CAPITULO 3
Alaya
Apenas pude pegar un maldito ojo en todo el vuelo, "¿Cómo mierda se atrevió a besarme el muy imbécil?".
Si, admito que cuando supe del atrevimiento de su gente al robarnos un cargamento quise encargarme personalmente, "quería irritarlos por creer que podían tomar algo nuestro sin consecuencias".
A lo que había averiguado, Deniz Baruk era el que había dado la orden ya que un miembro de la famiglia les debía dinero y este negaba que hubiera pedido prestado algo de ellos, "esa parte ya se la dejé a Elena, su gente, sus cuentas". No tenía idea de que atraería la atención del mayor, el cual se supone está encargado de Alemania, "bendita suerte la mía".
Al salir del avión la presencia de mi padre esperándome solo supone una cosa, "el viejo lo sabe". Sin quitarle la mirada bajo hasta estar en su delante.
—¿Estuvo bien el viaje, hija? —pregunta con un deje de sarcasmo.
—Bien, aunque cansador —respondo a lo que me abre la puerta y subo. Sino conociera bien a mi padre, realmente me tragaría que su gesto es por cariño, pero no es así. Cuando se coloca al lado mío puedo sentir la tensión de su cuerpo y sus ganas de gritarme. Suspiro a la vez que apoyo mi cabeza en el asiento cerrando los ojos, "tengo que aprovechar estos últimos minutos de paz antes de la tormenta".
Siento un ligero movimiento en mi hombro y abro los ojos dándome cuenta que ya llegamos a la mansión, "mierda, el no dormir en el vuelvo está pasando factura". Mi padre sale y yo lo sigo dejando a los sirvientes sacando mis cosas —al estudio, ahora —me ordena y yo lo sigo.
—¡Tía! —las voces de mis sobrinos me detienen cuando vienen corriendo hacia mí, sudorosos y despeinados.
—Pero ¿cómo están pequeños demonios revoltosos? —los recibo a ambos en mis brazos. Al verlos sonrientes es como si recargaran mis energías.
—El abuelo nos dio un nuevo reto —comenta Izaac contento mientras que Dominik asiente efusivo.
—¿A si? ¿Y qué tal?
—Es complicado, peo divetido —sonrío por la pronunciación de Dominik, "aunque habla mejor que otros niños de su edad, aun se le complica algunas palabras".
—Bien, demonios vayan a ducharse mientras yo hablo con su tía —ambos hacen pucheros, pero obedecen. Cuando ya no están a la vista es que ambos seguimos nuestro camino hacia el estudio.
Al abrir veo a mi hermano al teléfono, hablando o más bien descargando enojo con la pobre alma al otro lado de la línea. Como sé lo que esto será voy hacia la licorera para servirme un poco de whisky.
—¿Algún problema? —pregunta mi padre.
—Solo un imbécil que no sabe cómo manejar un simple envío —bota el teléfono y me ve, si ya de por si estaba tenso ahora es peor —empieza a explicar Alaya, ¿Cómo por qué mierda fuiste a reunirte con ese turco? —veo entre los dos hombres de mi familia, hombres de los que he aprendido casi todo lo que hay que saber en este mundo, "digo casi, ya que la parte de seducción y como dominar a alguien en la cama la tuve que aprender sola".
—Era un cliente —explico —solicitó una de las armas que creamos con Elena para uso personal, claro que con un bonus que era el tener una reunión con las dos —Alexis golpea su escritorio con la palma cerrando los ojos.
—¿Y por qué mierda ambas aceptaron?
—¿Por qué no tendríamos que hacerlo?
—Sabes bien porque —interviene mi padre.
—La verdad que no —contradigo —lo único que sé, es que italianos y rusos no pueden ni olerse con los turcos desde hace años —tomo un sorbo —pero la razón no la conozco —miro hacia ambos —¿quieren iluminarme? —ambos se quedan callados a lo que bufo dejándome caer en uno de los sillones.
—¿Qué es lo que hablaron? —pregunta Alexis.
—Deseaba conocernos y poder entablar una relación con ambas organizaciones —mi padre descruza sus brazos mostrando sorpresa a lo que mi hermano solo niega enderezándose.
—Eso es solo una mierda y lo sabes Alaya —refuta.
—Pues no lo daría por sentado —digo —su objetivo es volver a dar vida a la «Santa Trinidad» —miro hacia mi padre —¿te suena? —si bien tiene una barba bastante abundante puedo ver como su mandíbula esta tensionada.
—Querer traer de vuelta esa unión, es igual a tratar de revivir un muerto —dice hasta que apoya ambas manos en los brazos del sillón en el que estoy —no vuelvas a verlo Alaya —ordena.
—Será una petición difícil de conceder —digo —ya que tanto a Elena como a mi nos interesa trabajar con el —sus ojos se abren e intenta darme una cachetada, pero lo detengo agarrando su muñeca —no te atrevas —gruño— no soy una niña a la que puedas golpear ni controlar —me levanto haciendo que retroceda —no soy una ingenua ni estúpida para creer todo lo que ese turco dice y propone, pero no descarto su idea ni apoyo —ambos me miran serios —esa es mi postura y también la de Elena —no espero una respuesta ni acción que salgo dando un portazo.
Respiro tres veces antes de dirigirme hacia mi habitación y recién poder estar relajada. Camino hacia mi cama y abro el cajón que está al lado de mi cama, con un simple empujón la base se levanta y saco la fotografía que me ha ayudado en estos años —¿Cómo era que los soportabas? Eh, madre.
