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CAPITULO 23

Alaya

De forma rápida estaciono mi auto en las entradas del aeropuerto, las quejas no se hacen esperar y con mi padre nos movemos de forma rápida intentando no llamar la atención.

—¿Dónde están? —susurra impaciente mi padre, pero la multitud me impide poder ver bien, así que me arrodillo a lo que mis perros se colocan a mis costados.

—Búsquenlos —ambos empiezan a oler a la vez que los sigo, voy mirando alrededor en un intento de encontrarlos, "las imágenes lo mostraron por esta zona". Un disturbio llama mi atención y veo como Izaac clava sus deditos en los ojos del hombre que lo sostiene hasta que lo suelta —защищать —Nero y Tora corren hacia ellos y es Tora quien se abalanza hacia el hombre, Izaac me nota, pero no es el único.

El hombre que tiene a Dominik desmayado percata mi presencia y retrocede en pánico empezando a correr —con un carajo que huiras —lo sigo igualando su velocidad, la gente estorba, pero eso no me impide alcanzarlo que lo tacleo desde un lado asegurando que Dominik no salga dañado.

Para retrasarme el hijo de puta empuja a Dominik hacia mí lo que aprovecha para salir corriendo, pero el gruñido de Nero lo detiene. Con mi sobrino en mis brazos y sintiendo su respiración, apoyo el arma en la nuca del hombre —¿en dónde está? —despacio se gira y escupe al suelo.

—Dispara —dice —así me metas acido en las venas, no traicionaré a mi jefe.

—No me des ideas —sonrío de lado y disparo a sus rodillas —te mostraré algo peor que el ácido —siento a Dominik moverse y lo veo empezar a despejarse —¿ya despierto, bebé? —al escuchar mi voz gira su rostro y no pasa mucho para que empiece con el llanto rodeándome el cuello.

—Tenía miedo —su cuerpecito tiembla y veo al desgraciado que lastimo a mis pequeños, "lo voy a destrozar". El jefe del aeropuerto aparece viendo toda la escena.

—Mi Zarina —baja la cabeza.

—Atenles las piernas, impidan que se desangre más, si se muere, ustedes ocuparan su lugar —ordeno a los dos hombres de seguridad que lo acompañan y estos asienten llevándose a la maldita escoria —encuentra en las cámaras al hijo de puta de Viktor Ivanov —me acerco —10 minutos a partir de ahora.

—Si señora —se gira y corre hablando por la radio dando las descripciones físicas de Viktor. Siento la presencia de mi padre atrás y de igual forma tiene a Izaac en sus brazos.

—Mira Dominik —lo llamo —el abuelo e Izaac —este levanta su cabeza y mis dos sobrinos se mueven como gusanos para que los bajemos. Al tocar el piso ambos se abrazan, Nero y Tora los rodean a modo de protegerlos y lamen sus rostros, "casi los pierdo".

—¿En dónde está? —pregunta mi padre al estar a mi lado.

—Lo están buscando por las cámaras —este asiente y ve alrededor —habrá mucho que tapar —sonrío al verlo.

—No será difícil —digo —"intento de secuestro a la familia Petrova es detenido, habiendo salvado a los miembros más jóvenes" —guardo el arma, dando un ejemplo del titular que de seguro aparecerán en las noticas —nadie me dirá nada por haber disparado sabiendo que dos menores estaban en peligro.

—Por eso no lo mataste —encojo mi hombro y me agacho recibiendo a Izaac en mis brazos.

—Bien hecho —le tomo su pequeño rostro y limpio sus lágrimas —estoy orgullosa de ti —el asiente y se agarra a mi cuello.

—Sabía que nos encontrarían —beso su coronilla y abro mi otro brazo para que Dominik se una y de igual forma lo beso en su cabecita.

—Siempre, mis demonios —las pisadas de atrás me hacen levantarme y el encargado del aeropuerto se acerca.

—Se lo encontró en uno de los aviones, ahora está siendo llevado a la sala de interrogatorios.

—Bien —miro a mi padre —llévalos a la mansión, nadie aparte de nosotros se les acerca —el asiente y toma a los demonios en sus brazos. Nero y Tora se colocan a mis costados en modo alerta —vamos —cada persona que me ve tiene una mirada de admiración en sus rostros, "si supieran quien soy realmente".

