CAPITULO 11
Alaya
El llegar a la mansión no fue fácil, antes de ir a la oficina de mi hermano fui en busca de Elena para recibir la noticia que aún no puedo terminar de procesar. Al entrar lo que me recibe es el noticiero anunciando la muerte de Alexis y Anoushka, donde reportan la muerte de todos en el avión, pero no fue el único mal trago que nos llevamos, ese mismo instante nos enteramos que los señores Rivals, abuelos de Elena, también habían fallecido en una explosión debido a una falla técnica en los laboratorios de la familia Rivals.
Elena se había desconectado cuando recibió la noticia que tuve que cachetearla para que reaccione. Mi padre no tardó en sacar la misma conclusión que yo ya sabía cuándo Omer había soltado esa frase antes de contestar, "Emir Baruk estaba detrás de todo esto". Como había amenazado, después de una hora mandé a uno de mis hombres a esa casa. No tomó mucho para recibir la llamada de que estaba vacía y tampoco había nadie alrededor.
Durante los dos días siguientes me encargué de todo el proceso que se necesitó para traer los cuerpos de Alexis y Anoushka a Rusia. Los demonios lloraron de forma desconsolada cuando con mi padre le explicamos la situación. Verlos así me jodio demasiado, ellos no merecían este maldito dolor, debían seguir tranquilos unos años más hasta que les tocara enfrentar lo oscuro de su entorno. He llegado solo a dormitar estos días debido a que en las noches los vigilo, mientras mi mente no deja de traerme esa noche de vuelta una y otra vez. La sonrisa de mi...hermano, sus palabras, esos pocos minutos en los cuales todo en mi rebozaba de felicidad, "ilusa fui al creer que ese tipo de sentir duraría para mí".
Esta mañana de manera muy silenciosa dejo a mis sobrinos durmiendo para internarme en el único lugar en donde al menos mi cuerpo puede sacar parte del veneno que tengo en las venas. No me preocupo por traer un abrigo, solo agarro los cuchillos de la bodega y salgo al pequeño bosque que tenemos dentro de la propiedad, lugar que de niña detestaba, pero que ahora es un lugar donde puedo desahogarme. Cuchillos vuelan acertando en cada blanco, corro y esquivo los pedazos de madera que vienen en mi dirección, a la vez que lanzo y clavo en los blancos.
Ni una lagrima a rodado por mi rostro, los miembros de la Bratva ya están llamando para saber que procede y quien va a tomar el cargo, "malditas sanguijuelas, solo les importa sacarnos del mando". Al terminar de lanzar, comienzo a golpear el árbol más cercano con la mano vendada. Me enfrasco en descargar parte de mi rabia hasta que una mano gruesa me detiene y veo hacia un lado encontrándome a mi padre —los han encontrado —me zafo y camino hacia dónde está mi toalla —Alaya —me detengo —aun yo, necesito soltar todo para poder seguir —lo miro para asentir y volver a mi camino.
Al llegar a la parte trasera de la casa veo a mis hombres rodeando a otros dos que están de rodillas, con el torso desnudo y el rostro reventado por los múltiples golpes que han recibido. Al verme cada uno baja la cabeza mientras que los hombres arrodillados comienzan a suplicar —lo sentimos Zarina, por favor, perdónenos.
—¿Quién les pidió la información? —enciendo el puro que me pasan.
—No lo conocíamos, fue algo que hablamos sin pensar —boto el humo y me agacho.
—¿Y exactamente que hablaron sin pensar? —veo como tragan temiendo responder —ustedes deciden como van a morir, con o sin dolor.
—Por favor —suplica— nosotros no queríamos que pasara esto, jamás iríamos en contra de nuestro Pakhan —me levanto y suelto un silbo, no pasa mucho cuando Nero y Tora aparecen —¡Zarina por favor, perdónenos la vida! —su desesperación de cierta forma es un alivio para mi rabia, pero no es suficiente.
—Hablen o hare que ellos —señalo a mis perros —los hagan hablar de una peor forma.
