CAPITULO 4
Omer
La reunión con mi padre fue igual de tensa mientras me daba sus órdenes para implementar en Alemania. Al estar otro miembro de la organización mantuve la compostura, "si bien lo detesto, no significa que vaya mostrando ese odio a cualquiera". Es importante mantener apariencias en este mundo mucho más si estas en línea de mando.
Mi habitación sigue tal cual la había dejado cuando me fui. Recuerdo no estar muy entusiasmado por partir ya que no deseaba dejar a mi hermano pequeño en manos de mi padre, pero era necesario si realmente quiero lograr cambios en la maffiya y en nuestras vidas. Mi teléfono suena y veo que es de Alemania —¿ya me extrañas querido Joseph?
—Solo un imbécil llegaría a extrañarte, garrapata —rio por su contestación —solo hablaba para saber si seguías vivo o ya tu padre al fin decidió cortarte la cabeza.
—Para tu suerte mi cabeza sigue intacta y gracias por la preocupación —este bufa —y bien, ¿para que la llamada? ¿paso algo?
—No, todo está bien —dice —quería saber cómo había ido la reunión. ¿Resultó como deseabas? —esbozo una sonrisa al recordar a cierta rubia y el sabor de sus labios.
—Tuve un mejor resultado del que esperaba —mi ensoñación se corta cuando me entra otra llamada y el código es lo que me hace colgar sin despedirme de Joseph —¿no esperaba que me llamaras tan rápido?
—Yo tampoco, pero tengo una situación en la que necesito tu ayuda —la voz de Elena se escucha tensa y con demasiada rabia.
—¿En qué puedo ayudarte? —pregunto.
—Necesito que me abras camino en Viena—frunzo mi ceño —quisiera usar mis propios recursos, pero no deseo alertar a mi enemigo.
—¿Qué hay en Austria que es tan importante como para querer pasar desapercibida? —ella duda unos segundos en responder, pero lo hace.
—Secuestraron a mi abuela y es uno de los miembros de mi organización —"vaya, así que hay un traidor entre sus filas".
—¿Se puede saber el nombre del pobre imbécil? —escucho una especie de risa del otro lado.
—Maximiliano Gales —sin poder evitarlo una sonrisa cruza mi rostro.
—Estas de suerte Ninfa —veo hacia la puerta esperando unos segundos antes de seguir hablando —este favor te saldrá barato.
—¿Define tu barato, Baruk?
—Entrégame a ese imbécil vivo y con gusto te ayudo a entrar a Viena.
—Trato —"fue rápida en acceder" —¿Dónde quieres que te lo entregue?
—Iré personalmente a recogerlo —digo.
—Estás loco, ¿no? —pregunta incrédula —si pisas suelo italiano ten por seguro que mi padre no dudará en dispararte.
—Si pasa esa situación, intervienes y lo evitas —sugiero —sencillo —la línea se queda en silencio ya que ella está analizando su situación —si lo piensas, el precio es bajo en comparación con lo que vale la vida de un familiar tuyo —ella suspira y sé que ya he ganado.
—Bien, pero no mostraras tu rostro y máximo pueden venir 2 personas contigo, ni una más Baruk.
—Dos son más que suficientes —respondo complacido —en unos momentos te daré el aviso para que puedas aterrizar en Australia, sin registros ni huellas.
—Gracias —cuelga y me quedo viendo el teléfono.
—Tengo el presentimiento que esto es el inicio de algo mucho más grande —susurro para mí mismo.
Alaya
El sudor me empapa la frente, pero no me detengo y sigo esquivando y lanzando los cuchillos a cada blanco que aparece o está colgado. Mi cuerpo reacciona a cualquier mínimo sonido que produce el bosque, pero mi mente me lanza recuerdos de esa noche, cada toque, gemido, beso, orgasmo, para después repetir el beso en Santorini.
Lanzo el ultimo cuchillo con demasiada fuerza al blanco colgado que la madera se parte y yo quedo agitada viendo el desastre a mi alrededor —sí que esos dos te hicieron enojar —volteo encontrándome con una castaña que me sonríe ampliamente y yo le correspondo igual.
Anoushka Petrova, la esposa de mi hermano y la única figura femenina que he tenido en mi vida antes de que conociera a Elena.
Ella ha tratado en cierta medida ser como una madre para mí, aunque también la considero una gran amiga, con la que he podido muchas veces desahogarme, "esta vida te llega a abrumar en medidas extremas que de una u otra forma necesitas descargar". Nunca fue una mujer que me hiciera menos ni siquiera cuando nacieron mis sobrinos, más bien me incluía en todo y yo la cuidaba hasta del viento que le soplaba, "si, ese tiempo me volví un poco paranoica con todo lo que había leído que podía salir mal".
