CAPÍTULO 88
—Estoy segura de que te buscará, tienes que tener paciencia —le aseguré, pues conocía a mi amiga desde hacía muchos años.
—¿Y tú que tenías que explicarme? —preguntó de pronto, cambiando de tema— antes has dicho que necesitabas hablar con alguien, aquí estoy.
—Dylan me ha besado hoy, aquí en mi casa —señalé poniéndome roja al momento— y yo he respondido a su beso.
—Eso es normal, os sentís atraidos. Habéis tardado mucho en empezar.
—Pero he tenido que parar el beso porque iba camino de llevarnos a la cama. Ha sido muy intenso, nunca había sentido lo mismo con Mel —confesé mirando mis manos.
—No te avergüences, vosotros tenéis química, desde el principio os comíais con los ojos.
—¡No es cierto! —mentí mientras Lara reía— Quizás me sentía atraida, no lo niego.
—Deja de engañarte. ¿Qué vas a hacer al respecto? —inquirió expectante— Tienes que tomar una decisión.
—No puedo liarme con él, no hasta que no sea sincero conmigo. Además quiero probarme a mí misma que puedo vivir sola, necesito recuperar la autoestima y la seguridad que me robó Mel —afirmé con seguridad sorprendiendo a Lara.
—¿Se lo has explicado a él? —preguntó.
—No, ¿Cómo se lo voy a decir? Sería como confesar que siento algo por él... —respondí asustada.
—Pero es lo que ocurre en realidad, estás enamorada —afirmó mi amiga suavizando su voz.
—Quizás sea verdad, pero nunca podría confiar en él, si no es capaz de ser sincero conmigo —reafirmé mi postura.
—Tienes que hablarlo con él, tiene que saber lo que te preocupa y decidir si le importas lo suficiente como para contarte ese secreto.
Hablamos toda la tarde y, cuando Lara se marchó de casa, decidí que hablaría claro con Dylan la siguiente vez que lo viera. Como era mi abogado tendría que contarme cómo se desarrollaba el juicio contra Mel. Le llamaría al día siguiente para que me pusiese al corriente y, al mismo tiempo, hablaría con él de mis sentimientos. Tenía que armarme de valor para hacerlo, no sería fácil explicar lo que sentía y lo que necesitaba. Pero estaba decidida a hacerlo. Lara me había mostrado con claridad que la comunicación era la base de una relación, ella y Neira se habían separado por no hablar sobre sus sentimientos. No quería que me sucediese lo mismo con el gigante. Admitiría que me gustaba aunque, después del beso, de nada servía negarlo. Pero también le pediría tiempo, el que me hacía falta para ser yo misma, para convertirme en la Zara segura y valiente que era antes de conocer a Mel. No iba a ser fácil explicárselo. Sólo esperaba que durante ese tiempo no me olvidara.
La noche llegó y recibí una llamada de Neira, explicándome lo mismo que ya me había dicho Lara. Le pregunté por sus sentimientos, le insté a ser sincera consigo misma y por último le dije que llamase a Lara, porque estaba muy angustiada. Neira estaba muy confundida, pero por sus palabras deduje que lo que más la frenaba era el miedo al rechazo de su familia.
—Neira, cariño, tu familia te va a aceptar si te ve feliz. Los prejuicios que había hace unos años, ahora están desapareciendo. Y siempre me vas a tener a mí de tu parte. Yo les explicaré que mereces ser feliz. Llama a Lara, te necesita.
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