que identifico como turco y veo como sus manos se posicionan en mis caderas —esta noche tendré que vigilar que ningún hombre se añada a la lista —giro para verlo y responderle, pero tocan mi puerta.

—Alaya, ¿estás lista? —"mierda Anoushka".

—Dame un segundo —tomo a Omer de la mano y lo guio hacia el pequeño balcón que tengo, viendo hacia los lados noto que no hay ningún guardia cerca —te vas rápido, sino quieres tener una bala entre las cejas —este se ríe —no le veo lo gracioso.

—Pero lo es —toma mi nuca y me besa de forma ardiente que no puedo evitar gemir —feliz cumpleaños Vahşi —susurra en mis labios —disfruta de tu fiesta, que más tarde serás completamente mía.

—¿Qué quieres decir? —pregunto, pero no me responde y solo se acerca al borde y salta, veo como cae bien al suelo ya cubierto de nieve para después mirar por última vez hacia mí y mostrar esa sonrisa de suficiencia. Mi puerta se abre y me adentro de nuevo.

—¿Qué haces afuera? —pregunta Anoushka con desconcierto.

—Solo quería un poco de aire frio antes de meterme en el circo —ella sonríe y busca agarrar mis manos.

—En medio de toda la preparación, no pude darte tu regalo —nos sienta en la cama y saca una pequeña caja blanca —Alexis y yo decidimos que sería buena idea que lo uses esta noche —entrecierro mis ojos que al abrir la caja comprendo sus palabras.

—Pero Anoushka...este es tu anillo —ella asiente y lo toma para después agarrar mi mano y deslizarlo en mi dedo anular. Tiene un enorme Rubí incrustado en el centro el cual está rodeado de pequeños diamantes, que solo resaltan el rojo de la piedra.

—Es algo que ha pasado por generaciones dentro de mi familia —la miro —y aunque no tuve la suerte de tener hijas mujeres biológicas —coloca una mano en mi mejilla —la vida me dio una que se siente igual como mía —siento mis ojos pinchar y la abrazo por el cuello —feliz cumpleaños маленький лучик света —me aleja y ambas sonreímos feliz con los ojos llorosos —bien, ya basta de drama, los invitados esperan y ya sabes cómo se ponen los dos hombres de esta casa cuando nos tardamos.

Nos levantamos y Anoushka arregla mi cabello —muy bonitos aretes, ¿son nuevos? —con toda la naturalidad del mundo asiento.

—Los compre en uno de mis viajes, ¿te gustan?

—Si, quedan muy bien con el vestido —sonrío fingiendo que no me saltó el nervio cuando pregunto por ellos —¿lista? —tomo una respiración profunda y asiento.

—Empecemos el circo —ella se ríe y ambas salimos del brazo de mi cuarto.

Narrador X

Luces tenues junto a los colores grises y madera de la mansión, la fiesta se desarrolla con una tranquilidad, pero con ese toque frio que caracteriza a cada miembro de la Bratva. Ciertos empresarios aprovechan la invitación a esta celebración para poder entablar relaciones con los Petrova, quienes son conocidos como unos generosos inversionistas y que, si cumplen con sus exigencias, se llegan a convertir en un aliado muy poderosos.

Licores fuertes son repartidos entre todos mientras las charlas sobre inversiones, poder y mujeres rondan por todo el lugar.

Las mujeres por otro lado, brindan sonrisas falsas, halagos teñidos de envidia y miradas suspicaces cuando se dan la espalda. Las conversaciones se ven interrumpidas cuando la primera en bajar las escaleras es Elena. Cada hombre en la habitación se queda perplejo ante la belleza morena que baja con una elegancia a la altura de la realeza. Un hombre de gran altura y de igual forma elegante la espera al final de las escaleras ofreciendo su mano para ayudarla en los últimos escalones.