Anoushka se acerca y coloca un abrigo sobre mis hombros —está bien que seamos rusas, pero eso no nos hace inmune a que los resfriados —me rio y con su brazo sobre mi hombro caminamos hasta un tronco donde tengo mi agua y toallas —¿es verdad? ¿te reuniste con un turco? —tomo un sorbo de agua antes de asentir.
—Me reuní con el hijo mayor del líder de la maffiya para ser exacta —Anoushka abre sus ojos de sorpresa ya que, si bien ella no está interiorizada en el negocio criminal, sabe bien los nombres de otras cabezas criminales por estar casada con uno.
—Con razón Alexis estaba como león enjaulado —dice —¿y cómo era? —frunzo el ceño.
—¿Cómo era qué? —ella blanquea los ojos.
—El turco —replica —¿Alto, bajo, con panza, feo, guapo? —no evito soltar una risa por sus preguntas.
—Solo a ti se te ocurriría preguntar por la apariencia del hijo de un criminal —ella se encoje de hombros.
—Los negocios de mafias no me interesan, por eso pregunto lo que para mí es importante —levanto una ceja incrédula.
—¿La apariencia del hijo del hombre que más odia mi padre y tu esposo es importante?
—Oye —refuta— yo no fui la que fue a una reunión sabiendo la enemistad de ambas familias —niego mientras me siento a su lado. Veo el bosque el cual ya está cubriéndose de blanco y de nuevo esos ojos verdes invaden mi mente haciendo un nudo mi estomago —¿Qué no estas contando Alaya? —la miro y el decirle lo que pasó esta en la punta de mi lengua, pero niego y solo desvío el tema.
—Solo me pregunto, ¿que habrá sido eso que enemistó a mi padre con Emir Baruk? — digo —debió ser algo muy grave para que perdure tantos años —por unos momentos ambas nos quedamos en silencio disfrutando el viento y la tranquilidad a nuestro alrededor. Mi mente divaga hasta que Anoushka me acaricia la cabeza de forma maternal. Es algo que empezó a hacer cuando ya tuvimos mayor confianza.
—¿Seguirás manteniéndolo rubio? —pregunta mientras estruja un mechón con sus dedos.
—Si —respondo —me gusta cómo queda —ella hace un ruido a modo de estar de acuerdo conmigo —además así sigo marcando la diferencia como la intrusa de la familia —ella se detiene y su semblante se vuelve serio.
—Tú no eres una intrusa Alaya —toma mi barbilla —por tus venas corre sangre de dos personas muy importantes aquí —su mano acaricia mi piel subiendo hasta colocar una parte de mi cabello detrás de mi oreja —no importa como sucedió, tu nacimiento y llegada a este mundo siempre será un regalo hermoso —tomo su mano y la beso sonriéndole —sabes que te quiero como una hija, ¿no? —blanqueo los ojos a lo que asiento.
—Lo sé, aunque seas muy joven para considerarte mi madre —bromeo y ella sonríe volviendo su alegría.
—Bien, vamos —se levanta extendiéndome la mano —ya estuviste suficiente tiempo destruyendo maderas con cuchillos —tomo su mano levantándome igual —has llegado de un viaje y necesitas descansar. Si no duermes bien te aparecerán arrugas a temprana edad —me regaña con sus típicos consejos de belleza.
—Si, si, como digas —la molesto mientras nos dirigimos hacia la casa.
La noche cae y después de ducharme y haber comido ligero mi cuerpo se apagó cuando toqué la almohada. Al despertar ya la luna está en lo más alto brillando en todo su esplendor, mi teléfono vibra y voy a cogerlo viendo que es un mensaje.
El número es uno que no reconozco, pero con el código presumo de quien podría ser.
Espero que hayas llegado bien a Rusia Vahşi, estaré recordando esa noche hasta que vuelva a suceder.
O.B.
Creo que mis ojos releen unas cinco veces el mensaje. Lo correcto sería mandarlo al mismo diablo, cortar lazos y decirle a Elena que no trabajemos con él, pero mis dedos no se mueven, los recuerdos habían dejado de invadir mi mente cuando caí dormida, pero han vuelto y esa parte de mí que es traviesa desea jugar con lo prohibido, descubrir que fue lo que pasó para que exista esa enemistad y de paso, disfrutar de nuevo ese éxtasis que tuve esa noche —serás un juguete muy divertido, Omer Baruk.
Anoushka en la imagen de arriba.
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