CAPITULO 17
Alaya
En un pestañear pasaron 3 meses, en los cuales fui empapándome más aún en lo que se refiere a mi nuevo cargo. Con Omer no nos hemos vuelto a ver, pero cada comienzo de día y al caer la noche recibo un mensaje suyo, "a ninguno he respondido". Tengo que mantener la distancia, seguir dejándolo del otro lado de la línea, ya que si lo dejo cruzar...
"Eso no puede pasar". Los papeles de envíos que tengo en mis manos son de armas para el gobierno, las cantidades junto con la clase que han pedido me dan a entender que piensan suministrar armas a algún país de Oriente bajo la excusa de protección, bufo y marco el número de mi encargado de almacén —dile que en 3 días tendrán lo que desean, previo deposito se les entregará la mercancía, antes no.
—Si mi señora —cuelgo y me entra otra llamada rápidamente.
—¿Me dirás al fin que es lo que tendrás? Mira que ya de por si me va a costar escoger un regalo —una risa me contesta que me contagia.
—Lo siento, pero eso solo se sabrá cuando este fuera de mi —responde Elena.
—Que aguafiestas —me siento en mi silla dejando los papeles en el escritorio —y bien, ¿a qué debo el gusto de la llamada?
—Pues acabo de leer algo interesante en la computadora de Federico.
—¿Ahora revisas los correos de tu hombre? —hago un ruido de negativa —no te vi como una mujer toxica Elena —me burlo.
—Habla la que es celosa hasta con su sombra —devuelve y yo me rio —por lo visto no soy la única en el puesto de líder —suelto un suspiro.
—Pues sí, más solo es temporal —explico —Alexis me dejo el cargo hasta que los demonios lleguen a la mayoría de edad —me inclino hacia adelante apoyando los codos en el escritorio de madera —después volveré a mi antiguo puesto.
—Así sea temporal eres el pakhan —hace una pausa —y no eres la única en cargo temporal.
—¿Qué quieres decir? —pregunto confundida, "creí que el señor Giulio le había cedido el puesto de forma permanente".
—Omer ha tomado posesión de la maffiya hasta la recuperación de Emir.
—¡¿Qué?! —me levanto de forma abrupta de mi asiento.
—Si y también lo anuncie como nuevo socio de la famiglia, claro que sin revelar aún su nombre —me paso las manos por la frente.
—¿Por qué no dijiste su nombre? —pregunto.
—Porque Omer aún no ha terminado de colocar a los miembros de su organización de su lado —aclara —quiere que cuando Emir intente volver a estar en la cabeza, todos los miembros se opongan y que lo escojan como nuevo jefe.
—¿Acaso eso es posible?
—Si se los gana, si —vuelvo a caer en mi silla —ah y te aviso que desde ya vayas buscando un vestido.
—¿Vestido? ¿para qué? —frunzo el ceño.
—Porque en un mes celebraré mi boda con Federico —mi cabeza cae hacia atrás cerrando los ojos mientras tomo una respiración profunda.
—Que ganas las tuyas de siempre lanzar noticias que me toman con la guarida baja —digo y ella suelta una risa.
—Acostúmbrate, que aún falta la llamada donde te anuncie que oficialmente te convertiste en tía.
—Dios —suspiro y solo hace que ella se ría aún más, al abrir los ojos mi boca se mueve antes de analizar mis palabras —¿Cómo esta? —Elena se queda callada unos segundos y ya puedo imaginarla sonriendo de forma picara —borra esa sonrisa.
—No estoy sonriendo —dice, pero sé que es mentira —pues que te digo, sino estuviera ya comprometida, podría considerarlo para pasar la noche.
—Ni se te ocurra —respondo de forma inmediata, para después sorprenderme y Elena solo suelta un silbido.
—Al parecer alguien ya está tomada, ¿no?, pequeña Alaya —su tono de burla me hace querer golpearme contra la mesa que apoyo la frente en mi mano.
—Es una puta mierda —respondo y veo hacia la nada —¿Por qué justo a mí me toca desear al único hombre que debería estar prohibido en mi vida?
—Porque mi querida Alaya —se mofa— sino fuera prohibido no te habría encantado —bufo desviando la mirada hacia el ventanal.
