CAPITULO 13
Omer
No pierdo el tiempo cuando toco suelo turco, subo al auto que me espera y arranco apenas dejando a Joseph sentarse —cálmate que aún no sabemos dónde está tu mujercita.
—Empieza a moverte entonces —le digo —porque no quiero tener que esperar más de un día para saber su paradero.
—¿Y que se supone que harás cuando la tengas en frente? —interroga —si la tratas con familiaridad, se descubrirá tu alianza con ella, lo que haría que te tacharan de traidor y eso solo supone tu ejecución.
—No soy imbécil Parca —lo llamo por su sobrenombre —necesito que descubras donde está antes que los demás para así evitar que se desate la guerra demasiado rápido —este bufa y saca su computador.
No entiendo como lo hace, pero el hombre puede sacar información hasta de debajo de las piedras. No importa lo que le pida, siempre llega a conseguirme cualquier dato que he requerido para mis movimientos —fue buena al agarrarlo con la guardia baja.
—¿Por qué lo dices? —doblo una calle atravesando el tráfico de forma rápida.
—Supo camuflarse en la mansión de Suleiman —frunzo el ceño.
—La casa tiene un buen sistema de reconocimiento de rostros.
—Pues la mujer supo cómo evitarlos, porque lo único que la delata, es que siempre está cerca de tu padre —veo un poco las imágenes que hay en su computador —lo admito, sus habilidades de camuflaje son impecables —sonrío de orgullo —borra esa estúpida sonrisa, que eso solo significa que será más difícil encontrarla.
Llego a la entrada de la mansión y apenas bajo mi madre abre las puertas corriendo hacia mis brazos —que bueno que llegaste a salvo hijo.
—Tranquila madre —le agarro el rostro —vamos a encontrarlo...
—Omer —escucho a mi hermano llamarme y giro buscándolo —ven a ver esto —me acerco hasta donde esta y veo su teléfono, "que mierda" —no solo agarró a nuestro padre...
—También capturó al líder de los Aponte y Yavuz —digo viendo el video donde muestra tres reproducciones en paralelo. Se puede ver claramente los rostros de mi padre y los otros dos miembros de la organización, pero el rostro de ella y de sus hombres esta despixelado —espera —amplio una de las imágenes— ella acaso...
—Está usando el método de Parca —veo al nombrado acercarse y arrebatarle el teléfono a mi hermano. Se queda viéndolo unos segundos y lo más impensable ocurre y es que Joseph sonríe, pero no de una forma alegre o amable sino de forma sádica que podría erizar la piel.
—Un acto de degradación pública —dice —magnifico —una incomodidad aparece en mi interior que lo golpeo en la nuca a modo de que reaccione.
—En vez de estar como idiota viendo esas imágenes, porque mejor no te pones a averiguar donde los tienen —este frunce el ceño, pero después solo reprime la risa y me entrega el teléfono y vuelve al auto.
—No entiendo —dice Deniz —¿Quién arremetería directo contra nuestro padre? —veo hacia atrás como Amelia guía mi madre hacia la cocina alejándola de nosotros. Tomo a Deniz por el cuello y susurro.
—Esto se lo buscó nuestro padre al haber ayudado a Danilo Bernardi con la muerte de Alexis Petrova —mi hermano se aleja sorprendido por mis palabras.
—¿Cómo estás seguro de que estuvo involucrado?
—Porque Joseph pudo notar un movimiento en la cuenta hace dos días —le explico —justo la madrugada antes de que reportaran el accidente.
—Entonces la mujer que tiene el rostro pixelado es...—asiento —mierda —pasa una mano por su cabello —si los demás miembros saben de esto, no dudaran en empezar una guerra directa.
—Es por eso que necesitamos desviar su atención —acoto.
—¿Y cómo mierda haremos eso? —miro hacia Joseph que aún sigue buscando —las imágenes me llegaron por un enlace y del cual estoy seguro a los otros miembros igual les llegó.
—¡Lo tengo! —camino hacia Joseph que tiene la computadora apoyada en el capó del auto —es en una zona fronteriza, zona donde la ley no se aplica —me muestra el mapa.
—Se donde queda —me encamino hacia la parte del conductor cuando una vagoneta se acerca de forma sospechosa hacia la casa. Todos los hombres levantan sus armas listos para disparar. Al ver esto se detiene de forma abrupta y se nota como se mueve cuando la figura de mi padre demacrado y herido aparece.