—Le dijimos que el Pakhan había liberado su agenda los siguientes 5 días por un viaje con la señora —dice uno —que había dejado claro a todos que no quería ser interrumpido por nadie a no ser que sea de vida o muerte.
—¿Y cómo supieron a qué hora volaba?
—No lo sabemos, solo soltamos eso por borrachos.
—¿Borrachos? —pido la carpeta a uno de mis hombres y me la entregan. Abro y les muestro el extracto de sus cuentas —pues aquí veo que han recibido un buen pago la misma noche de la fiesta —si ya antes tenían miedo ahora es peor — укусить —ordeno y ambos perros obedecen yendo directo a sus hombros.
Los gritos y la sangre manchando la nieve no tardan en aparecer —¡QUITENOSLO POR FAVOR! ¡ZARINA!
—¿Tía? —miro hacia atrás encontrando a mis dos sobrinos que caminan juntos hasta donde estoy. Sus ojos ven la escena mas no veo miedo en ellos, sino confusión —¿Quiénes son ellos? —Izaac me mira y puedo notar sus ojos hincados por llorar.
—Son los culpables de la muerte de sus padres —digo. Lo correcto sería hacer que entren y ocultarle este escenario, pero no lo hago. Ellos gobernaran la Bratva, es mejor que vayan acostumbrándose a este tipo de escenario porque abundaran en su vida.
— оставить —ordena Izaac y los perros retroceden con los hocicos manchados de sangre, "vaya, ya saben mandar a mis perros".
—Tu —apunta Dominik a uno de mis hombres —cuélgalo de cabeza al abol —este me mira y yo asiento. El hombre obedece y lo arrastra hasta el árbol más cercano.
—¿Qué harán con el otro? —pregunto queriendo saber que más ordenarán. Ambos me miran y la frialdad que se ha instalado en sus ojos me recuerda a su padre.
—Que lo vendan afuera — ordena Izaac, asiento y hago una pequeña inclinación de cabeza.
— как пожелаете, мои демоны —sin decir más, se llevan a los perros y veo que los sobrinos sonrientes que eran ya no están y dudo mucho que los vuelva a ver en un tiempo, "su primera herida y tuvo que ser una demasiado dura".
Veo como el otro hombre observa a su compañero con horror —mis sobrinos ya escogieron tu final —lo empujo con mi pie y presiono su herida haciéndolo gemir tal cerdo —ahora solo necesitas hablar todo —retuerzo el pie que intenta agarrarme, pero mis hombres lo detienen—vamos, habla.
—No sabíamos su nombre, solo que era un hombre de cabello castaño y con tatuajes que llegaban hasta su cuello, hablaba con toque italiano —quito mi pie y con la cabeza le ordeno a mis hombres que prosigan con la orden de mis sobrinos —solo máteme mi Zarina —lo veo —por favor...
—No —y me giro hacia la mansión escuchando la suplica del hombre, la cual no me interesa, "dos menos, faltan tres".
Cierro el bolso y mi puerta se abre viendo a mi padre entrar —¿ya te vas? —asiento.
—Elena avisó que está todo listo —cuelgo el bolso e intento irme, pero mi padre me detiene. Veo como su ceño se frunce y me jala abrazándome.
—Te lo pido, regresa viva Alaya —mi corazón se parte al escuchar la vulnerabilidad de mi padre, se separa y toma mi rostro —no soportaré perder a otra hija —tomo sus manos y beso sus palmas.
—No moriré —declaro —aun seguiré atormentándote con mis atuendos rojos y destapados —él sonríe un poco —pero tengo que vengarlos y lo sabes.
—Lo sé—al salir veo a mis sobrinos con la cabeza baja y las manos en la espalda.
—¿Qué sucede demonios? —ellos se miran entre sí para después lanzarse a mis piernas.
—¡No te vayas hermana! —dicen fuerte y yo miro hacia los lados asegurándome que no haya nadie alrededor. Como puedo los hago entrar y cierro la puerta.
—Pero demonios...—hago que me suelten y me agacho a su altura dejando el bolso de lado — saben que no deben decirme así, nunca —toco sus cabecitas —yo soy su tía, no lo olviden —ambos niegan y se lanzan a mi cuello.
