La respuesta evasiva a mi cuestión me hizo pensar que no confiaba en mí. Su secreto, que me había confesado su hijo días atrás, se interpuso entre los dos sin que él se diera cuenta.

Aquel día regresamos a casa y preparé algo de comer. Decidimos esperar a Trevor y comer los tres juntos, cosa que agradecí. Todavía no me sentía cómoda estando a solas con él.

—Esta tarde tendré que salir por trabajo—comentó, sin aclarar nada más— vendrá Neira a quedarse con vosotros.

—Creo que no hacen falta tantas precauciones Dylan, Mel no sabe que estoy aquí y, no abriendo la puerta a nadie, no tengo por qué tener miedo—justifiqué—. Aunque quizás no sea mala idea, de esta forma podré hablar con ella.

—Toda precaución es poca, no sabemos cómo puede reaccionar ese tipo—aseveró el gigante.

Se marchó poco después de comer, tras la llegada de Neira. Trevor se escondió en su habitación para hacer los trabajos pendientes del instituto, mientras Neira y yo nos sentamos en el sofá para ponernos al día.

—¿Cómo ha ido este primer día?—preguntó a bocajarro—¿Ha ocurrido algo más entre vosotros?

—Las cosas siguen igual que antes, solo que cada vez me atrae más —confesé en voz baja, por miedo a que me oyera su hijo—. Esta mañana me tropecé con él mientras salía de la ducha.

—¿No iría desnudo? —exclamó mi amiga tapándose la boca— ¿Tiene el cuerpo que aparenta con ropa?—preguntó curiosa.

—¡Llevaba una toalla alrededor de la cintura! —repliqué empujándola— Pero tengo que confesar que tiene un cuerpo diez, casi me muero de la vergüenza.

Neira se reía de mí, mientras yo cada vez estaba más roja. Le relaté la situación vivida y la reacción de mi cuerpo al verle.

—Estás enamorándote de él, no me extraña con ese cuerpazo y esos ojos azules.

—Pero no me fío, me oculta algo de su vida, sé lo que es pero quiero que me lo cuente, si no confía en mí no podré mantener una relación con él, por mucho que me atraiga —confesé, planteándome por primera vez tener algo con el gigante.

—Temes que te engañe como Mel, lo comprendo, pero no debes juzgar a Dylan sin conocer los motivos por los que te oculta ese secreto—y añadió con curiosidad— ¿no puedes contármelo?

—No, se supone que no sé nada, aunque Trevor me lo contó todo. Si se decide a ser sincero conmigo, te lo contaré.

—Está bien, me dejas con la intriga pero lo entiendo —convino Neira.

—¿Y tú que te cuentas? ¿Dónde te has instalado?—inquirí cambiando de tema—Tienes mis llaves pero no sé si será seguro que te quedes allí.

—Estoy viviendo con Lara —contestó mientras su voz se iba apagando— Tengo que contarte algo, pero no quiero que se lo digas a nadie, ¿De acuerdo?—murmuró en voz baja.

—Ahora mismo estamos solas, puedes contarme lo que quieras —la tranquilicé mientras tomaba una de sus manos y la miraba a los ojos— ¿Qué ha pasado?

—No sé por dónde empezar, pero si te digo la verdad, creo que todo comenzó cuando la vi por primera vez en tu casa. Nunca me había pasado nada igual y estoy asustada.