CAPÍTULO 7
Lloramos de la risa al recordar anécdotas de nuestra adolescencia. Sentadas delante de aquellas pizzas hablamos de nosotras y nos pusimos al día de nuestros proyectos de futuro.
-Yo no sabía que querías estudiar medicina, Neira, me parece genial que te hayas matriculado en la universidad -comenté sorprendida -¿Dónde estudiarás?
-Si me aceptan estudiaré aquí, espero que podamos seguir viéndonos mientras me saco la carrera -comentó, con la vista iluminada por la esperanza.
La miré un segundo antes de tomar una decisión que quizás le cambiaría la vida, pero que en aquel momento me pareció lo más normal del mundo. Era mi mejor amiga, yo me sentía sola en aquella ciudad y en mi piso podíamos vivir las dos...
-Si te aceptan, puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que quieras... Sabes que no es muy grande pero podemos poner dos camas en la habitación y compartir los gastos.
-¡¿Lo dices en serio!? Me encantaría, pero tengo miedo de molestarte y tú tienes a Mel, que quizás venga a verte algún día y se enfade al verme contigo...
-Mel no vendrá a verme mientras esté en este piso, le parece demasiado pequeño. Me dijo que hasta que no tuviera uno más grande no pensaba venir por aquí... Y de momento lo está cumpliendo.
-¿Estás segura? No quiero que te sientas obligada -expresó con voz apenada mientras bajaba la mirada al suelo.
-No digas tonterías, estoy muy sola aquí, en serio, me harías un favor si te mudaras conmigo al piso.
Le tomé las manos y cuando levantó la vista pude ver una pequeña sonrisa en su rostro. Nos abrazamos y sellamos así un trato de amigas, si la aceptaban en la universidad se quedaría conmigo entre semana y el fin de semana volvería a casa de sus padres al pueblo. Por lo menos esa era la intención, aunque luego se fueron complicando las cosas.
Regresamos a casa tarde, nos duchamos y nos vestimos para salir esa noche. La dirección del local, que nos había sugerido Gabi, estaba apuntada en una servilleta del bar y la introduje en el navegador para saber cómo llegar allí.
Neira llevaba puesto un vestido ajustado de color vino, por encima de las rodillas. Su pelo castaño estaba recogido en un moño con varios mechones sueltos y los zapatos de tacón negros completaban una combinación explosiva. Yo en cambio opté por un pantalón tejano ajustado, que marcaba mis líneas, con un top en negro. Mis zapatos eran bajos. Según la aplicación se tardaba una media hora en llegar en transporte público y nosotras salimos a las siete y media.
Al llegar al local nos sorprendimos al ver la cantidad de gente que ya estaba en su interior. La decoración era en tonos azules y blancos, dando la sensación de que estabas en el cielo, como indicaba su nombre. Ya se oía la música ambiente, aunque estaba a un nivel que permitía mantener una conversación sin tener que hablar a gritos, nos adentramos y, gracias a la iluminación azulada del local, lo vi...
¿A quién creéis que ha visto Zara? Mañana sabremos quién es y cómo influyó en su noche de fiesta. Pequeños pajarillos, no os olvidéis de volver mañana a revolotear por la historia de Zara y dejar un comentario, para que esta humilde escritora sonría mientras os lee.
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