—Pues eso no quita que sea una mierda —me levanto y voy hacia la licorera sirviéndome un vaso —meterme en ese terreno no va a dar buenos resultados y tú lo sabes.
—Si, pero no estás viendo una cosa —me detengo —ya estas metida Alaya y desgraciadamente lo que tenemos en el pecho no se lleva bien con la lógica cuando encuentra quien lo hace vibrar —frunzo los labios dejando caer la cabeza hacia atrás bajando el contenido ámbar por mi garganta —te daré a escoger Alaya, así como hice yo en la carrera —escucho atentamente —y tu tiempo para elegir es hasta esta noche.
—¿Por qué hasta esta noche? —pregunto.
—Porque de no tomar una decisión, otra lo hará por ti —un nudo me nace en el estómago que me hace apretar mi teléfono.
—¿Cuáles son mis opciones?
Omer
Me veo en el espejo arreglando la corbata negra del traje, para después pasar a los gemelos, los cuales tienen dos pequeñas piedras rojas que al verlas me hacen recuerdo a mi Vahşi.
Desde nuestro encuentro no he dejado de enviarle mensajes tanto al comienzo del día como cuando cae la noche, pero no he recibido la respuesta a ninguno, "al terminar la fiesta, tendré que hacerle una visita a mi mujer".
Mi puerta se abre y veo a mi padre apoyado en un bastón. En estos tres meses ha podido recuperarse casi por completo de la mutilación que sufrió. Amelia ha estado a cargo de su atención, al igual que la supervisión de sus comidas. No puedo decir lo mismo de los otros dos hombres.
Fue demasiada la sangre que perdieron que sus cuerpos fallaron al momento de tratarlos y murieron. Ahora la familia Aponte está a cargo del abuelo de Dilara y los Yavuz del hermano del anterior jefe —no deberías caminar demasiado, aun no has sanado por completo —digo e intento acercarme, pero el levanta su mano deteniéndome. Cuando esta solo a unos pasos de distancia se para y su mirada me recorre desde los pies hasta el rostro.
—Esta noche se anunciará tu compromiso con Dilara Aponte —mi cuerpo se tensa —y no empieces a negarte, porque de hacerlo te quito de estar a cargo Omer —siento la sangre hervirme por dentro.
—Sabes bien que eso ya no es una decisión tuya.
—¿Ah no? —acorta la poca distancia que había. Ambos tenemos la misma altura y su mirada choca con la mía. Por más que lo miro no puedo entender como ha terminado de estar forma mi padre, tan frio, sin empatía alguna —no te pongas en mi contra Omer, no te conviene.
—El que no debería ponerse en mi camino, eres tu padre —una sonrisa ladina se le forma y me da palmadas en la mejilla.
—No cabe duda que eres mi hijo —dice con orgullo, pero luego su mano se envuelve en mi cuello cortándome el aire, me arrastra hasta que choco con el espejo. Tomo su muñeca a modo de quitarlo, pero es inútil —sino me pesó derramar la sangre de mi progenitor —acerca su rostro a mi oído —¿crees que me pesará derramar la de mi primogénito? —vuelve a mirarme —no provoques a alguien que no conoces Omer —me suelta y no evito toser —arréglate la camisa que esta arrugada —se da la vuelta caminando a la puerta.
—A mí tampoco me va a pesar derramar tu sangre, padre —se detiene a lo que me enderezo. Me ve sobre su hombro y puedo notar que estoy frente al «diablo de Turquía». Camino en su dirección hasta detenerme a su lado —este mundo ahora lo gobierno yo, así que el que no debe provocar a alguien que no conoce, eres tú —lo dejo atrás saliendo hacia la fiesta que da inicio a todos mis planes.
Narrador X
Risas, elegancia, joyas resplandecientes y familias con años de tradiciones reunidas en la sala de la mansión de los Baruk. Aunque había pasado tres meses del incidente con su jerarca y dos jefes de las familias pilares de la maffiya, los miembros volvieron a estar más tranquilo ya que Omer había hecho un buen trabajo encargándose de todos los asuntos de forma hábil e inteligente.
