La miré a los ojos y me di cuenta de que lo que me tenía que explicar era algo que le causaba un gran estrés. Le temblaban las manos y la notaba a punto de llorar. No entendía nada pero esperé con paciencia a que se repusiera y se atreviera a contármelo todo.

—Sabes que salía con Esteban hasta hace un año —afirmó con voz trémula— desde entonces no he tenido una pareja que haya durado más de uno o dos meses.

—Seguro que pronto encontrarás a alguien del que te enamorarás —comenté creyendo que temía quedarse sola.

—Ese no es el problema, Zara, de hecho creo que me he enamorado, pero la relación es muy difícil —confesó llenándome de dudas— mi família y mis amigos me darían de lado si se enterasen.

Miré a mi amiga, que estaba tan angustiada que ni siquiera podía mirarme a los ojos, y la abracé fuerte para que se tranquilizara.

—Puedes contar conmigo siempre, cariño. Ya te hayas enamorado de un delincuente o un elefante, me da igual, sólo quiero verte feliz —le aseguré, levantando su barbilla para que me mirase a los ojos—Puedes decirme quién es, no me voy a escandalizar.

—Todavía no sé si siente lo mismo por mí —repuso un poco más calmada— sólo cruzamos miradas, pero tengo miedo.

—Quizás si me dijeras quién es podría ayudarte—sugerí intentando obtener más información.

—No me atrevo a decírtelo —se sinceró— tengo miedo de perderte como amiga.

—Sea quién sea, si estás enamorada y te va a hacer feliz, yo no me voy a enfadar ni a rechazarte. Por favor, confía en mí.

Su mirada se posó en las manos y vi caer dos gruesas lágrimas en ellas. Por fin se decidió a hablar.

—De acuerdo, te lo diré. Creo que me he enamorado de...

El sonido de la puerta al abrirse interrumpió a Neira en el peor momento. Se puso en pie asustada, mientras observábamos la entrada y veíamos aparecer a Dylan en el comedor. 

—Siento haberos interrumpido —declaró compungido— He acabado mas temprano de lo que me esperaba.

Las dos nos miramos y Neira me guiñó un ojo mientras se acercaba a coger su bolso para marcharse.

—Ya seguiremos hablando otro día —Se despidió— Luego te llamo por teléfono.

Se marchó, dejándome intrigada. Dylan se excusó y se fue a su habitación mientras yo me quedaba allí sentada, pensando en lo que me había contado mi amiga, tratando de adivinar quién era esa persona.

Ese día cenamos los tres juntos de nuevo, pero Trevor se retiró de la mesa nada más terminar porque tenía que estudiar. Al quedarnos solos, un silencio tenso se instaló entre nosotros. Mi pensamiento volaba entre la confesión interrumpida de Neira y el descarado secretismo de Dylan. 

—Pronto se realizará la vista preliminar del juicio a Mel —espetó de pronto—. No hace falta que estés presente si no quieres.

—Preferiría no asistir, no quiero verlo si se puede evitar —manifesté con seguridad— ¿Crees que tendrán suficientes pruebas para condenarlo?

—Creo que con tu testimonio y el de Trevor, la denuncia previa por acoso y los resultados médicos conseguiremos una condena —afirmó sin dudarlo—. La orden de alejamiento también la pediré por si consigue salir en libertad condicional.