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CAPITULO 26

Deniz

"Toda la casa está en vuelta en caos". Alaya no me había hablado desde esa llamada que tuvimos muy temprano en la mañana, el único que después se comunicó conmigo fue Joseph pidiéndome que estuviera listo para cuando hicieran un movimiento. No esperaba que arrasaran la entrada de la casa con una movilidad de guerra y varios hombres salieran con los rostros cubiertos empezando una matanza descomunal.

Al ver como Alaya salía de forma rápida seguida de otro hombre hacia el sótano, supe que esto era obra suya, "tengo que resguardar a mi madre del fuego cruzado". Desde que Omer fue arrastrado por mi padre, ella no ha pronunciado palabra alguna, lo único que me suplicó cuando reclamé es que callara, no queriendo empeorar más la situación, lo hice.

Al llegar al piso de su habitación encuentro a los guardias muertos y me apresuro en llegar hasta su cuarto. La imagen que me encuentro es una que me hiela la sangre, Alaya y Amelia manchadas de sangre, paradas a los lados de la cama de mi madre quien tiene todo el abdomen quemado y las extremidades atadas tal sacrificio, "mi madre...ella no...no está...", me muevo rápido hasta donde Alaya y la encuello estrellándola hacia la pared. No se inmuta ni me detiene —¿Qué fue lo que hiciste? —gruño.

—Devolverle lo que ella le hizo a tu hermano —mi agarre se tambalea y busco a Amelia. Su mirada y el asentimiento que me da, confirma mis sospechas. Despacio la suelto y retrocedo con el cuerpo pesado —puedes odiarme si lo deseas —dice Alaya —pero no iba a dejarla con vida después de que por su culpa Omer tiene la espalda vuelta mierda y mis sobrinos casi fueron secuestrados.

—¿Hasta en eso estuvo involucrada? —pregunto sorprendido y decepcionado a la vez.

—Nos escuchó esa noche que Omer y Alaya nos dijeron la verdad sobre mi tía —explica Amelia —junto con una conversación que Omer tuvo con Elena Bernardi esa mañana—miro el cuerpo destrozado de mi madre y su expresión de horror con la que murió —ella se lo comunicó a Emir y planeó la trampa que nos tendieron al intentar detener que le hicieran algo a los niños —me acerco a la cama y con pesar le cierro los ojos, "tu fidelidad al hombre equivocado te llevó a esto".

Mi madre como la mayoría de las mujeres dentro de esta organización, fue adiestrada para que sea una «esposa adecuada». Ser obediente, atenta, no ir en contra de ninguna decisión de su marido y jamás cuestionarle nada. Su matrimonio como el de todos fue concertado, pero se sabía que mi madre amaba a mi padre, aunque el sentimiento no fuera mutuo. Siempre fue cariñosa y atenta, nos curó y nos adulaba cuando estábamos castigados en nuestra infancia.

Sabía que ella no estaba feliz con nuestras acciones al irnos revelando contra mi padre, ya que eso significaba que él le reclamara por no habernos educado como se supone que debería, que era una negligencia por su parte al no hacernos obedientes a su palabra, "ni volviendo a nacer lo hubiera obedecido". Suelto una respiración pesada tratando de pasar el maldito trago amargo que significa ver a tu madre muerta. Unas manos me envuelven la cintura y sé que es Amelia, reconocería su tacto donde sea —lo siento mucho —me doy la vuelta y tomo su rostro apoyando mi frente con la de ella con los ojos cerrados.

—Duele, pero sé que jamás me mentirías Ángel —al abrir los ojos noto como esa preocupación que había en ellos se disuelve —siempre te creeré —ella me besa y lo siento como un bálsamo a la herida sangrante que tengo en mi pecho. El sonido de un teléfono nos vuelve a la realidad y Alaya contesta.

—¿Qué mierda dijiste? —frunzo el ceño y noto como todo su cuerpo y expresión se vuelven de piedra. Al colgar su puño se estrella con la pared y respira con dificultad.

—¿Qué sucede? —peina su cabello hacia atrás a la vez que toma una respiración profunda.

—La mansión Bernardi se derrumbó —traga —pero Elena ni Federico salieron de ella —me mira —necesito que te encargues de aquí. Joseph está trasladando a Omer hacia Rusia, cuando el este recuperado, volverá —asiento.

—Cuidaré el puesto de mi hermano hasta su regreso —ella sonríe, pero de su bolsillo saca una memoria y me la entrega.

—A veces las palabras no son suficientes, esto será tu respaldo —ve hacia Amelia —no vuelvas a ocultar las garras, ¿entendido?

—Si —responde y no duda en abrazarla por el cuello —espero que la señora Elena se encuentre bien —Alaya corresponde el abrazo un poco y la aleja. Con una última mirada a ambos, corre hacia la salida —siento que una tormenta se avecina —la acerco hacia mí, besando su coronilla.

—Tendremos que estar preparados para recibirla entonces.