Emir aparece acompañado de su esposa, quien sostiene su brazo con sutileza. Cada miembro sonríe felices de ver al mayor de los Baruk recuperado y ya fuera de la cama. Detrás de él notan al hijo menor, serio, con un traje gris sin corbata, pero que no le quita la elegancia y la altivez que lo caracteriza.
Para finalizar aparece Omer, vestido de negro por completo y con el pelo recogido en su típico moño, varias mujeres admiran la masculinidad que irradia. Ambos hermanos son dos especímenes que llaman la atención femenina sin esfuerzo. A pesar de la diferencia del color de sus cabellos, se puede notar que por sus venas corre la sangre de antiguos sultanes.
—Les agradezco a todos por venir a esta celebración en honor a mi padre —Omer señala al mencionado quien finge una sonrisa mientras besa la mano de su esposa —como siempre, ha demostrado nuevamente que es un hombre con una resistencia única —padre e hijo no se quitan la mirada —un rasgo que nos ha heredado ya que la belleza la hemos sacado de mi madre —todos ríen por el comentario —y creo que es momento de darle de nuevo su posición —los murmullos aparecen cosa que también toma desprevenido a Emir.
—Si me disculpa, señor Omer —habla un jefe de las familias socias a la maffiya —si bien aquí nadie niega que su padre, el señor Emir, ha sido un líder excepcional —mira al nombrado —también reconocemos que este corto tiempo bajo su dirección hemos descubierto nuevas rutas de negocios y ganancias que nos han beneficiado en demasía —Emir agarra con fuerza el cabezal de su bastón —así que hemos hablado entre varios de nosotros para solicitar que usted quede como nuestro jerarca permanente.
—¡Eso es inaudito! —grita el nuevo jefe de los Aponte, un hombre regordete, con la cabeza blanca y barba del mismo color —Omer aún no ha se ha casado como para que pueda llegar a tomar el poder —Omer mira al hombre manteniendo la calma —es tradición que quien vaya a estar en la cabeza este casado con la mujer que su antecesor haya elegido como su esposa.
—Eso es cierto —habla Emir alejándose de su esposa y mirando a Omer con gracia —es por eso que quiero anunciar que...—su discurso es interrumpido cuando las puertas de la sala son abiertas de par en par, dejando ver a una mujer castaña y ojos negros como la noche, con un vestido bastante llamativo, el cual despierta el interés de cada miembro de la sala. La mujer con una seguridad que intimida, camina con el mentón en alto mientras los invitados le abren paso.
No saben que es lo que llama más la atención, si su forma de caminar entre todos, o el vestido el cual la hace ver como una sirena mitológica. Si uno lo viera de lejos pensaría que parte del color del vestido es negro, pero no es así. Al verlo detenidamente llegas a darte cuenta que parte de su color es un verde oscuro combinado con las figuras estilo hojas rojas esparcidas de menor a mayor medida desde la zona del abdomen, bajando por las caderas, hasta llegar a la parte final la cual se extiende en una cola muy bien elaborada.
La mujer se detiene frente a Omer y sin prisas toma su rostro con ambas manos guiándolo hacia ella hasta unir sus labios en un beso lento, pero bastante apasionado —perdón por la tardanza amor —Omer la reconoce y sonríe pasando su brazo a su cintura apegándola más a él.
—Valió la pena la espera —Alaya sonríe igual volviendo a besarlo.
—¿Qué significa esto Omer? —pregunta Emir aturdido —¿Quién es esta mujer? —su tono es mordaz a pesar que trata de ocultarlo.
Omer guía a Alaya hacia su lado manteniendo su brazo envuelto en ella y sin titubeos declara —¿Qué no es obvio? Es mi mujer —Alaya no evita mirar hacia cierta rubia a su costado, que tiene los ojos llorosos y ella sonríe ladinamente para después volver la vista hacia quien se supone es su suegro.
—Deja de decir estupideces —gruñe su padre —sabes bien cuales son las tradiciones aquí.
—El señor Aponte acaba de decir que yo no puedo permanecer a la cabeza porque no estoy casado —mira al mencionado —pues eso no es problema —el hombre tiene todo el cuerpo tenso que si fuera caricatura estaría echando humo por las orejas —ya que pronto contraeré nupcias con la mujer que yo he elegido —mira hacia Dilara que le tiemblan los hombros —y no la que me han impuesto.