Antes de entrar en el pequeño cuarto me entra una llamada, hago una señal de que me espere y me alejo un poco —que sea rápido, estoy en medio de algo —le contesto a Elena.

—Necesito que recibas a Marco junto con el encargo que lleva —frunzo el ceño, "algo pasa".

—¿Por qué me estas enviando a uno de tus hombres Elena? —ella suspira antes de soltar otra bomba.

—Atacaron mi avión y provocaron que mi padre tuviera un accidente —me quedo sin palabras y solo una pregunta ronda mi mente.

—¿Cómo estás? ¿tu bebé? —son segundos eternos hasta que pronuncia las palabras.

—Ese es el encargo, Alaya —mi pecho se aliviana que suelto la respiración que no me había dado cuenta que estaba conteniendo.

—Carajo, Elena —me paso la mano por el frente —ni la noticia del nacimiento de tu bebé pudo ser normal —ella se ríe y yo igual.

—¿Qué te puedo decir? Nada en nuestras vidas es normal, Alaya.

—Le diré a mi padre que los reciba —digo.

—Bien, llámame cuando lleguen —cuelga y me quedo viendo la pantalla del teléfono, "dios, ya soy tía". Una sonrisa aparece en mi rostro, guardo el teléfono y agarro el pomo de la puerta, "y que mejor manera de celebrarlo que con la muerte de un hijo de puta".

Omer

Llevamos escondidos entre los árboles viendo a varios hombres que trabajan con mi padre rondando la vieja pista —aún faltan horas para que llegue —dice Amelia.

—Si —hay como 10 hombres armados y vigilando cada parte de la pista, "pero... ¿en dónde está mi padre?". Mi teléfono suena y el número es desconocido, al contestar un jadeo suena.

—Al parecer aún tengo que enseñarte como debes vigilar a alguien sin que se dé cuenta, hijo —veo a Amelia a quien se le va todo el color del rostro.

—¿Dónde estás? —el ríe.

—Divirtiéndome un poco —otro gruñido se hace presente —porque no sales de ese auto tuyo y vienes a las fosas, te aseguro que mi juguetito te interesa —cuelga y al ver al frente los hombres comienzan a acercarse a donde estoy.

—Amelia, sal del auto.

—No —tomo su mandíbula para que me vea.

—Él no sabe que estas aquí —veo como todo su cuerpo se tensa —necesito que estes afuera por si yo tardo o me pasa algo.

—No digas eso —apoyo mi frente con la de ella.

—Deniz te necesita —veo como frunce los labios evitando seguir protestando —fuera —la empujo —¡AHORA! —sale del auto arrastrándose por detrás así los hombres de mi padre no se dan cuenta de su presencia. Salgo del auto y el primer hombre intenta agarrarme, pero yo estrello su cara en el capo de mi auto varias veces hasta que es solo un grifo abierto de sangre —¿alguien más intentará ponerme la mano encima? —rujo, ninguno habla y solo me abren paso.

Las fosas no quedan lejos de la vieja pista, al llegar al lugar pareciera una cabaña en medio de la naturaleza, "los peores actos tienen un exterior pacífico". Entro y me dirijo directamente hasta la puerta que nos conduje al mismo abismo.

Noto que hay un hombre en medio de la sala atado a una silla, con el torso desnudo y descalzo. Las celdas del costado están vacías. Se supone que aquí en los tiempos de mi abuelo, traían a los hijos de cada jefe de las familias a que entrenaran sus habilidades físicas. Pelea de espadas, armas, tortura y enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Ahora traen aquí a la gente que mi padre trafica, vendiéndolas al mejor postor.

—Bienvenido hijo —mi padre sale de las sombras y camina hacia el hombre que está atado —únete a la diversión —levanta el rostro del hombre y me doy cuenta que es Celdric. Mantengo mi rostro neutral porque mostrar sentimientos a mi padre es darle la victoria.

—¿Qué hace Celdric aquí? —mi padre lo suelta y se coloca delante de él. Sin importar los años que pasen mi padre sigue infundiendo esa aura oscura que intimida sin mencionar el vacío de sus ojos.