Alaya

Salgo apresurada de la mansión Baruk, junto con todos los hombres que Joseph y yo reclutamos para atacar la mansión. En el camino veo a un Emir golpeado y herido y no evito sonreír de lado al verlo de ese modo, "la edad también juega en contra, imbécil". Al estar en el aeropuerto varios autos también se detienen, mas solo de uno se abre la puerta y un hombre alto con el cabello canoso corto y la mirada tan gris como el invierno crudo de mi hogar sale acercándose.

—Debo decir que este ha sido uno de los trabajos más movidos que han tenido mis hombres —bufo y le entrego el pequeño maletín.

—Y también uno de los que más han disfrutado, ¿no es así? —el hombre abre y expone ante el cielo el pequeño diamante, sonriendo al ver su autenticidad.

—Sin lugar a dudas —vuelve a cerrar el maletín —fue un placer hacer negocios con usted, Zarina —hace una reverencia y se encamina hacia su vehículo —ah, me olvidaba —me mira sobre su hombro —tómelo como un regalo al darnos un trabajo divertido —lanza algo pequeño que al agarrarlo veo que es una especie de memoria —estoy seguro que le servirá para vengar a su amiga —lo miro mientras entra en su vehículo y el aeropuerto comienza a despejarse. Lo guardo en mi bolsillo y me adentro en mi avión para volver a Rusia.

Como la mansión está bajo extrema seguridad, le di a Joseph la dirección de un departamento que tengo en Moscú para cuando deseo mi diversión más privada. Al llegar encuentro al doctor de mi familia guardando sus cosas —mi Zarina —agacha la cabeza.

—¿Cómo está? —cierro y cuelgo mi saco en el perchero.

—Las heridas son profundas, tiene suerte de que no se les infectarán, pero dejara cicatrices que solo podrán ser borradas con cirugía.

—¿Cuánto tardará su recuperación?

—Para que se cierren por completo al menos serán unos dos meses —dice —dejé una medicación para el dolor, junto con unos antibióticos por cualquier infección que pudiera presentar, las indicaciones de sus curaciones y cada cuanto deben ser las deje escritas, el papel lo tiene el señor que me recibió.

—Bien, gracias por su atención doctor.

—Un placer mi Zarina —el hombre ya en sus años sale y me dirijo hacia el cuarto. Joseph se encuentra parado a su lado y yo me coloco en el otro. Omer esta acostado de pecho con el cabello agarrado en un moño mal hecho, las vendas le cubren desde los hombros hasta el final de su espalda, "no dejó centímetro sin marcar", de solo recordar su espalda la sangre me hierve.

—No dejaba de preguntar por ti —me dice mientras que acaricio despacio su mejilla con mis nudillos a la vez que me arrodillo para ver bien su rostro, "lo importante es que está vivo Alaya, concéntrate en eso".

—Le dije a Deniz que tendrá que encargarse de Turquía hasta que él pueda volver —lo veo —y tú de Alemania —asiente —desde hoy hasta que tu jefe regrese, eres dueño de todo el bajo mundo de Alemania, Joseph Kaiser —me levanto —traiciónalo y te hare conocer el mismo infierno —él sonríe a lo que coloca las manos en los bolsillos.

—Ya entiendo porque se obsesionó tanto contigo —dice —eres igual a él o peor —esta vez soy yo la que sonríe y vuelve a verlo, me agacho dejando un beso largo en su cabeza agradeciendo internamente aun tenerlo conmigo, "pero aún hay riesgo de perder a alguien". Al enderezarme la puerta vuelve a abrirse y el numerale de Elena, "sino mal recuerdo su nombre es Marco", entra con la mirada ensombrecida.

—Tengo que volver.

—No —ordeno a lo que aprieta sus manos en puños a sus costados.

—Mi signora esta desaparecida, me necesita.

—Elena te dio un trabajo, no lo olvides.

—Usted puede hacerse cargo —apunta hacia Omer —él ya está a salvo y la bebé está muy bien cuidada por su padre.

—Eres su guardián —me acerco —así tenga un ejército con ella, Elena te encargó la vida de su hija —al estar solo a milímetros de distancia me detengo —lo que significa que la cuidaras por encima de quien sea. Hoy fue una excepción egoísta que te hice cumplir, pero no se volverá a repetir.

—Pero...

—Yo misma enviaré ayuda en cuanto pise la mansión —puedo escuchar como sus dientes rechinan —al igual que tú, quiero quemar todo hasta encontrarla, pero actuar a lo imprudente solo causará más muertes y expondrá lo que tanto Elena se ocupó en ocultar —presiono su pecho con un dedo— así que te calmas y me esperas afuera para ir a la mansión y así poder enviar un grupo de búsqueda —da media vuelta saliendo de la habitación. Suelto un suspiro y veo hacia Joseph —cuídalo, ya regreso —salgo, encaminándome hacia una nueva catástrofe, "Alexis, desde arriba, impide que la haya perdido, por favor".

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