—¡PARA DE UNA VEZ CON LAS ESTUPIDECES! —grita ya perdiendo toda la paciencia. Emir apunta a Alaya con su bastón —es una extraña, no pertenece a nosotros.
—Me disculpo por recién hacer acto de presencia —Alaya se separa un poco de Omer y hace una mínima reverencia —mi nombre es Ayse Kaya —al escuchar el nombre el rostro de Emir se petrifica, todo su enojo ya no se muestra. Alaya entrelaza su mano con la de Omer —ya había sido advertida sobre sus tradiciones estrictas, pero espero —mira hacia la madre quien de igual forma esta impresionada —que puedan bendecir mi unión con su hijo.
Omer levanta su mano y besa sus nudillos justo a la altura del anillo rojo —si ustedes me desean como líder —habla Omer hacia los invitados sin quitar los ojos de Alaya —tendrán que confiar en quien yo haya escogido como mi compañera y mujer de la maffiya —desvía la mirada —decidan ahora —la sala completa se queda en completo silencio —o confían en mi por completo o no lo hacen — y es Deniz el primero en colocarse frente a la pareja y se apoya en una rodilla.
—Kurtarıcımız Allah tarafından hayatım çağrılana kadar seni liderim ve sahibim olarak kabul ediyorum — seguido lo hacen Amelia y su hermano Celdric, repitiendo el mismo juramento. Emir siente como toda la sangre le hierve, despacio los otros miembros siguen el ejemplo hasta que solo quedan de pie el jefe de los Aponte y otros miembros externos que no llevan gran influencia dentro de la maffiya.
Omer mira a su padre y evita sonreír ladinamente al ver como la mayoría se ha puesto de su lado. Emir como toro embravecido se acerca hacia su hijo hasta que quedan cara a cara —no creas que con esto has ganado Omer —sentencia.
—Pues al parecer esta batalla, ya la he ganado —Emir desvía su mirada hacia Alaya, en la cual nota que no se ha intimidado como lo hacen las mujeres que lo ven o son extrañas al entorno de la mafia. Vuelve la vista hacia su hijo y sin más sale de la sala cojeando y detrás va su esposa, quien no gira a ver a ninguno de sus hijos por miedo a empeorar el enojo de su esposo.
—Se van a arrepentir todos ustedes por esta decisión —habla el jefe de los Aponte —tu ramera jamás será mejor que mi nieta —un gruñido llama la atención del hombre mayor que al ver abajo se da cuenta que dos dóbérmanes negros le gruñen mostrando afilados dientes —¡¿Qué demonios?! —retrocede hasta caer al suelo. Dilara y su hermana ayudan a su abuelo, sin dejar de mirar a ambas bestias.
—Aquí bebes —los llama Alaya palmeando su muslo y ambos perros se acercan sin dejar de gruñir hacia los Aponte —lo siento, no se toman bien que me insulten —el jefe de los Aponte se levanta lo más rápido que puede y sale igual o más enojado que Emir. Dilara ve una vez más mira hacia Omer y la mujer que lo acompaña, no entiende que es lo que esa tiene para que su Omer la haya escogido, Alaya se da cuenta de su mirada y le sonríe sínicamente cosa que enfurece a Dilara que sin más da la vuelta para seguir a su abuelo.
Toda la familia sale dejando solo el sonido de las puertas al cerrarse detrás —para haber sido mi primera aparición, creo que estuvo bien —Omer solo ríe y la atrae más hacia sí.
—Espero que entiendas la magnitud de tu acción de esta noche —acaricia su nariz con la suya —porque no hay arrepentimientos —choca su mirada con la de ella —eres mía Vahşi.
—No Omer —dice Alaya apoyando las manos en su pecho para después pasar la punta de su lengua por su labio inferior —eres tú quien ya no tiene escapatoria —deja un beso casto —eres mío y quien te toque, la mato —Omer sonríe tan ampliamente que no le importa tener gente a su alrededor que devora los labios de la mujer que desde su primer encuentro lo atrapó.
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