—Si te vas, no vas a volver como papá —dice Izaac con voz llorosa.
—No queemos pede también a nuesta hemana —solloza Dominik. Yo los abrazo y trato de no romperme, no con ellos delante, "necesito mostrarles una imagen fuerte, no una débil y destrozada". Rota por dentro los alejo y limpio sus lágrimas.
—No me va pasar lo de nuestro padre —digo —pero necesito irme para vengarme de quienes nos lo quitaron, ¿sí?
—¿Cómo esos hombres en el patio? —pregunta Izaac.
—Exacto, porque nadie que los haga llorar merece seguir con vida, ¿entendieron? —ambos asienten —como yo estaré fuera necesito que cuiden del abuelo hasta que regrese —vuelven a asentir —eso es, ahora repítanme, ¿Quién soy yo? —con la espalda recta y aun los ojos llorosos responden al unisonó.
—Nuestra tía.
—Bien y ¿ustedes son?
—Los demonios de Rusia, únicos hijos de Alexis y Anoushka Petrova, herederos de la Bratva.
—Perfecto —los beso en las mejillas —jamás lo olviden. Son Petrova, nosotros somos fuertes, podemos caer, pero jamás doblegarnos.
—¡Si! —sonrío y me levanto tomando mi bolso, miro hacia mi padre que asiente y agarra de los hombros a mis sobrinos alejándolos de mí. Respiro profundo y salgo de mi habitación con el objetivo en mente, "hora de trabajar".
Narrador X
El viento en Florencia es frio y el clima está gris. El cementerio se llena de personas en lágrimas, otras sufriendo en silencio, pero hay un individuo que ve todo el entierro que se desarrolla en la lejanía, oculto detrás de un árbol viendo el resultado de su accionar, creyendo que nadie lo ve.
Pero tarde es su reacción cuando una presencia se posiciona detrás de el — Eres pésimo en ocultarte —susurra Alaya mientras le clava una daga en el costado. Este se aparta cubriéndose con la mano la herida—evité darte en un punto vital ya que sería darte un regalo el matarte rápidamente.
—¿Cómo estás aquí? —pregunta alarmado.
—Error de tu parte si creíste que con eso ibas a hacerme caer —Alaya mira en dirección al entierro —en especial a ella —Danilo Bernardi sigue su mirada encontrándose con Elena vestida de negro, la mirada fría y lista para tomar su vida. Se coloca al lado de Alaya quien va vestida de blanco, un contraste bastante peculiar en ambas mujeres.
—Fuiste bastante idiota al no aprovechar la oportunidad que te di de vivir, Danilo —este gruñe mientras su costado palpita y sangra. Elena saca un arma con tambor colocando una bala—esto será una carrera, una en la que tu suerte decidirá si te mata mi arma o la herida de Alaya —Danilo destapa su herida dándose cuenta que su sangre es espesa y su piel de otro color.
—¿Qué mierda había en esa daga? —pregunta.
—Un pequeño invento mío —declara Alaya —claro que es de reacción más lenta que las que crea ella —señala a Elena—así que tendrás algo de ventaja —Elena levanta el arma en su dirección.
—Corre Danilo —ordena y un segundo después se escucha el disparo que lo hace correr como alma que lleva el diablo.
—Admito que tiene resistencia —dice Alaya al ver que la rapidez con la que se aleja a pesar de estar herido.
—Debe tenerla — Elena coloca otras tres balas en el tambor —fue entrenado para que aún herido pudiera moverse —Alaya cierra un ojo y punta hacia donde está corriendo Danilo.
—¿Cuánto a que le doy en una pierna?
—Apunta al hombro, no quiero que el juego acabe rápido.
—Como ordenes, capo —coloca un pie detrás y de ágil forma lanza la daga que se clava justo en el hombro derecho de Danilo —en el blanco.
—Vamos, que el juego ya dio inicio —ambas mujeres se encaminan hacia sus vehículos dando inicio a la persecución.
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