Al estar juntos muchas mujeres comienzan a envidiar a Elena, mientras que los hombres comienzan a dar rienda suelta a sus morbosas imaginaciones con Elena como personaje principal.

La música se detiene y una voz clara anuncia — atención a todos, que nuestra Zarina ha llegado —Alaya aparece arriba con el vestido rojo que resalta en el ambiente, como una flama en medio de la oscuridad.

Sin prisas, con el cabello delicadamente suelto ondeado y con una sonrisa delicada baja escalón tras escalón viendo que al final de estas la espera nadie más que el pakhan de la Bratva — ¿quieres causar toda una masacre Солнышко? —le susurra Alexis al ver en detalle el vestido de Alaya.

Un vestido rojo de mangas largas y hombreras, con un escote muy inusual que inicia en la parte del pecho adornado por algunas piedras y que se prolonga en menor medida hasta el área del muslo donde tiene una abertura que deja libre su muslo derecho y que de igual forma le rodea una línea de piedras redondas y ovaladas a modo de cintillo. Ella se encoje de hombros restándole importancia.

—No veo el problema, estoy cubriendo lo justo —Alexis toma una respiración profunda antes de acercarse hacia su mujer e hijos.

—Tía estás muy bonita —dice Izaac a lo que Dominik asiente.

—Gracias e igual ustedes están elegantes —los adula —hasta ya se parecen a su padre —ambos niños sonríen feliz con el comentario.

Alexis se coloca firme y aun con la mano agarrada a la de Alaya espeta —todos saluden a mi sangre —la mira —Alaya Petrova, mi hermana y segunda al mando en el imperio Petrova —cada miembro en la fiesta levanta su copa en alto en honor a la agasajada.

Iván se acerca hacia su hija viendo su atuendo que, si bien puede no estar de acuerdo con la exhibición de tanta piel, sabe que esa batalla es una perdida con ella. Así que solo toma su mano y la engancha en su brazo, Alaya sonríe y sabe bien que la acción es solo una táctica para que ningún idiota la pretenda o se acerque, al menos por unos momentos.

—¿Serás así de celoso cuando consiga un hombre? —la mandíbula de Iván se endurece y Alaya puede ver el pequeño tic que tiene uno de sus ojos.

—Aún no estas en edad para pensar en esas cosas —responde.

—Pues según el papel, hoy cumplo 26 años —unos miembros se acercan, pero antes de que lleguen Iván dice.

—No todo lo escrito en tinta es cierto —la mira de reojo —y lo sabes.

Alaya

La noche transcurre como se había planeado, todos los miembros de la Bratva hicieron acto de presencia, "aun con los años siguen teniendo esa mirada de desprecio camuflado hacia mi existencia".

Al momento de bajar pude ver como Elena se acercó a un trio de señoras que después de que se alejara ni todo el color que pusieron en su maquillaje pudo ocultar el horror de sus rostros, "algo habrán dicho para que Elena interviniera", no evito sonreír con solo imaginar que les habrá soltado para que terminen con esa expresión.

Socios y empresarios se dirigen a mi para hablarme de negocios, a los cuales respondo con asertividad, dándole ordenes o sugiriendo algunas decisiones que podría beneficiarlos. Algunas mujeres de igual forma se acercan hablando de trivialidades que si bien me podrán importar poco, tengo que fingir a modo de no causar el enfado de alguno de sus hombres y echarme más trabajo del que ya tengo.

—Más que una fiesta de cumpleaños, parece una feria de adquisición de alianzas —dice Elena cuando me encuentra sola y con un vaso de whisky.

—Son cosas típicas de aquí no soltar el negocio ni cuando están follando —ella se ríe y ve hacia la multitud —¿Cómo llevas los síntomas? ¿alguna molestia?

—Por el momento ninguna —toca su vientre —al parecer esta noche ha decidido comportarse —sonrío al verla de esta forma.