Omer
Aun cuando bajo del avión puedo sentir el golpe que me dio Alaya en las bolas, "esa mujer sabe bien como dejarte dolorido y no de una buena manera".
El personal del aeropuerto estaciona mi auto a lo que agradezco y subo a él para dirigirme hacia mi casa, "no he pisado suelo turco hace como 4 años". Como mi padre quería darle más responsabilidades a mi hermano, me puso en Alemania para que él se encargue de los hombres y protocolo de seguridad de la mansión.
El olor a café es algo que siempre extraño cada vez que salgo de mi país, aparte de los colores que muestra la ciudad. Los hombres desde lejos reconocen mi auto así que abren la reja negra dándome paso libre y llego a la puerta dobles de madera. La mansión tiene dos pisos y si bien ya tiene sus años, aun se aprecia su arquitectura.
—¿Omer? —miro hacia un lado y la mujer de cabello azabache me sonríe antes de correr y lanzarse a mis brazos —¿Por qué no avisaste que estabas en Estambul? —pregunta cuando me suelta.
—No sería sorpresa si les avisara Amelia —ella blanquea los ojos y veo detrás de ella —tiempo sin verte Celdric —este hace una reverencia.
—Gusto en volver a verlo, jefe.
—Deja de ser tan formal —le reclamo —crecimos juntos; tú, Amelia y Deniz son mis pequeños hermanos —lo tomo del cuello a la vez que froto mis nudillos en su cabeza, este se ríe dando todo un ambiente alegre.
Al verlos a ambos noto que están con su ropa de entrenamiento —¿practicando para no oxidarse?
—Algo así —dice Amelia. Su mirada se posa detrás de mí y sus ojos se iluminan. Al voltear apenas tengo tiempo para retroceder cuando una patada pasa por mi rostro. Al ya pararme bien veo al último del trio.
—Veo que estar en Alemania no te ha afectado, hermano —sonrío y el igual. Deniz viene a abrazarme con alegría mientras los dos nos damos palmadas en la espalda. Cabello castaño oscuro y el mismo color esmeralda que el mío en los ojos, "rasgo que tiene nuestra familia y que siempre heredan todos". Ambos tenemos la misma altura y contextura muscular, a pesar de llevarnos 5 años fuimos muy unidos de niños y ahora de adultos igual.
Su mirada va hacia Amelia y de igual forma se suaviza —veo que estas descargando tu estrés —miro hacia Amelia y ella solo se encoge de hombros.
—¿La escuela de medicina es muy pesada? —pregunto con algo de preocupación.
—No, solo que Deniz es un exagerado con las rondas que estoy empezando a hacer —ella se acerca despeinándolo cosa que sabe que le molesta, aunque el igual se lo permite —necesito de la practica si quiero ser doctora.
—Si te siguen explotando con esas rondas, dudo que llegues a tu graduación —mi hermano toma su mano dejando un beso en su dorso, las mejillas de Amelia se sonrojan, pero solo duran unos segundos antes de sacarla rápidamente y alejarse.
—¿Qué haces aquí Omer? —la voz gruesa de mi padre rompe el momento familiar instalando una manta fría. Deniz se endereza mientras que Celdric y Amelia bajan la cabeza bajo su presencia, "como odio que aun mantenga reglas tan arcaicas".
Emir Baruk es un hombre de apariencia dura e impecable. Con ya las canas adornando su cabellera que solo le aportan elegancia y mas con su costumbre de siempre vestir bien y acorde a su «estatus».
—¿Acaso ya no puedo volver a mi casa? —pregunto sin molestarme en saludarlo como debería hacer. Este frunce su ceño cuando se detiene en mi delante.
—Siempre siendo irrespetuoso con tus mayores.
—El respeto se gana y tu no haz hecho mucho para ganarte el mío —el ambiente puede cortarse con un cuchillo por lo tenso que se volvió todo.
Antes era unido a mi padre, lo tomaba como un ejemplo para seguir ya que para ese entonces solo había visto una parte de él, pero a medida que crecí fue mostrándome su otra cara, esa que todos temen y a la vez fueron obligados a respetar. No comparto muchas de sus ideas de manejar a la organización ni de como controla la vida de todos dentro de ella, "es por eso que necesito asociarme a las otras organizaciones, tengo que obtener más poder que él".
—Buen trabajo en manejar Alemania —halaga solo porque Celdric y Amelia están presentes —ven a mi oficina, hay cosas que necesito que impongas allá.
—Recuerdo bien que me dejaste a cargo de ese lado —digo cortándole el camino de regreso —no me molestan las sugerencias, pero sí el que creas que puedes imponer tu voluntad en un territorio que está bajo mi mando —de forma rápida su mano está en mi garganta apretando mas no lo suficiente como para dejarme sin aire.
—¡Papá! —Deniz intenta intervenir, pero yo lo detengo. La furia esta escrita en su rostro por mi atrevimiento a contradecirle.
—Yo soy el líder, el jefe y dueño de cada uno de ustedes —declara provocando que mi sangre hierva en ira —que no se te olvide que, así como ostentas poder puedo quitártelo —me empuja —tienes 5 minutos para acabar con tu bienvenida —mira hacia los demás antes de volver a encaminarse hacia dentro.
—Que ganas las tuyas de ir en su contra —me regaña Amelia, pero yo solo le sonrío acariciando su cabeza, miro a mi hermano y sigo a mi progenitor, "muy pronto seré yo quien se convierta en tu dueño, Emir Baruk".
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