—¡Bajen las armas! —ordena mi padre débil y ronco —¡ahora! —cada hombre comienza a bajarla y desde atrás la figura femenina vestida de blanco con manchas rojas por todo su cuerpo muestra como tiene el cañón del arma en la nuca de mi padre. Su rostro está completamente cubierto, pero la podría reconocer en donde sea.
—¡Esto es lo que pasará, hombres de la maffiya! —grita, pero su voz suena robótica —les dejaré a su jefe aquí, vivo, pero solo podrán acercarse cuando la vagoneta este fuera de la vista de todos, caso contrario —saca una especie de control que acerca al cuello de mi padre —podrán volver a tener a su lindo jefe, pero sin cabeza. Ustedes deciden.
—¡EMIR! —grita mi madre a lo que Amelia la sostiene evitando que avance. Despacio Alaya retrocede y patea a mi padre haciendo que caiga al suelo.
Sin darnos la espalda sube de nuevo y la vagoneta arranca tardando solo segundos en desaparecer por completo, dejándonos al fin acercarnos. Soy el primero en socorrer a mi padre, quien está pálido por la pérdida de sangre —Omer...—emula apenas oíble.
—Calma —lo levanto con cuidado —ya te tenemos.
—Fue la rusa —dice —la maldita Zarina —gruñe al momento de levantarlo.
—Deja de hablar y conserva las energías —varios hombres lo alzan llevándolo hacia la mansión, en donde mi madre empieza a moverse rápido buscando lo que necesitan para atenderlo.
—Una castración sin anestesia —dice Joseph parándose al lado mío —le cortó lo que simboliza la hombría de nosotros —apoya una mano sobre mi hombro —si antes ya se te complicaba estar con ella, con esto —lo miro —será misión imposible.
—No hay nada imposible para un Baruk, Parca —este blanquea los ojos y se aleja hacia la mansión.
—Aprovecha la conmoción y búscala —me mira sobre su hombro —que a partir de aquí comienza el trabajo duro —vuelve a encaminarse hacia la mansión y yo me meto en el auto arrancando en su búsqueda.
Alaya
Llego hasta el aeropuerto con la cabeza perdida, "sé que me reconoció, sabe que fui yo la que dejó a su padre en ese estado". Y aunque estoy satisfecha con el castigo que impartí hacia Emir Baruk, hay un sabor amargo que me está malogrando el humor. Sin decir nada bajo y subo al avión sin fijarme en nada ni nadie.
Este empieza a prepararse para el despegue, y es cuando veo detenidamente a mis hombres agitando las manos de forma errática, "¿Qué mierda pasa?". Al momento de pararme el avión toma altura que me hace sentarme de golpe.
Con todo alerta saco mi arma y apunto hacia la cabina del piloto —muéstrate antes de que haga estrellar este maldito avión —la puerta se abre y mis ojos no se pueden abrir más de la sorpresa.
—¿Por qué esa cara? —sonríe el hombre del cual se supone me he alejado —no eres la única que puede infiltrarse en el ambiente del otro —afirmo el arma en su dirección y detiene su avance.
—Aterriza Omer.
—No —frunzo el ceño.
—Aterrízalo ahora o te juro que te lleno de agujeros —este vuelve a caminar hasta que el cañón está tocando su pecho.
—Hazlo entonces —toma el cañón apretándolo contra su piel —dispara Alaya, porque muerto es la única forma que te deje ir de nuevo —miro sus ojos confundida y de cierta forma abrumada por la seguridad de sus palabras.
—¿Qué mierda es lo que quieres? —pregunto titubeante.
—A ti —mi cuerpo retrocede bajando el arma y mi cabeza niega una y otra vez.
—Estás loco —afirmo —no sabes lo que estás diciendo.
—Se muy bien lo que estoy diciendo —mi ira comienza a salir a flote.
—¡No, no lo sabes! —todo empieza a salir como un dique roto —¡tu maldito padre mató a mi hermano! —bramo— ¡mis sobrinos estuvieron dos días enteros llorando Omer, dos putos días! —lo empujo con ambas manos haciéndolo retroceder —¡¿sabes lo que fue tenerle que explicar que sus padres ya no estaban?!, ¡¿que ya no los podrían volver a ver?! —mi pecho sube y baja de forma rápida —¡estaban quemados al punto de la carbonización, carajo! —paso las manos por mi rostro en un intento inútil de detenerme —y todo pasó, porque tu padre —puntualizo —mantiene un odio hacia nosotros. Odio que estoy segura que ni mi hermano o su esposa provocaron — veo como todo su cuerpo está tenso y sus manos cerradas en puños.
Todas las emociones que he reprimido los últimos dos días se empujan para salir de mi sistema y tiene como objetivo de desquite al hombre que tengo en frente.