—Digamos que es tu incentivador —frunzo el ceño —veras, no eres el único que escucha las conversaciones del otro —chasquea los dedos y mi madre aparece con una expresión de culpa —tu madre me comentó de cierta charla que tuviste con los Topal esa noche que me expulsaste y también hoy más temprano —mi madre no me mira y solo puedo sentir un nudo en la garganta —así que dime hijo —lo miro —¿Qué tienes tu con los Bernardi y Petrova?

—Que yo sepa, nada —coloco mis manos en los bolsillos tomando una postura relajada cuando en realidad estoy hirviendo de rabia —el único que tuvo algo con los italianos fuiste tú, con el bastardo de Giulio Bernardi.

—Imaginé esa respuesta —se va detrás de Celdric —hora de trabajar —me sonríe —incentivador —Celdric manda la cabeza hacia atrás y todo su cuerpo se sacude, "lo está electrocutando", mis manos se vuelven puños, pero no aparto la mirada hasta que lo apaga —¿algún cambio en la respuesta? —no respondo —bien —Celdric grita y agita y yo solo me quedo quieto con todo el cuerpo tenso —vamos Omer —jala el cabello de Celdric para que vea su rostro —¿lo dejaras morir?

Miro hacia mi madre —al menos ten el valor de levantar la mirada y observar lo que provocaste —ella me mira con los ojos llenos de culpa —la devoción por tu marido se cobrará una vida, madre —mis palabras son acidas a lo que ella niega.

—Yo no...yo no sabía que pasaría esto —apunta hacia Celdric —ellos debieron quedarse en su lugar y jamás acercarse a ustedes —sus palabras empiezan a cambiar la percepción que tengo de ella —¡toda tragedia la comienzan ellos, empezando por la maldita Ayse Topal! —grita y siento que por primera vez veo a mi madre.

—¿Qué tiene que ver Ayse Topal con que maltrates a sus sobrinos? —le recrimino para después mirar a mi padre — ¿tanto es tu ego herido que no puedes aceptar que ella prefirió estar con un Petrova? —suelta la cabeza de Celdric y no tarda en apuntarme con un arma.

—¡NO, EMIR! —mi madre se pone en medio —¡ES TU HIJO!

—¡QUITATE! —le ordena, pero ella no se mueve —¡QUITATE GULSA!

—¡NO! —aprovecho la distracción para ser yo quien dispare a su mano, quitándole el arma y suelto el tubo de gas nublando la vista de todos. Me muevo rápido para desatar a Celdric de la silla. Al solo faltarme un tobillo, recibo una patada en la cara que me deja aturdido. Barro los pies y sé que es mi padre a quien me enfrento.

—¡CELDRIC, ESCAPA YA! —grito en lo que me enfrento mano a mano con mi padre. El humo va dispersándose y puedo ver como mis golpes le han reventado el labio y partido la ceja. Hay cuerpos de los guardias alrededor y sé que Celdric ha podido huir. El sonido de un arma nos llama la atención que al girar encuentro a mi madre apuntándome con el arma que soltó mi padre.

—Detente, Omer —suplica con los ojos llorosos —ya detén todo esto y confiesa —siento a mi padre moverse, colocándose detrás de ella y la sonrisa que aparece en su rostro es una que puede representar a la misma manipulación.

—¿Por qué lo obedeces? —pregunto ya que no puedo entender como sigue apoyándolo después de todo el trato de mierda que recibió.

—Porque el me eligió —lo dice como si fuera el mayor regalo —entre todas, me eligió cuando esa desagradecida de Ayse Topal dio la espalda a su familia —mi padre toca su cuello y mi madre lo ve.

—Una perfecta mujer —le quita el arma y suena el disparo llegándome al hombro.

—¡NO EMIR! —me toco el hombro mientras veo como el detiene el avance de mi madre.

—Necesito educar a mi hijo, Gulsa —la toma de la nuca para que lo vea —así que vete y vigila al otro, no quiero tener que someter a los dos —la suelta empujándola. Mi madre nos ve y como siempre lo obedece.

—Eres un hijo de puta —siseo —tu no la amas.

—El amor solo sirve para volverte débil Omer —dispara al otro hombro lo que me hace trastabillar hacia atrás —es una debilidad que tus enemigos usaran para tenerte de los huevos —camina hasta que el arma queda en mi frente —aunque también sirve para manipular a las personas y conseguir lo que necesites sin mover un solo dedo —me golpea con la culata tan fuerte que la oscuridad me traga.

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