Elena al igual que yo, fue forzada a este mundo de sangre, ambas tuvimos un inicio para nada agradable y ambas supimos lo que era sudar la gota gorda para abrirte paso en medio de testosterona y machismo, "y eso que aun sigo batallando con el machismo".

—¿Me contaras quien fue el osado que te dejo una marca en el cuello? —me atraganto un poco que la tos hace arder mi garganta. Al verla tiene una expresión gatuna de picardía —¿y bien?

—No sé de qué hablas.

—¿Ah no? —se acerca a mi oído —entonces lo que vi ayer y hoy, no era un chupetón bien marcado en tu piel —su uña acaricia la zona dándome piel de gallina —justo aquí —me aparto y miro hacia otro lado, ella se ríe de forma baja para no llamar la atención de los demás —eres muy obvia cuando te sonrojas Alaya.

—No estoy sonrojada.

—Aja, ya le estás haciendo competencia a tu vestido —la golpeo en el brazo y ella sigue riendo —ya dime, ¿Quién es? Porque tuvo mucha osadía para dejarte a ti una marca —Elena no es Anoushka, no le podré dar larga como hice el otro día y sé que si no le cuento meterá sus narices de todos modos.

—Omer Baruk —susurro tan bajo que pienso que no me ha escuchado, pero al ver como su rostro pasa de la gracia al asombro en un nanosegundo sé que escuchó el nombre fuerte y claro.

—¿Estas de joda? —niego —Alaya —me reprende.

—Tu querías saber quién fue, bueno ahí lo tienes —tomo un sorbo de mi trago.

—¿Cómo mierda acabaste follando con el turco? —tomo una respiración profunda antes de soltarle toda la historia hasta llegar a la noche del club. Elena me oye con suma atención y aunque evito detalles sobre como folla el desgraciado, mantiene su expresión de sorpresa —eso sí que es digno de novela.

—Ni que lo digas —suelto.

—¿Y cómo te sientes? —pregunta.

—A este punto —digo tomando lo último de mi trago —dividida —la miro —si bien mi lado travieso está encantado con jugar con fuego, también está el otro por saber que fue exactamente lo que pasó para que surgiera esa enemistad.

—Entiendo —dice y por segundos ambas nos quedamos calladas hasta que ella me da un pique en la frente.

—¿Por qué mierda fue eso? —me quejo.

—Para que te enfoques y no te arriesgues innecesariamente —ella sonríe —aunque con todo lo que me has contado, no me sorprendería que pasara a más allá.

—¿Qué quieres decir? —ella se queda muda meneando las cejas cuando caigo a lo que quiere decir —estás loca.

—Todo puede pasar en esta vida Alaya, mírame —dice —yo decía que jamás tendría una pareja ya que significaba echarme una nueva debilidad y mírame —señala —en pocos meses me convertiré en madre.

—No compares tu relación con Federico con lo que ha pasado con ese —digo —hay mucha diferencia entre tu situación y la mía.

—Cierto, yo no me folle a Federico antes de conocerlo —la vuelvo a golpear y ella se ríe sobándose el brazo.

—Imbécil.

—Así me quieres —bufo.

—Ya quisieras —agarro otro whisky de la bandeja dejando el otro vaso vacío. Siento un vibrar en mi pierna y tomo mi teléfono viendo que es un mensaje;

"Si deseas disfrutar de verdad tu cumpleaños, sal y encuéntrame aquí"

Veo una dirección adjunta y el picor de la travesura despierta —muy tentadora invitación —oculto el teléfono y Elena sonríe —si vas a ir, será mejor que lo hagas ahora que todos están distraídos —la duda entra, pero Elena toma mis manos —por una vez, no pienses en nadie, ni interpretes un papel, solo se tú y disfruta —una sonrisa cruza mis labios y la abrazo.

—Llámame si ocurre algo o sospechan —me separo.

—Si jefa —se burla —ya vete —con una última sonrisa doy media vuelta y busco la salida de la cocina, "espero que cumplas mis expectativas Omer".

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