—Lo siento —dice y cierra los ojos tomando una respiración profunda —seguirle los movimientos sin levantar sospechas aun es difícil —desvío la mirada tratando de tranquilizarme. Puedo sentir como se acerca, pero yo retrocedo —Alaya, mírame — "que se vaya a la mierda", me giro y camino hacia la única habitación en donde al menos puedo encerrarme, pero no doy más de tres pasos cuando sus brazos me aprisionan.
—Suéltame Omer —murmuro con la poca tranquilidad que me queda.
—No —me retuerzo con fuerza y me desespero comenzando a golpearlo como puedo.
—¡Que me sueltes joder! —grito ya arañando sus manos a modo de soltarme.
—¡No voy a soltarte hasta que saques todo lo que tienes incrustado en el pecho! —mi cuerpo se queda quieto y mi respiración es alterada — Vahşi —me llama por mi apodo —sino sacas lo que llevas dentro, terminaras por autodestruirte —mis dientes duelen de la presión que estoy haciendo en ellos.
—Tú no sabes nada —susurro.
—No necesito saberlo para ver como eres una bomba de tiempo —la ira sale y si ya antes me retorcía ahora es peor. Ambos terminamos cayendo al suelo y aun así el hijo de puta no afloja su agarre.
—¡SUELTAME DE UNA VEZ, OMER! —siento que cada vez aprisiona más y ya es un punto de desespero que mis lagrimas comienzan a salir —¡NO SABES COMO TE ODIO, JODER! —araño, pataleo y estrujo, pero él no me suelta mientras que todo sale, mi garganta pica de los gritos mezclados con sollozos, puedo ver las marcas sangrar y aun así sigue sosteniéndome, puedo sentir mis mejillas mojadas que mis manos van directo a mis ojos cubriéndolos y todo el dolor sale "¿Por qué me lo tuvieron que quitar? ¿Por qué justo cuando al fin después de años pude decirle papá?". Todo mi cuerpo tiembla, no sé si por los sollozos, mi rabia o las dos juntas.
Siento como nos mueve hasta que estamos apoyados en uno de los asientos. Me acomoda en su regazo de un lado, apoya mi cuerpo en su pecho y yo solo sigo llorando, descargando todo lo que no puedo mostrar abajo.
«Nadie debe verte débil, ni debes quebrarte ante los demás».
Fue lo primero que aprendí cuando me introdujeron a este mundo. Si quería ser respetada y obedecida tenía que endurecerme, no flaquear con ninguna herida y dominarlos con mano de hierro, porque en la Bratva, las mujeres solo somos un puto adorno de brazo, un vientre para parir varones que mantengan vivo el apellido. Aun si ahora ya se permite el matrimonio, eso no quiere decir que todos aplican de casarse por amor como lo hicieron Anoushka y Alexis. La mayoría son matrimonios por conveniencia, una transacción que puede salir bien o mal.
Omer me peina el cabello y deja un casto beso en mi coronilla, su calor merma un poco toda la bruma que siento, "no debí caer frente a él", pero ya había sido la cereza del postre cuando me dijo que era una bomba de tiempo, afirmando cosas que se supone nadie debía darse cuenta, "el vio a través de mi mascara".
—Por más fuerte que seamos —habla suave mientras su mano sube y baja en mi brazo —siempre la familia será nuestro punto de quiebre Alaya —toma mi barbilla y levanta mi cabeza. Quiero desviar la mirada, pero ya le mostré demasiada vulnerabilidad como para demostrar que me avergüenza que me vea con los ojos llorosos —daría lo que fuera para quitarte este dolor mi Vahşi —despacio baja su rostro hasta que deja un suave beso sobre mis labios.
Se siente como esa noche, en donde afirmó que sería mío y yo suya. Mi mano cae en su mejilla tocando su barba cuidada y sin palabras le pido más, más de sus besos, más de su toque. En un punto ambos nos fundimos en un beso posesivo, pero aun así es lento, su lengua busca la mía y la domina. Mi cuerpo no tiene energías para oponerse, por unos instantes quiero soltar las riendas y ser la guiada y no la que guía —follame Omer —las palabras salen si filtro de mis labios, pero el niega.
—No Vahşi, no te follaré —agarra mis piernas y se levanta conmigo en sus brazos —esta vez te hare el amor —besa mi frente y luego la punta de mi nariz —te daré toda la adoración y cuidado que mi mujer se merece.
Recomiendo escuchar la cancion cuando narre Alaya, ya que apenas la descubrí supe que era de ella, para estos momentos.
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